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Año 9 - N° 422 - 12 de Julio de 2015
JORGE LEITE DE OLIVEIRA 
 
jojorgeleite@gmail.com
 
Brasília, DF (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Jorge Leite de Oliveira

Moisés y los Diez Mandamientos a la
Luz de Cristo

 
“El Amor por principio y el Orden por base; el Progreso por fin.” – Auguste Comte

Según Auguste Comte, en los principios de la humanidad, hace miles de años, el hombre manifestaba su temor a Dios por intermedio del llamado fetichismo, que era la adoración a seres sobrenaturales, que actuaban en la naturaleza. De ahí surgió la creencia en el politeísmo, o sea, la existencia de varios dioses.

Otros teóricos, como Taylor, proponen la evolución del pensamiento religioso con inicio en el animismo (creencia en la presencia del alma en todos los seres de la naturaleza, animados e inanimados); seguido del manismo (creencia en los fantasmas); después, del fetichismo (culto de objetos materiales, considerados encarnación de un espíritu o en conexión con él), enseguida, en el politeísmo (creencia en varios dioses) y, por fin, monoteísmo (creencia en el Dios único). Fue con Moisés que la idea del Dios único tuvo inicio, entre los hebreos, y se propagó por el mundo. Estaba inaugurada, según el Cristianismo, la primera revelación divina hace cerca de 4.000 años.

De esa época para acá, surgieron las llamadas grandes religiones: Confucionismo, Hinduísmo, Budismo, Islamismo, Judaísmo y Cristianismo, en el cual, afirma Kardec, están presentes las tres revelaciones de Dios, desplegadas en el mensaje revelado a Moisés, enseguida, confirmado por Jesús y, por fin, completada por el Espiritismo, de acuerdo con la promesa de Cristo de enviarnos el Consolador, conforme leemos en Juan, cap. 14: 15-17: 

 

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y Él os dará otro Consolador, a fin de que quede eternamente con vosotros: el Espíritu de Verdad, que el mundo no puede recibir, porque el no ve y absolutamente el no conoce. Pero en cuanto a vosotros, lo conoceréis, porque quedará con vosotros y estará en vosotros [...]. (Apud Kardec, 2013a, p. 105- 106.)

Moisés fue el profeta escogido por Dios para revelar a los hebreos Su existencia y Sus leyes, sintetizadas en los Diez Mandamientos, que le fueron transmitidos mediúmnicamente en el monte Sinai. Esa es considerada la primera revelación divina de la triple revelación. Es sobre estos mandamientos que continuaremos nuestras reflexiones:

1º Mandamiento: no hacer imágenes de otros dioses, pues hay un sólo Dios.

La primera pregunta de Allan Kardec, en El libro de los espíritus, es “Que es Dios?”, respondida sin corrección: “Dios es la Inteligencia Suprema, Causa Primera de todas las cosas. O sea, Dios no tiene la forma humana, y eso fue confirmado por Jesús a la samaritana, cuando le afirmó: “Dios es Espíritu, e importa que sea adorado en Espíritu y en Verdad.” (Juan, 4:24).

Nos afirma el Espíritu Emmanuel, por la psicografia de Chico Xavier, que
 

Antes de todos los programas de Moisés, de las revelaciones de los Profetas y de sus propias bendiciones redentoras en el Evangelio, el Maestro coloca una declaración enérgica de principios, llamando a todos los espíritus al plan de la unidad sustancial. Basándose el servicio salvador que Él aún traía de las esferas más altas, proclama Cristo a la Humanidad que sólo existe un Señor Todo Poderoso – el Padre de infinita Misericordia. (XAVIER, 2012, p. 223)

2º Mandamiento: no decir el nombre de Dios en vano.

El respeto y el amor a Dios, nuestro Padre, exigen de nosotros una postura de humildad en todos los momentos de nuestra vida eterna, pues, siendo Espíritu Puro, Él nos creó para la perfección espiritual. El ser humano tiene, pues, dos naturalezas, como nos dicen los Espíritus superiores: la animal, presente en el cuerpo físico; y la espiritual, contenida en el alma, que es el Espíritu encarnado (cuestión 605 de El libro de los espíritus). Creados para la perfección, necesitamos, de ese modo, hacer prevalecer, en nosotros, la naturaleza espiritual, con la cual nos aproximamos a los buenos Espíritus y, consecuentemente, a Dios.

Dice el nombre de Dios en vano quien predica en su nombre y no práctica las buenas acciones que recomienda a otros.

Dice vanamente el nombre de Dios la persona que hace de la religión una forma de explotación de la fe ajena, con venta de “pasaportes en el cielo” y otros comercios ignominiosos, lo que hizo Cristo expulsar a los “vendedores del templo” con rigor y con estas inolvidables palabras: “Está escrito: mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”. (Mateo, 21:12- 13; Lucas: 19:45- 46.)

Dice en vano el nombre de Dios quien se mofa de su existencia o se rebela contra Él cuando es sometido a prueba y expiaciones.

También dicen vanamente el nombre de Dios las personas que fingen su creencia por pura conveniencia, por deseo de proyección personal y dominio de las conciencias ajenas. Tales personas se traicionan por sus actitudes contradictorias y emanaciones fluídicas deletéreas. De ese modo, ellas no se sostienen en la falsa creencia, durante mucho tiempo, ante los que las observan atentamente. Tales personas, afirmó Jesús, son como sepulcros encalados por fuera, pero llenos de podredumbre por dentro” (Mateo, 23:27).

Finalmente, dice vanamente el nombre de Dios aquel que comercializa sus dones mediúmnicos, contrariando lo que dijo Jesús: “dad de gracia lo que de gracia recibisteis”. Según Comte (Frases, 2015), “Vivir para los otros no es solamente la ley del deber, sino también la de la felicidad”. Solamente amando y sirviendo a nuestro hermano, con desinterés y en silencio, orando y vigilando, dejaremos de decir vanamente el nombre de nuestro Padre, tenga aquel o no una creencia e independiente de su posición social y de cualquier otros preconceptos.

3º Mandamiento: santificar el día del sábado.

Simbólicamente, ese mandamiento representa la necesidad que todos tenemos de no exceder el límite de la fuerza ajena y el de nuestra fuerza en los trabajos que ejecutamos o hacemos a alguien ejecutar. También simboliza el deber de, al menos un día por semana, dedicarnos a Dios, por la elevación de los pensamientos proporcionada por la plegaria y reflexión en torno a lecturas y charlas elevadas, visitar a los enfermos, socorrer a los necesitados, orar por los amigos y parientes, así como por los que nos “persiguen y calumnian” (Mateo, 5:44), conforme recomendación de Jesús.

4º Mandamiento: honrad a padre y madre.

El respeto y el amor que todos debemos tener para con nuestros padres demuestra nuestra gratitud a quién nos proporcionó nueva existencia física y cuidó de nosotros con celo amoroso y aún con sacrificio de sus horas de sueño y de la propia salud. Debemos, por lo tanto, honrarlos, buscando serles obedientes y prestos. Y, aunque sus actitudes sean condenables, no tenemos el derecho de criticarlos públicamente, aún no teniéndolas como referencias de comportamiento.

5º Mandamiento: no matar

La vida es don de Dios concedido a todos nosotros, y no nos cabe decidir, en su nombre, quien debe vivir y quién debe morir. Responderemos por cada vida que nos fue confiada, aún la de nuestros hermanos más pequeños, los animales.

Considero una hipocresía tratar a perros y gatos mejor que a muchos niños y ancianos necesitados y alimentarse con la carne bovina y la de otros animales. El día en que aprendamos a alimentarnos sin el sacrificio animal habremos dado un gran paso en dirección a nuestra espiritualización.

Eso, sin embargo, no significa que yo apoye el maltrato a los animales o aún su desprecio, dejándolos sufrir las intemperies del tiempo o morir de hambre. Pero nada justifica tratarlos con más amor de lo que lo haríamos a un ser humano, a quién Jesús nos recomendó amar tanto como a nosotros mismos.

Hay aún otras formas de matar, que ocurren, por ejemplo, cuando “matamos” las esperanzas de alguien, no dándole oportunidades para alcanzar sus objetivos personales y profesionales, o cuando extinguimos la confianza de otros con nuestras palabras y actos. El bien mayor a ser preservado, de cada uno de nosotros, siempre será la vida física. Por eso, la alerta de Jesús continúa actualísima: “Quién mate por la espada, por la espada morirá.” (Mateo, 26:52)

6º Mandamiento: no adulterar.

Adulterar no es solamente traicionar sexualmente a su cónyuge. Es faltar a la verdad, incontables veces, a lo largo de la existencia física, buscando no comprometerse con alguien. Es dejar de cumplir con nuestras obligaciones de ciudadanos, sea en sociedad, en el hogar o en el trabajo. Es ser desleal con nuestro prójimo cuando este más necesita de nuestro apoyo. Es prometer, finalmente, esforzarse en el bien y permanecer en el mal. Hay quién afirme jamás haber adulterado, pero se olvida de que, cuando alumno, adulteraba el examen para obtener nota más alta, por medio del llamado “copiar”; en el trabajo, incumple sus obligaciones y adultera el horario de expediente, llegando atrasado y escondiendo eso a su jefe; en el comercio, defrauda a su cliente con la alteración del peso del producto, por la balanza descalibrada; en el tráfico, adultera el límite de velocidad, superándola, incontables veces, o pasa la señal roja, si percibe no tener vigilancia cerca. Quién de nosotros esté sin pecado, tire la primera piedra...

¿Vamos a intentar, de ahora en delante no adulterar más? Estemos atentos, vigilemos y oremos para que, en nuestras mínimas acciones, seamos conocidos como hijos fieles de Dios, porque Él, ya sabemos que es fiel de todo siempre. Con certeza, los ángeles del cielo cantarán hosannas y nos apoyarán tales propósitos con inmensa alegría.

7º Mandamiento: no robar.

Hay personas que prefieren sustraer de otras lo que pertenece a este que trabaja. Se juzgan ajusticiados socialmente, pero nada hacen para estudiar, en la preparación de su futuro profesional mejor, o ser honestas, cuando contratadas para un trabajo cualquiera. Se acomodan en la pereza, aún cuando son invitadas a trabajar y, de ese modo, se lesionan a sí mismas. Pero también hay otras personas que nos roban el tiempo, con conversaciones fútiles, sin cualquier provecho. Existen aún las que hurtan la buena imagen ajena con la maledicencia, otras que roban las esperanzas de otros con juicios crueles, e igualmente hay las que defraudan concursos en beneficio propio o de sus protegidos... A esas personas también se aplica el séptimo mandamiento, así como a todos los que hieren a su semejante en las mínimas cosas.

8º Mandamiento: no hacer testimonio falso contra el prójimo.

Hacer testimonio falso no solamente quien acusa sin pruebas y mente para perjudicar alguien, sino también quién tiene por hábito mentir. Quién no es coherente entre lo que habla y lo que hace. Infelizmente, encontramos mucha gente así entre los propios hermanos de creencia.

9º Mandamiento: no desear la mujer del prójimo.

Ese mandamiento, en los días actuales, necesita ser muy reflejado y practicado, no solamente por los hombres, sino también por las mujeres, en función de los avances de las conquistas femeninas, lo que las hace acreedoras de los mismos derechos que los hombres, como también deudoras de las mismas obligaciones. Bueno sería si todos nos amáramos y respetáramos con la pureza y la sencillez predicadas por Jesús y los buenos Espíritus, sin que las pasiones nos arrastraran a denigrar la propia alma. Nos cumple ejercitar el amor puro, fraternal, que nos refrene las malas inclinaciones y nos recomienda hacer a los otros todo el bien que también nos gustaría recibir, conforme la regla áurea recomendada por Jesús: “Por lo tanto, todo lo que vosotros queréis que los hombres os hagan, hacedles también vosotros, porque esa es la ley y los profetas” (Mateo, 7:12).

10º Mandamiento: no codiciar cosa alguna de outro.

Afirma Kardec que “Es de todos los tiempos y de todos los países esa ley y tiene, por eso aún, carácter divino”. Cuando es preguntado cual era el mayor de los mandamientos, Jesús respondió: “Amarás a Dios de todo tu corazón, de toda tu alma y de toda tu comprensión; y el segundo, semejante a ese, es este: amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo, 22: 37-40).

Quién codicia los bienes ajenos aún no aprendió, con Jesús, que hay más alegría en dar que en recibir. El Espíritu Emmanuel, por la psicografia de Chico Xavier, aún nos brinda con el bello mensaje titulado “Poseemos lo que damos”, en el cual leemos estas bellísimas frases:

Quién da recoge la felicidad de ver la multiplicación de aquello que dio.

Ofrece la gentileza y encorajarás la plantación de la fraternidad.

Extiende la bendición del perdón y fortalecerás la justicia.

Administra la bondad y tendrás el crecimiento de la confianza.

Da tu buen ejemplo y garantizarás la nobleza del carácter.

Los recursos de la Creación son distribuidos por el Creador con las Criaturas, a fin de que en donación permanente se multipliquen al infinito.

Serás ayudado por el Cielo, conforme estés ayudando en la Tierra.

Poseemos aquello que damos.

Note olvides, pues, de que eres mayordomo de la vida en que te encuentras.

Cede al prójimo algo más que el dinero de que puedas disponer. Da también tu interés afectivo, tu salud, tu alegría y tu tiempo y, en verdad, entrarás en la posesión de los sublimes dones del amor, del equilibrio, de la felicidad y de la paz, hoy y mañana, en este mundo y en la vida eterna. (XAVIER, 2010, p. 269- 270.)

Amaremos a Dios, como nos recomendó Cristo, cuando reflejemos en sus Leyes y nos esforcemos en ponerlas en práctica. Comencemos por la memorización y por la observancia de cada uno de esos diez mandamientos, traídos a nosotros por el extraordinario profeta Moisés, que pueden expandirse en otros incontables. Así, estaremos en posesión de la plenitud de nuestro ser, que es hijo de Dios y fue creado para la autoiluminación, instrumento verdaderamente eficaz para la conquista de la felicidad, meta de todos nosotros.

 

Referências

COMTE, Auguste. Frases. Disponível em: http://www.mensagenscomamor.com/frases-de-famosos/auguste_comte.htm#ixzz3cIypJRIz.  Acesso em 06 de junho de 2015.

ENCICLOPÉDIA Mirador Internacional. Religião. São Paulo: Rio de Janeiro: Encyclopaedia Britannica do Brasil Publicações Ltda. 1981, vols. 17- 18.

KARDEC, Allan. O evangelho segundo o espiritismo. 131. ed.  Brasília: FEB, 2013a.

______. O livro dos espíritos. 93. ed. Brasília: FEB, 2013b.

COMTE, Auguste. Frases. Disponível em: http://www.mensagenscomamor.com/frases-de-famosos/auguste_comte.htm#ixzz3cIypJRIz.  Acesso em 06 de junho de 2015.  

XAVIER, Francisco Cândido. Pão nosso. Pelo Espírito Emmanuel. Brasília: Federação Espírita Brasileira, 2012, cap. 105.

______. Fonte viva. Pelo Espírito Emmanuel. Rio de Janeiro: Federação Espírita Brasileira: 2010, cap. 117.


 

 


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