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Año 9 - N° 429 - 30 de Agosto de 2015 
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

¡Qué el arte sea luz!


La vida sería más gris y estática sino hubiese las notas del arte a tocar nuestro corazón. Se relacionan aquí las artes extasiadas como prosa, poesía, pintura, partitura e interminable número de otras extasiadas formas de expresión, pero que, para sentirlas y valorarlas, el espíritu necesita estar tranquilo y vuelto para ese propósito. La mente inquieta tardará más para hacerlo.

No se debe evadir de lo que hay para realizar, y el artista que se reconoce debe mejorarse en el arte que buscó desarrollar.

El primer paso es superar las dificultades individuales comunes a todos los Espíritus, la propia reforma. Y las dificultades de un artista espírita aún, infelizmente, son más penosas, pues, además de la falta de recursos para el desarrollo de su trabajo, hay también la poca aceptación y valoración del arte espírita entre los propios compañeros de ideal. Se sabe, no obstante, que la persistencia y la confianza en la labor son imprescindibles, como también la necesidad de estudio y de perfeccionamiento.

El arte tiene una importancia rigurosa en la transformación diaria de nuestras vidas. Pero lo que se recomienda es el arte que trae luz de progreso, luz de amor en la caminata de quien la realiza y de quien la siente.

¡Cuántas veces una música con letra edificante o una pieza clásica se tornan lenitivo para el corazón sin esperanza, huérfano de consuelo y amor!

Sin embargo, el arte sin elevación, que no instruye ni mejora el propio artista y su receptor, debe ser desconsiderado, pues solamente las dignas realizaciones en todo campo es que serán reconocidas como avance real.

En El Libro de los Espíritus hay una cuestión que atestigua, con claridad, la relevancia de la práctica del bien en las artes: 

-¿Los Espíritus examinan nuestros trabajos artísticos y se interesan por ellos? “Examinan lo que puede probar la elevación de los Espíritus y su progreso.” (Obra citada, cuestión 565.) 

Luego, si hay sensibilidad, que ella sea aprovechada para producciones iluminativas, educativas y placenteras en la mies del bien y del amor. Y de esa manera los ideales de progreso podrán ser más protegidos contra las embestidas de Espíritus desequilibrados, recordando siempre que todo se administra según la vibración.

A cada uno será conferida la actividad necesaria.

Habrá el artista para desarrollar su arte; el escritor para extasiar con sus palabras; el músico para proporcionar más armonía; los dirigentes para la conducción de coherentes trabajos y los líderes espíritas para la orientación y divulgación del arte educativo y noble.

A cada uno conforme su necesidad y lo que pueda ofrecer de bueno para la vida, sin olvidarse de que el perfeccionamiento en todos los campos es indispensable.

El eminente arte es dulce flor para nuestro sentimiento, es estímulo para nuestros sentidos, es refrescante para los duros hechos que asolan aún la carente humanidad. Ese arte es luz para todos los Espíritus, sin denominación religiosa; es canción de cuna para los corazones; es el deseo de ascensión para mundos evolucionados a través de las transformaciones que experimentamos con sus mensajes.

El noble arte, en todo tiempo, es armonía, es paz, es elevación.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita