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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Ano 8 - N° 392 - 7 de Diciembre de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 31)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿En qué condiciones el alma se ensaya para la vida y desarrolla sus primeras facultades?

B. ¿Por qué es útil al Espíritu su unión con la materia?

C. La encarnación del Espíritu ¿es un estado permanente o transitorio?

Texto para la lectura 

592. Reencarnaciones – El principio de la reencarnación es una consecuencia necesaria de la ley de progreso. Sin la reencarnación, ¿cómo se explicaría la diferencia que existe entre el estado social actual y el de los tiempos de barbarie? Si las almas son creadas al mismo tiempo que el cuerpo, las que nacen hoy son tan nuevas, tan primitivas como las que vivieron hace mil años; agreguemos que no habría ninguna conexión entre ellas, ni relación necesaria alguna; serían completamente independientes unas de otras. Entonces ¿por qué las de hoy estarían mejor dotadas por Dios que las de sus antecesoras? ¿Por qué las de ahora comprenden mejor? ¿Por qué poseen instintos más depurados, costumbres más dulcificadas? ¿Por qué tienen la intuición de ciertas cosas sin haberlas aprendido?

593. Dudamos que alguien salga de esos dilemas, a menos que admita que Dios crea las almas de diferentes cualidades, según los tiempos y lugares, proposición inconciliable con la idea de una justicia soberana. Admitamos, por el contrario, que las almas actuales ya vivieron en tiempos pasados; que posiblemente fueron bárbaras como los siglos en los que estuvieron en el mundo, pero que progresaron; que para cada nueva existencia traen lo adquirido en existencias precedentes; que, por lo tanto, las almas de los tiempos civilizados no son creadas más perfectas, sino que se perfeccionaron por sí mismas con el tiempo, y tendréis una única explicación lógica de la causa del progreso social.

594. Algunos piensan que las diferentes existencias del alma se realizan pasando de mundo en mundo y no en un mismo globo, donde cada Espíritu viviría una única vez. Esta doctrina sería admisible, si todos los habitantes de la Tierra estuviesen en el mismo nivel intelectual y moral. Entonces, sólo podrían progresar yendo de un mundo a otro y su encarnación en la Tierra sería inútil.

595. Puesto que allí se observan todos los grados de inteligencia y moralidad, desde el salvajismo cercano a la animalidad hasta la civilización más avanzada, es evidente que ese mundo constituye un vasto campo de progreso. ¿Por qué el salvaje tendría que buscar en otros lugares el grado de progreso superior al que él está, cuando ese grado se encuentra a su lado y así sucesivamente? ¿Por qué el hombre civilizado habría de pasar sus primeras etapas en mundos inferiores, mientras a su alrededor están seres análogos a esos mundos?

596. No hay, pues, necesidad de que los hombres cambien de mundo en cada etapa de perfeccionamiento, como no hay necesidad de que el estudiante cambie de colegio para pasar de una clase a otra. Lejos de ser una ventaja para el progreso, sería un obstáculo, porque el Espíritu estaría privado del ejemplo que le ofrece la observación de lo que ocurre en los grados más elevados y de la posibilidad de reparar sus errores en el mismo medio y en presencia de las personas a quienes ofendió, posibilidad que es, para él, el más poderoso modo para realizar su progreso moral.

597. Al inconveniente moral se sumaría un inconveniente material. La naturaleza de los elementos, las leyes orgánicas y las condiciones de existencia varían según los mundos; bajo ese aspecto, no hay dos que sean perfectamente idénticos. Los tratados de Física,  Química, Anatomía, Medicina y Botánica no serían de utilidad en otros mundos; sin embargo, lo que se aprende no se pierde; no sólo se desarrolla la inteligencia, también las ideas que se ganan en tales obras ayudan a la adquisición de otras.

598. Si el Espíritu hiciese su aparición por una única vez, con frecuencia muy breve, en un mismo mundo, en cada migración se encontraría en condiciones completamente diferentes; cada vez operaría sobre elementos nuevos, con fuerzas y según leyes desconocidas, antes de haber tenido tiempo para elaborar los elementos conocidos, de estudiarlos y de aplicarlos. Tendría que hacer, cada vez, un nuevo aprendizaje y esos cambios continuos representarían un obstáculo para su progreso. El Espíritu debe, por lo tanto, permanecer en el mismo mundo hasta que haya adquirido la suma de conocimientos y el grado de perfección que ese mundo le ofrece.

599. Que los Espíritus dejen, por un mundo más adelantado, aquél del cual no pueden obtener más, es como debe ser y es. Tal es el principio. Si algunos abandonan antes el mundo en el que venían encarnando, es debido a causas individuales que Dios evalúa en su sabiduría.

600. Todo tiene una finalidad en la Creación; si no fuese así Dios no sería ni prudente ni sabio. Ahora bien, si la Tierra estuviese destinada a ser una única etapa para el progreso de cada individuo, ¿qué utilidad tendría para los Espíritus de los niños que mueren a tierna edad, venir a pasar aquí algunos años, meses u horas, durante los cuales no podrían obtener nada de él? Lo mismo se puede decir con respecto a los idiotas y retrasados mentales.

601. Una teoría es buena sólo bajo la condición de que resuelva todas las cuestiones que a las que ella se refiere. La cuestión de las muertes prematuras ha sido un escollo para todas las doctrinas, excepto para la Doctrina Espírita, que la resolvió de manera racional y completa. Para el progreso de aquellos que cumplen en la Tierra una misión normal, hay ventajas reales en volver al mismo medio para continuar allí lo que dejaron inconcluso, muchas veces en la misma familia o en contacto con las mismas personas, a fin de reparar el mal que hayan hecho, o para sufrir la pena del talión.

602. Emigraciones e inmigraciones de los Espíritus – En el intervalo de sus existencias corporales, los Espíritus están en estado de erraticidad y componen la población espiritual ambiente de la Tierra. Por medio las muertes y los nacimientos, estas dos poblaciones, la terrestre y la espiritual, se vierten incesantemente una en la otra. Diariamente, hay, pues, emigraciones del mundo corporal al mundo espiritual e inmigraciones de éste al corporal: es el estado normal.

603. En ciertas épocas, reguladas por la sabiduría divina, estas emigraciones e inmigraciones se operan en masas más o menos considerables, como consecuencia de grandes revoluciones que ocasionan su partida simultánea en cantidades innumerables,  sustituidas después por cantidades equivalentes de encarnaciones. Las plagas destructoras y los cataclismos deben, por lo tanto, ser considerados como ocasiones de llegadas y partidas colectivas, como medios providenciales para renovar la población corporal del globo y fortalecerla con la introducción de nuevos elementos espirituales más depurados. En la destrucción de un gran número de cuerpos que se produce por esas catástrofes, sólo habrá   vestiduras rasgadas; ningún Espíritu perece; sólo cambian de plano; en vez de partir aisladamente, lo hacen en un grupo numeroso, esa es la única diferencia, puesto que por una causa u otra, fatalmente tendrán que partir tarde o temprano.

604. Las renovaciones rápidas, casi instantáneas, que se producen en el elemento espiritual de la población, como efecto de las catástrofes destructoras, apuran el progreso social; sin las emigraciones e inmigraciones que de tiempo en tiempo le dan un impulso violento, ese progreso sólo se realizaría con extrema lentitud. Es notable que todas las grandes calamidades que diezman a las poblaciones sean seguidas siempre por una era de progreso en el orden físico, intelectual o moral, y como consecuencia, en el estado social de las naciones que las experimentan. Es que éstas tienen por finalidad operar una transformación en la población espiritual, que es la población normal y activa del globo.

605. Esta transfusión, que se efectúa entre la población encarnada y la desencarnada de un planeta, se realiza igualmente entre los mundos, ya sea individualmente, en condiciones normales, o en masa, en circunstancias especiales. Hay, pues, emigraciones e inmigraciones colectivas de un mundo a otro, de lo que resulta la introducción de elementos enteramente nuevos en la población de uno de ellos. Ahora bien, como los Espíritus no pierden nunca lo ya adquirido, siempre traen consigo la inteligencia y la intuición de los conocimientos que poseen, lo que hace que impriman su sello peculiar al grupo étnico que vienen a animar. Para esto, no necesitan que nuevos cuerpos sean creados para su uso. Puesto que la especie corporal existe, siempre encuentran cuerpos listos para recibirlos. Son, pues, simplemente nuevos habitantes; al llegar a la Tierra, en un comienzo integran su población espiritual; después, reencarnan como los demás.

606. Raza Adámica – De acuerdo con la enseñanza de los Espíritus, fue una de esas grandes inmigraciones o, si se prefiere, una de esas colonias de Espíritus llegada de otra esfera, la que dio nacimiento a la raza simbolizada en la persona de Adán y, por esa misma razón, denominada raza adámica. Cuando ésta llegó, la Tierra ya estaba poblada desde tiempos inmemoriales como América cuando llegaron los europeos. Más adelantada que las que la habían precedido en este planeta, la raza adámica era, en efecto, la más inteligente y la que impulsó el progreso de las demás. El Génesis la describe, desde sus comienzos, como trabajadora y hábil para las artes y las ciencias, sin haber pasado aquí por la infancia espiritual, lo que ocurrió con las razas primitivas, pues la componían Espíritus que ya habían progresado bastante.

607. En efecto, todo prueba que la raza adámica no era antigua sobre la Tierra y nada se opone a que sea considerada como habitante de este globo desde apenas pocos miles de años, lo que no estaría en contradicción ni con los hechos geológicos, ni con las observaciones antropológicas que, por el contrario, tenderían a confirmarlas.

608. En el estado actual de los conocimientos, no es admisible la doctrina según la cual todo el género humano procede de una única individualidad, de seis mil años de antigüedad. Desde el punto de vista fisiológico, ciertos grupos étnicos presentan tipos característicos, tipos que no permiten que se les asigne un origen común. Hay diferencias que evidentemente no son simples efectos del clima, puesto que los blancos que se reproducen en los países de negros no se vuelven negros, y viceversa. El ardor del Sol tuesta y broncea la epidermis, pero no ha transformado jamás a un blanco en negro, ni ha achatado su nariz o cambiado los rasgos de su fisonomía, ni transformado el cabello lacio y sedoso en lanudo o crespo. Hoy se sabe que la raza negra debe su color a un tejido subcutáneo particular, propio de la especie.

609. Se debe, pues, considerar que los diferentes grupos étnicos – negros, mongólicos y caucásicos – tuvieron orígenes propios y nacieron, simultánea o sucesivamente, en diferentes partes del globo. Los caracteres fisiológicos de los pueblos primitivos constituyen una señal evidente de que procedieron de tipos especiales.

610. Adán y sus descendientes son presentados en el Génesis mosaico como hombres sumamente inteligentes, puesto que desde la segunda generación construyen ciudades, cultivan la tierra y trabajan los metales. Sus progresos en las artes y en las ciencias son rápidos y constantes. No se podría concebir, por lo tanto, que ese tronco tuviese por retoños a numerosos pueblos tan atrasados y de inteligencia tan rudimentaria, como nuestros salvajes. Una diferencia tan radical en las aptitudes intelectuales y en el desarrollo moral, testifica, con no menor evidencia, la diferencia de origen.

611. Independientemente de los hechos geológicos, la prueba de la existencia del hombre sobre la Tierra, antes de la época fijada por la Génesis bíblica, la obtenemos de población del globo. Sin hablar de la cronología china, que se remonta, dicen, a treinta mil años atrás, documentos más auténticos prueban que Egipto, India y otros países ya estaban poblados y en apogeo por lo menos tres mil años antes de la era cristiana, por lo tanto, mil años después de la creación del primer hombre según la cronología bíblica.

612. Documentos y observaciones recientes no dejan ninguna duda sobre las relaciones que existieron entre América y los antiguos egipcios, de donde se debe concluir que esa región ya estaba poblada en aquella época. Es, pues, absurdo admitir que en mil años, la posteridad de un solo hombre haya podido poblar la mayor parte de la Tierra. Ahora bien, tal fecundidad sería contraria a todas las leyes antropológicas. En la Exposición Universal de 1867, fueron presentadas antigüedades de México que no dejan ninguna duda sobre las relaciones que los pueblos de ese país tuvieron con los antiguos egipcios. 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿En qué condiciones el alma se ensaya para la vida y desarrolla sus primeras facultades?

Pasando por los diversos grados de animalidad, el alma ensaya en la vida y desarrolla sus primeras facultades mediante el ejercicio. Este sería para ella, por así decirlo, el período de incubación. Alcanzado el grado de desarrollo que implica ese estado, recibe las facultades especiales que constituyen el alma humana. Habría así filiación espiritual entre el animal y el hombre, como hay filiación corporal. Este sistema, basado en la gran ley de unidad que preside a la creación, corresponde a la justicia y a la bondad del Creador, y da una salida, una finalidad, un destino a los animales, que dejan entonces de formar una categoría de seres desheredados para tener, en el porvenir que les está reservado, una compensación a sus sufrimientos. (La Génesis, cap. XI, ítem 23.)

B. ¿Por qué es útil al Espíritu su unión con la materia?

La obligación que tiene el Espíritu encarnado de proveer el alimento a su cuerpo, su seguridad y su bienestar, lo obliga a emplear sus facultades en investigaciones, a ejercitarlas y desarrollarlas. Por lo tanto, su unión con la materia es útil para su adelanto. He ahí por qué la encarnación es una necesidad. Además, debido al trabajo inteligente que ejecuta sobre la materia en beneficio propio, ayuda a la transformación y al progreso material del globo que le sirve de habitación. De este modo, progresando, colabora en la obra del Creador, de la cual se hace un agente inconsciente. (La Génesis, cap. XI, ítem 24.)

C. La encarnación del Espíritu ¿es un estado permanente o transitorio?

La encarnación del Espíritu es un estado transitorio. Además, al dejar un cuerpo, no toma otro inmediatamente. Durante un lapso más o menos considerable, vive la vida espiritual que es su vida normal, de manera que el tiempo que duran sus encarnaciones es insignificante comparado con el tiempo que pasa en estado de Espíritu libre. (La Génesis, cap. XI, ítem 25.)


 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita