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Año 8 380 14 de Septiembre de 2014
EURÍPEDES KUHL          
euripedes.kuhl@terra.com.br 
Ribeirão Preto, SP (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Eurípedes Kühl

Venciendo nuestros
miedos

 
“Clasificamos el miedo como de los peores enemigos de la criatura, por alojarse en la ciudadela del alma, atacando las fuerzas más profundas.” (1)

Parte
2 e final

Por el Psicoanálisis tenemos que la mayoría de las fobias, en verdad, enmascaran un peligro simbólico, cuyo objeto exacto se esconde en las fibras del subconsciente, que muchas veces, como defensa subjetiva, deriva un hecho real para un peligro imaginario.

Como ejemplo, podemos citar el caso de Hans, un niño que fue psicoanalizado por Freud, y que tenía “pavor” a los caballos, a los cuales, paradójicamente, admiraba... En sus investigaciones, el gran maestro austriaco percibió que, para Hans, el caballo (animal fuerte) era una representación simbólica del padre, que vivía amenazándolo a castrarlo.

Vamos a citar algunas fobias:

- claustrofobia: es la más citada de todas las fobias y se refiere al miedo de lugares cerrados: [por la teoría Jung — Carl Gustav Jung (1875-1961), notable psiquiatra suizo —, ese miedo está relacionado al nacimiento. El ser necesita dejar el confort y atravesar un túnel estrecho, rumbo a lo desconocido...]; también se manifiesta junto a multitudes;

- nosofobia: el miedo a enfermar, lo que lleva el fóbico a juzgarse enfermo; comienza por el miedo de infectarse por microbios y por eso no da la mano en los saludos... Esa fobia conduce rápidamente a la hipocondría (búsqueda obcecada de tratamiento para enfermedades inexistentes);

- agorafobia: miedo a los espacios abiertos y amplios: (miedo de desplazarse sin ayuda);

(meditando sobre esa fobia, bien podemos calcular el coraje de Cristóbal Colon...);

- altofobia: miedo de las alturas;

- antropofobia: miedo de enfrentar a la sociedad, llevando al individuo a trágicas soledades;

- gerontofobia: miedo de envejecer... y hasta de la convivencia con personas ancianas;

- necrofobia: miedo a la muerte y hasta de los muertos;

- obesofobia: miedo de engordar (fobia muy cultivada por las jóvenes modelos de modas); casi siempre lleva a la anorexia (pérdida del apetito), que es puerta abierta al comprometimiento del sistema orgánico de defensa auto inmune;

- talasofobia: miedo del agua, ríos, etc.

Autoanálisis

Todos nosotros, sin excepción, tenemos miedos...

De eso, de alguna forma, siempre resultan grandes o pequeños malestares.

Así, se impone que idealicemos una “administración” de nuestros miedos.

Decimos “administración”, pues extinguirlos es totalmente imposible.

En primer lugar, nada mejor que identificar y clasificar el miedo.

Una vez identificados y clasificados nuestros miedos, el trabajo ahora es realizar un seguimiento del origen de ellos.

Para comenzar, debemos tener como certeza de que la humanidad siempre se enfrentó con el miedo y pocos no fueron los hombres que se dedicaron a explicarlo, primero para poder entenderlo, para enseguida eliminarlo.

Todos fracasaron, he ahí que el miedo, en cuanto sentimiento de evitar el mal, es un instrumento de supervivencia, sin exageraciones, de todos los seres vivos.

Porque hay la clase de miedo que es muy benéfica, como vimos.

De esa forma, el miedo tanto puede ser, en potencia, un amigo o un gran enemigo.

Si el peligro puede ser real o imaginario, el miedo también lo será.

Para un miedo ser identificado necesario se hace comprender cómo el se instaló, o, dicho de otra forma, cómo es que el “apareció”: cuándo, cómo, por qué.

Casi siempre el miedo se disfraza, echando mano de símbolos, en un proceso muy parecido con los sueños, cuya interpretación es problemática, justamente por el simbolismo con el cual la mayoría se presenta al soñador.

Es bajo convicción que afirmamos que el miedo puede y debe ser trabajado para hacerse un incomparable instrumento de equilibrio en nuestro día a día.

En todos los miedos, si la persona no consigue dominarlos racionalmente (autoliberación), un buen camino a continuación será buscar una orientación:

- en la fe: ¡en primer lugar, oraciones a Dios y al Ángel Guardián!

- en la familia: oyendo la experiencia de los padres y familiares más íntimos;

- en la ayuda espiritual: otra vía será buscar un orientador espiritual; de nuestra parte, sugerimos visita a un Centro Espírita y un diálogo con alguien dispuesto a oír a esa persona con tolerancia y fraternidad, sugiriendo caminos de terapia evangélica.

OBS.: Si la persona lo desea, nada impide el auxilio de un psicoanalista. Debemos considerar que la Medicina terrena con sus avances científicos es uno de los canales por el cual más tienen aportadas bienes venidos de la Espiritualidad, para bien de la Humanidad.

En el Espiritismo

La Doctrina de los Espíritus alecciona que todos tenemos un extenso pasado existencial, de multiplicadas existencias, que reflejan actualmente nuestro panel mental de emociones y sentimientos, panel ese que se actualiza segundo a segundo.

En posesión de tan trascendental comprensión, al espírita convencido será posible iniciar, por una enérgica y sincera auto-reforma, un intenso y permanente tratamiento, buscando liberarse de sus miedos, manías, fobias, neurosis y eventuales psicosis.

En la pregunta 919 de “El Libro de los Espíritus”, el Espíritu San Agustín nos da una preciosa manera de conocernos a nosotros mismos, a través del balance diario de nuestras acciones, al final de cada día, así como interrogaciones constante a la conciencia. Y en la “Introducción” de la misma obra registró, el propósito de nuestros temores:

“El Espiritismo muestra la realidad de las cosas y cómo eso aparta los funestos efectos de un temor exagerado”.

Tratándose de esa realidad de las cosas, a los espíritas corresponde comprender muchos hechos de la presente existencia, conjeturando que su origen puede estar en vidas pasadas.

OBS.: En Psicología, según C. G. Jung, que ya citamos, ese atavismo recibe el nombre de “sombra”, caracterizándose por componentes de la personalidad, formado por instintos, que producen sentimientos y acciones desagradables.

Sabiendo que el periespíritu guarda indeleblemente las llamadas “matrices psíquicas” (hechos marcados de otras existencias), no será difícil conjeturar que el miedo, en el presente, puede haberse originado por suicidio o por haber sido víctima, así:

- miedo de la multitud: ¿será que esa persona no fue condenada y quien sabe hasta apedreada en público?

- miedo a la altura: ¿no se habría suicidado tirándose o sido víctima de caída de peñascos?

- miedo del agua: ¿no se habría ahogado?

- miedo a lugares cerrados: ¿no habría muerto en un calabozo?

- miedo a los animales: ¿no se habría muerto bajo el ataque de alguno de ellos?

Además de eso, la obsesión y sus agentes ocultos fragilizan la razón del obsesado. De ahí que, vulnerable, él se hace casi siempre cliente de nuevos miedos... Es en ese punto que la plegaria sincera y la auto reforma se benefician del amparo de lo Más Alto.

Conclusión

El miedo edifica muros altos al discernimiento, impidiendo análisis, reflexiones y soluciones para nuestro día a día, cual linterna que se borra en la mente. Además de eso, es un gran generador de bloqueos, con pérdida de nuevas oportunidades de aprendizaje.

Infinitos miedos existen e infinitas son también las maneras de administrarlos.

Una constante, sin embargo, se impone: es que el miedo sea reconocido, analizado racionalmente y aceptado como parte de nuestra estructura emocional.

Siendo real, la prudencia dará el toque de cómo obrar.

Pero, si es imaginario, concienciado de eso, por sí mismo, en un auto-análisis o por consejo, ese miedo deberá ser enfrentado por el “miedoso”.

Luego se notará que hasta el miedo tiene miedo...

Como aseveró San Agustín, cualquier miedo se disuelve, delante de la fe, en un enfrentamiento racional. Con respeto, añadimos:

¡La lucha entre el miedo y la razón¡

Es igual a la de la avispa contra el león:

¡Incómoda sí, más no vence!

 


(1)
Instrução do Governador – In: “Nosso Lar”, André Luiz/FCX, Cap. 42, pg. 230, 48ª Ed., 1998, FEB, Rio/RJ.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita