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Año 9 - N° 430 - 6 de Septiembre de 2015 
JOSÉ PASSINI            
passinijose@yahoo.com.br 
 
Juiz de Fora, MG
(Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Consideraciones acerca del libro Estudiando “Nuestro Hogar”

 

Obra central: Estudiando “Nuestro Hogar”

Autoria: Carlos A. Baccelli e Inácio Ferreira (Espíritu)

Sinopsis:
En este libro, el Dr. Inácio Ferreira aborda algunos de los temas que, de manera magistral e inédita, son estudiados por André Luiz en la obra “Nuestro Hogar”, la primera obra de André psicografiada por el médium Francisco Cândido Xavier.

Editora: LEEPP.

 
Como en otras obras, ese Espíritu fascinador que se titula Dr. Inácio Ferreira continúa, por el médium Carlos Antônio Baccelli, su faena de atacar a los espíritas serios, de ridiculizar el Espiritismo, intentando disminuirle el valor, a través de diálogos triviales, chulos y, a veces, impropios para comentarios en círculos de algún afinamiento espiritual. Ahora, tras intentar minimizar la figura de Chico Xavier a través de la obra “Chico Xavier Responde”, intenta minimizar su obra de mayor impacto: “Nuestro Hogar”.

Quién lee el título de la obra imagina que tendrá en la mano un estudio serio, del punto de vista espiritual, sociológico, esperando unos detalles más avanzado de cómo se desarrollan las actividades allá.

Como se sabe, “Nuestro Hogar” es una comunidad formada por Espíritus desencarnados, donde intensas actividades de socorro, de educación espiritual y de preparación de nuevas encarnaciones son llevadas a efecto. Pero, la decepción del lector se acentúa a medida que lee esa parodia infeliz, que presenta diálogos pueriles, vaciados en el mismo lenguaje rastrero, incompatible con la seriedad y dignidad de la doctrina espírita, conforme sus obras anteriores.

*

Colocaremos las palabras del libro en negrita y nuestros comentarios en tipo normal. Luego en el inicio, el pseudo Dr. Inácio transcribe un diálogo en que sus interlocutores lo adulan, y él, como siempre, no pierde la oportunidad de vanagloriarse:

– ¡Tal vez por el lenguaje utilizado, mi modo espontáneo de ser – no consigo ser el Inácio que muchos quieren que yo sea!

– ¡No es sólo por el lenguaje, no! – observó la compañera – El problema es que el señor es directo en lo que dice: no efectúa rodeos con la palabra. (20)

Una afirmación atribuida a André Luiz: “No adiestró órganos para la vida nueva”, es usada en una conversación propia de mesa de bar, entre Manoel Roberto y Domingas, que dice: “¡Tengo que controlarme para no atacar las ollas... de la Tierra! ¡Si no fuera por la relativa aclaración que poseo, estaría vampirizando a los invetéranos comedores de carne pimentada!

Después de un breve intervalo, Manoel Roberto testimonió:

- Confieso que, por mi parte, no adiestré los órganos sexuales…No preciso decir más. ¿O preciso? (21)

El Dr. Inácio no esclarece cómo funciona ese correo del Mundo Espiritual, que le lleva cartas de la Tierra y las coloca sobre su mesa...

... revolviendo papeles sobre la mesa, me deparé con la carta que una hermana me hubo dirigido de la Tierra.

- Dr. Inácio, - escribía ella -, quedo encantada (sic) con su amor a los animales... (95)

A partir de ahí, el Dr. Inácio usa cinco páginas del libro en que pretende estudiar “Nuestro Hogar”, para discurrir de manera sin compromiso con la seriedad esperada en una obra espírita, sobre gatos y reencarnación, terminando con esa afirmación irresponsable, capaz de confundir a cualquier neófito que  esté interesando en informarse sobre evolución espiritual, cuando afirma que el espíritu que estaciona en un gato puede pasar directamente a animar un cuerpo humano:

Así como Sonia (una gata que fue de él cuando encarnado) puede estar en una de esas morenas que desfilan en la Avenida Nuestra Señora de Copacabana, en Rio de Janeiro, su Lênis – ¿quién sabe? – puede estar en uno de esos recién-nacidos aún sin nombre, a la espera de sus brazos, que, como los míos, también se frustraron para la bendición de la maternidad en esta vida. ¡Yo tengo plena convicción de que usted se derretirá toda, al oír a uno de esos niños llamarla mamá o abuela! (100)

Sólo en el capítulo 13, ya en la página 108 del libro, es que se forma un grupo para estudiar “Nuestro Hogar”. Hasta aquí, diálogos proscritos, entremezclados con auto-elogios o de intimidación del Dr. Inácio:

– ¿El señor, entonces, va a continuar escribiendo? – indagó por último.

– Yo no soy hombre de intimidarme, querido. ¡Adelante bien! (107)

Es importante que se atienda a los diálogos establecidos entre el Dr. Inácio, el Dr. Odilon, Domingas y Manoel Roberto. Todos están en el mismo plano espiritual y tejen comentarios sobre las sensaciones de los espíritus en el Mundo Espiritual, como si allá no estuvieran, todos, inclusive los 150 participantes del panel, sujetos a las mismas condiciones:

– Un poco más adelante – ricé –, en este segundo capítulo, en el sexto párrafo, André Luiz considera textualmente: “Persistían las necesidades fisiológicas sin alteración.

El auditorio estaba en suspenso. (115) ¿Será que no tenían noción de la propia condición de espíritus desencarnados? ¿Necesitarían estudiar eso en un seminario? ¿La obra en análisis no se destina al estudio de “Nuestro Hogar”? El “estudio” prosigue como se fuera una conversación informal entre desocupados... ¿Será que los 150 participantes estarían allí para oír un “diálogo” relajado?

Obsérvese esa afirmación al Dr. Odilon que, según el Dr. Inácio, é un orientador, distorsionando la ley de causa y efecto:

– Conocí a una persona que tenía vanidad del timbre de la propia voz... Desgraciado, con toda certeza, si ya no aconteció, irá a renacer mudo o con una voz igual a mí: ¡más ronca, imposible!  (130)

A continuación, completamente fuera de contexto, tal vez para llenar páginas del libro, transcribe la carta atribuida al Senador Públio Lentulus, terminando el capítulo con esta justificación de la salida del asunto:                                                                      

- ¿Ustedes están viendo como la gente va lejos, cuando se dispone a estudiar cualquier tema de la Vida a la luz de la Doctrina, que es Fe Razonada? (132)

Prosiguiendo, gastando páginas con bromas, malgastando el tiempo de quien compró un libro en la búsqueda de aclaración, pues a pesar de tener la obra el título Estudiando “Nuestro Hogar”, en el capítulo que toca la cuestión del vestuario de los desencarnados, nada añade de aclaración. Sólo bromas y auto-elogio:

– ¡Mire, Doctor, en su compañía, yo quedaría hasta doscientos (años en el Umbral); sin embargo, sin el señor, ni un sólo día! (139)

En los capítulos siguientes, prosigue en un relato de conversación banal, entremezclado de citas de tramos de “Nuestro Hogar”, sin, sin embargo, tejer comentarios dirigidos a la mayor comprensión del libro.

Anuncia una ida a la Fundación Emmanuel a fin de tratar de un asunto muy serio, pero lo que hacen, él y su grupo, acompañados del Director de la Fundación, es venir a la Superficie a visitar una institución espírita. Luego, comenta y existencia de perros y caballos, referidos por André Luiz, no resistiendo a la tentación de hacer sus comentarios:

– Caballos y perros que, además de comer, hacen sexo...

– ¡Yo sabía que el señor llegaría ahí! – comentó Domingas. (254)

A continuación, vuelve a dar en la tecla de la reencarnación en el Mundo Espiritual:

– ¿Qué diríais vosotros si aquí, en el Mundo Espiritual, los hombres pudieran relacionarse sexualmente, como se relacionan, sin función reproductora?

Volviéndome en la dirección de Rodrigo, interrogué:

– ¿Usted sabe de alguno de sus compañeros, o usted mismo, que no haga sexo por aquí?

– No, Doctor, no me pida nombres. Pero no sé de nadie  – se relajó el inteligente muchacho, llevando a los compañeros a sonreír. (255)

A continuación, comenta el hecho de haber huertos en “Nuestro Hogar”, concluyendo que si hay reproducción vegetal, hay también la humana, olvidado de que los frutos de un árbol no constituyen una individualidad:

– ¡Eso es una clase de botánica! Bromeó Domingas.

– Muchos dirán que es pornografía... ¡Una banana para ellos, de preferencia verde! (256)

El mismo error de interpretación el Dr. Inácio comete cuando comenta la existencia del íbis, aquella ave semejante al urubu. Se sabe que esas aves, como perros y caballos, se manifiestan en el Mundo Espiritual con sus periespíritus, conforme se da con los hombres, pero también ahí el Dr. Inácio siembra confusión:

– Sin embargo, querida mía, la especie mencionada por André Luiz, íbis viajor, como dijo, es nativa del Mundo Espiritual, aunque en ninguna de las especies, con que esa ave zancuda se parece en la Tierra, revela las mismas características, o sea: “devoraron las formas mentales, odiosas y perversas, entrando en lucha franca con las tinieblas umbralinas”… (258/259)

Siempre huyendo de hacer comentarios sobre “Nuestro Hogar”, como es propuesto en el título de la obra, Dr. Inácio transcribe el siguiente diálogo, con el joven Rodrigo, acerca del baño:

– ¡Aquí tomo más baño de lo que tomaba allá debajo, cuando, tantas veces, llegando sudado del fútbol!...

– ¡Yo no sabía que estábamos conversando con un goleador!

– ¡Portero, Doctor – yo era portero! Mi madre tenía que pelear conmigo para que yo no durmiese sin el baño…

– ¡Y goleador apestoso!

– ¡Tenis pestoso más! Yo era portero de fútbol de salón...

– Entonces, su madre, Rodrigo, es una santa: aquel gol dentro de casa, a la noche... (262)

Y el diálogo humorístico continúa:

– ¿Viste, mi hijo, como soy portador de enfermedad contagiosa?

– ¡Quién me hubo dado poseer, por lo menos, la mitad de las enfermedades del señor!

– ¡Pronto! Ahora está empujándome la bolsa... Y lo peor, no, lo mejor es que espíritu también tiene eso...

(Literalmente, abriendo un paréntesis, dejadme aquí apreciar la cara de los ortodoxos que, con certeza, estarán exclamando, casi con espuma por la boca: ¡Blasfemia! ¡Pornografia! ¡Mistificação! ¡Espíritu chulo! Anátema! ¡Para la hoguera! Sabe cuál es mi respuesta: ¡ah, ah, ah, ah!...) (264)

Conforme ya fue dicho, el libro es constituido de diálogos proscritos, de bromas y de referencias desairosas a espíritas y al Movimiento Espírita, cuando no es un discurso adulador al Dr. Inácio:

– El personal lo estima mucho, Doctor – ponderó Domingas. – ¡ara cada uno que le tuerce la nariz, el señor tiene mil que le sonríen!

– Yo no merezco, no...

– ¡Merece, sí!

– ¿La nariz torcida?

– El señor se está refiriendo es a él?

– ¿Pensó que fuera el qué, Domingas?

– ¡Ese Inácio! Dios lo hizo y rompió la forma – suspiró Modesta.

– ¡Rompió de arrepentimiento! ¡Y lo peor es que me hizo inmortal: ahora tiene que aguantarme por la Eternidad!... (268/269)

Algo difícil de ser entendido es el hecho de que Espíritus – habitantes del Mundo Espiritual – se reúnan, en un seminario, para recibir aclaraciones básicas de hechos que viven habitualmente, como alimentación, higiene, uso de vestuario, etc.

Inicialmente, el grupo era de 150, pero creció:

– Domingas, vosotros estáis engañándome... ¡Aquí hay más de 453 personas! (271)

En ese capítulo, anunció que iría a hablar sobre el agua en “Nuestro Hogar”, pero sólo tejió comentarios filosóficos y bíblicos, terminando así:

- ¡Entonces, podemos concluir que, en verdad, la desencarnación es un fenómeno de deshidratación! (273)

En los capítulos siguientes, nada de estudio sobre “Nuestro Hogar”. El Dr. Inácio recibe en su consulta, como si fuera en la Tierra, clientes citados. Su mesa, en desorden, se encontraba abarrotada de cartas llegadas de la Tierra, a las cuales él debería responder. Sólo no explicó como ellas llegaron ni como seguirían las respectivas respuestas...

Continuando, relata conversaciones sin ninguna conexión con el título del libro, citando tramos de la obra de André Luiz, pero sin cualquier esclarecimiento serio. Comentando la entrevista que André Luiz tuvo con Clarêncio – que daría enseñanza a serias reflexiones – no pierde la oportunidad de hacer humor de mal gusto, tras citar la postura del Ministro, en vez de citar su enseñanza:

– Clarêncio, con todo, se levantó sereno y habló sin afectación”...

– ¿El señor que observó en esta frase? ¡Ella no tiene nada! – objetó la señora de inteligencia vivaz.

Mirando de un lado para otro, nuevamente vigilando los movimientos de Odilon, comenté:

– Con el perdón de la palabra, yo observé las nalgas...

– ¡¿Las nalgas?! – casi que preguntaron en coro.

– ¡Está claro! ¡Si Clarencio se “levantó” es porque él estaba sentado! ¡Y se estaba sentado, los espíritu tiene nalgas! ¿Concuerdan?

– ¡Interesante! – hizo nuestro arañado y humanizado “disco de vinilo”...

– ¡¿Interesante el qué?!  ¡¿Las nalgas?! – balbuceó uno de los más chistosos, llevando todo el mundo a la carcajada.

– ¡El Ministro Clarencio no estaba allá levitando, no! – dijo, buscando controlar al grupo. – ¡Como cualquier mortal, él estaba sentado! ¿Eso nos lleva a deducir el qué?

– ¡Que no faltan sillas en el Mundo Espiritual! – respondió alguien.

– ¡Ni camas, porque André Luiz estaba acostado! – observó otro.

– ¡Que espíritu no es una humareda, que ande deslizando por ahí! – se entrometió uno más.

– ¡Y que, evidentemente – dijo yo –, con todo respeto, que el Ministro no estaba despojado de la región glútea!

– ¡Interesante!

Y enmendé:

– ¡Que él es humano! ¡Que somos todos humanos! ¡A menos que, de entre vosotros, haya alguien desprovisto de los músculos glúteo máximos, medios y mínimos!

– ¿Doctor – preguntó la Coordinadora, casi no conteniéndose –, el señor va a colocar eso en libro?

– ¡¿El qué?! ¡¿Los glúteos?! ¡¿Voy, sí, por qué no?!...

– El personal de contra...

– Deje al pueblo discutir si el espíritu tiene nalgas o no. ¡Domingas, eso parece no tener importancia ninguna, pero es muy importante para la comprensión de la anatomía de los difuntos, que somos nosotros! ¿Tenemos o no tenemos el derecho de mantener nuestras nalgas, y tan endurecidas cuánto sea posible?

– ¡Interesante! – atajó el boquiabierto compañero.

– ¡Cualquier cosa, la gente puede organizar un paseito, Doctor!

– ¡Rápido! Hay gente infiltrada aqui!...

– Y con cintas, con decires a la altura de…

– ¡Alto ahí! – apartad, con el grupo a contorsionarse. – ¡Reivindico para mí el derecho de sugerir a los referidos a ser estampados en defensa del bumbum, pues al fin de cuentas, estamos desencarnados, pero no descarnados!

A esa altura, con la aproximación de Odilon y Modesta, atraídos por nuestra algarabía juvenil, entramos en silencio.

– ¿Sobre qué conversaban – preguntó Modesta –, que sonreía tanto?

– ¡Déjennos participar también! – nos sorprendió el Instructor, pasando amistosamente el brazo sobre mi cuello.

– Saben qué es – intenté explicar, guiñando para el grupo –, nosotros estábamos hablando sobre la fisiología compleja de ciertos músculos esqueléticos que, no perteneciendo, propiamente, a la región lumbar, ni tampoco a la parte posterior del muslo…

– Ah, Doctor, simplifique: ¡sobre las nalgas! – exclamó Odilon, a quien positivamente nada escapaba.

Entre sonrisas que se multiplicaron, confieso que sólo pude escuchar la fantasmagórica voz, repitiendo hecho una campanilla:

– ¡Interesante!... (343/346)

Así el Dr. Inácio termina su libro “Estudiando Nuestro Hogar”. Esa obra, como tantas otras escritas por ese Espíritu fascinador que se posesionó de las facultades del médium, es una agresión a la Doctrina Espírita, a la noble figura de Francisco Cándido Xavier, a André Luiz y a su obra magistral.

Debe ser recordado que esa obra se destinase a esclarecer pormenores de la vida en el Mundo Espiritual, ella debería ser dirigida a encarnados y no a desencarnados que, en auditorios, estarían oyendo esclarecimientos y comentarios al respecto de aquello que ya constituían la realidad de ellos.

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita