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Ano 8 - N° 384 - 12 de Octubre de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Día de los Niños, 90 años


Fue en 1924, hace 90 años, que se editó el Decreto número  4.867, que eligió el día 12 de Octubre como la fecha conmemorativa que conocemos como el Día de los Niños, que se conmemora en diferentes países, aunque eso ocurra en fechas distintas.

El origen del Día de los Niños en nuestro país remonta al año de 1923, cuando la ciudad de Rio de Janeiro, entonces Capital Federal, fue sede del 3º Congreso Suramericano del Niño. En el año siguiente, aprovechando la repercusión del evento, el diputado federal, Galdino do Valle Filho elaboró el proyecto que dio origen al decreto a que nos referimos.

El asunto permaneció, sin embargo, ignorado por un buen tiempo, hasta que, por iniciativa de una industria de juguetes, con apoyo de otros empresarios relacionados al área, en la década de 1950, fue revitalizada la conmemoración del día 12 de Octubre, pasando, así, el Día de los Niños a integrar el calendario de fechas conmemorativas del país.

Como hoy es 12 de Octubre, no existe oportunidad mejor para acordarnos lo que la doctrina espírita nos habla acerca del niño y de la importancia de la niñez en el desarrollo de las criaturas y de la propia sociedad.

Primeramente, enseña el Espiritismo que la niñez es común a todos los planetas que no atingieron el ápice del proceso evolutivo, constituyendo en ellos, como es fácil comprender, una transición necesaria.

¿Cuál es, para el Espíritu que vuelve a la reencarnación, la utilidad de pasar por el estado de infancia?

Esa cuestión fue formulada por Allan Kardec, que obtuvo de los instructores desencarnados la siguiente  respuesta:

“Encarnando, con el objetivo de perfeccionarse, el Espíritu, durante ese periodo, es más accesible a las impresiones que recibe, capaces de auxiliarle el adelanto, para lo que deben contribuir los incumbidos de educarlo.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 383.)

Más adelante, en la misma obra, los instructores espirituales agregaron otras informaciones que nos permiten entender por qué debemos tener el máximo cuidado y atención para con nuestros niños:

“Los niños son los seres que Dios manda a nuevas existencias. Para que no les puedan imputar excesiva severidad, les concede todos los aspectos de la inocencia. Aun cuando se trata de un niño de malas tendencias, le recubren las malas acciones con la tapa de la inconsciencia. Esa inocencia no constituye superioridad real con relación a lo que eran antes, no. Es la imagen de lo que deberían ser y, si no lo son, el consecuente castigo recae exclusivamente sobre ellas.” (El Libro de los Espíritus, cuestión 385.)

“No fue, todavía, por ellas solamente que Dios les dio ese aspecto de inocencia; fue también y sobre todo por sus padres, de cuyo amor necesita la fragilidad que las caracteriza. Ahora, ese amor se enflaquecería grandemente delante de un carácter áspero e intratable, al tiempo que, juzgando sus hijos buenos y dóciles, los padres les dedican todo el afecto y los rodean de los más minuciosos cuidados. Desde que, sin embargo, los hijos no más necesitan de la protección y asistencia que les fueron dispensadas durante quince o veinte años, les surge el carácter real e individual en toda la desnudez.” (Obra citada, cuestión 385.)

“La niñez aún tiene otra utilidad. Los Espíritus sólo ingresan en la vida corporal para  perfeccionarse, para mejorarse. La delicadeza de la edad infantil los torna flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de los que deban hacerlos progresar. En esa etapa es que se les puede reformar los caracteres y reprimir las malas tendencias. Tal el deber que Dios impuso a los padres, misión sagrada de que tendrán que dar cuentas.” (Obra citada, cuestión 385.)

En una conocida obra psicografada por Francisco Cândido Xavier, Emmanuel aludió al asunto, realzando igualmente la importancia del periodo infantil en el proceso evolutivo de la criatura humana:

“La juventud puede ser comparada a esperanzada salida de un barco para viaje importante. La niñez fue la preparación, la vejez será la llegada al puerto. Todas las etapas solicitan las lecciones de los marineros experimentados, aprendiéndose a organizar y a terminar el viaje con el éxito  deseable.” (Camino, Verdad y Vida, cap. 151.)   

¡Preparación! He aquí el nombre con que Emmanuel definió el estado de infancia, confirmando una tesis bien antigua que nos dice que el ciudadano se forma dentro de casa y que, por lo tanto, si deseamos tener una sociedad mejor, más justa, menos desigual y sobre todo más fraterna, es necesario cultivarla dentro de nuestros hogares, preparando desde temprano aquellos que un día estarán en el comando de las instituciones, de la empresas y del propio País.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita