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Estudio de las Obras de Allan Kardec Português   Inglês

Año 9 - N° 429 - 30 de Agosto de 2015 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

Qué es el Espiritismo

Allan Kardec

(Parte 7)
 


Damos continuidad a
l estudio del libro Qué es el Espiritismo, obra lanzada en París en julio de 1859. El estudio será presentado en 19 partes. Las páginas citadas en el texto sugerido para la lectura se refieren a la 20ª edición publicada por la Federación Espírita Brasileña. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto. 

Preguntas para debatir 

A. ¿Cuáles son los medios de comunicación con los Espíritus, según relata Allan Kardec en el libro que estamos estudiando?

B. ¿Cuál es la señal por la cual podemos reconocer que una persona es médium?

C. ¿Qué es necesario para que un Espíritu se comunique?

Texto para la lectura

63. El desinterés absoluto por las compensaciones materiales es la mejor garantía de la sinceridad del médium. La naturaleza de la facultad mediúmnica se opone también a que  sirva de profesión, teniendo en cuenta que el fenómeno depende de una voluntad extraña a la del médium – el Espíritu – y que él, en el momento que se le necesitase, podría faltar. (Cap. I, Diálogo Segundo, pp. 98 y 99.)

64. El afecto y la simpatía son los más poderosos móviles de atracción para los Espíritus. De este modo es fácil comprender que no les agradan los pedidos de alguien que tenga la idea de servirse de ellos para ganar dinero. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 99.)

65. Los médiums verdaderamente serios y dedicados buscan recursos financieros en el trabajo ordinario y no abandonan sus profesiones: ellos sólo consagran a la mediumnidad el tiempo que pueden dedicarle. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 100.)

66. Por los abusos, perjudiciales a la doctrina, que la explotación de la mediumnidad ocasiona, el Espiritismo serio tiene razón en no aceptarla y repudiarla como auxiliar. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 101.)

67. Las afinidades fluídicas, principio del cual dimanan las facultades mediúmnicas, son individuales y no generales, y pueden existir entre un médium y determinado Espíritu y no existir en relación a otro. Sin esas afinidades, cuyas variantes son múltiples, las comunicaciones son incompletas, falsas o imposibles. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 103.)

68. La mayoría de las veces, la asimilación fluídica entre el Espíritu y el médium sólo se establece después de un tiempo, siendo muy raro que suceda completamente desde la primera vez. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 103.)

69. La mediumnidad está subordinada a leyes, de alguna manera orgánicas, a las que el médium está sujeto. Si rechazamos, pues, la explotación de la mediumnidad no es por capricho ni por sistema, sino porque los principios que gobiernan nuestras relaciones con el mundo invisible se oponen a la regularidad y precisión necesarias en aquél que se pone a disposición del público. No todos los médiums interesados son charlatanes, pero la ambición por la ganancia lo empuja a la charlatanería y autoriza la sospecha de bellaquería. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 103.)

70. En todos los tiempos ha habido médiums naturales e inconscientes que fueron calificados como hechiceros y acusados de tener pacto con el diablo. Pero hay una diferencia evidente entre los verdaderos médiums y los llamados hechiceros. El Espiritismo despojó a la hechicería de su pretendido poder sobrenatural y de sus fórmulas y amuletos, mostrando que el fenómeno mediúmnico está subordinado a leyes naturales y que nadie tiene el poder de obligar a los Espíritus a atender su llamado. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 104.)

71. Las imperfecciones morales del hombre pertenecen al Espíritu y no al cuerpo. Es un error creer que los Espíritus, al dejar su cuerpo material, reciben luego la luz de la verdad. Su progreso se produce gradualmente y, algunas veces, con mucha lentitud. Es, pues, un principio elemental del Espiritismo que existen Espíritus de todos los grados de inteligencia y moralidad. (Cap. I, Diálogo Segundo, pág. 106.)

72. Si la conversación con los Espíritus sirviese sólo para darnos la prueba de su existencia, sólo eso ya sería de gran utilidad para cuantos todavía dudan que tienen un alma e ignoran lo que será de ellos después de la muerte. Pero las comunicaciones nos dieron más: nos hicieron conocer el verdadero estado del mundo espiritual, que a todos nos interesa mucho, puesto que todos debemos ir a él algún día. (Cap. I, Diálogo Segundo, pp. 107 y 108.) (Continúa en el próximo número.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuáles son los medios de comunicación con los Espíritus, según relata Allan Kardec en el libro que estamos estudiando?

Los medios de comunicación con los Espíritus son muy variados y dependen tanto de la naturaleza, más o menos pura de los Espíritus, como de las disposiciones particulares de las personas que les sirven de intermediarios. El más vulgar, o universal, consiste en la intuición, es decir, en las ideas y pensamientos que ellos nos sugieren. Ciertos Espíritus se comunican por medio de golpes, por la escritura o el habla. Los médiums tienen, para esos diferentes modos de comunicación, aptitudes especiales. Hay, así, médiums de efectos físicos, auditivos, parlantes, videntes, dibujantes, músicos y escribientes. (Qué es el Espiritismo, capítulo I, Diálogo Segundo, págs. 93 y 94.)

B. ¿Cuál es la señal por la cual podemos reconocer que una persona es médium?

Hasta el presente, no se conoce un diagnóstico o señal que permita saber si una persona es médium o no. Experimentar es el único medio de saber si la facultad existe. Lo que sabemos es que los médiums son muy numerosos y es raro no encontrarlos en alguno de los miembros de nuestra familia o en las personas que nos rodean. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Segundo, pág. 96.)

C. ¿Qué es necesario para que un Espíritu se comunique?

Para que un Espíritu se comunique, es necesario que le convenga hacerlo, que su posición o sus ocupaciones se lo permitan y que encuentre en el médium un instrumento apropiado a su naturaleza. (Obra citada, capítulo I, Diálogo Segundo, págs. 96 y 104.)

 
 

 


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