WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 - N° 399 - 1º de Febrero de 2015

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Regalo de cumpleaños
 

  

Roger era un chico listo, pero pensaba lo peor de todo lo que veía. Las acciones de las personas, para él, eran siempre dirigidas para el mal y para perjudicar a los otros.

Así, él estaba siempre con los ojo en todo el mundo, fueran compañeros de la escuela, vecinos, amigos o personas adultas, aún las que su familia consideraba como amigas.

Su madre lo alertaba para ese comportamiento, diciéndole que el mal era excepción en las personas, que gran parte deseaba el bien para los otros.

Cierto día, entrando en un bosque cerca de la casa de él, Roger notó en Jonas, su amigo, actitudes extrañas. Aunque fueran amigos, sin embargo con el pensamiento volcado para el mal, Roger creyó que Jonas estaba haciendo algo malo, pues, al aproximarse a él, Roger notó que él se llevó un susto, escondió algo y sonrió.
 

— ¿Qué estás haciendo tú, Jonas? — Roger preguntó.

— ¡Nada! ¡Estaba sólo moviendo la tierra, buscando una bolita de canica que perdí el otro día! — Jonas respondió con una sonrisa de pillo.

— ¡Ah!... ¿Vamos a jugar?

— Ahora no va a ser, Roger. Tengo que ayudar a mi madre.

Preocupado, Roger se fue, sin embargo notó que Jonas continuó en el mismo lugar, inclinado, y pensó: “¡Él cree que me engaña! Pero soy muy listo. ¡Jonas se va a ver conmigo!

Roger fue para casa, pero no olvidaba lo que había visto. Encontrando a otro vecino, le contó a él:

— Carlos, Jonas está haciendo una cosa mala. Creo que no podemos confiar más en él.

— ¿Tú crees eso, Roger?

— Creo. Yo lo cogí en una actitud sospechosa. Él no sirve más para ser nuestro amigo.

No tardó mucho, todo el barrio estaba sabiendo de la historia, es decir, que Jonas no era de confianza y estaba haciendo cosas malas. Pero alguien preguntó:

— ¿Cosas malas cómo? ¡Jonas siempre fue un buen amigo!

— ¡No sé lo que Jonas anda haciendo, pero es malo! Por eso debemos alejarnos de él.

Por su parte, molesto, Jonas notó que nadie más lo buscaba. Veía a los chicos jugando con el balón en la calle, pero, cuando se aproximaba, paraban de jugar e se iban.

Cuando él llegaba cerca de uno de los vecinos, el otro daba una disculpa y se alejaba. Esa actitud de rechazo de los amigos, sin motivo, lo dejó muy triste y desanimado.

Como se aproximaba el cumpleaños de Roger, él creyó que en la fiestilla sería el momento ideal de aproximarse él  a los amigos.  

Así, esperó confiado.

El día de la fiesta, quedó esperando una invitación del cumpleaños, pero Roger no le dijo nada. Molesto, pero aun así simpatizando mucho de Roger, Jonas envolvió su regalo y, cuando vio que las personas estaban llegando a la fiesta, se acercó y fue allá.

Vio a Roger alegre, con ropa nueva y cabellos peinados, riendo con sus amigos. Entonces Jonas se aproximó también, sonriente. Pero al verlo, Roger puso la cara seria diciendo:

— ¿Qué estás haciendo tú aquí? No me acuerdo de haberte invitado, Jonas. 

Sorprendido con la acogida de aquel que consideraba su amigo, Jonas tartamudeó:

— Vine... a desearte... Feliz aniversario... Roger. No entiendo por qué estás tratándome así. ¡Siempre fuimos amigos! ¡Te traje hasta un regalo que yo mismo hice! ¡Algo que tú querías mucho!...

— ¿Regalo? ¿Fuiste tú quien lo hizo? — preguntó Roger, interesado, abriendo mucho los ojos al oír hablar del regalo y ver el paquete en las manos de Jonas.
 

— ¡Sí! ¿Te acuerdas que tú querías mucho una casita que yo hice? ¡Entonces, yo hice una para ti! Casi que tú la ves, cuando yo la estaba haciendo. ¿Te acuerdas de aquel día que tú llegaste de repente? Yo estaba cogiendo maderitas para hacer la cobertura y tuve que esconderla rápido, para que tu no desconfiaras de mi sorpresa de cumpleaños.

Los otros chicos, sin entender bien lo que estaba ocurriendo, miraban de uno para el

otro, y vieron que Roger rojo, mostrándose molesto:

— ¿Entonces era mi regalo de cumpleaños que tú estabas haciendo, Jonas?

— ¡Sí! Yo insistí en que tú no supieras, porque era una sorpresa.

Con lágrimas en los ojos, Roger se aproximó al amigo abrazándolo:

— ¡Y yo que juzgué que tú estuviera haciendo algo malo! Ni sé como disculparme, Jonas. Te pido perdón por haberte juzgado mal.

Al oír eso, los demás amigos percibieron que todo fue un malentendido y se acercaron a Jonas para abrazarlo también.

— Nosotros también te pedimos disculpas, Jonas. Juzgamos que estabas haciendo algo malo. Por eso nos alejamos de ti. ¿Puedes perdonarnos?

— ¡Claro que perdono! Gracias a Dios que ese malentendido fue explicado. Yo no estaba soportando más estar solo. ¡Finalmente yo había perdido de una sola vez a todos mis amigos!

— Eso nunca más va a ocurrir, Jonas. Bien que mamá siempre me alertó para no juzgar o no pensar mal de nadie. La culpa fue mía y vosotros todos deberían tener rabia contra mí — dijo Roger, sabiendo que se había equivocado.

— No te preocupes, Roger. Todos nosotros somos tus amigos y tú sólo cometiste un error, lo que puede ocurrir con cualquier de nosotros. ¡Y yo ni me acuerdo más de eso! — afirmó Jonas, con grandeza de espíritu.

Ellos hicieron un círculo y se abrazaron, reafirmando la amistad que los unía, satisfechos por tener nuevamente la amistad de Jonas, de quien ellos gustaban mucho.

MEIMEI

(Recebida por Célia X. de Camargo, em 5 de janeiro de 2015.)



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita