WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
   
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 379 – 7 de Septiembre de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 18)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868.  Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. Las leyes que regulan la formación de los astros, ¿presiden también su destrucción?

B. ¿Cómo surgió la Luna?

C. ¿Qué son los cometas?

Texto condensado para la lectura

347. Eterna sucesión de los mundos – Una única ley, primordial y general, ha sido otorgada al Universo para asegurar eternamente su estabilidad. Esta ley general es perceptible por nuestros sentidos mediante muchas acciones particulares a las que llamamos fuerzas rectoras de la Naturaleza. La armonía del mundo entero, considerada bajo el doble aspecto de la eternidad y del espacio, está garantizada por esa ley suprema.

348. Si nos remontamos al origen primero de las aglomeraciones primitivas de sustancia cósmica, observaremos que ya entonces, bajo el imperio de esa ley, la materia sufre las transformaciones necesarias que llevan del germen al fruto maduro, y que bajo el impulso de las diversas fuerzas nacidas de esa ley, recorre la escala de las revoluciones periódicas. En primer lugar, centro fluídico de los movimientos; en seguida, generador de los mundos; más tarde, núcleo central y atractivo de las esferas que han nacido de su seno.

349. Ya sabemos que esas leyes presiden la historia del Cosmos; lo que importa saber ahora es que también presiden la destrucción de los astros, porque la muerte no es sólo una metamorfosis del ser vivo sino también una transformación de la materia inanimada. Si es exacto decir, en sentido literal, que la vida sólo es accesible a la hoz de la muerte, no es menos exacto decir que la sustancia debe necesariamente sufrir las transformaciones inherentes a su constitución.

350. Supongamos un mundo que desde su cuna primitiva recorrió toda la extensión de los años que su organización especial le permitía recorrer. Al extinguirse el foco interior de su existencia, sus elementos perdieron la virtud inicial; los fenómenos de la Naturaleza, que reclamaban para producirse la presencia y la acción de las fuerzas otorgadas a ese mundo, ya no pueden producirse más, porque la palanca de su actividad ya no dispone del punto de apoyo que le era indispensable. Ahora bien, ¿será que esa tierra extinguida y sin vida va a continuar gravitando en los espacios celestes sin una finalidad, y a pasar como ceniza inútil por el torbellino de los cielos? ¿Permanecerá inscrita en el libro de la vida universal, cuando ya se convirtió en letra muerta y vacía de sentido? No. Las mismas leyes que la elevaron sobre el caos tenebroso y que la premiaron con los esplendores de la vida, las mismas fuerzas que la gobernaron durante los siglos de su adolescencia, que afirmaron sus primeros pasos en la existencia y que la condujeron a la edad madura y a la vejez, también van a presidir la desagregación de sus elementos constitutivos, a fin de restituirlos al laboratorio donde el poder creador absorbe sin cesar las condiciones de la estabilidad general.

351. Estos elementos van a retornar a la masa común de éter, para asimilarse a otros cuerpos o para regenerar otros soles. Y la muerte no será un acontecimiento inútil, ni para el mundo que consideramos ni para sus hermanos. En otras regiones renovará otras creaciones de naturaleza diferente y allí, donde los sistemas de mundos se desvanezcan, renacerá pronto otro jardín de flores más brillantes y más perfumadas.

352. De ese modo, la eternidad real y efectiva del Universo se encuentra garantizada por las mismas leyes que dirigen las operaciones del tiempo. Los mundos suceden a los mundos y los soles a los soles, sin que el inmenso mecanismo de los vastos cielos sea jamás alcanzado en sus gigantescos resortes. Donde vuestros ojos admiran espléndidas estrellas en la bóveda nocturna, donde vuestro espíritu contempla irradiaciones magníficas que resplandecen en los espacios distantes, desde hace mucho tiempo el dedo de la muerte extinguió esos esplendores, desde hace mucho el vacío sucedió a esos deslumbramientos y ya recibe incluso nuevas creaciones aún desconocidas.

353. La inmensa distancia a que se encuentran esos astros, por efecto de la cual la luz que nos envían emplea miles de años para llegar hasta nosotros, hace que recién hoy recibamos los rayos que ellos nos enviaron mucho tiempo antes de la creación de la Tierra y que aún los admiraremos durante miles de años después de su desaparición real.  

354. Aquí hay un efecto del tiempo que la luz emplea para atravesar el espacio. Siendo su velocidad de 300.000 km por segundo (1), nos llega del Sol en 8 minutos y 13 segundos. De ahí resulta que, si un fenómeno ocurre en la superficie del Sol, no lo percibimos sino 8 minutos más tarde y, por la misma razón, aún lo veremos 8 minutos después de haber  cesado. Si, debido a su lejanía, la luz de una estrella tarda mil años para llegar a nosotros, recién veremos esa estrella mil años después de su formación.

355. Ante esto, cabe preguntar: ¿Qué son seis mil años de la humanidad histórica frente a los períodos seculares? Segundos en vuestros siglos. ¿Qué son vuestras observaciones astronómicas ante el estado absoluto del mundo? La sombra eclipsada por el Sol. Entonces, reconozcamos aquí, como en nuestros otros estudios, que la Tierra y el hombre son nada en comparación con lo que existe y que las más colosales operaciones de nuestro pensamiento aún se extienden apenas sobre un campo imperceptible, ante la inmensidad y la eternidad de un universo que nunca tendrá fin.

356. La vida universal – La inmortalidad de las almas, que tiene como base el sistema del mundo físico, pareció imaginaria a ciertos pensadores prejuiciosos; la calificaron irónicamente de inmortalidad viajera y no comprendieron que sólo ella es verdadera ante el espectáculo de la Creación. Sin embargo, se puede hacer comprender toda su grandeza, casi diríamos: toda su perfección.

357. Que las obras de Dios sean creadas para el pensamiento y la inteligencia; que los mundos sean moradas de seres que las contemplan y descubren en ellas, bajo el velo, el poder y la sabiduría de Aquél que las formó, son cuestiones que ya no nos ofrecen duda; pero, lo que importa saber, es que las almas que las pueblan sean solidarias.

358. La inteligencia humana encuentra dificultad para considerar a esos globos radiantes que brillan en la inmensidad como simples masas de materia inerte y sin vida. Le cuesta pensar que en esas regiones distantes no haya magníficos crepúsculos y noches espléndidas, soles fecundos y días llenos de luz, valles y montañas, donde las producciones múltiples de la Naturaleza desarrollan toda su lujuriosa pompa. Le cuesta imaginar, digo, que el espectáculo divino en el que el alma puede fortalecerse esté desprovisto de existencia y carente de algún ser pensante que pueda conocerlo.

359. A esta idea eminentemente justa de la creación, es necesario agregarle la de la humanidad solidaria y en eso consiste el misterio de la eternidad futura. Una misma familia humana fue creada en la universalidad de los mundos y los lazos de una fraternidad que todavía no sabéis apreciar fueron dados a esos mundos.

360. Si los astros que se armonizan en sus vastos sistemas son habitados por inteligencias, no lo son por seres desconocidos unos de otros, sino al contrario, por seres marcados en la frente con el mismo destino, que se deben encontrar, temporalmente, según sus funciones de vida, y encontrar de nuevo, según sus mutuas simpatías. Es la gran familia de los Espíritus que pueblan las tierras celestes; es la gran irradiación del Espíritu divino que abarca la extensión de los cielos y que permanece como el tipo primitivo y final de la perfección espiritual.

361. ¿Por qué singular aberración creyó que era necesario negar a la inmortalidad las vastas regiones de éter, cuando la encerraban en un límite inadmisible y en una dualidad absoluta? El verdadero sistema del mundo, ¿debía, entonces, preceder a la verdadera doctrina dogmática y la Ciencia preceder a la Teología? ¿Se extraviará ésta última en tanto establezca su base sobre la Metafísica? La respuesta es fácil y muestra que la nueva filosofía se sentará triunfante sobre las ruinas de la antigua, porque su base se habrá erguido victoriosa sobre los antiguos errores.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. Las leyes que regulan la formación de los astros, ¿presiden también su destrucción?

Sí. Son las mismas leyes las que presiden la formación y la destrucción de los astros, porque la muerte no es sólo una metamorfosis del ser vivo, sino también una transformación de la materia inanimada. Si es exacto decir, en sentido literal, que la vida sólo es accesible a la hoz de la muerte, no es menos exacto decir que la sustancia debe necesariamente sufrir las transformaciones inherentes a su constitución. (La Génesis, capítulo VI, ítem 49.)

B. ¿Cómo surgió la Luna?

Antes que las masas planetarias hubiesen alcanzado un grado de enfriamiento suficiente para que se produzca su solidificación, masas menores, verdaderos glóbulos líquidos, se desprendieron de algunas de ellas del plano ecuatorial, plano en el que la fuerza centrífuga es mayor y, por efecto de las mismas leyes, adquirieron un movimiento de traslación alrededor del planeta que las generó, como les sucedió a éstos en relación al astro central que les dio origen. Fue así como la Tierra dio nacimiento a la Luna, cuya masa, de menor consideración, debió sufrir un enfriamiento más rápido. Ahora bien, las leyes y las fuerzas que presidieron el hecho de que ella se desprenda del ecuador terrestre, y su movimiento de traslación en el mismo plano, actuaron de tal manera que ese mundo, en vez de revestir la forma esferoidal, tomó la de un globo ovoide, es decir, la forma alargada de un huevo, con el centro de gravedad ubicado en la parte inferior. (La Génesis, capítulo VI, ítems 24 y 25.)

C. ¿Qué son los cometas?

Astros errantes, los cometas son los guías que nos ayudarán a atravesar los límites del sistema solar al que pertenece la Tierra y nos conducirán a las regiones lejanas de la inmensidad sideral. Esos cuerpos celestes son muy diferentes de los cuerpos planetarios; no tienen como ellos, el destino de servir de morada a las humanidades. Van sucesivamente de sol en sol, enriqueciéndose a veces por el camino con fragmentos planetarios reducidos al estado de vapor, absorbiendo en los focos solares los principios vivificantes y renovadores que derraman sobre los mundos terrestres. (La Génesis, capítulo VI, ítems 28 a 31.)

 

(1) Fue en 1983 que la velocidad de la luz fue estipulada definitivamente por la Conferencia General de Pesos y Medidas con el número de 299.792.458 metros por segundo, debido a la redefinición de la medida del metro en el Sistema Internacional de Unidades.

 

 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita