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Año 8 382 – 28 de Septiembre de 2014
PAULO DA SILVA NETO SOBRINHO
paulosnetos@gmail.com

Belo Horizonte, MG (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Paulo da Silva Neto Sobrinho

Kardec no se anticipo
a Darwin

 

A veces oímos ponentes espíritas, aunque bien intencionados – pero, discúlpenos la sinceridad –, bien mal informados, hablan cosas que son dolorosas de oír, tal es el disparate. Específicamente, estamos refiriéndonos al tema sobre la evolución de los seres, cuando presenciamos un determinado conferenciante, hasta de mucho conocimiento, decir que, en la cuestión de la evolución de las especies, Kardec se anticipó a Darwin.

Quedamos boquiabiertos, tamaña nuestra sorpresa delante de tal información, pues, para nosotros, fue Kardec quién utilizó la teoría de Darwin, conforme iremos a demostrar.

Tenemos en mano el libro Evolución: del átomo al arcángel, una publicación de la Federación de Rio Grande do Sul, del cual transcribimos:
 

La idea de un encadenamiento evolucionado sin solución de continuidad entre los otros seres creados y el hombre sólo tuvo condiciones de afirmarse a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la publicación de dos importantes obras contemporáneas: El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, en 1857, presentando la evolución como un proceso espiritual continuo, que comprende a todos los seres, siendo el hombre “sólo el último hilo de la cadena de la animalidad en la Tierra” (La Génesis, capítulo 10, ítem 29), y El Origen de las Especies de Charles Darwin, en 1859, que busca explicar la evolución de las especies dentro de una escala biológica, incluyendo en ella al hombre, aún con algunas reservas, pues sabemos que la teoría darwiniana encontró, y encuentra hasta nuestros días, gran resistencia por parte de las Iglesias Cristianas. (PAIM, 2013, p. 142, negrita nuestra.)

Primero, nos gustaría hasta de pedir disculpas a la autora Zoé Mary Saraiva Paim, por citar su obra, cuya publicación tiene el sello de la Federación Espírita do Rio Grande do Sur, pero necesitábamos de alguna evidencia concreta para tratar el asunto. Así, no tenemos la mínima intención de desmerecer la obra o a su autora, sino apenas de ayudar en el esclarecimiento de ese asunto, para que podamos tener una idea exacta de los acontecimientos.

Lo que hemos visto es que no se presta la debida atención en un punto fundamental entre la obra de Allan Kardec y la de Charles Darwin; la primera, publicada el 18 de abril de 1857, la segunda el 22 de noviembre de 1859. Sólo que los estudiosos espíritas no se dan cuenta de que las actuales 1019 preguntas de El Libro de los Espíritus son de la segunda edición, del 18 de marzo de 1860, y ahí sí, él trata de la cuestión de la evolución espiritual, lo que no ocurrió en la primera edición de 1857, con 501 preguntas. De hecho, en la edición de 1857 la información es incluso contraria a la que tenemos con la segunda edición; por lo tanto, hay una diferencia en lo que se habla sobre el asunto entre la 1ª y la 2ª edición de El Libro de los Espíritus.

Un poco más adelante, la autora vuelve a afirmar:

 

[…] Ya tuvimos ocasión de resaltar, cuando hablamos sobre la teoría evolucionista, la correlación que hay entre el lanzamiento de El Libro de los Espíritus, en 1857, y la aparición de la obra de Darwin, El Origen de las Especies, dos años después. Ambas son complementadas. La primera se anticipa a la evolución biológica de Darwin y la coloca como resultado de la evolución espiritual.

Al final de la Introducción de “El Libro de los Espíritus”, Kardec escribió: “Si se observa la serie de los seres, se descubre que ellos forman una cadena sin solución de continuidad, desde la materia bruta hasta el hombre más inteligente. Sin embargo, entre el hombre y Dios, alfa y omega de todas las cosas, que inmensa laguna. ¿Será racional pensar que en el hombre terminan los anales de esa cadena y que él transporta sin transición la distancia que lo separa del infinito?” (p. 47). Kardec presentaba, así, ya en el inicio de su trabajo, el carácter evolucionista de la Doctrina de los Espíritus. […]. (PAIM, 2013, p. 3378-338, negrita nuestra.)

El problema aquí es que la falta de atención no permitió a la autora percibir que ese tramo de la Introducción de El Libro de los Espíritus, que cita, sólo aparece en la segunda edición, marzo de 1860; por lo tanto, esa observación de Kardec sólo apareció después de la divulgación de la teoría de la evolución de Darwin, al contrario de lo que muchos propagan – que Kardec se anticipó a la “Teoría Darwiniana” – sin atender la cronología de las ediciones.

Lo que los Espíritus dijeron, cuando la primera edición, deja eso bastante claro:
 

127 — ¿El alma del hombre, no habría sido ella antes el principio de la vida de los últimos seres vivos de la creación para llegar, por medio de una ley progresiva, hasta el hombre, recorriendo los diversos escalones de la escala orgánica?

“¡No! ¡No! Hombres nosotros somos desde nacidos”.

“Cada cosa progresa en su especie y en su esencia; el hombre jamás fue otra cosa que no un hombre. (KARDEC, 2004, p. 65, grifo nuestro.)

Los comentários de Kardec:
 

127 — Cualquiera que sea la diversidad de las existencias por las cuales pasa nuestro espíritu o nuestra alma, ellas pertenecen todas a la Humanidad; sería un error creer que, por una ley progresiva, el hombre pasó por los diferentes escalones de la escala orgánica para llegar a su estado actual. Así, su alma no puede haber sido antes el principio de la vida de los últimos seres animados de la creación para llegar sucesivamente al escalón superior: al hombre. (KARDEC, 2004, p. 65, negrita nuestra.)

Es clara la posición de los Espíritus y de Kardec que el Espíritu del ser humano jamás pasó por los varios reinos de la naturaleza para llegar al actual estado: el hominal. Lo que se admitía en la época de la primera edición era que el progreso – intelectual y moral – ocurría por el escalafón de la reencarnación; sin embargo, el Espíritu humano siempre encarnó y reencarnó en cuerpos humanos, por decirlo así.

En la segunda edición, Kardec pregunta a los Espíritus acerca de esa información que constó de la primera edición. Veamos las respuestas a algunas cuestiones que se conectan al asunto:

607. Dijisteis (190) que el estado del alma del hombre, en su origen, corresponde al estado de la infancia en la vida corporal, que su inteligencia sólo se abre y se ensaya para la vida. ¿Dónde pasa el Espíritu esa primera fase de su desarrollo?

“En una serie de existencias que preceden al período al que llamáis Humanidad.”

607. a) - Parece que, así, se puede considerar el alma como habiendo sido el principio inteligente de los seres inferiores de la creación, ¿no?

“¿Ya no dijimos que todo en la Naturaleza se encadena y tiende para la unidad? En esos seres, cuya totalidad estáis lejos de conocer, es que el principio inteligente se elabora, se individualiza poco a poco y se ensaya para la vida, conforme acabamos de decir. Es, de cierto modo, un trabajo preparatorio, como el de la germinación, por efecto del cual el principio inteligente sufre una transformación y se hace Espíritu. Entra entonces en el periodo de la humanización, comenzando a tener conciencia de su futuro, capacidad de distinguir el bien del mal y la responsabilidad de sus actos. Así, a la fase de la infancia le sigue la de la adolescencia, viniendo después la de la juventud y la de la madurez.

En ese origen, ninguna cosa hay de humillante para el hombre. ¿Se sentirán humillados los grandes genios por haber sido fetos informes en las entrañas que los generaron? Si alguna cosa hay que le sea humillante, es su inferioridad ante Dios y su impotencia para sondearle la profundidad de los designios y para apreciar la sabiduría de las leyes que rigen la armonía del Universo. Reconocer la grandeza de Dios en esa admirable armonía, mediante la cual todo es solidario en la Naturaleza. Creer que Dios haya hecho, sea lo que sea, sin un fin, y creado seres inteligentes sin futuro, sería blasfemar de su bondad, que se extiende por sobre todas sus criaturas.”

607. b) ¿Ese período de humanización comienza en la Tierra?

“La Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El periodo de la humanización comienza, generalmente, en mundos aún inferiores a la Tierra. Esto, sin embargo, no constituye una regla absoluta, pues puede suceder que un Espíritu, desde su inicio humano, esté apto para vivir en la Tierra. No es frecuente el caso; constituye antes una excepción.” (KARDEC, 2007a, 336-337, negrita nuestro.)

No resta duda que el principio inteligente que hoy se encuentra en el reino hominal, vino, vía progreso evolutivo, teniendo experiencias en los reinos inferiores, en la situación mencionada en la pregunta arriba, en el reino animal. Recomendamos al lector que también vea las preguntas y respectivas respuestas del número 608 a 611, que completan la que aquí presentamos.

La conclusión a que llegamos es exactamente lo contrario de lo que dicen. Para nosotros, fue Kardec que se aprovechó de la teoría de la evolución de las especies de Darwin para volver con el asunto y, como ya había soporte científico, los Espíritus fueron más explícitos en la cuestión, reformulando lo que dijeron anteriormente, para afirmar sobre la evolución del espíritu a través del reino animal. Recordando lo que había dicho Jesús en Juan, 16:12: “Tengo aún mucho que deciros, pero no podéis ahora entenderlo”.

Comprendemos que, para que pudiéramos entender, había la necesidad de tener un soporte científico para que la información tuviera condiciones de ser asimilada por nosotros.

Por otro lado, Kardec también dejó bien claro que: “[...] Caminando a la par con el progreso, el Espiritismo jamás será desfasado, porque, si nuevos descubrimientos le demuestran estar en error acerca de un punto cualquiera, él se modificará en ese punto. Si una verdad nueva se revelase, el la aceptará”. (KARDEC, 2007y, p. 54). Lo que demuestra que el Espiritismo deberá aliarse a las nuevas verdades científicas; evidentemente, obedeciendo a los principios morales y éticos cristianos.

 

Referência bibliográfica:

KARDEC, A. A Gênese. Rio de Janeiro: FEB, 2007e.

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos – primeira Edição de 1857. São Paulo: IPECE, 2004.

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos. Rio de Janeiro: FEB, 2007a.

PAIM, Z. M. S. Evolução: do átomo ao arcanjo. Porto Alegre: Francisco Spinelli, 2013.

imagem: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c4/Charles_Robert_Darwin_by_John_Collier-crop.jpg, acesso em 29/08/2013, às 16h44.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita