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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 430 - 6 de Septiembre de 2015 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

Qué es el Espiritismo

Allan Kardec

(Parte 8)
 


Damos continuidad a
l estudio del libro Qué es el Espiritismo, obra lanzada en París en julio de 1859. El estudio será presentado en 19 partes. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la 20ª edición publicada por la Federación Espírita Brasileña. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto. 

Preguntas para debatir 

A. ¿Por qué los Espíritus no son todos igualmente perfectos?

B. ¿Cuál es la utilidad práctica del Espiritismo?

C. Las ideas espíritas, ¿pueden causar la perturbación de las facultades mentales?

Texto para la lectura

73. Los Espíritus no son los encargados de traernos la ciencia perfecta; eso sería, en efecto, muy cómodo. Dios quiere que trabajemos, que nuestro pensamiento se ejercite, y sólo a ese precio podremos adquirir la ciencia. Los Espíritus no vienen a librarnos de esa necesidad. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 108.)

74. Los Espíritus tampoco son lectores de la buenaventura. El Espiritismo es una ciencia de observación y no un arte de adivinación y de especulación. No lo estudiamos para sacar de él ninguna ventaja material. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 109.)

75. No hay Espíritu cuyo estudio no nos proporcione alguna utilidad. Algo aprendemos siempre con todos ellos. En cuanto a los Espíritus esclarecidos, éstos nos enseñan mucho, pero siempre en los límites de lo posible. Nunca debemos preguntarles lo que ellos no pueden o no deben revelar; querer ir más allá es exponernos a las manifestaciones de los Espíritus frívolos, dispuestos siempre a hablar de todo. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 109.)

76. No se debe confundir la locura patológica con la obsesión. Ésta no procede de ninguna lesión cerebral, sino de la subyugación que Espíritus malvados ejercen sobre ciertos individuos y que, muchas veces, tiene las apariencias de la locura propiamente dicha. (Cap. I, Diálogo Segundo, pp. 113 y 114.)

77. La obsesión es independiente de cualquier creencia en el Espiritismo y ha existido en todos los tiempos. En este caso, la medicación común es impotente y hasta perjudicial. Pero el Espiritismo nos ofrece el único medio de vencerla, obrando no en el enfermo sino en el Espíritu obsesor. Vemos entonces que el Espiritismo es el remedio y no la causa del mal. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 114.)  

78. En los mundos superiores a nuestro planeta, el recuerdo del pasado no es nada penoso; he ahí por qué sus habitantes recuerdan su existencia precedente, como nosotros recordamos hoy lo que hicimos ayer. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 117.)

79. Los elementos de convicción no son los mismos para todos; lo que convence a unos, no produce ninguna impresión en otros; por ello, es necesario un poco de todo. Pero es un engaño creer que las experiencias físicas sean el único medio de convencimiento. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 118.) 

80. La Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas era una sociedad científica, como tantas otras, que se ocupaba de profundizar los diferentes puntos de la ciencia espírita y procuraba establecerlos; era el centro en el cual convergían las enseñanzas recogidas en todas las partes del mundo y donde se elaboraban y coordinaban las cuestiones relacionadas con el progreso de la Ciencia. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 120.)

81. La Sociedad no invitaba a nadie a asistir a sus sesiones. Cono no hacía demostraciones con el fin de satisfacer curiosidades, se alejaba con cuidado de los curiosos. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 121.)

82. Si el Espiritismo es una quimera, caerá por sí mismo; si lo persiguen es porque le temen, y sólo algo serio puede causar temor. Si por el contrario es una realidad, entonces está en la Naturaleza, y nadie puede revocar una ley natural con el trazo de una pluma. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 121.)  (Continúa en el próximo número.)

 Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Por qué los Espíritus no son todos igualmente perfectos?

Los Espíritus no son individuos perfectos porque, en verdad, son sólo las almas de los hombres que  desencarnaron, los cuales, como sabemos, no han alcanzado aún la perfección. El progreso espiritual se produce gradualmente y a veces con mucha lentitud. Existen, por eso, Espíritus de todos los grados de inteligencia y moralidad. (Qué es el Espiritismo, capítulo I, Diálogo Segundo, págs. 106 y 107.)

B. ¿Cuál es la utilidad práctica del Espiritismo?

Todo lo que ayuda a levantar una punta del velo que nos envuelve, contribuye al desarrollo de la inteligencia, amplía el círculo de las ideas y nos hace comprender mejor las leyes de la Naturaleza. El mundo de los Espíritus existe en virtud de una de esas leyes y el Espiritismo nos hace conocerlo y nos enseña la influencia que éste ejerce sobre el mundo visible. Además, es la prueba patente de la existencia del alma, de su individualidad después de la muerte, de su inmortalidad, de su suerte futura. Es, por lo tanto, la destrucción del materialismo, no sólo mediante el razonamiento, sino por los hechos. Así como la astronomía destronó a los astrólogos, el Espiritismo vino a destronar a los adivinos, a los hechiceros y a los que leen la buenaventura. Su utilidad práctica, por lo tanto, queda demostrada por sí misma. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Segundo, págs. 109 y 111.)

C. Las ideas espíritas, ¿pueden causar la perturbación de las facultades mentales?

Evidentemente que no, y la experiencia lo demuestra. Bien comprendido, el Espiritismo es, al contrario, un preservativo de la locura y el suicidio, porque el verdadero espírita ve las cosas de este mundo desde un punto de vista tan elevado, que las tribulaciones de la vida son para él como incidentes desagradables de un viaje. Aquello que en cualquier otro individuo puede producir una violenta conmoción, afecta al espírita de manera diferente, porque sabe cuáles son los objetivos de las vicisitudes y los sinsabores de la vida. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Segundo, págs. 111 y 113.)

 

 

 


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