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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 9 - N° 417 - 7 de Junio de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 56)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. Los obstáculos contrarios a la expansión del Espiritismo, ¿llegarán a detener su marcha?

B. Si el futuro puede ser conocido, ¿significa esto que los acontecimientos de la vida ya se encuentran predeterminados?

C. ¿Qué significa la frase “El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no”?

Texto para la lectura

1093. Al decir a sus apóstoles: “Otro vendrá más adelante y os enseñará lo que no puedo deciros ahora”, Jesús proclamaba la necesidad de la reencarnación. ¿Cómo podrían aquellos hombres aprovechar la enseñanza más completa que sería dada ulteriormente; cómo estarían aptos para comprenderla si no volviesen a vivir? Jesús hubiera dicho algo inconsecuente, según la doctrina popularizada, si los hombres futuros debiesen ser hombres nuevos, almas salidas de la nada en el momento de su nacimiento.

1094. Admítase por el contrario que los apóstoles y los hombres de su tiempo vivieron después; que aún hoy viven, y la promesa de Jesús estará plenamente justificada. Habiéndose desarrollado al contacto del progreso social, su inteligencia puede comprender ahora lo que entonces no podía. Sin la reencarnación, la promesa de Jesús hubiese sido ilusoria.

1095. Si se dijera que esa promesa se cumplió el día de Pentecostés, por medio del descenso del Espíritu Santo, se podrá responder que el Espíritu Santo los inspiró, que abrió su inteligencia, que desarrolló en ellos las aptitudes mediúmnicas destinadas a facilitar su misión, pero que no les enseñó  nada más de lo que Jesús les había enseñado, pues en lo que han dejado no se encuentra ningún vestigio de una enseñanza especial. El Espíritu Santo no realizó, pues, lo que Jesús anunció en relación al Consolador; de otro modo, los apóstoles hubieran elucidado lo que permaneció a oscuras en el Evangelio hasta el día de hoy, y cuya interpretación contradictoria dio origen a las innumerables sectas que dividieron al Cristianismo desde los primeros siglos.

1096. Segunda venida de Cristo -  Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame; porque aquél que quiera salvar su vida la perderá y aquél que pierda su vida por amor a mí la encontrará de nuevo. ¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo y perder su alma? ¿O a qué precio podrá un hombre comprar su alma, después de haberla perdido? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces dará a cada uno según sus obras. En verdad os digo, que algunos de los que están aquí no sufrirán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino. (Mateo, cap. XVI, v. 24 a 28.)

1097. Entonces, levantándose en medio de la asamblea, el sumo sacerdote preguntó a Jesús de esta forma: ¿No respondes nada a lo que éstos declaran contra ti? Pero Jesús se mantuvo en silencio y no respondió. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: ¿Eres el Cristo, el Hijo de Dios Bendito para siempre? Jesús le respondió: Yo soy y veréis un día al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios y viniendo sobre las nubes del cielo. Al oír esto el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? (Marcos, cap. XIV, v. 60 a 63.)

1098. Jesús anuncia su segunda venida, pero no dice que volverá a la Tierra con un cuerpo carnal, ni que personificará al Consolador. Se presenta como viniendo en Espíritu, en la gloria de su Padre, para juzgar el mérito o demérito y a dar a cada uno según sus obras, cuando los tiempos se hayan cumplido.

1099. Estas palabras: “Hay algunos de los que están aquí que no sufrirán hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino” parecen encerrar una contradicción, porque es innegable que Él no volvió estando en vida ninguno de los que estaban presentes. No obstante, Jesús no podía equivocarse en una previsión de esa naturaleza y, sobre todo, en relación a algo contemporáneo y que le concernía personalmente.

1100. Es necesario primero preguntar si sus palabras fueron siempre reproducidas fielmente. Se puede dudar si se considera que Él no escribió nada; que sus palabras fueron registradas después de su muerte; que cada evangelista registró el mismo discurso en términos diferentes, lo que constituye una prueba evidente de que las expresiones que ellos utilizaron no son textualmente las que usó Jesús. Además, es probable que el sentido haya sufrido alteraciones al pasar por las traducciones sucesivas.

1101. Por otro lado, es indudable que, si Jesús hubiese dicho todo lo que hubiera podido decir, se habría expresado sobre todas las cosas de modo claro y preciso, sin dar lugar a ningún equívoco, como lo hizo con relación a los principios morales, mientras que debió velar su pensamiento sobre los asuntos que no juzgó oportuno profundizar. Los discípulos, persuadidos de que la generación de la que eran parte debía ser testigo de lo que Él anunciaba, debieron interpretar el pensamiento de Jesús de acuerdo con sus ideas. Así es que pudieron decir desde el punto de vista del presente lo que el Maestro había dicho, haciéndolo de una manera más absoluta de lo que Él mismo lo hubiera hecho. Sea como fuera, el hecho es que las cosas no ocurrieron como ellos lo imaginaron.

1102. La grande e importante ley de la reencarnación fue uno de los puntos capitales que Jesús no pudo desarrollar, porque los hombres de su tiempo no estaban suficientemente preparados para este orden de ideas y sus consecuencias. Sin embargo, dejó sentado el principio de la referida ley, como lo hizo en relación a todo lo demás.

1103. Estudiada y puesta en evidencia en los días actuales por el Espiritismo, la ley de la reencarnación constituye la clave para entender muchos pasajes del Evangelio que, sin ella, parecen verdaderos contrasentidos.

1104. Por medio de esta ley se puede encontrar la explicación racional de las palabras citadas arriba, admitiéndolas como textuales. Puesto que no pueden ser aplicadas a la persona de los apóstoles, es evidente que se refieren al futuro reino de Cristo, es decir, al momento en que su doctrina, mejor comprendida, sea ley universal. Al decirles que algunos de los que están presentes en la ocasión verán su advenimiento, necesariamente se refería a los que volverían a vivir en esta época.

1105. Pero los judíos creyeron que verían todo lo que Jesús anunció y tomaron sus frases alegóricas al pie de la letra. Además, algunas de sus profecías se cumplieron en su debido tiempo, tales como la ruina de Jerusalén, las calamidades que siguieron y la dispersión de los judíos. Pero su visión se proyectaba mucho más lejos, de manera que cuando hablaba del presente, siempre hacía alusión al futuro.

1106. Señales precursoras – También oiréis hablar de guerras y rumores de guerra; tratad de no turbaros, porque es necesario que esas cosas ocurran; pero aún no será el fin, pues se verá levantar pueblo contra pueblo y reino contra reino; y habrá pestes, hambre y temblores de tierra en diferentes lugares; todas estas cosas serán apenas el comienzo de los dolores. (Mateo, cap. XXIV, v. 6 a 8.)

1107. Entonces, el hermano entregará a la muerte a su hermano; se levantarán los hijos contra sus padres y sus madres, y los matarán. Seréis odiados por todos por causa de mi nombre; pero aquél que persevere hasta el fin, será salvo. (Marcos, cap. XIII, v. 12 y 13.)

1108. Cuando veáis que la abominación que causa la desolación, que predijo el profeta Daniel, está en el lugar santo (que aquél que lea entienda bien lo que lee), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; aquél que esté en el tejado no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo no vuelva para recoger sus vestiduras. Mas, ¡ay de las mujeres que estén embarazadas o amamantando en aquellos días! Pedid a Dios que vuestra huida no ocurra durante el invierno ni en día sábado, porque la aflicción de ese tiempo será tan grande, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, y como nunca más habrá. Y si esos días no fuesen abreviados, ningún hombre se salvaría; pero esos días serán abreviados en favor de los elegidos. (Mateo, cap. XXIV, v. 15 a 22.)

1109. Poco después de esos días de aflicción, el Sol se oscurecerá y la Luna no dará su resplandor; las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces, la señal del Hijo del Hombre aparecerá en el cielo y todos los pueblos de la Tierra estarán en llantos y gemidos, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con gran majestad. Él enviará sus ángeles, que harán oír la voz retumbante de sus trompetas y reunirán a sus elegidos de los cuatro cantos del mundo, de un extremo del cielo al otro. Aprended una comparación tomada de la higuera. Cuando sus ramas ya están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Del mismo modo, cuando veáis todas esas cosas, sabed que el Hijo del Hombre está cerca, que está a las puertas. En verdad os digo, que esta raza no pasará, hasta que todas esas cosas se cumplan. (Mateo, cap. XXIV, v. 29 a 34.)

1110. Sucederá, entonces, en el advenimiento del Hijo del Hombre lo que sucedió en el tiempo de Noé, porque como en los últimos tiempos antes del diluvio, los hombres comían y bebían, se casaban y casaban a sus hijos, hasta el día en que Noé entró en el arca; y así como ellos no conocieron el momento del diluvio sino cuando éste sobrevino y arrastró a toda la gente, así también será la venida del Hijo del Hombre. (Mateo, cap. XXIV, v. 37 a 39.)

1111. En cuanto a ese día y a esa hora, nadie sabe, ni los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. (Marcos, cap. XIII, v. 32.)

1112. En verdad, en verdad os digo: lloraréis y gemiréis, y el mundo se alegrará; estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. Una mujer, cuando da a luz, tiene dolor porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un hijo, ya no se acuerda de todos los males que sufrió por la alegría que experimenta al haber traído un hombre al mundo. Así es como ahora tenéis tristeza; pero yo os volveré a ver y vuestro corazón se alegrará y nadie os arrebatará vuestra alegría. (Juan, cap. XVI, v. 20 a 22.)

1113. Se levantarán muchos falsos profetas que seducirán a muchas personas; y porque abundará la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará; mas aquél que persevere hasta el fin, será salvo. Y este Evangelio del reino será predicado en toda la Tierra, para servir de testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin. (Mateo, cap. XXIV, v. 11 a 14.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. Los obstáculos contrarios a la expansión del Espiritismo, ¿llegarán a detener su marcha?

No. En cuanto al futuro del Espiritismo, los Espíritus son unánimes en afirmar su triunfo, a pesar de los obstáculos que se le oponen. Esta profecía les resulta fácil, porque su propagación es obra personal de ellos. Colaborando con el movimiento o dirigiéndolo, saben naturalmente lo que deben hacer. (La Génesis, cap. XVI, ítem 11.)

B. Si el futuro puede ser conocido, ¿significa esto que los acontecimientos de la vida ya se encuentran predeterminados?

No. La mayoría de las veces, los acontecimientos comunes de la vida privada son consecuencia de la manera de proceder de cada uno, de manera que se puede decir que cada uno es artífice de su propio futuro, futuro que jamás se encuentra sujeto a ninguna ciega fatalidad.

Los acontecimientos que se relacionan con los intereses generales de la Humanidad están regulados por la Providencia. Cuando algo está en los designios de Dios, se cumple a pesar de todo, ya sea de una manera u otra. Los hombres ayudan a su ejecución; pero ninguno es indispensable, pues de lo contrario, Dios estaría a merced de sus criaturas. Si fallara aquél a quien se ha encargado ejecutar la misión, otro será encargado de ella. No hay misión fatal; el hombre siempre es libre de cumplir o no lo que le ha sido confiado y que él ha aceptado voluntariamente.

Por lo tanto, el resultado final de un acontecimiento puede ser cierto, porque se  encuentra en los designios de Dios. Pero, como casi siempre los detalles y la forma de ejecución están subordinados a las circunstancias y al libre albedrío de los hombres, los caminos y los medios pueden ser eventuales. Está en las posibilidades de los Espíritus prevenirnos del conjunto, si conviene que seamos advertidos; pero para precisar lugares y  fechas, sería necesario que conociesen anticipadamente la decisión que tomará tal o cual individuo. Ahora bien, si esta decisión todavía no se encuentra en su mente, podrá apresurar o retrasar la realización del hecho y modificar los medios secundarios de acción, pero el mismo resultado llegará a producirse siempre. Es así, por ejemplo, que los Espíritus pueden, por el conjunto de las circunstancias, prever que una guerra se encuentra más o menos próxima, que es inevitable, pero sin poder predecir el día en que comenzará, ni los detalles de los incidentes que pueden ser modificados por la voluntad de los hombres. (La Génesis, cap. XVI, ítems 12 a 15.)

C. ¿Qué significa la frase “El cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no”?

Estas palabras atribuidas a Jesús no pasarán, porque serán verdaderas en todos los tiempos. Su código de moral será eterno, porque consagra las condiciones del bien que conducen al hombre a su destino eterno.

Pero, la pregunta es:

Sus palabras, ¿han llegado a nosotros limpias de toda mezcla y de interpretaciones falsas? ¿Todas las sectas cristianas han comprendido su espíritu? ¿Ninguna las desvió de su verdadero sentido, como consecuencia de los prejuicios y la ignorancia de las leyes de la Naturaleza? ¿Ninguna las transformó en un instrumento de dominación para servir a sus ambiciones y a sus intereses materiales? ¿Habrán adoptado todas como regla de conducta la práctica de las virtudes, práctica que Jesús enseñó como condición expresa para la salvación? ¿Estarán todas libres de los reproches que Él hacía a los fariseos de su tiempo? Finalmente, ¿serán todas, tanto en la teoría como en la práctica, la expresión pura de su doctrina?

Siendo la verdad una sola, y única, no puede encontrarse contenida en afirmaciones contrarias, y Jesús no pretendió darle a sus palabras un doble sentido. Porque si las diferentes sectas se contradicen, si unas consideran verdadero lo que otras condenan como herejías, es imposible que todas estén en la verdad.  Si todas hubiesen comprendido el sentido verdadero de la enseñanza evangélica, todas se hubieran encontrado en el mismo terreno y no habrían existido las sectas.

Lo que no pasará es el verdadero sentido de las palabras de Jesús. Lo que pasará es lo que los hombres construyeron sobre el sentido falso que dieron a esas mismas palabras. (La Génesis, cap. XVII, ítems 24 a 26.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita