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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 9 - N° 415 - 24 de Mayo de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 54)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál fue, según Kardec, el mayor milagro realizado por Jesús?

B. ¿Jesús tuvo un cuerpo carnal o fue un agénere?

C. ¿Qué consideraciones de orden moral llevaron a Kardec a defender la tesis de que Jesús tuvo un cuerpo físico?

Texto para la lectura

1055. Maldición a los fariseos – Viendo que muchos fariseos y saduceos acudían para ser bautizados, Juan el Bautista les dijo: Raza de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que debe caer sobre vosotros? Haced, pues, frutos dignos de penitencia; no penséis decir dentro de vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre, porque yo os digo que Dios puede hacer que incluso de estas piedras nazcan hijos de Abraham. El hacha ya está puesta en la raíz de los árboles y todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. (Mateo, cap. III, v. 7 a 10.)

1056. Mis palabras no pasarán – Acercándose a Jesús sus discípulos,  le dijeron: ¿Sabes que los fariseos, al oír lo que acabas de decir, se escandalizaron? Él respondió: Toda planta que mi Padre celestial no plantó, será arrancada. Dejadlos; son ciegos que conducen a ciegos; si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo. (Mateo, cap. XV, versículos 12 a 14.) El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Mateo, cap. XXIV, v. 35.)

1057. Las palabras de Jesús no pasarán, porque serán verdaderas en todos los tiempos. Su código de moral será eterno, porque encierra las condiciones del bien que conducen al hombre a su destino eterno. Pero, sus palabras, ¿han llegado a nosotros limpias de toda mezcla y de interpretaciones falsas? ¿Todas las sectas cristianas han comprendido su espíritu? ¿Ninguna las desvió de su verdadero sentido, como consecuencia de los prejuicios y la ignorancia de las leyes de la Naturaleza? ¿Ninguna las transformó en un instrumento de dominación para servir a sus ambiciones y a sus intereses materiales, un peldaño, no para elevarse al cielo sino para elevarse sobre la Tierra? ¿Habrán adoptado todas como regla de conducta la práctica de las virtudes, práctica que Jesús enseñó como condición expresa para la salvación? ¿Estarán todas libres de los reproches que Él hacía a los fariseos de su tiempo? Finalmente, ¿serán todas, tanto en la teoría como en la práctica, la expresión pura de su doctrina?

1058. Siendo la verdad una sola, y única, no puede encontrarse contenida en afirmaciones contrarias, y Jesús no pretendió darle a sus palabras un doble sentido. Porque si las diferentes sectas se contradicen, si unas consideran verdadero lo que otras condenan como herejías, es imposible que todas estén en la verdad.  Si todas hubiesen comprendido el sentido verdadero de la enseñanza evangélica, todas se hubieran encontrado en el mismo terreno y no habrían existido las sectas.

1059. Lo que no pasará es, pues, el verdadero sentido de las palabras de Jesús; lo que pasará es lo que los hombres construyeron sobre el sentido falso que dieron a esas mismas palabras. Teniendo por misión transmitir a los hombres el pensamiento de Dios, sólo su doctrina, en toda su pureza, puede expresar ese pensamiento. Por eso, Él dijo: Toda planta que mi Padre celestial no plantó, será arrancada.

1060. La piedra angular – ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores se volvió la piedra principal del ángulo? Es lo que el Señor ha hecho y nuestros ojos ven con admiración. Por eso os digo que el Reino de Dios os será quitado y será dado a un pueblo que producirá frutos de él. Aquél que caiga sobre esta piedra se despedazará y sobre quien ella cayere, le aplastará.

1061. Habiendo oído estas palabras de Jesús, los príncipes de los sacerdotes entendieron que Jesús hablaba de ellos. Entonces, quisieron apresarle, pero tenían miedo del pueblo porque le consideraban un profeta. (Mateo, cap. XXI, v. 42 a 46.)

1062. La palabra de Jesús se volvió la piedra angular, es decir, la piedra de consolidación del nuevo edificio de la fe, levantado sobre las ruinas del antiguo. Habiendo rechazado esa piedra los judíos, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos, ella los aplastó, del mismo modo que aplastará a quienes después la desconocieron o desnaturalizaron su sentido en beneficio de sus ambiciones.

1063. Parábola de los viñadores homicidas – Hubo un padre de familia que, habiendo plantado un viñedo, la cercó con un seto y, cavando en la tierra, construyó una torre. La arrendó después a unos viñadores y se fue a un país lejano. Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los viñadores para recoger el fruto de su viña. Los viñadores, prendiendo a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron y a otro apedrearon. Les envió a otros siervos en mayor número que los primeros, y los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, diciendo para sí: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los viñadores, al ver al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémoslo y seremos dueños de su herencia. Y así, prendiéndole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga el dueño de la viña, ¿cómo tratará a esos viñadores? Le respondieron: Hará perecer sin misericordia a los malos y arrendará la viña a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo. (Mateo, cap. XXI, v. 33 a 41.)

1064. El padre de familia es Dios; la viña que plantó es la ley que estableció; los viñadores a quienes arrendó su viña son los hombres que deben enseñar y practicar su ley; los siervos que envió a los arrendatarios son los profetas a quienes mataron; su hijo, a quien envía finalmente, es Jesús, a quien también mataron. ¿Cómo tratará el Señor a sus mandatarios prevaricadores de su ley? Los tratará como ellos trataron a sus enviados y llamará a otros arrendatarios que le den rendirán mejor cuenta de su propiedad y de la conducta de su rebaño.

1065. Así sucedió con los escribas, con los príncipes de los sacerdotes y con los fariseos; así será cuando Él vuelva para pedir cuentas a cada uno de lo que hizo de su doctrina; quitará toda autoridad al que haya abusado de ella, porque quiere que su campo sea administrado según su voluntad.

1066. Después de dieciocho siglos, habiendo llegado a la edad viril, la Humanidad está suficientemente madura para comprender lo que Cristo sólo esbozó, porque entonces, como Él mismo dijo, no lo hubieran comprendido. Ahora bien, ¿a qué resultado llegaron aquellos que, durante este largo período, estuvieron a cargo de la educación religiosa de la Humanidad? Al ver a la indiferencia suceder a la fe, y a la incredulidad erigirse en doctrina.

1067. En ninguna otra época, en efecto, el escepticismo y el espíritu de negación estuvieron tan extendidos en todas las clases sociales. Pero si algunas de las palabras de Cristo se presentan cubiertas por el velo de la alegoría, en lo que concierne a la regla de conducta, a las relaciones entre los hombres y a los principios morales que Él de manera expresa condicionó para la salvación, sus enseñanzas son claras, explícitas y sin ambigüedad.

1068. ¿Qué hicieron de sus máximas de caridad, de amor y de tolerancia; de las recomendaciones que hizo a sus apóstoles de convertir a los hombres por la dulzura y la persuasión; de la sencillez, la humildad, el desinterés y de todas las virtudes de las cuales Él dio ejemplo? En su nombre, los hombres se lanzaron mutuamente el anatema y la maldición; se estrangularon en nombre de quien dijo: Todos los hombres son hermanos.

1069. Del Dios infinitamente justo, bueno y misericordioso que Él reveló, hicieron un dios celoso, cruel, vengativo y parcial; a ese Dios de paz y verdad, sacrificaron sobre las hogueras, con torturas y persecuciones, un número de víctimas mucho más grande que el que sacrificaron los paganos a sus dioses falsos en todos los tiempos; se vendieron las oraciones y los favores del cielo en nombre de aquél que expulsó a los vendedores del Templo y dijo a sus discípulos: Dad de gracia lo que recibisteis de gracia.

1070. ¿Qué diría Cristo si viviese hoy entre nosotros? ¿Si viese a sus representantes  ambicionar los honores, las riquezas, el poder y el fasto de los príncipes del mundo, mientras que Él, más rey que todos los reyes de la Tierra, hizo su entrada en Jerusalén montado en un asno? No tendría el derecho de decirles: ¿Qué habéis hecho de mis enseñanzas, vosotros que adoráis al becerro de oro, que dedicáis la mayor parte de vuestras plegarias a los ricos, reservando una parte insignificante a los pobres, cuando yo os dije: Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros en el reino de los cielos? Pero si Él no está entre nosotros carnalmente, está en Espíritu y, como el señor de la parábola, vendrá a pedir cuentas a sus viñadores del producto de su viña, cuando llegue el tiempo de la cosecha.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál fue, según Kardec, el mayor milagro realizado por Jesús?

El mayor milagro que Jesús realizó, y el que verdaderamente da testimonio de su superioridad, fue la revolución que sus enseñanzas produjeron en el mundo, a pesar de la exigüidad de sus medios de acción.

En efecto, Jesús, oscuro, pobre, nacido en la más humilde condición, en el seno de un pueblo pequeñito, casi ignorado y sin preponderancia política, artística o literaria, sólo predica su doctrina durante tres años; en todo ese corto período de tiempo es despreciado y perseguido por sus conciudadanos; se ve obligado a huir para no ser lapidado; es traicionado por uno de sus apóstoles, negado por otro, abandonado por todos en el momento en que cae en las manos de sus enemigos. Sólo hacía el bien pero esto no lo protegía de la malevolencia, pues de los mismos servicios que prestaba sacaban motivos para acusarle.

Condenado al suplicio que era reservado sólo a los criminales, muere ignorado por el mundo, puesto que la historia de aquella época nada dice respecto a Él, salvo el historiador Josefo.

No escribió nada; sin embargo, con la ayuda de algunos hombres tan oscuros como Él, su palabra bastó para regenerar al mundo; su doctrina aniquiló al paganismo todopoderoso y se convirtió en la antorcha de la civilización.

Tenía contra sí mismo todo lo que ocasiona el fracaso de las obras de los hombres, razón por la cual decimos que el triunfo alcanzado por su doctrina es el más grande de sus milagros, al mismo tiempo que da testimonio de su misión divina. Si en vez de principios sociales y regeneradores, basados en el futuro espiritual del hombre, sólo hubiese legado a la posteridad algunos hechos maravillosos, tal vez hoy apenas conocerían su nombre. (La Génesis, cap. XV, ítem 63.)

B. ¿Jesús tuvo un cuerpo carnal o fue un agénere?

Jesús tuvo, como todo hombre, un cuerpo carnal y un cuerpo fluídico, de lo que dan testimonio los fenómenos materiales y los fenómenos psíquicos que marcaron su existencia. 

La permanencia de Jesús en la Tierra comprende dos períodos: el que precedió y el que siguió a su muerte. En el primero, desde el momento de la concepción hasta el nacimiento, todo sucede, en lo que respecta a su madre, según las condiciones ordinarias de la vida. Desde su nacimiento hasta su muerte, todo en sus actos, en su lenguaje, y en las diversas circunstancias de su vida, revela los caracteres inequívocos de la corporeidad. Los fenómenos de orden psíquico que se producen en él son accidentales y no tienen nada de anormales, puesto que se explican por las propiedades del periespíritu y se encuentran en diferentes grados en otros individuos.

Después de su muerte, por el contrario, todo revela en Él al ser fluídico. Es tan marcada la diferencia entre los dos estados, que no pueden ser confundidos.

El cuerpo carnal tiene las propiedades inherentes a la materia propiamente dicha, propiedades que difieren esencialmente de las de los fluidos etéreos; en ella, la desorganización se opera por la ruptura de la cohesión molecular. Un instrumento cortante, al penetrar en el cuerpo material, divide los tejidos; si los órganos esenciales para la vida son alcanzados, su funcionamiento se detiene y sobreviene la muerte del cuerpo. Al no existir esa cohesión en los cuerpos fluídicos, la vida ya no reposa sobre el funcionamiento de los órganos especiales y no pueden producirse desórdenes análogos. Un instrumento cortante o cualquier otro, penetra en un cuerpo fluídico como si penetrase en una masa de vapor, sin ocasionar ninguna lesión.

Esa es la razón por la cual esa clase de cuerpos no puede morir y por qué los seres fluídicos, designados bajo el nombre de agéneres, no los afecta la muerte.

Después del suplicio de Jesús, su cuerpo permaneció inerte y sin vida; fue enterrado como lo son los cuerpos ordinarios y todos pudieron verlo y tocarlo. Después de su resurrección, cuando quiso dejar la Tierra, no murió de nuevo; su cuerpo se elevó, se desvaneció y desapareció sin dejar rastro alguno, prueba evidente de que ese cuerpo era de naturaleza distinta del cuerpo que pereció en la cruz; de donde se debe concluir que, si  Jesús murió, fue porque tenía un cuerpo carnal. (La Génesis, cap. XV, ítems 64 y 65.)

C. ¿Qué consideraciones de orden moral llevaron a Kardec a defender la tesis de que Jesús tuvo un cuerpo físico?

Si las condiciones de Jesús, durante su vida, fuesen las de los seres fluídicos, él no habría experimentado ni el dolor ni las necesidades del cuerpo. Suponer que así ha sido es quitarle el mérito a la vida de privaciones y sufrimientos que escogió como ejemplo de resignación.

Si todo en él hubiera sido aparente, todos los actos de su vida, la reiterada predicción de su muerte, la escena dolorosa en el Monte de los Olivos, su oración a Dios para que  apartara de sus labios el cáliz de las amarguras, su pasión, su agonía, todo, hasta el último clamor en el momento de entregar el Espíritu, hubiesen sido un vano simulacro para engañar sobre su naturaleza y hacer creer en el sacrificio ilusorio de su vida, una comedia indigna de un  hombre honesto y, con mayor razón, indigna de un ser tan superior. (La Génesis, cap. XV, ítem 66.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita