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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 - N° 403 - 1° de Marzo de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 42)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿De qué está formada la atmósfera espiritual de la Tierra?

B. La materia tangible, ¿es realmente compacta?

C. ¿Qué es el periespíritu?

Texto para la lectura

813. Apariciones. Transfiguraciones – Una característica particular de esta clase de fenómenos consiste en que las apariciones no son perceptibles indistintamente por todo el mundo. Los Espíritus sólo se muestran cuando quieren y también a quienes quieren. Un Espíritu, pues, podría aparecer en una reunión a uno o muchos de los asistentes y no ser visto por los demás. Esto sucede porque este tipo de percepciones se produce por medio de la vista espiritual, y no por intermedio de la vista carnal.

814. Pudiendo el Espíritu operar transformaciones en la estructura de su envoltura periespiritual e irradiándose esa envoltura alrededor del cuerpo, como una atmósfera fluídica, se puede producir en la superficie misma del cuerpo un fenómeno análogo al de las apariciones. La imagen real del cuerpo puede desaparecer más o menos completamente, bajo la capa fluídica, y asumir otra apariencia; o bien, las facciones primitivas vistas a través de la capa fluídica modificada, pueden adquirir otra expresión.

815. Si, al salir de la tierra, el Espíritu encarnado se identifica con las cosas del mundo espiritual, la expresión de un semblante feo puede volverse hermosa, radiante y hasta luminosa. Si, por el contrario, el Espíritu está dominado por las malas pasiones, un semblante hermoso puede adquirir un aspecto horrible.

816. Así se operan las transfiguraciones que reflejan siempre las cualidades y sentimientos que predominan en el Espíritu. El fenómeno es el resultado, por lo tanto, de una transformación fluídica; es una especie de aparición periespiritual que se produce sobre el propio cuerpo del vivo y, algunas veces, en el momento de la muerte, en lugar de producirse a distancia, como en las apariciones propiamente dichas.

817. Lo que distingue a las apariciones de ese género es que son generalmente perceptibles por todos los asistentes mediante los ojos del cuerpo, precisamente porque se basan en la materia carnal visible, mientras que en las apariciones puramente fluídicas no hay materia tangible.

818. Manifestaciones físicas. Mediumnidad – Los fenómenos de las mesas giratorias y parlantes, de la suspensión de cuerpos pesados en el aire y de la escritura mediúmnica, tan antiguos como el mundo, pero comunes hoy, permiten la explicación de otros análogos y espontáneos, a los cuales se les atribuyeron un carácter sobrenatural y milagroso por el desconocimiento de la ley que los gobierna.

819. Esos fenómenos se basan en las propiedades del fluido periespiritual, tanto de los encarnados como de los Espíritus libres. Por medio de su periespíritu, el Espíritu actuaba sobre su cuerpo vivo; es también por intermedio de ese mismo fluido que él se manifiesta.

820. Actuando sobre la materia inerte, produce ruidos, movimientos de mesas y otros objetos, que levanta, tira al suelo o transporta. Ese fenómeno no tiene nada de sorprendente, si consideramos que, entre nosotros, los motores más poderosos son accionados por fluidos más rarificados e incluso imponderables, como el aire, el vapor y la electricidad.

821. Del mismo modo, con la ayuda de su periespíritu, el Espíritu hace que los médiums escriban, hablen o dibujen. Como no dispone de su cuerpo tangible para actuar ostensiblemente cuando quiere manifestarse, se sirve del cuerpo del médium, cuyos órganos toma prestados, cuerpo al que hace actuar como si fuera suyo, mediante el efluvio fluídico que irradia sobre él.

822. Por el mismo proceso actúa el Espíritu sobre la mesa, ya sea para moverla, sin que su movimiento tenga un significado determinado, o para producir golpes inteligentes, indicando las letras del alfabeto, a fin de formar palabras y frases, fenómeno que se denomina tiptología.

823. La mesa es sólo un instrumento del que el Espíritu se sirve, como se utiliza el lápiz para escribir. Para ese efecto, le da una vitalidad momentánea por medio del fluido con que la penetra, pero no se identifica con ella. Las personas que, emocionadas por la manifestación de un ser querido, abrazan la mesa, cometen un acto ridículo. Es exactamente como si abrazaran el bastón del que se sirve un amigo para golpear el piso.

824. Cuando las comunicaciones son transmitidas por este medio, se debe imaginar que el Espíritu no está en la mesa, sino al lado, tal como estaría si estuviese vivo y como se le vería, si en ese momento pudiese volverse visible. Lo mismo ocurre en las comunicaciones a través de la escritura: se vería al Espíritu al lado del médium, dirigiendo su mano o transmitiéndole pensamientos por medio de una corriente fluídica.

825. Cuando la mesa se levanta del suelo y flota en el aire sin un punto de apoyo, el Espíritu no la levanta con la fuerza de un brazo; la envuelve y penetra con una especie de atmósfera fluídica que neutraliza el efecto de la gravedad, como lo hace el aire con los globos y las cometas. El fluido que se infiltra en la mesa le da momentáneamente una levedad específica mayor. Cuando está pegada al suelo, se encuentra en una situación análoga al de la campana neumática bajo la cual se produce el vacío.

826. Cuando se escuchan golpes en la mesa o en otros lugares, no es que el Espíritu esté golpeando con la mano o con un objeto cualquiera. Sólo dirige hacia el punto donde se produce el ruido un haz de fluido, y éste produce el efecto de un choque eléctrico. Puede modificar el ruido, como cualquier persona puede modificar los sonidos producidos por el aire.

827. Un fenómeno muy frecuente en la mediumnidad es la aptitud de ciertos médiums para escribir en un idioma que les es desconocido; explicar, oralmente o por escrito, temas que están fuera del alcance de la instrucción que ha recibido. No es raro el caso de algunos que escriben de corrido sin haber aprendido a escribir; de otros que componen poesías sin haber aprendido a hacer un verso jamás en su vida; de otros que dibujan, pintan, esculpen, componen música y tocan un instrumento, sin conocer dibujo, pintura, escultura o el arte musical.

828. Ocurre con frecuencia el hecho de que un médium psicógrafo reproduzca con perfección la escritura y la firma que los Espíritus, que se comunican a través de él, tenían cuando estaban vivos, aunque no los haya conocido.

829. Pero ese fenómeno no es más maravilloso que el de hacer que un niño escriba llevándole la mano. De esa manera, se puede conseguir que escriba todo lo que se desee. Se puede hacer que cualquier persona escriba en un idioma que ignore, dictándole las palabras letra por letra. Se comprende que lo mismo se puede dar con la mediumnidad si se tiene en cuenta la manera en que los Espíritus se comunican con los médiums que, para ellos,  son instrumentos pasivos.

830. Pero si el médium tiene el mecanismo, si venció las dificultades prácticas, si las expresiones le resultan familiares, si en fin, guarda en su cerebro los elementos de aquello que el Espíritu quiere hacerle ejecutar, se encuentra en la posición del hombre que sabe leer y escribir de corrido. El trabajo se vuelve más fácil y más rápido; el Espíritu sólo tiene que  transmitir sus pensamientos al intérprete, para que éste los reproduzca a través de los medios de los que dispone.

831. La aptitud de un médium para cosas que le resultan desconocidas, con frecuencia  tiene su origen en los conocimientos que tuvo en otra existencia y de los cuales su Espíritu conserva la intuición. Si, por ejemplo, fue poeta o músico, tendrá más facilidad para asimilar el pensamiento poético o musical que un Espíritu le quiera hacer expresar. El idioma que hoy ignora pudo haberle sido familiar en otra existencia, de allí que tenga una mayor aptitud para escribir mediúmnicamente en esa lengua.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿De qué está formada la atmósfera espiritual de la Tierra?

La pureza absoluta, de la que nada nos puede dar idea, es el punto de partida del fluido universal; el punto opuesto es aquél en que se transforma en manera tangible. Entre ambos extremos, existen innumerables transformaciones, más o menos próximas de uno o del otro.

Los fluidos más cercanos a la materialidad, por consecuencia los menos puros, componen lo que se puede llamar la atmósfera espiritual de la Tierra. Es de ese medio, donde igualmente existen varios grados de pureza, que los Espíritus encarnados y desencarnados de nuestro planeta extraen los elementos necesarios para la economía de su existencia. Por muy sutiles e impalpables que nos resulten esos fluidos, no por ello dejan de ser de naturaleza grosera, en comparación con los fluidos etéreos de las regiones superiores. (La Génesis, cap. XIV, ítems 5 y 8.)

B. La materia tangible, ¿es realmente compacta?

No. Es compacta sólo en relación a nuestros sentidos. Lo probaría la facilidad con que la atraviesan los fluidos espirituales y los Espíritus, para los cuales no ofrece más obstáculo que los cuerpos transparentes ofrecen a la luz. (La Génesis, cap. XIV, ítem 6.)

C. ¿Qué es el periespíritu?

El periespíritu, o cuerpo fluídico de los Espíritus, es una de las formas más importantes que adopta del fluido cósmico; es la condensación de ese fluido alrededor de un centro de inteligencia o alma.

El cuerpo carnal también tiene su principio de origen en ese mismo fluido condensado y transformado en materia tangible. Pero en el periespíritu la transformación molecular se opera de diferente manera, porque el fluido conserva su imponderabilidad y sus cualidades etéreas.

El cuerpo periespiritual y el cuerpo carnal tienen, pues, su origen en el mismo elemento primitivo; ambos son materia, aunque en dos estados diferentes. (La Génesis, cap. XIV, ítems 7 y 8.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita