WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Especial Português Inglês    
Año 8 396 – 11 de Enero de 2015
ARTHUR BERNARDES DE OLIVEIRA    
tucabernardes@gmail.com 
Guarani, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Arthur Bernardes de Oliveira

Un poco de la historia del Espiritismo

 
 
El fenómeno espírita es universal y la doctrina que de el se
levanta también lo es, porque puede ser confirmada a
cualquier hora y en cualquier lugar

 
Allan Kardec en su librito “Qué que es el Espiritismo”, definiendo la ciencia nueva a que había dedicado sus últimos años, escribió:

 “El Espiritismo es una ciencia que trata de la naturaleza, origen y destino de los Espíritus, así como de sus relaciones con el mundo corporal”.

Eso, en 1859, dos años tras la edición de El Libro de los Espíritus.

En 1893, treinta y cuatro años después, Gabriel Delanne, en “El Fenómeno espírita”, también define el Espiritismo sólo como ciencia.

Veamos lo que él dijo:

“El Espiritismo es una ciencia cuyo fin es la demostración experimental de la existencia del alma y su inmortalidad por medio de comunicaciones con aquellos a los cuales impropiamente se ha llamado muertos”.

Vea bien: la finalidad del fenómeno, según Delanne, era sólo demostrar la existencia del alma y de su inmortalidad. Sólo eso. Nada más.

¿Por qué, en ambas definiciones, no se da cualquiera destaque a la filosofía y a la religión? (Más tarde, Kardec va a mejorar el concepto, ampliando el campo de alcance de la doctrina, diciendo que el “Espiritismo es una ciencia y una filosofía con consecuencias morales”.)

Porque nadie, en aquellas alturas, ni incluso Kardec, podría imaginar que por detrás de los fenómenos estaba surgiendo una ciencia nueva, una filosofía plena y una nueva manera de ver la vida.

En la profundización de las indagaciones es que surgiría un edificio nuevo, un mensaje nuevo que abrigaría, con mucha claridad, la filosofía, la religión, y todos los ramos del conocimiento humano.

Religión es, antes de todo, una manera de ver las cosas

Harold Krushner, en su interesante libro “Quién necesita de Dios”, aseguraba con toda su experiencia de rabino que “la religión no es sólo un conjunto de creencias o de una serie de rituales. Religión es, antes de todo, una manera de ver las cosas. Ella no puede cambiar los hechos del mundo en que vivimos, pero puede transformar nuestra visión de esos hechos y reconocimientos, lo que, por sí sólo, hace mucha diferencia. Religión es reunir a las personas de modo que puedan compartir momentos importantes de sus vidas”.

El sociólogo y antropólogo francés, Émille Durkheim (1858-1917), después de viajar para las islas de los mares del sur a fin de estudiar la religión en su forma más primitiva, afirma que una de las cosas más importantes que él aprendió fue que uno de los propósitos esenciales de la religión no era colocar los individuos en contacto con Dios, pero sí lo de colocarlos unos en contacto con los otros. Existen acontecimientos en la vida de cada uno de nosotros que no deseamos vivir solos, cosas alegres, como el nacimiento o la boda de un hijo, y cosas tristes, como la muerte de un ente querido o una guerra y desastres naturales.

El Espiritismo rescata ese concepto original de religión al transformar sus adeptos en una gran familia, compartiendo conocimientos, descubrimientos, emociones. Y, extrayendo de las informaciones de los que ya habían atravesado las fronteras de la muerte, hizo visible la filosofía plena que, de hecho, responde a las preguntas del ser humano:

¿De dónde vinimos?

¿Por qué sufrimos?

¿Cuál es la finalidad de la existencia?

¿Para dónde vamos?

¿Cómo entender el problema del mal y del bien?

¿A qué leyes estamos sujetos en nuestra marcha evolutiva?

Los fenómenos mediúmnicos existieron desde todos los tiempos

Además, al encarar de manera racional el problema de la fe y los ejercicios de la meditación y de la oración, estableció reglas de convivencia fraterna entre ese mundo y el otro, entre los que trabajan en las dificultades de la esfera física y los que de ella ya se liberaron por el fenómeno de la muerte.

Como ciencia, continúa investigando los secretos de la comunicación entre vivos y muertos; como filosofía, aclara nuestro camino para evitar sobresaltos y caídas y, como religión, nos hace hermanos con los mismos sueños y las mismas aspiraciones.

Pero todo comenzó, modernamente, en 1848, en un Villarejo de Estados Unidos, pequeña comunidad vinculada a la ciudad de Rochester, en el Estado de Nueva York, en América del Norte.

Modernamente, dijimos, porque los fenómenos mediúmnicos existieron desde todos los tiempos. Hasta donde la historia pudo registrar, no hay un pueblo, una patria, una comunidad donde el fenómeno no haya ocurrido siempre y con gran abundancia. Pero lo que vendría a desencadenar todo el proceso de elaboración de la doctrina es, realmente, moderno. Es casi de nuestros días.

De repente, en la casa del Sr. John Fox, un presbiteriano asumido y extremadamente religioso, las paredes comienzan a hacer ruido. Eran golpes secos, que en la lengua inglesa se decían ‘raps”. Corría el año de 1848 y el mes era marzo. ¿Serían juegos de niños o perturbaciones de los vecinos? ¿Estaría estallando la madera de que se constituían algunas paredes? ¿Qué diablo era aquello? Golpes insistentes que no dejaban a la familia dormir. Venían curiosos y los golpes continuaban.

“No soy demonio, no”, dice el autor de los golpes

Llamada la policía, nada se descubrió. Como buenos evangélicos, pensaron inmediatamente en el demonio. Eso es cosa del demonio, decían todos. Hasta que un día, una de las niñas resolvió conversar con el demonio. Dijo una de ellas: – Su pie dividido (pie de cabrito, porque esa era una de las características del demonio, dadas por aquellos que lo conocían bien). – Su pie dividido – decía ella –, haz lo que yo hago. Dio tres palmaditas con las dos manos unidas. Y el demonio la imitó. Golpeó otras tantas veces. Y la pared repetía. Se preguntó a la pared. ¿Cuál es la edad de Kate? Y la pared dio el número de golpes igual al número de años de la niña. Había una inteligencia por detrás de aquellos golpes. Ahí el Sr. Isaac Post, amigo de los Fox, resolvió inventar una forma de conversar con la pared. Él declamaría las letras del alfabeto en voz alta y así que surgiera la letra que interesaba, la pared daba un golpe. De esa forma fueron construyéndose palabras, frases y la historia toda. La inteligencia decía: “No soy demonio, no. Soy un ser cómo todos vosotros. Ya estuve ahí.” Y contó su historia. El autor de los golpes era un comerciante viajero, Charles Rosma, que había sido asesinado allí, en aquella casa, cuando allá se había hospedado con las mercancías que buscaba vender. Los dueños de la posada, por  la noche, con vista en el dinero del comerciante y en las cosas que él estaba vendiendo, lo asesinaron y enterraron el cuerpo, de entrada en la bodega. Más tarde, debido al riesgo de descubrirse donde el cuerpo estaba enterrado, lo retiraron y lo emparedaron entre dos paredes duplicadas que sólo más tarde, cincuenta años después, desmoronadas, dejarían expuestos los huesos del indignado vendedor.

Estaba descubierta la manera de entenderse los llamados muertos con los llamados vivos. Después se perfeccionó el proceso. Hasta que se llega a las mesas giratorias que tomaron cuenta de Europa.

Las mesas giratorias: una de las grandes diversiones de Europa

Con las mesas el proceso era el mismo. Reunidas las personas en torno a la mesa y habiendo entidades espirituales que quisieran entrar en la conversación, el acto comenzaba. Preguntada alguna cosa, la mesa golpeaba la respuesta. Madame Girardin inventó una mesita más ligera y de tres pies y la llamó mesa para conversar con los Espíritus.  Fue una de las grandes diversiones de Europa en el siglo diecinueve. Hombres importantes se daban a ese menester, Victor Hugo fue uno de ellos y que más tarde vino a continuación el pensamiento doctrinario de Kardec.

Ahí entra el sabio, el crítico, el investigador. El hombre de ciencia: profesor Hippolyte Léon Denizard Rivail. Magnetizador, con más de treinta años de experiencia en ese arte de Mesmer, observando más que los otros, y sin cualquier tipo de prejuicio, se profundizó en el estudio, perfeccionó procesos, descubrió leyes y construyó el gran edificio de ese mensaje de renovación espiritual de tanta importancia para el crecimiento de los hombres y perfeccionamiento de la Humanidad.

Toda la doctrina emergió de ese fenómeno naturalísimo que se repite en cualquier parte donde esté el intermediario (médium) y alguna entidad que desea manifestarse. El fenómeno puede ocurrir casualmente sin cualquier interferencia de la voluntad humana o por efecto de provocación, llamada  evocación. Sin cualquier privilegio de nadie. De ninguna creencia. En toda casa, bastando la existencia de esos dos elementos: un ciudadano que tiene dones mediúmnicos y seres espirituales que se dispongan a aparecer. Por eso el fenómeno es universal y la doctrina que de el se levanta también lo es, porque puede ser confirmada, a cualquier hora, a cualquier tiempo, y en cualquier lugar. 



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita