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Año 8 - N° 407 - 29 de Marzo de 2015
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Evangelio: Fraternidad y Paz


La frase que da título a este texto es el tema del III Congreso Espírita del Distrito Federal, que se realizará del 17 al 19 de abril próximo. (Sobre el mencionado evento, leed la entrevista de Paulo Maia da Costa, que es uno de los relieves de la presente edición.)

No podría haber escoja mejor.

De hecho, los momentos por que pasamos en Brasil y fuera de él indican con clareza que es necesario que tengamos una mayor atención para las lecciones contenidas en el Evangelio, introduciéndolas en las conversaciones y en los hábitos de familia, si es que deseamos que el ideal de fraternidad y paz sea un día realidad en el mundo donde vivimos.

En el ítem 12 del cap. XIII d’ El Evangelio según el Espiritismo, de  Allan Kardec, se encuentra importante mensaje firmado por el Espíritu de San Vicente de Paulo, donde extraemos el trecho abajo: 

“Quisiera yo que dieran más interés, más fe a las lecturas evangélicas. Desprecian, sin embargo, ese libro, lo consideran repertorio de palabras huecas, una carta cerrada; dejan en el olvido ese código admirable.

Vuestros males provienen todos del abandono voluntario que dispensáis a ese resumen de las leyes divinas. Leed las páginas centelleantes de la devoción de Jesús, y medítalas.” – San Vicente de Paulo (Espíritu). 

Esa advertencia influenció ciertamente el codificador de la doctrina espírita cuando, después de haber publicado la primera edición de la obra arriba, atendió a una interesante cuestión suscitada por los lectores al respecto de la oración indicada para las preces por la mañana y por la noche, practica sugerida en el mismo libro por el Espíritu de Monod.

Según Kardec, suscriptores diversos de la Revista Espírita le escribieron para decir que no habían encontrado en el libro El Evangelio según el espiritismo la indicación de la oración especial para que sea dicha por la mañana y por la noche.

La oración sugerida por Kardec fue la conocida Oración Dominical, que él recomendó expresamente como siendo la más indicada para las preces por la mañana y por la noche.

En la secuencia de su respuesta, el codificador sugirió entonces que una vez por semana – por ejemplo, en el domingo – se podría consagrar a la oración un tiempo más largo, a eso agregando la lectura de algunos pasajes del Evangelio y de algunas buenas instrucciones dictadas por los Espíritus. (Cf. Revista Espírita de 1864, pág. 234.) 

Esa sugerencia de Kardec fue, como sabemos, el embrión en el medio espírita del llamado Culto del Evangelio en el Hogar, o simplemente Evangelio en el Hogar, una práctica que fuera introducida en la comunidad cristiana por Jesús, como Neio Lúcio narra en el cap. 1 del libro Jesús en el Hogar, obra mediúmnica psicografada por Francisco Cândido Xavier. El relato de Neio Lúcio, publicado anteriormente en esta revista, puede ser visto pulsándose en http://www.oconsolador.com.br/ano6/299/correiomediunico.html/.

En la parte final del texto escrito por Neio Lúcio, Jesús justificó con enorme clareza por qué el Evangelio no puede quedarse apartado de las reflexiones de quien vive en el mundo. He aquí, de acuerdo con tal relato, las palabras dichas por Jesús:

“La cuna doméstica es la primera escuela y el primer templo del alma. La casa del hombre es la legítima exportadora de caracteres para la vida común. Si el negociante no selecciona la mercancía, si el ebanista no consigue hacer un barco sin aficionar la madera a sus propósitos, ¿cómo esperar una comunidad segura y tranquila sin que el hogar se perfeccione? La paz del mundo empieza bajo las tejas a que nos acogemos. Si no aprendemos a vivir en paz, entre cuatro paredes, ¿cómo aguardar la armonía de las naciones? Si no nos habituamos a amar el hermano más prójimo, asociado a nuestra lucha de cada día, ¿cómo respetar el Eterno Padre que nos parece distante?” (Jesús en el Hogar, de Neio Lúcio, cap. 1.) 

Acepta la propuesta, Jesús invitó los familiares del apóstol Pedro a la conferencia edificante y a la meditación elevada, desenrolló los escritos de la sabiduría y abrió, en la Tierra,  en la casa de su querido discípulo, el primer culto cristiano en el hogar.

¿Delante de ese hecho y de tantas manifestaciones acerca de la importancia del Evangelio y de su influencia en la vida, continuaremos indiferentes a él?




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita