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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 9 - N° 422 - 12 de Julio de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 61 y final)
 

Concluimos hoy el estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuáles serán las señales que distingan a la nueva generación?

B. ¿Está el Espiritismo apto para secundar el movimiento de regeneración?

C. La regeneración de la Humanidad, ¿exigirá la renovación integral de los Espíritus?

Texto condensado para la lectura

1185. La nueva generación marchará hacia la realización de todas las ideas humanitarias compatibles con el grado de desarrollo que haya alcanzado. Al avanzar hacia la misma meta  y realizar sus objetivos, el Espiritismo se encontrará con ella sobre el mismo terreno. Los hombres de progreso encontrarán en las ideas espíritas una poderosa palanca y el Espiritismo encontrará en los nuevos hombres, Espíritus completamente dispuestos a acogerlo. En ese estado de cosas, ¿qué podrán hacer quienes pretendan oponerse a él?

1186. El Espiritismo no crea la renovación social; la madurez de la Humanidad es la que convertirá esa renovación en una necesidad. Por su poder moralizador, por sus tendencias progresistas, por la amplitud de sus miras, por la generalidad de los temas que abarca, el Espiritismo, más que cualquier otra doctrina, es apto para secundar el movimiento de regeneración; es por eso que ambos son contemporáneos. Surgió en el momento en que podía ser de utilidad, puesto que también para él los tiempos han llegado. Si hubiera llegado antes, habría tropezado con obstáculos insuperables; inevitablemente habría sucumbido, porque los hombres, satisfechos con lo que tenían, no sentían aún la necesidad de lo que él les trae. Hoy, nacido con las ideas que fermentan, encuentra el terreno preparado para recibirlo.

1187. Grande, por cierto, es aún el número de los que están retrasados; pero ¿qué pueden ellos contra la marea que se asciende, sino lanzarle piedras? Esa marea es la generación que surge, mientras que ellos se suman a la generación que va desapareciendo todos los días a grandes pasos.

1188. La nueva generación - Para que los hombres sean felices sobre la Tierra, es necesario que esté poblada sólo por buenos Espíritus, encarnados y desencarnados, que se dediquen sólo al bien. Habiendo llegado ese tiempo, se produce una gran emigración entre sus habitantes: los que hacen el mal por el mal mismo, aún no conmovidos por el sentimiento del bien, al no ser dignos del planeta transformado, serán excluidos, porque de lo contrario, de nuevo le ocasionarían perturbación y confusión, y serían un obstáculo para el progreso. Expiarán el endurecimiento de sus corazones, unos en los mundos inferiores, otros en pueblos terrestres aún atrasados, equivalentes a los mundos de ese orden, a los cuales llevarán los conocimientos ya adquiridos, y con la misión de hacerlos avanzar. Serán reemplazados por Espíritus mejores que harán reinar en su seno la justicia, la paz y la fraternidad.

1189. La Tierra, al decir de los Espíritus, no tendrá que transformarse por medio de un cataclismo que aniquile súbitamente a una generación. La actual desaparecerá gradualmente y la nueva la sucederá del mismo modo, sin que haya ningún cambio en el orden natural de las cosas. Todo, pues, se producirá exteriormente, como suele suceder, con la única diferencia de que una parte de los Espíritus que encarnaban en la Tierra ya no volverán a encarnar allí. En cada niño que nazca, en vez de un Espíritu atrasado e inclinado al mal, que antes habría encarnado en ella, vendrá un Espíritu más avanzado e inclinado al bien.

1190. Se trata, pues, de una nueva generación de Espíritus y mucho menos de una nueva generación corporal.  Sin duda, es en ese sentido  que Jesús entendía las cosas, cuando decía: “En verdad os digo, que esta generación no pasará sin que estos hechos hayan ocurrido”. Así, quienes esperen ver que la transformación se opera por medios sobrenaturales y maravillosos, quedarán decepcionados.

1191. La época actual es de transición; los elementos de las dos generaciones se confunden. Ubicados en un punto intermedio, asistimos a la partida de una y a la llegada de la otra, mostrando cada una, en el mundo, características propias. Las dos generaciones que se suceden tienen ideas y puntos de vista opuestos. Por la naturaleza de sus disposiciones morales y, sobre todo de sus disposiciones intuitivas e innatas,  se hace más fácil distinguir a cuál de las dos pertenece cada individuo.

1192. Al corresponderles fundar la era del progreso moral, la nueva generación se distinguirá por una inteligencia y una lógica generalmente precoces, unidas al sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas, lo que constituye una señal indudable de un cierto grado de progreso anterior. No se compondrá exclusivamente de Espíritus eminentemente superiores, sino de los que ya habiendo progresado, se encuentran dispuestos a asimilar todas las ideas progresistas y aptos para secundar el movimiento de regeneración.

1193. Lo que distingue a los Espíritus atrasados es, en primer lugar, su rebelión contra Dios, por negarse a reconocer algún poder superior a los poderes humanos; la propensión instintiva a las pasiones degradantes, a los sentimientos antifraternos del egoísmo, el orgullo, la envidia y los celos; en fin, el apego a todo lo que es material: la sensualidad, la codicia, la avaricia. Esos son los vicios de los que la Tierra debe que ser limpiada, mediante el alejamiento de los que se obstinan en no enmendarse.

1194. Cuando la Tierra se encuentre liberada de ellos, los hombres caminarán sin obstáculos hacia el futuro mejor que les está reservado, incluso en este mundo, como recompensa a sus esfuerzos y su perseverancia, mientras esperan que una depuración más completa les abra la entrada de los mundos superiores.

1195. No se debe entender que, por medio de esa emigración de Espíritus, todos los Espíritus atrasados serán expulsados de la Tierra y relegados a mundos inferiores. Por el contrario, muchos volverán, porque muchos son los que cedieron a la corriente de las circunstancias y del ejemplo. En ellos, la cáscara es peor que el fondo. Una vez libres de la influencia de la materia y de los prejuicios del mundo corporal, la mayoría verá las cosas de una manera completamente diferente a aquella que veían cuando estaban vivos, como los  muchos casos que conocemos.

1196. Ya sean Espíritus mejores los que integren la nueva generación, o Espíritus antiguos que se mejoraron, el resultado es el mismo. Desde el momento que traen mejores disposiciones, hay siempre una renovación. Así, según sus disposiciones naturales, los Espíritus encarnados conforman dos categorías: por un lado los que retardan, que parten; por otro, los progresistas, que llegan.

1197. Una comparación simple hará comprender aún mejor lo que pasa en estas circunstancias. Supongamos un regimiento compuesto por una gran mayoría de hombres turbulentos e indisciplinados, los cuales ocasionarán constantes desórdenes que la ley penal tendrá dificultad para reprimir. Esos hombres son los más fuertes, porque son los más numerosos. Ellos se sostienen, animan y estimulan por el ejemplo. Los pocos buenos no ejercen ninguna influencia; sus consejos son despreciados; sufren con la compañía de los otros que los ridiculizan y maltratan. ¿No es ésta una imagen de la sociedad actual?

1198. Supongamos que esos hombres son retirados del regimiento uno a uno, diez a diez, ciento a ciento, y reemplazados gradualmente por igual número de buenos soldados, incluso por algunos de los que habían sido expulsados pero se corrigieron. Al cabo de algún tiempo, existirá el mismo regimiento, pero transformado. El orden habrá sustituido al desorden.

1199. Las grandes partidas colectivas, sin embargo, no tienen como único fin activar las salidas, sino también el de transformar con mayor rapidez el espíritu de las masas, librándolas de las malas influencias y dando mayor ascendiente a las ideas nuevas.

1200. Una estadía en el mundo de los Espíritus bastará para abrirles los ojos, porque allí ven lo que no podían ver en la Tierra. Por lo tanto, el incrédulo, el fanático y el absolutista podrán volver con ideas innatas de fe, tolerancia y libertad. Al regresar, encontrarán las cosas cambiadas y experimentarán la influencia del nuevo medio en el que habrán nacido. En lugar de oponerse a las nuevas ideas, se convertirán en sus colaboradores.

1201. La regeneración de la Humanidad, por lo tanto, no exige absolutamente la renovación integral de los Espíritus: basta una modificación en sus disposiciones morales. Esta modificación se opera en todos los que están predispuestos a ella, si se excluyen a la influencia perniciosa del mundo. Así, no siempre los que vuelven son otros Espíritus; con frecuencia son los mismos Espíritus, pero pensando y sintiendo de otra manera.

1202. Cuando es aislada e individual, esa mejora pasa desapercibida y no ejerce ninguna influencia ostensiva sobre el mundo. El efecto es otro, cuando la mejora se produce simultáneamente en grandes masas, porque entonces, según las proporciones que asuma en una generación, puede modificar profundamente las ideas de un pueblo o de una raza.

1203. Es lo que se observa casi siempre después de las grandes conmociones que diezman a las poblaciones, como los flagelos destructores, que sólo destruyen cuerpos pero no afectan al Espíritu. Activan el movimiento de vaivén entre el mundo corporal y el mundo espiritual y, en consecuencia, el movimiento progresivo de los Espíritus encarnados y desencarnados.

1204. En estos momentos se opera uno de esos movimientos generales, destinados a realizar una remodelación de la Humanidad. La multiplicidad de las causas de destrucción constituye una señal característica de estos tiempos, puesto que apresuran la eclosión de los nuevos gérmenes. Son las hojas del otoño que caen y a las que sucederán otras hojas llenas de vida, porque la Humanidad tiene sus estaciones, así como los individuos tienen diversas edades.

1205. Para el materialista, los flagelos destructores son calamidades que carecen de compensación, sin resultados útiles, porque en su opinión, los flagelos aludidos aniquilan a los seres para siempre. Pero para aquél que sabe que la muerte sólo destruye la envoltura, tales flagelos no tienen las mismas consecuencias y no le causan el más mínimo espanto. Comprende su objetivo y no ignora que los hombres no pierden más por morir juntos que por morir aislados, ya que, de una manera u otra, todos llegarán a eso siempre.

1206. Los incrédulos se reirán de estas cosas y las calificarán de quiméricas; pero digan lo que digan, no escaparán a la ley común. Caerán en su momento, como los otros, y entonces, ¿qué les sucederá? Ellos dice: “¡Nada!” Pero vivirán, a despecho de sí mismos y un día se verán obligados a abrir los ojos.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuáles serán las señales que distingan a la nueva generación?

Como les corresponder fundar la era del progreso moral, la nueva generación se distinguirá por una inteligencia y una lógica generalmente precoces, unidas al sentimiento innato del bien y de las creencias espiritualistas, lo que constituye una señal indudable de un cierto grado de progreso anterior. La nueva generación marchará así hacia la realización de todas las ideas humanitarias compatibles con el grado de desarrollo que haya alcanzado. (La Génesis, cap. XVIII, ítems 23 y 24.)

B. ¿Está el Espiritismo apto para secundar el movimiento de regeneración?

Sí. Pero es necesario comprender que el Espiritismo no crea la renovación social. La madurez de la Humanidad es la que convertirá esa renovación en una necesidad. Sucede que, por su poder moralizador, por sus tendencias progresistas, por la amplitud de sus miras, por la generalidad de los temas que abarca, el Espiritismo, más que cualquier otra doctrina, es apto para secundar el movimiento de regeneración. Es por eso que ambos son contemporáneos. (La Génesis, cap. XVIII, ítems 25 a 27.)

C. La regeneración de la Humanidad, ¿exigirá la renovación integral de los Espíritus?

No. La regeneración de la Humanidad no exigirá la renovación integral de los Espíritus sino una modificación en sus disposiciones morales. Esta modificación se opera en todos los que están predispuestos a ella, si se excluyen a la influencia perniciosa del mundo. Por eso, no siempre los que volverán a reencarnar en este planeta serán otros Espíritus sino, con frecuencia, serán los mismos Espíritus, que entonces pensarán y sentirán de otra manera, debido a la modificación de sus disposiciones morales. (La Génesis, cap. XVIII, ítems 28 a 35.)

 

 


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