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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 9 - N° 414 - 17 de Mayo de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 53)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cómo se explica la transfiguración de Jesús y qué otro hecho inusual ocurrió en aquel mismo momento?

B. ¿Cuál es el significado del símbolo de la tentación de Jesús por Satanás?

C. ¿Cómo fue posible que Jesús, después de la muerte de su cuerpo, apareciera tantas veces a sus discípulos?

Texto condensado para la lectura

1034. Aquellos cuyo paso por la Tierra se distinguió por obras de real valor son más apreciados después de su muerte que en vida. Son juzgados con mayor imparcialidad porque, al desaparecer los envidiosos y los celosos, cesan los antagonismos personales. La posteridad es un juez desinteresado que aprecia la obra del Espíritu, la acepta sin un entusiasmo ciego si es buena y la rechaza sin rencor si es mala, haciendo abstracción de la individualidad que la produjo.

1035. Tanto menos podía Jesús escapar a las consecuencias de este principio, inherente a la naturaleza humana, porque vivía en un medio poco esclarecido, un medio constituido por criaturas dedicadas completamente a la vida material. Sus compatriotas sólo veían en Él al hijo del carpintero, al hermano de hombres tan ignorantes como ellos y, siendo así, no percibían lo que le daba superioridad y lo investía del derecho a censurarlos.

1036. Viendo entonces que su palabra tenía menos autoridad sobre los suyos, que lo despreciaban, que sobre los extranjeros, prefirió ir a predicar entre los que lo escuchaban y a los cuales inspiraba simpatía. Se puede tener una idea de qué sentimientos hacia él  animaban a sus parientes, por el hecho de que sus propios hermanos, acompañados por su madre, fueron a una reunión donde Él se encontraba para llevárselo, diciendo que había perdido el juicio.

1037. Si, por un lado, los sacerdotes y los fariseos lo acusaban de obrar por el demonio, por otro era tachado de loco por sus parientes más cercanos. ¿No es lo que sucede en nuestros días con respecto a los espíritas? ¿Y deben éstos quejarse de que sus conciudadanos no los tratan mejor de lo que trataron a Jesús?

1038. Muerte y pasión de Jesús – (Después de la curación del lunático) Todos quedaron admirados del gran poder de Dios. Y, estando todos llenos de admiración por lo que hacía, dijo Jesús a sus discípulos: Guardad bien en vuestros corazones lo que os voy a decir. El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos, no entendían ese lenguaje; les era de tal modo oculto que no comprendieron nada de aquello y temían incluso preguntarle al respecto. (Lucas, cap. IX, v. 44 y 45.)

1039. Desde entonces, comenzó Jesús a revelar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén; que allí iba a sufrir mucho por parte de los senadores, los escribas y los príncipes de los sacerdotes; que tenía que ser muerto y resucitar al tercer día. (Mateo, cap. XVI, v. 21.)

1040. Estando en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los hombres; estos le darán muerte y resucitará al tercer día, lo que los entristeció en gran manera. Luego, dirigiéndose Jesús a Jerusalén, llamó aparte a sus doce discípulos y les dijo: Vamos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles,  a fin de que le encarnezcan, le azoten y le crucifiquen; mas Él resucitará al tercer día. (Mateo, cap. XX, v. 17, 18 y 19.)

1041. Habiendo concluido todas estas palabras, Jesús dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebrará la Pascua y que el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. Al mismo tiempo, los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del sumo sacerdote llamado Caifás, a fin de consultarse mutuamente y encontrar la manera de prender con engaño a Jesús y hacerle morir. Decían: Es absolutamente necesario que no sea durante la fiesta, para que no se levante ningún tumulto entre el pueblo. (Mateo, cap. XXVI, 1 a 5.)

1042. Ese mismo  día, algunos fariseos le vinieron a decir: Vete, sal de este lugar, porque Herodes te quiere matar. Él respondió: Id y decid a esa zorra: Tengo aún que expulsar a los demonios y restituir la salud a los enfermos, hoy y mañana; al tercer día, termino mi obra. (Lucas, capítulo XIII, v. 31 y 32.)

1043. Persecución de los apóstoles – Jesús advirtió: Guardaos de los hombres, porque ellos os harán comparecer en sus concilios y os harán azotar en sus sinagogas; y seréis presentados, por mi causa, a los gobernadores y a los reyes, para servirles de testimonio, a ellos y a los gentiles. (Mateo, cap. X, v. 17 y 18.)

1044. Ellos os expulsarán de las sinagogas y viene el tiempo en que aquél que os haga morir creerá hacer algo agradable a Dios. Os tratarán de ese modo porque no conocen a mi Padre ni a mí. Ahora, os digo estas cosas a fin de que, cuando llegue la hora, os acordéis que ya os lo había dicho. (Juan, cap. XVI, v. 1 a 4.)

1045. Seréis traicionados y entregados a los magistrados por vuestros padres y vuestras madres, por vuestros hermanos, parientes y amigos, y darán muerte a muchos de vosotros. Seréis odiados por todos por causa de mi nombre. Sin embargo, no se perderá ni un solo cabello de vuestra cabeza. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. (Lucas, cap. XXI, v. 16 a 19.)

1046. (Martirio de S. Pedro) En verdad, en verdad os digo que cuando erais más jóvenes, os ceñíais a vosotros mismos e ibais donde queríais; pero cuando seáis viejos, extenderéis las manos y otro os ceñirá y conducirá a donde no quisierais ir.  Ahora bien, dijo esto para señalar con qué muerte Pedro había de glorificar a Dios. (Juan, capítulo XXI, v. 18 y 19.)

1047. Ciudades impenitentes – Entonces comenzó a censurar a las ciudades donde había hecho muchos milagros, porque no habían hecho penitencia. ¡Ay de ti, Corazín!, ¡Ay de ti Betsaida! porque si los milagros que fueron hechos en vosotras hubiesen sido hechos en Tiro y en Sidón, hace mucho tiempo ellas hubieran hecho penitencia en silicio y en cenizas. Por eso, os digo que en el día del juicio, Tiro y Sidón serán tratadas con menos rigor que vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿te elevarás siempre hasta el cielo? Descenderás hasta el fondo del infierno, porque si los milagros que fueron hechos en ti se hubiesen hecho en Sodoma, tal vez hubiera permanecido hasta hoy. Por eso, te digo que en el día del juicio, la tierra de Sodoma será tratada con menos rigor que tú. (Mateo, cap. XI, v. 20 a 24.)

1048. Destrucción del Templo y de Jerusalén – Cuando Jesús salió del templo y se iba, sus discípulos se acercaron a él para mostrarle la estructura y la grandeza de ese edificio. Pero Él les dijo: ¿Veis todas estas construcciones? En verdad os digo, que serán destruidas de tal manera, que no quedará piedra sobre piedra. (Mateo, cap. XXIV, v. 1 y 2.)

1049. En seguida, habiendo llegado cerca de Jerusalén, contemplando la ciudad, lloró sobre ella diciendo: ¡Ah! ¡Si al menos en este día que aun te es concedido, reconocieses a aquél que te puede proporcionar paz! Pero ahora todo esto está oculto a tus ojos. Pues vendrá el tiempo para ti, en que tus enemigos te cercarán de trincheras, te sitiarán y estrecharán por todos lados; en que te derribarán a tierra, a ti y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán piedra sobre piedra, porque no reconociste el tiempo en que Dios te visitó. (Lucas, cap. XIX, v. 41 a 44.)

1050. En seguida, dijo: Sin embrago, es necesario que yo continúe mi camino hoy y mañana, y pasado mañana, porque no es necesario que un profeta muera en otra parte, sino en Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados, ¡cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! Se aproxima el tiempo en que vuestra casa quedará desierta. Ahora bien, en verdad os digo que de ahora en adelante no me volveréis a ver, hasta que digáis: Bendito sea el que viene en nombre del Señor. (Lucas, capítulo XIII, v. 33 a 35.)

1051. Cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Huyan a los montes los que estén en Judea, váyanse los que estén en medio de ella y los que estén en las regiones vecinas no entren en ella. Porque esos serán días de venganza, a fin de que se cumpla todo lo que está en las Escrituras. ¡Ay de las que estuvieren encinta en esos días!, porque este país será abatido por los males y la ira del cielo caerá sobre este pueblo. Serán pasados por el filo de la espada; serán llevados cautivos a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que se haya cumplido el tiempo de las naciones. (Lucas, cap. XXI, v. 20 a 24.)

1052. (Jesús caminando hacia el suplicio) Entonces, le acompañaba una gran multitud del pueblo y de mujeres que se golpeaban el pecho y lloraban. Pero Jesús, volviéndose, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; antes llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos, porque vendrá el tiempo en que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no engendraron hijos y los pechos que no los amamantaron. Todos comenzarán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque, si de este modo tratan al leño verde, ¿cómo tratarán al leño seco? (Lucas, cap. XXIII, v. 27 a 31.)

1053. La facultad de intuir las cosas futuras es uno de los atributos del alma y se explica por la teoría de la presciencia. Jesús la poseía, como todas las otras, en grado muy elevado. Por lo tanto, pudo prever los acontecimientos que seguirían a su muerte, sin que este hecho tenga nada de sobrenatural, puesto que lo vemos producirse ante nuestros ojos, en las condiciones más comunes. No es raro que las personas anuncien con precisión el instante en que morirán; es porque sus almas, en estado de desprendimiento, actúan como el hombre de la montaña: abarcan con su visión el camino a ser recorrido hasta su fin.

1054. Tanto más debía darse en Jesús, porque al tener conciencia de la misión que venía a cumplir, sabía que la muerte por suplicio sería una consecuencia inevitable. La visión espiritual, permanente en Él, así como la penetración del pensamiento, debía indicarle las circunstancias y el momento fatal. Por la misma razón, podía prever la destrucción del templo y la de Jerusalén, las desgracias que iban a abatir a sus habitantes y la dispersión de los judíos.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cómo se explica la transfiguración de Jesús y qué otro hecho inusual ocurrió en aquel mismo momento?

Como sabemos, Jesús llamó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó consigo a un monte alto y se transfiguró delante de ellos. Mientras oraba, su rostro parecía completamente otro; sus vestidos se volvieron resplandecientes y blancos como la nieve, como no hay otra igual en la Tierra. Y vieron aparecer a Elías y Moisés, que  conversaban con Jesús. Además de ese hecho inusual, apareció también una nube que los cubrió y, de esa nube, una voz habló: Este es mi Hijo muy amado; escuchadle.

Luego, mirando por todos lados, no vieron a nadie más, sino a Jesús, que estaba a solas con ellos. La explicación de la transfiguración de Jesús se encuentra en las propiedades del fluido periespiritual. La irradiación fluídica puede modificar la apariencia de un individuo, pero en el caso mencionado arriba, la pureza del periespíritu de Jesús permitió que su Espíritu le diese un esplendor excepcional. (La Génesis, cap. XV, ítems 43 y 44.)

B. ¿Cuál es el significado del símbolo de la tentación de Jesús por Satanás?

Jesús no fue, efectivamente, transportado por nadie.

El espíritu del mal nada puede sobre la esencia del bien. Nadie dijo haber visto a Jesús en la cima de una montaña ni en lo alto del Templo. Ciertamente, tal hecho hubiese sido de tal naturaleza que se habría esparcido por todos los pueblos. La tentación, por lo tanto, no constituyó un acto material y físico.

En cuanto al acto moral, ¿será posible creer que el Espíritu de las tinieblas pudiese decirle a aquél que conocía su propio origen y su poder: Adórame, y te daré todos los reinos de la Tierra? ¿Desconocía entonces el demonio a aquél a quien hacía tales ofrecimientos? No es probable.

Además, ¿cómo pretender que el Mesías, el Verbo de Dios encarnado, haya estado sometido por algún tiempo, a las sugestiones del demonio y que, como refiere el Evangelio de Lucas, el demonio lo haya dejado por algún tiempo, lo que haría suponer que Cristo continuó sometido al poder de esa entidad?

La tentación de Jesús es, pues, un símbolo y sería necesario ser ciego para tomarla al pie de la letra. Con esa parábola sólo quiso hacer comprender a los hombres que la Humanidad se encuentra sujeta a fallar y que debe estar siempre en guardia contra las malas inspiraciones a las que, por su naturaleza débil, es empujado a ceder. (La Génesis, cap. XV, ítems 52 y 53.)

C. ¿Cómo fue posible que Jesús, después de la muerte de su cuerpo, apareciera tantas veces a sus discípulos?

Las apariciones de Jesús, después de su muerte, se explican perfectamente mediante las leyes fluídicas y las propiedades del periespíritu, y no presentan nada de anormal en comparación con los fenómenos del mismo género, de los cuales la historia, antigua y contemporánea, ofrece numerosos ejemplos, sin exceptuar ni siquiera la tangibilidad. Si observamos las circunstancias en que se dieron sus diversas apariciones, reconoceremos en ellas, en tales ocasiones, todos los caracteres de un ser fluídico.

Él aparece repentinamente y desaparece del mismo modo; unos lo ven, otros no, bajo apariencias que no lo hacen reconocible, incluso para sus discípulos; se aparece en lugares cerrados, donde un cuerpo carnal no hubiera podido entrar; su mismo lenguaje carece de la vivacidad inherente a un ser corpóreo; habla en el tono breve y sentencioso propio de los Espíritus que se manifiestan de esta manera; todas sus actitudes, en pocas palabras, denotan algo que no es del mundo terrestre. Su presencia causa sorpresa y temor al mismo tiempo; al verlo, sus discípulos no le hablan con la misma libertad de antes; sienten que ya no es un hombre.

Jesús, por lo tanto, se presentó con su cuerpo periespiritual, lo cual explica que sólo había sido visto por los que él quería que lo viesen. Si hubiese tenido su cuerpo carnal, todos lo hubieran visto, como cuando estaba vivo. Al ignorar la causa primera del fenómeno de las apariciones, sus discípulos no se daban cuenta de estas particularidades, a las que probablemente no prestaban atención. Puesto que veían al Señor y lo tocaban, creían que debía ser su cuerpo resucitado. (La Génesis, cap. XV, ítems 58 a 61.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita