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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 380 14 de Septiembre de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 19)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Qué es el Sol?

B. ¿Son desconocidos entre sí los seres que habitan los diferentes mundos?

C. ¿Cuál es la importancia de la Tierra en la jerarquía de los mundos?

Texto para la lectura

362. Diversidad de los mundos – Acompañándonos en nuestras excursiones celestes, visitasteis con nosotros, por el pensamiento, las inmensas regiones del espacio. Ante nuestras miradas, los soles sucedieron a los soles, los sistemas a los sistemas, las nebulosas a las nebulosas; ante nuestros pasos, se desplegó el panorama espléndido de la armonía del cosmos y gozamos por anticipado de la idea del infinito, que sólo según nuestra perfectibilidad futura podremos comprender en toda su extensión.

363. Es bueno, sin duda, reconocer cuán ínfima es la Tierra y cuán mediocre es su importancia en la jerarquía de los mundos; es bueno haber abatido la presunción humana, que nos es tan querida, y habernos humillado ante la grandeza absoluta; pero será aún más bueno, que interpretemos en sentido moral el espectáculo del que fuimos testigos. Quiero hablar del poder infinito de la Naturaleza y de la idea que nos debemos hacer de su modo de acción en los diversos dominios del vasto Universo.

364. Habituados como estamos a juzgar las cosas según nuestra insignificante y pobre morada, imaginamos que la Naturaleza no ha podido o no ha debido actuar sobre los otros mundos, sino según las reglas que conocemos en la Tierra. Ahora bien, es precisamente en este punto que importa reformar nuestra manera de ver.

365. Lanzad por un instante una mirada sobre una región cualquiera de vuestro globo y sobre una de las producciones de vuestra Naturaleza. ¿No reconocéis allí el sello de una variedad infinita y la prueba de una actividad sin par? ¿No veis en el ala de un pequeño pájaro de las Canarias y en el pétalo de un botón de rosa entreabierto la prodigiosa fecundidad de esta bella Naturaleza? Que se apliquen vuestros estudios a los seres que aletean en los aires, que desciendan a la violeta de los prados, que se sumerjan en las profundidades del océano, y en todo y por todas partes leeréis esta verdad universal: la Naturaleza omnipotente actúa según los lugares, los tiempos y las circunstancias; es una en su armonía general pero múltiple en sus producciones; juega con el Sol, como con una gota de agua; puebla de seres vivos un mundo inmenso con la misma facilidad con que hace que se abra el huevo puesto por un ave.

366. Ahora bien, si es tal la variedad que la Naturaleza nos ha podido mostrar en todos los lugares de este pequeño mundo tan estrecho, tan limitado, ¡cuánto más amplio debéis considerar ese modo de acción, al evaluar las perspectivas de los mundos enormes! ¡Cuánto más desarrollada y pujante debéis reconocerla, operando en esos mundos maravillosos que, mucho más que la Tierra, dan testimonio de su inapreciable perfección!

367. No veáis pues, alrededor de cada uno de los soles del espacio, sólo sistemas planetarios semejantes a vuestro sistema planetario. Pensad, por el contrario,  que así como ningún rostro de hombre es semejante a otro rostro en todo el género humano, así también una diversidad prodigiosa, inimaginable, ha sido esparcida por las moradas eternas que navegan en el seno de los espacios.

368. No penséis que los millones y millones de tierras que ruedan en la inmensidad sean semejantes a la que habitáis. Lejos de eso, aquellas difieren según las diversas condiciones que les fueron reservadas y de acuerdo al papel que a cada una le corresponde en el escenario del mundo.  Son variadas piedras preciosas de un inmenso mosaico, las flores diversificadas de un admirable jardín.

369. Capítulo VII – Esbozo geológico de la Tierra – La Tierra conserva en sí las huellas evidentes de su formación. Sus fases pueden ser seguidas con precisión matemática en los diferentes terrenos que constituyen su estructura. El conjunto de esos estudios constituye la ciencia llamada Geología, ciencia nacida en el siglo XIX y que proyectó luz sobre la tan controvertida cuestión del origen del globo terráqueo y de los seres vivos que lo habitan.

370. En este punto, no hay simples hipótesis; se trata del resultado riguroso de la observación de los hechos y, ante los hechos, ninguna duda se justifica. La historia de la formación de la Tierra está escrita en los estratos geológicos, de una manera más exacta que en los libros preconcebidos, porque es la misma Naturaleza que habla, que se desnuda, y no la imaginación de los hombres que crea sistemas.

371. Donde se observen huellas de fuego, se puede decir con certeza que allí hubo fuego; donde se vean las del agua, se puede decir que el agua estuvo allí; donde se observen las de los animales, se puede decir que allí vivieron animales.

372. La Geología es, pues, una ciencia totalmente de observación; sólo saca conclusiones de lo que ve; sobre los puntos dudosos, nada afirma; no emite opiniones discutibles porque espera de observaciones más completas, la solución que busca. Sin los descubrimientos de la Geología, así como sin los de la Astronomía, la Génesis del mundo todavía estaría en las tinieblas de la leyenda. Gracias a ellas, el hombre conoce hoy la historia de su morada, derrumbando, para no volver a levantar más, la estructura de fábulas que rodeaban su cuna.

373. En todos los terrenos donde existan zanjas, excavaciones naturales o practicadas por el hombre, se observa algo que llamamos estratificaciones, es decir, capas superpuestas. Los que presentan esta disposición son designados con el nombre de terrenos estratificados. Estas capas, de espesor variable, desde algunos centímetros hasta 100 metros o más, se distinguen entre sí por el color y por la naturaleza de las sustancias que las componen. Los trabajos de arqueología, la perforación de pozos, la explotación de canteras y, sobre todo, de minas, han permitido observarlas hasta una gran profundidad.

374. En general, las capas son homogéneas, es decir, cada una está constituida de la misma sustancia, o de sustancias diversas, pero existieron juntas y formaron un todo compacto. La línea de separación que aísla a unas de otras es siempre nítidamente trazada, como en las estructuras de una construcción. En ninguna parte se presentan mezcladas y confundidas unas en otras, en los puntos de sus respectivos límites, como sucede, por ejemplo, con los colores del prisma y del arco iris.

375. Por esas características, se reconoce que se formaron sucesivamente, depositándose una sobre otra, en condiciones y por causas diferentes. Las más profundas son, naturalmente, las que se formaron en primer lugar, formándose posteriormente las más superficiales. La última de todas, la que se encuentra en la superficie, es la capa de tierra vegetal que debe sus propiedades a los detritos de materias orgánicas provenientes de las plantas y los animales.

376. Las capas inferiores, ubicadas debajo de la capa vegetal, recibieron en geología el nombre de rocas, palabra que, en esa acepción, no implica siempre la idea de una sustancia pedregosa, sino que designa un lecho o banco hecho de una sustancia mineral cualquiera.

377. Unas están formadas por arena, arcilla o tierra arcillosa, marga (1), canto rodado; otras por piedras propiamente dichas, más o menos duras, tales como los mármoles, la greda blanca (2), los calcáreos o piedras calcáreas, las piedras molares o carbones de piedra, los asfaltos, etc. Se dice que una roca es más o menos resistente, según sea más o menos considerable su espesor.

378. Mediante el examen de la naturaleza de esas rocas o estratos, se reconoce por señales precisas que unas provienen de materias fundidas y, a veces, vitrificadas por la acción del fuego; otras, de sustancias terrosas depositadas por las aguas; algunas de estas sustancias permanecieron disgregadas, como la arena; otras, al principio en estado pastoso, por la acción de ciertos agentes químicos o por otras causas se endurecieron y adquirieron con el tiempo la consistencia de la piedra. Los bancos de piedras superpuestas indican depósitos sucesivos. El fuego y el agua han intervenido, pues, en la formación de los materiales que componen la estructura sólida del globo terráqueo.

(1) Marga - calcáreo arcilloso, o arcilla con mayor o menor tenor de carbonato cálcico. 

(2) Greda blanca - calcáreo formado por despojos de foraminíferos, radiolarios, corales, etc., que se encuentra mezclado sobre todo con arcilla. 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Qué es el Sol?

El Sol no está fijo, ni en un centro, como se creía en los primeros tiempos de la nueva astronomía, pero avanza por el espacio arrastrando consigo su vasto sistema de planetas, satélites y cometas. Esta marcha no es fortuita, ni va errante por los vacíos infinitos,  extraviándose con sus hijos y súbditos, lejos de las regiones que le han asignado. Su órbita está determinada y, en concurrencia con otros soles de su misma categoría y rodeados todos de cierto número de tierras habitadas, gravita en torno de un sol central. Su movimiento de gravitación, como el de sus soles hermanos, no es apreciable mediante observaciones anuales, porque sólo un gran número de periodos seculares podría determinar uno de esos años astrales. (La Génesis, cap. VI, ítems 41 a 44.)

B. ¿Son desconocidos entre sí los seres que habitan los diferentes mundos?

No. Una misma familia humana fue creada en la universalidad de los mundos y los lazos de una fraternidad que todavía no sabéis apreciar fueron dados a esos mundos. Si los astros que se armonizan en sus vastos sistemas son habitados por inteligencias, no lo son por seres desconocidos unos de otros, sino al contrario, por seres marcados en la frente con el mismo destino, que se deben encontrar, temporalmente, según sus funciones de vida, y encontrar de nuevo, según sus mutuas simpatías. Es la gran familia de los Espíritus que pueblan las tierras celestes; es la gran irradiación del Espíritu divino que abarca la extensión de los cielos y que permanece como el tipo primitivo y final de la perfección espiritual. (La Génesis, cap. VI, ítems 54 a 56.)

C. ¿Cuál es la importancia de la Tierra en la jerarquía de los mundos?

Ínfima es la Tierra y mediocre es su importancia en la jerarquía de los mundos, hecho que tiene el mérito de abatir la presunción de los que habitan nuestro planeta. (La Génesis, cap. VI, ítems 59.)

 
 

 


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