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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 - N° 399 - 1º de Febrero de 2015

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 38)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. El “paraíso terrestre” referido en la Biblia ¿qué significa según la enseñanza espírita?

B. ¿Qué enseñanza podemos recoger del relato de la huida de Caín y de su casamiento en una ciudad lejana?

C. ¿Qué significa la palabra milagro, en su verdadero sentido etimológico, y cuáles son sus caracteres?

Texto para la lectura 

724. Naturaleza y propiedades de los fluidos – La Ciencia resolvió la cuestión de los milagros que resultan particularmente del elemento material, ya sea explicándolos o demostrando su imposibilidad según las leyes que rigen la materia. Pero los fenómenos en los que predomina el elemento espiritual, al no poder ser explicados sólo por medio de las leyes de la Naturaleza, escapan a las investigaciones de la Ciencia. Es por esa razón que presentan, más que los otros, los caracteres aparentes de lo maravilloso. Es, pues, en las leyes que rigen la vida espiritual que se puede encontrar la explicación de los milagros de esta categoría.

725. El fluido cósmico universal, como ya ha sido demostrado, es la materia elemental primitiva, cuyas modificaciones y transformaciones constituyen la innumerable variedad de los cuerpos de la Naturaleza. Como principio elemental del Universo, asume dos estados distintos: el de eterización o imponderabilidad, que se puede considerar como su estado normal primitivo, y el de materialización o de ponderabilidad, que es de cierta manera consecutivo del primero. El punto intermedio es el estado de transformación del fluido en materia tangible.

726. Cada uno de esos dos estados da lugar, naturalmente, a fenómenos especiales: al segundo pertenecen los del mundo visible y al primero los del mundo invisible. Unos,  llamados fenómenos materiales, son del dominio de la Ciencia propiamente dicha; los otros, calificados como fenómenos espirituales o psíquicos (1), porque se relacionan de manera especial con la existencia de los Espíritus, son de la competencia del Espiritismo. Pero como la vida espiritual y la vida corporal se encuentran en contacto constante, los fenómenos de las dos categorías se producen a menudo simultáneamente.

727. Cuando está encarnado, el hombre sólo puede percibir los fenómenos psíquicos que se relacionan con la vida corporal; los del dominio espiritual escapan a los sentidos materiales y sólo pueden ser percibidos en el estado de Espíritu.

728. En el estado de eterización, el fluido cósmico no es uniforme; sin dejar de ser etéreo, sufre modificaciones muy variadas en su género y tal vez más numerosas que en el estado de materia tangible. Esas modificaciones constituyen fluidos distintos que, aunque proceden del mismo principio, están dotados de propiedades especiales y dan lugar a los fenómenos peculiares del mundo invisible.

729. Puesto que todo es relativo, esos fluidos tienen para los Espíritus una apariencia tan material, como los objetos tangibles para los encarnados y son para ellos lo que para nosotros son las sustancias del mundo terrestre. Ellos los elaboran y combinan para producir determinados efectos, como hacen los hombres con sus materiales, aunque por procedimientos diferentes. Pero allá, como en este mundo, sólo los Espíritus más esclarecidos pueden comprender el papel que desempeñan los elementos constitutivos del mundo donde se encuentran. Los ignorantes del mundo invisible son tan incapaces de explicarse a sí mismos los fenómenos que presencian y con los cuales muchas veces cooperan sin darse cuenta, como los ignorantes de la Tierra lo son para explicar los efectos de la luz o la electricidad, o para decir cómo ven y escuchan.

730. Los elementos fluídicos del mundo espiritual escapan a nuestros instrumentos de análisis y a la percepción de nuestros sentidos, hechos para percibir la materia tangible y no  la materia etérea. Hay algunos que pertenecen a un medio tan diferente del nuestro, que sólo nos podemos hacer una idea de ellos mediante comparaciones tan imperfectas como las que haría un ciego de nacimiento para formarse una idea de la teoría de los colores.

731. Pero entre esos fluidos, algunos están tan ligados a la vida corporal que en cierta forma pertenecen al medio terrestre. A falta de observación directa, se pueden observar sus efectos como se observan los del fluido del imán, fluido que jamás se han visto, y adquirir un conocimiento sobre su naturaleza con cierta precisión.

732. La pureza absoluta, de la que nada nos puede dar idea, es el punto de partida del fluido universal; el punto opuesto es aquél en que se transforma en manera tangible. Entre ambos extremos, existen innumerables transformaciones, más o menos próximas de uno o del otro.

733. Los fluidos más cercanos a la materialidad, por consecuencia los menos puros, componen lo que se puede llamar la atmósfera espiritual de la Tierra. Es de ese medio, donde igualmente existen varios grados de pureza, que los Espíritus encarnados y desencarnados de nuestro planeta extraen los elementos necesarios para la economía de su existencia. Por muy sutiles e impalpables que nos resulten esos fluidos, no por ello dejan de ser de naturaleza grosera, en comparación con los fluidos etéreos de las regiones superiores.

734. La expresión fluidos espirituales no es rigurosamente exacta, porque estos son siempre materia más o menos quintaesenciada. Sólo el alma o principio inteligente, es realmente espiritual. Se les da esa denominación por comparación y, sobre todo, por su afinidad con los Espíritus. Se puede decir que son la materia del mundo espiritual, razón por la que son llamados fluidos espirituales.

735. Además, ¿quién conoce la constitución íntima de la materia tangible? Tal vez sólo es compacta en relación con nuestros sentidos; lo probaría la facilidad con que la atraviesan los fluidos espirituales y los Espíritus, para los cuales no ofrece más obstáculo que los cuerpos transparentes ofrecen a la luz.

736. Teniendo por elemento primitivo al fluido cósmico etéreo, la material tangible posiblemente pueda volver al estado de eterización, desagregándose, del mismo modo que el diamante, el más duro de los cuerpos, puede volatilizarse en gas impalpable. En realidad, la solidificación de la materia es apenas un estado transitorio del fluido universal, que puede volver a su estado primitivo cuando dejan de existir las condiciones de cohesión.

737. Formación y propiedades del periespíritu – El periespíritu, o cuerpo fluídico de los Espíritus, es una de las formas más importantes que adopta del fluido cósmico; es la condensación de ese fluido alrededor de un centro de inteligencia o alma. Ya vimos que también el cuerpo carnal tiene su principio de origen en ese mismo fluido condensado y transformado en materia tangible. En el periespíritu, la transformación molecular se opera de diferente manera, porque el fluido conserva su imponderabilidad y sus cualidades etéreas. El cuerpo periespiritual y el cuerpo carnal tienen, pues, su origen en el mismo elemento primitivo; ambos son materia, aunque en dos estados diferentes.

738. El Espíritu extrae su periespíritu del medio donde se encuentra, es decir, conforma esa envoltura con los fluidos del ambiente. De ello se desprende que los elementos constitutivos del periespíritu naturalmente varían según los mundos. Así, sucede que en Júpiter como mundo más adelantado en comparación con la Tierra, donde la vida corporal no presenta la materialidad de la nuestra, las envolturas periespirituales deben ser de naturaleza mucho más quintaesenciada que aquí.

739. Ahora bien, así como no podríamos vivir en ese mundo con nuestro cuerpo carnal,  nuestros Espíritus no podrían penetrar en él con el periespíritu terrestre que los reviste. Al abandonar la Tierra, el Espíritu deja allí su envoltura fluídica y toma otra apropiada al mundo donde va a habitar.

740. La naturaliza de la envoltura fluídica está siempre en relación con el grado de progreso moral del Espíritu. Los Espíritus inferiores no pueden cambiar de envoltura a voluntad, en consecuencia, no pueden trasladarse por iniciativa propia de un mundo a otro. Hay algunos, por lo tanto, cuya envoltura fluídica, si bien es etérea e imponderable en relación con la materia tangible, es incluso demasiado grosera, si pudiéramos expresarlo así, en relación con el mundo espiritual, como para no permitirles salir del medio que les corresponde.

741. En esta categoría se debe incluir a esos Espíritus cuyo periespíritu es tan grosero, que lo  confunden con su cuerpo carnal, razón por la cual creen que están vivos aún. Esos Espíritus, cuyo número es cuantioso, permanecen en la superficie de la Tierra, como los encarnados, creyendo que están dedicados a sus ocupaciones terrenas. Otros Espíritus, un poco más desmaterializados, no lo son lo suficiente como para elevarse por encima de las regiones terrestres.

742. Los Espíritus superiores, por el contrario, pueden ir a mundos inferiores, e incluso  encarnar en ellos. Extraen de los elementos constitutivos del mundo donde ingresan, los materiales necesarios para la formación de la envoltura fluídica o carnal apropiada al medio donde se encuentran. Hacen como el noble que se quita temporalmente su vestimenta para vestir la ropa de los plebeyos, sin dejar por ello de ser un gran señor. Es así como los Espíritus de la categoría más elevada pueden manifestarse a los habitantes de la Tierra o reencarnar entre ellos en misión. Estos Espíritus no traen consigo la envoltura pero sí el recuerdo, por intuición, de las regiones de donde vienen y que ven en su pensamiento. Son videntes entre ciegos.

743. La capa de fluidos espirituales que rodea la Tierra puede compararse con las capas inferiores de la atmósfera, más pesadas, más compactas, menos puras que las capas superiores. Estos fluidos no son homogéneos; son una mezcla de moléculas de calidad diversa, entre las cuales necesariamente se encuentran las moléculas elementales que forman la base, pero más o menos alteradas.

744. Los Espíritus destinados a vivir en ese medio obtienen de él su periespíritu; pero, según sea mayor o menor el grado de pureza del Espíritu, su periespíritu se formará con las partes más puras o más groseras del fluido propio del mundo donde encarna. El Espíritu produce allí, siempre por comparación y no por asimilación, el efecto de un reactivo químico que atrae hacia él las moléculas que su naturaleza puede asimilar.

 (1) La denominación de fenómeno psíquico expresa con más exactitud la idea, que la de fenómeno espiritual, debido a que esos fenómenos se basan en las propiedades y los atributos del alma o, mejor dicho, de los fluidos periespirituales que son inseparables del alma.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. El “paraíso terrestre” referido en la Biblia, ¿qué significa según la enseñanza espírita?

El paraíso terrenal simboliza el mundo dichoso donde vivió el grupo de Espíritus que Adán y Eva representan. La expulsión del paraíso marca el momento en que esos Espíritus vinieron a encarnar entre los habitantes del mundo terráqueo y el cambio de situación fue la consecuencia de la expulsión. (La Génesis, cap. XII, ítem 23.)

B. ¿Qué enseñanza podemos recoger del relato de la huida de Caín y de su casamiento en una ciudad lejana?

Según el relato bíblico, habiéndose retirado Caín a otra región después de asesinar a su hermano, no volvió a ver a sus padres, quienes quedaron solos de nuevo. Recién mucho tiempo después, a la edad de 130 años, Adán tuvo un tercer hijo al que llamó Set. Cuando Caín se estableció al este del Edén, sólo había sobre la Tierra tres personas: su padre, su madre y él, solo, por su lado. Sin embargo, Caín tuvo mujer y un hijo. ¿Quién  podía haber sido esa mujer y de dónde pudo desposarla? El texto hebreo dice que él construyó una ciudad en homenaje a su primer hijo. Ahora bien, una ciudad supone la existencia de habitantes, ya que no presumiremos que Caín la hiciese para él, su mujer y su hijo, ni que pudiera edificarla solo.

De esa narración, por lo tanto, podemos deducir que la región estaba poblada. Además, la presencia de otros habitantes se infiere igualmente de estas palabras de Caín: “Seré fugitivo y vagabundo y cualquiera que me encuentre me matará”, y de la respuesta que Dios le dio. ¿De quién podría temer que lo matase y qué utilidad tendría la señal que Dios le puso para preservarlo de ser matado, si no encontraría a nadie?

Una única conclusión, entonces, nos parece razonable: Si había sobre la Tierra otros hombres fuera de la familia de Adán, significa que estos hombres estaban allí antes que él, de donde se deduce esta conclusión, sacada del mismo texto del Génesis: Adán no es ni el primero ni el único padre del género humano. (La Génesis, cap. XII, ítem 25.)

C. ¿Qué significa la palabra milagro, en su verdadero sentido etimológico, y cuáles son sus caracteres?

En su acepción etimológica, la palabra milagro (de mirari, admirar) significa admirable, cosa extraordinaria, sorprendente. La Academia la define de esta manera: Un acto del poder divino contrario a las Leyes de la Naturaleza conocidas.

En su acepción usual, por lo tanto, esa palabra ha perdido, como tantas otras, su significado primitivo. De lo general que era, su aplicación fue limitada a un orden específico de hechos. En la comprensión de las personas, un milagro implica la idea de un hecho sobrenatural; en el sentido teológico, es una derogación de las leyes de la Naturaleza, por medio de la cual Dios manifiesta su poder. En efecto, tal es la acepción común que se volvió un significado propio, de manera que sólo por comparación y por sentido metafórico la palabra se aplica a las circunstancias ordinarias de la vida. (La Génesis, cap. XIII, ítems 1 y 2.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita