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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 395 – 4 de Enero de 2015

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Aprendiendo con el viento
 

  

Era un tormento que se repetía cada día a la hora de hacer los deberes de casa: eran las cuentas, la lectura de un libro, las tablas. 

Carla detestaba todo eso y era siempre con mala voluntad que se sentaba a la mesa para hacer las tareas.

La madre procuraba orientarla:

— Carla, mi hija, todo lo que hacemos de buena voluntad nos pesa menos. Aprovecha la ocasión para aprender y acepta lo que debe ser hecho, con disposición y buen ánimo.

Pero ella respondía de mal humor:
 

— No me gusta hacer tablas, ni cuentas. Nada. Detesto estudiar.

— Pero es preciso, mi hija. Tienes cosas de las cuales no podemos huir, y mientras más pronto las aceptemos, mejor.

Sin embargo, la dificultad persistía. En cierta ocasión, Carla estaba muy irritada porque tendría que leer un libro de historia, como deber escolar de aquel día.

Con el libro en las manos, la niña lloró, pataleó, y no consiguió leer.

La madre, que la observaba de lejos y vio que en aquellas condiciones la hija no conseguiría hacer la tarea, dijo:

— Está bien, Carla. Si no quieres hacer la tarea ahora, ve a hacer otra cosa. Después tú terminas de leer el libro. Ve a barrer el patio para mí.

— ¡Que bueno, mamá! ¡Uf! Que cosa más desagradable es tener que leer historia. Prefiero barrer el patio.

Enseguida, toda satisfecha, Carla cogió una escoba y fue para el patio que se encontraba lleno de hojas secas.

Había mucho viento aquel día y la alegría de Carla inmediatamente terminó. Por más que ella se esforzara, no conseguía terminar el trabajo. El viento esparramaba las hojas nuevamente.

Finalmente, muy descontenta, entró en casa protestando:

— ¡Que desagradable! ¡El viento no me deja limpiar el patio! Desisto.

Su madre, más experta, ponderó:

— Es sólo una cuestión de saber luchar con los problemas, hija. Tenemos que aceptar los obstáculos que la vida nos impone y aprender a superarlos con buena voluntad y disposición. ¿Quieres ver? Ven, voy a mostrartelo.

Llevó a la niña hasta el patio y le mostró que, ya que no podría vencer el viento, debería usarlo en su beneficio.

— ¿Cómo? – preguntó la chica, sorprendida.

— Es simple. En vez de barrer contra el viento, barre a favor del viento – explicó la madre.

Y así Carla lo hizo. Luego ella percibió que la tarea se hizo fácil, agradable y rápidamente fue concluida. Juntando las hojas en una esquina, la niña las recogió con un recogedor adecuado.
 

Dando por terminado el trabajo, la niña se limpió las manos, exclamando satisfecha:

— ¡Caramba! ¡Mamá, ni me lo creo! Como fue fácil. ¡Tú eres un genio!

La madre sonrió contenta, completando:

— No tanto, mi hija. Sólo soy una persona más experta y que ya aprendió que no adelanta que vayamos contra los problemas de la vida. Tenemos que enfrentarlos con coraje y determinación. Huir de las situaciones difíciles no nos ayudará a resolverlas. Si tuviésemos

Buena voluntad, resolveremos cualquier problema en nuestra vida.

— Gran parte de las veces, las cosas no son tan malas como nos parecen. Depende mucho de nuestra manera de verlas.

Carla se acordó de la tarea que no había conseguido realizar y creyó que su madre tenía razón. Con un poco de buena voluntad ella lo conseguiría.

Callada, cogió nuevamente el libro de historia y se sentó para leer. Al poco fue interesándose por el asunto y, no tardó mucho, ya había terminado.

Cerró el libro y fue corriendo a contárselo a la madre:                                                   

— Terminé de leer el libro, mamá. ¿Sabes que no fue tan difícil así? ¡Al contrario, la historia era hasta bien interesante! Tú tenías razón, con mala voluntad nada conseguiremos realizar.

La madre abrazó a la hija, feliz, agradeciendo a Dios por ver que ella había aprendido la lección. 

TIA CÉLIA
 



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita