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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Ano 8 - N° 387 - 2 de Noviembre de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 26)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Qué es el principio vital?

B. Desde el punto de vista corporal, ¿qué es el hombre?

C. ¿Existe un enlace en la escala de los seres vivos? Lo que distingue al hombre de los animales, ¿es su cuerpo o su alma?

Texto para la lectura

481. El volumen de la Tierra – Físicamente, la Tierra sufrió las convulsiones de su infancia; desde entonces en adelante, entró en un período de relativa estabilidad: el del progreso pacífico, que se produce por el retorno regular de los mismos fenómenos físicos y el concurso inteligente del hombre. Pero está aún en pleno trabajo de gestación del progreso moral. Allí residirá la causa de sus mayores conmociones. Hasta que la Humanidad haya adelantado lo suficiente en perfección, mediante la inteligencia y la observación de las leyes divinas, las mayores perturbaciones serán causadas por los hombres  más que por la Naturaleza, es decir, serán morales y sociales antes que físicas.

482. El volumen de la Tierra ¿aumenta, disminuye o permanece estacionario? Algunos, para sustentar el crecimiento del volumen de la Tierra, se basan en que las plantas devuelven al suelo más de lo que extraen de él, lo que es cierto en un sentido, pero no en otro. Las plantas se alimentan tanto, e incluso más, de las sustancias gaseosas que extraen de la atmósfera, que de las que absorben a través de las raíces. Ahora bien, la atmósfera es parte integrante del globo; los gases que la forman provienen de la descomposición de los cuerpos sólidos y éstos, al recomponerse, retoman lo que les habían entregado.

483. Es un intercambio, o mejor aún, una transformación perpetua, de manera que al operarse su crecimiento con la ayuda de los elementos constitutivos del globo, los despojos de los vegetales y los animales, por muy considerables que sean, no aumentan ni un átomo a su masa. Si la parte sólida del globo aumentase por esta causa de manera permanente,  sucedería a costa de la atmósfera, que disminuiría otro tanto y terminaría por volverse inadecuada para la vida si no recuperase, mediante la descomposición de los cuerpos sólidos, lo que pierde por su composición.

484. En el origen de la Tierra, las primeras capas geológicas se formaron con las materias sólidas momentáneamente volatilizadas por efecto de la elevada temperatura, las que condensadas más tarde por el enfriamiento, se precipitaron. Indudablemente, elevaron un poco la superficie del suelo, pero sin agregar nada a la masa total, puesto que sólo era un desplazamiento de materia.

485. Cuando la atmósfera, purgada de los elementos que contenía en suspensión, se encontró en su estado normal, las cosas siguieron el curso regular que después seguirían. Hoy, la mínima modificación en la constitución de la atmósfera acarrearía, forzosamente, la destrucción de los actuales habitantes de la Tierra; pero es probable también que nuevas razas se formen sujetas a otras condiciones.

486. Considerada desde este punto de vista, la masa del globo, es decir, la suma de las moléculas que componen el conjunto de sus partes sólidas, líquidas y gaseosas, es indudablemente la misma, desde su origen. Si el globo experimentase una dilatación o una condensación, su volumen aumentaría o disminuiría sin que la masa sufriese ninguna alteración. Por lo tanto, si la Tierra aumentase de masa, el hecho sería el efecto de una causa extraña, porque no podría extraer de sí misma los elementos necesarios para su crecimiento.

487. Existe una opinión según la cual el globo aumentaría de masa y de volumen por el flujo de materia cósmica interplanetaria. Esta idea no tiene nada de irracional, pero es muy hipotética para ser aceptada como principio. No es más que un sistema combatido por sistemas contrarios, sobre los cuales la Ciencia aún no ha esclarecido nada.

488. Al respecto, he aquí la opinión del eminente Espíritu que dictó los sabios estudios uranográficos contenidos en el capítulo VI de esta obra:

 “Los mundos se agotan al envejecer y tienden a disolverse para servir de elementos de formación a otros universos. Poco a poco devuelven al fluido cósmico universal del espacio lo que de él han extraído para su formación. Además, todos los cuerpos se gastan por el frotamiento; el movimiento rápido e incesante del globo a través del fluido cósmico da como resultado una disminución constante de su masa, aunque la cantidad es inapreciable en un corto tiempo.

 “La existencia de los mundos, en mi opinión, puede dividirse en tres períodos. Primer período: condensación de la materia, período en que el volumen del globo disminuye considerablemente conservando la misma masa. Es el período de la infancia. Segundo período: contracción y solidificación de la corteza; eclosión de los gérmenes, desarrollo de la vida hasta la aparición del tipo más perfecto. En ese momento, el globo está en toda su plenitud, es la edad viril; pierde, aunque muy poco, sus elementos constitutivos. A medida que sus habitantes progresan espiritualmente, pasa por un período de decrecimiento material; sufre pérdidas, no sólo como consecuencia del frotamiento, sino también por la desagregación de las moléculas, como una piedra dura que, carcomida por el tiempo, termina reducida a polvo. En su doble movimiento de rotación y traslación, entrega al espacio partículas fluidificadas de su sustancia, hasta el momento en que sea completa su disolución.

 “Pero entonces, como el poder de atracción está en razón directa a la masa, no digo del volumen, al disminuir la masa del globo, modifican sus condiciones de equilibrio en el espacio. Dominado por planetas más poderosos, a los cuales no puede oponer un contrapeso, se producen desviaciones en sus movimientos y, por lo tanto, también profundos cambios en las condiciones de vida en su superficie. Así, nacimiento, vida y muerte; o infancia, virilidad y decrepitud, son las tres fases por las que pasa toda aglomeración de materia orgánica o inorgánica. Sólo el Espíritu, que no es materia, es indestructible. (Galileo, Sociedad de Paris, 1868.)

489. Capítulo X – Génesis orgánica – Primera formación de los seres vivos – Hubo un tiempo en que los animales no existían; por lo tanto, éstos tuvieron un comienzo. Cada especie fue apareciendo, a medida que el globo adquiría las condiciones necesarias para su existencia. Esto es lo positivo. ¿Cómo se formaron los primeros individuos de cada especie? Se comprende que, existiendo una primera pareja, los individuos se multiplicaron. Pero esa primera pareja, ¿de dónde salió? Es uno de esos misterios que se relacionan con el principio de las cosas y sobre los cuales sólo se pueden formular hipótesis. La Ciencia no puede aún resolver el problema; sin embargo, puede, por lo menos, encaminarnos hacia su solución.

490. Esta es la primera pregunta que se plantea: ¿cada especie animal salió de una primera  pareja o de muchas parejas creadas, o si se prefiere, germinadas simultáneamente en diferentes lugares? Esta última suposición es la más probable. Se puede incluso decir que surge de la observación. En efecto, el estudio de las capas geológicas da testimonio de la presencia, en terrenos de idéntica formación y en proporciones enormes, de las mismas especies en puntos del globo muy alejados unos de otros. Esta multiplicación tan generalizada, y en cierta medida contemporánea, hubiese sido imposible con un tipo primitivo único.

491. Por otro lado, la vida de un individuo, sobre todo de un individuo naciente, está sujeta a tantas vicisitudes, que toda una creación podría quedar comprometida, sin la pluralidad de los tipos, lo que implicaría una inadmisible imprevisión de parte del supremo Creador. Además, si un tipo se pudo formar en un lugar, pudo haberse formado igualmente en muchos otros sitios, como efecto de la misma causa. Todo, pues, concurre para probar que hubo una creación simultánea y múltiple de las primeras parejas de cada especie animal y vegetal.

492. La formación de los primeros seres vivos se puede deducir, por analogía, de la misma ley por la cual se formaron y se forman todos los días los cuerpos inorgánicos. A medida que se profundiza en el estudio de las leyes de la Naturaleza, los engranajes que en un primer momento parecían tan complicadas, se van simplificando y confundiendo en la gran ley de unidad que preside toda la obra de la Creación.

493. La Química considera elementales a ciertas sustancias, tales como el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, el carbono, el cloro, el yodo, el flúor, el azufre, el fósforo y todos los metales. Al combinarse, esas sustancias forman cuerpos compuestos: los óxidos, los ácidos, los álcalis, las sales, y las innumerables variedades que resultan de la combinación de éstos.

494. La combinación de dos cuerpos para formar un tercero exige una especial confluencia de circunstancias: ya sea de un determinado grado de calor, de sequedad o de humedad; o bien de movimiento o reposo; o una corriente eléctrica, etc. Si estas condiciones no existen, la combinación no se producirá.

495. Cuando hay combinación, los cuerpos componentes pierden sus propiedades características, mientras que el compuesto que resulta de ellos adquiere otras, diferentes de las primeras. Así es, por ejemplo, como el oxígeno y el hidrógeno, que son gases invisibles, al combinarse químicamente forman el agua, que es líquida, sólida o vaporosa, según la temperatura. En el agua, a decir verdad, ya no hay ni oxígeno ni hidrógeno, sino un nuevo cuerpo. Al descomponerse esta agua, los dos gases vuelven a ser libres y recobran sus propiedades: ya no hay agua. Así, la misma cantidad de ese líquido puede ser, alternativamente, descompuesta y recompuesta, hasta el infinito.

496. La composición y descomposición de los cuerpos sucede como consecuencia del grado de afinidad que posean entre sí los principios elementales. La formación del agua, por ejemplo, resulta de la afinidad recíproca que existe entre el oxígeno y el hidrógeno; pero si se pusiera en contacto con el agua un cuerpo que tenga más afinidad con el oxígeno que con el hidrógeno, el agua se descompone: el oxígeno es absorbido y el hidrógeno queda libre. Ya no habrá agua.

497. Los cuerpos compuestos se forman siempre en proporciones definidas, es decir, por la combinación de una cantidad determinada de los principios constituyentes. Así, para formar agua son necesarias una parte de oxígeno y dos de hidrógeno. Si se combinan dos partes de oxígeno con dos de hidrógeno, en vez de agua se obtiene bióxido de hidrógeno, un líquido corrosivo formado, no obstante, con los mismos elementos que entran en la composición del agua, pero en otra proporción.

498. En pocas palabras, ésa es la ley que preside la formación de todos los cuerpos de la Naturaleza. La innumerable variedad de estos cuerpos resulta de un pequeño número de principios elementales combinados en proporciones diferentes. Por ejemplo: el oxígeno, combinado en determinadas proporciones con el carbono, el azufre y el fósforo, forman los ácidos carbónico, sulfúrico y fosfórico. El oxígeno y el hierro forman el óxido de hierro o herrumbre; el oxígeno y el plomo, ambos inofensivos, dan origen a los óxidos de plomo, tales como el litargirio, el blanco de plomo y el minio, que son venenosos.

499. Todas esas combinaciones y muchas más se obtienen artificialmente en pequeñas cantidades en los laboratorios de química, y se operan en gran escala en el gran laboratorio de la Naturaleza. En su origen, la Tierra no contenía esas materias combinadas, sino solamente sus principios constitutivos volatilizados. Cuando las tierras calcáreas y otras, convertidas con el tiempo en piedras, se depositaron sobre la superficie, aquellas materias no estaban totalmente formadas; pero en el aire se encontraban, en estado gaseoso, todas las sustancias primitivas.

500. Esas sustancias, precipitadas por efecto del enfriamiento y bajo el imperio de circunstancias favorables, se combinaron según su grado de afinidad molecular. Fue entonces que se formaron las diferentes variedades de carbonatos, de sulfatos, etc., primero disueltos en las aguas y después depositados sobre la superficie del suelo.

501. Estas consideraciones prueban cuán necesaria era la Química para la comprensión de la Génesis. Antes de que se conocieran las leyes de la afinidad molecular, era imposible comprender la formación de la Tierra. Esta ciencia lanzó una gran luz sobre la cuestión, como lo hicieron la Astronomía y la Geología desde otros puntos de vista.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Qué es el principio vital?

Hay en la materia orgánica un principio especial, intangible y que todavía no ha podido ser definido: el principio vital. Este principio, activo en el ser vivo, se encuentra extinguido en el ser muerto; pero no por eso deja de dar a la sustancia propiedades que la distinguen de las sustancias inorgánicas.

¿El principio vital es algo distinto, que tiene existencia propia? O, volviendo al sistema de unidad del elemento generador, ¿es sólo un estado particular, una de las modificaciones del fluido cósmico, por el cual se convierte en principio de vida?

Es en este último sentido que las comunicaciones espíritas resuelven la cuestión. Pero cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre la naturaleza del principio vital, lo cierto es que él existe, puesto que se ven sus efectos. (La Génesis, cap. X, ítems 16 a 18.)

B. Desde el punto de vista corporal, ¿qué es el hombre?

Desde el punto de vista corporal y puramente anatómico, el hombre pertenece al orden de los mamíferos, de los cuales sólo se diferencia por algunos matices en la forma exterior. En lo demás, posee la misma composición de todos los animales, los mismos órganos, las mismas funciones y los mismos modos de nutrición, de respiración, de secreción y de reproducción. Nace, vive y muere en las mismas condiciones y, cuando muere, su cuerpo se descompone como todo ser viviente. No hay, en su sangre, en su carne y en sus huesos, un átomo diferente de los que se encuentran en el cuerpo de los animales. Como éstos, al morir, devuelve a la tierra el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono que se habían combinado para formarlo; y tales elementos, por medio de nuevas combinaciones, volverán a formar otros cuerpos minerales, vegetales y animales. (La Génesis, cap. X, ítems 26 y 27; cap. XI, ítems 10 y 14.)

C. ¿Existe un enlace en la escala de los seres vivos? Lo que distingue al hombre de los animales, ¿es su cuerpo o su alma?

Luego de observar, aunque sea poco, la escala de los seres vivos desde el punto de vista orgánico, se puede reconocer que desde el liquen hasta el árbol y desde el zoofito hasta el hombre, hay una cadena que se va elevando gradualmente, sin interrupción, y en la cual todos sus eslabones tienen un punto de contacto con el eslabón precedente. Siguiendo paso a paso la cadena de los seres, se diría que cada especie es un perfeccionamiento, una transformación de la especie inmediatamente inferior. Puesto que las condiciones del cuerpo del hombre son idénticas a las de otros cuerpos,   química y constitucionalmente; puesto que nace, vive y muere de la misma manera, también debe haberse formado bajo las mismas condiciones que los otros.

Aunque eso hiera su orgullo, el hombre debe resignarse a ver que su cuerpo material es el último eslabón de la animalidad sobre la Tierra. Allí está el inexorable argumento de los hechos, contra el cual sería inútil protestar. Pero cuanto más disminuye de valor del cuerpo ante sus ojos, más crece la importancia del principio espiritual. Si el cuerpo lo rebaja al nivel del animal, el alma lo eleva a una altura inconmensurable. Vemos el límite al que llega el animal: no vemos el límite al que llegará el Espíritu del hombre. Por lo tanto, si se  considera sólo la materia, haciendo abstracción del Espíritu, el hombre no tiene nada que lo distinga del animal. Pero todo cambia de aspecto cuando se establece la distinción entre la habitación y el habitante. Lo mismo sucede con el hombre: no es su vestido de carne el que lo eleva por sobre la bestia y lo convierte en un ser especial; es su Ser espiritual, su Espíritu.  (La Génesis, cap. X, ítems 28 y 29; cap. XI, ítem 14.)


 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita