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Año 8 376 17 de Agosto de 2014
JORGE HESSEN  
jorgehessen@gmail.com   
Brasília, Distrito Federal (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Jorge Hessen

Ideologia partidaria
x
Doctrina de los espíritus

 

El legado de la tolerancia doctrinaria no se debe manifestar en la forma de omisión delante de los injertos conceptuales e ideas anómalas que algunos compañeros intentan imponer en las instituciones doctrinarias en nombre de la militancia política. Principalmente en las proximidades de las disputas para elecciones político-partidarias, en que surgen aquí y allá discusiones sobre si el espírita debe o no acceder a ser candidato a algún cargo elector.

En verdad, la Doctrina de los Espíritus no estimula la decisión para funciones en las estructuras político-partidarias. Y no ajusta su tribuna al servicio de la propaganda partidaria de cualquier candidato. La tarea urgente del espírita es la transformación de comportamiento individual, la lucha por el ideal del bien, en nombre del Evangelio. Actuando así, los espíritas no están ajenos a las cuestiones políticas; se engaña quién piensa lo contrario. Los espíritas incorruptibles, fieles a la familia, a la sociedad y a los compromisos morales, son, íntegramente, ciudadanos activos, que ejercen el derecho y/u obligación (depende del punto de vista) de votar: sin embargo, sin vínculos con las absurdas contiendas ideológico-partidarias.

Si algún compañero está vinculado a cualquier partido político, si desea concursar como candidato a cargo electivo, obviamente tiene total libertad de hacerlo, pero que actúe muy lejos de los ambientes espíritas, de modo que no camufle, dentro de la Institución Espírita, disfrazada intención, buscando conquistar votos de los frecuentadores. El exceso de cautela en ese caso es recomendable; no es cuestión de prejuicios; es hasta una cuestión de lógica, pues, discutiéndose asuntos de la política humana, es inadmisible traer, para las huestes espíritas, el partidismo, la ideología (de “derecha”, “izquierda”, “centro”, “ambas”, etc. etc. etc.). Si bien, como ciudadano, cada espírita tenga el derecho y el libre-albedrío para militar en el universo fragmentado de las ideologías político-partidarias, no tiene el derecho de confundir las cosas. No olvidemos que el Espiritismo no es un fragmento de la política mundana,  ni tampoco se envuelve con grupos políticos sectarios, que utilizan medios contradictorios con los fines de poder.

Como vemos, por razones obvias, repetimos, es imperioso distinguir el interés de valor inocuo de la política humana de la excelsa política de Jesús – la “Verdadera luz que ilumina a todo hombre” (1). Cuando trabajamos por la erradicación de la miseria y de la exclusión social, estamos adoptando la política “de Aquel que es desde el principio” (2). La política del verdadero espírita es a favor del ser humano y de su crecimiento espiritual. El espírita consciente no se somete ni se omite delante del poder político, y ni tampoco asume el lugar de “oposición” o de “situación”. Hasta porque "el discípulo sincero del Evangelio no necesita respirar el clima de la política administrativa del mundo para cumplir el ministerio que le es cometido. El Gobernador de la Tierra, entre nosotros, para atender a los objetivos de la política del amor, representó, antes de todo, los intereses de Dios junto al corazón humano, sin necesidad de porterías y decretos, respetables sin embargo” (3).

Bezerra y Eurípedes

El primer capítulo del Estatuto de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas establece la siguiente PROHIBICIÓN (eso aún, ¡PROHIBICIÓN!): “Las CUESTIONES POLÍTICAS, DE CONTROVERSIA RELIGIOSA Y DE ECONOMÍA SOCIAL EN ELLA [S.P.Y.Y.] SON INTERDICHAS”. Por lo tanto, y por imparcial razón, es inaceptable que alguien utilizara la tribuna espírita para propaganda político-partidaria. De la misma forma, es situación deprimente que un espírita utilice palancas electorales a fin de implorar votos, valiéndose demagógicamente de sofismas y simulacros de “modestia”, “pobreza”, “humildad” “altruismo”, “tolerancia”, exaltando sus inigualables “virtudes” y colosales obras de “caridad”. Aconsejamos a tales imponderados "espíritas”, mendigos de votos, que se alejen del Espiritismo y opten por otro credo, a fin de que sea asegurado al movimiento espírita la no contaminación de esa infecciosa política mísera y mezquina de intereses personales.

Algunos defensores de la politización en  las casas espíritas evocan a Bezerra de Menezes y Eurípedes Barsanulfo a fin de justificar sus fundamentos. La carrera política de Bezerra de Menezes se inició en 1861, cuando fue elegido concejal municipal por el Partido Liberal. Fue reelegido para el periodo 1864-1868 y se eligió Diputado General en 1867. Nuevamente fue elegido concejal en 1873. Ocupó el cargo de presidente de la Cámara, que actualmente corresponde al de alcalde de Rio de Janeiro, de julio de 1878 a enero de 1881. En esa época, la intensificación de la lucha abolicionista tuvo la adhesión de Bezerra, que usó  extrema prudencia en el trato del asunto. Sin embargo, el día 16 de agosto de 1886, el público de dos mil personas que llenaban la sala de honra de la Guardia Vieja, en Rio de Janeiro, oyó, silencioso y atónito, al famoso médico y político anunciar su conversión al Espiritismo. A partir de ahí, no se envolvió con el partidismo político.

En cuanto a Eurípedes Barsanulfo, fue respetable representante político de su comunidad, a buen seguro. Se hizo secretario de la Hermandad de San Vicente de Paul, habiendo participado activamente de la fundación del periódico "Gaceta de Sacramento" y del "Liceo Sacramentano". Inmediatamente se vio elevado a la posición natural de líder, por su segura orientación en cuanto a los verdaderos valores de la vida. A través de informaciones prestadas por uno de sus tíos, tomó conocimiento de la existencia de los fenómenos espíritas y de las obras de la Codificación Espírita. Delante de los hechos, volcó completamente sus actividades para la nueva Doctrina, investigando por todos los medios y maneras, hasta deshacer totalmente sus dudas. A partir de ahí, el partidismo político dejó de ser parte integrante de los anhelos del joven minero.

No tenemos necesidad de representantes políticos

Por fuertes razones, es necesario que hagamos una profunda distinción entre Espiritismo y política partidaria. Somos “políticos” desde que nacemos y vivimos en sociedad; sí, ¿y qué? La Doctrina Espírita no podrá, jamás, ser vehículo de especulación de las ambiciones particulares en ese campo. Si el mundo gira en función de políticas económicas, administrativas y sociales, no hay como tolerar militancia política dentro de las huestes espíritas. No se sostienen las tesis simplistas de que sólo con nuestra participación efectiva en los procesos políticos a nuestro alcance ayudaremos a mejorar el mundo. Eso es necedad ideológica.

No hay como confundir la política terrena de intereses más pequeños con la política del “Hijo del Altísimo” (4). Cada situación en su dimensión correcta. Política partidaria, a los políticos pertenece, mientras que práctica espírita es actividad para espíritas cristianos. El argumento de que los parlamentarios se sirven, con el pretexto de “defender” los postulados de la Doctrina, o conquistar prestigio social para las huestes espíritas, o, aún, ser una "luz" entre los legisladores, es argumento astuto, deshonesto. "NO TENEMOS NECESIDAD ABSOLUTA DE REPRESENTANTES OFICIALES DEL ESPIRITISMO EN SECTOR ALGUNO DE LA POLÍTICA HUMANA" (5).

Los legítimos estudiosos espiritistas se acercan a la comprensión de vivir naturalmente impregnados de buen sentido y humildad. Entienden que "la misión de la doctrina es consolar e instruir, en Jesús, para que todos movilicen sus posibilidades divinas en el camino de la vida. Intercambiarla por un lugar en el banquete de los Estados es invertir el valor de las enseñanzas, porque todas las organizaciones humanas son pasajeras en base de la necesidad de renovación de todas las fórmulas del hombre en la ley del progreso universal" (6).

Más una vez, afianzamos que no se sostienen las tesis inútiles de que sólo con nuestra participación efectiva en los procesos políticos a nuestro alcance ayudaremos a “mejorar” el Brasil. No olvidemos que el “Rey de los Siglos” (7) meditó mucho la mejora de la criatura en sí. No nos consta que “Hijo de Dios” (8) hubiera abierto cualquiera proceso político-partidario contra o a favor del poder constituido a la época. Por lo tanto, nuestra conducta apolítica (apolítica) no debe ser encarada como conformismo; por el contrario, esa actitud es sinónima de paciencia laboriosa, que trabaja siempre para mejorar las situaciones y cooperar con aquellos que reciben la responsabilidad de la administración de nuestros intereses públicos.

Es acertado recordar que, en los imperceptibles consentimientos, vamos descaracterizando el programa de la Tercera Revelación. A título de tolerancia, diversas veces cerramos los ojos para la politización en las casas espíritas; sin embargo la experiencia demuestra que, a veces, es presumible hasta cerrar un ojo, sin embargo nunca los dos. Considerando que nuestro mundo es la morada de la opinión, es natural que presentemos para los compañeros militantes políticos desacuerdos sobre ese tema. Inadmisible, sin embargo, con miras a la propia orientación de la Doctrina Espírita, es el clima de imposiciones que se coloca, no es raro, envolviendo a los que confunden intensidad con agresividad, o defensa de la verdad con inflexibilidad.

Estamos invertidos de compromiso más inmediato, en vez de bucear en el mundo de la política saturada por equívocos deplorables. Por eso, no debemos buscar una posición de destaque, para nosotros mismos, en las administraciones transitorias de la Tierra. Si fuéramos convocados por las circunstancias, debemos aceptarla, no por honra de la Doctrina que profesamos, sino como experiencia compleja, donde todo éxito es siempre muy difícil. "El espiritista sincero debe comprender que la iluminación de una conciencia es como si fuera la iluminación de un mundo, destacándose que la tarea del Evangelio, junto a las almas encarnadas en la Tierra, es la más importante de todas, ya que constituye una realización definitiva y real. La misión de la doctrina es consolar e instruir, en Jesús, para que todos movilicen sus posibilidades divinas en el camino de la vida. Intercambiarla por un lugar en el banquete de los Estados es invertir el valor de las enseñanzas, porque todas las organizaciones humanas son pasajeras en base a la necesidad de renovación de todas las fórmulas del hombre en la ley del progreso universal."(9)

Conclusión

Si fuese una sociedad educada para la tolerancia recíproca, para el respeto a la autoridad, para el trabajo persistente, sin conflictos entre servidores y gobierno, empresarios y trabajadores, en que las personas se unieran para comprender la necesidad de los valores espirituales en la vida de cada uno o de cada grupo social, seríamos un país venturoso y pacífico. Muchos podemos admirar la política en cuanto a ciencia, mientras principios, mientras filosofía, pero definitivamente no necesitamos envolvernos en partidismos políticos.  Pensamos ser justos en luchar por nuestra acción voluntaria en la Sociedad, sea en la acción profesional, sea en la acción de ciudadanía, sin intercambiar nuestra dignidad por politiqueos o conveniencias personales.

 

Referências bibliográficas: 

1        João 1:9

2        1 João 2:13

3        Xavier, Francisco Cândido. Vinha de Luz, ditado pelo Espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 1999, cap. 59

4        Lc 1.32

5        VIEIRA, Waldo. Conduta Espírita, Ditado pelo Espírito André Luiz, Rio de janeiro: FEB, 2001, Cap. 10

6        Xavier, Francisco Cândido. O Consolador, ditado pelo Espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 1984, pergunta 60

7        1Tm 1.17

8        Mt 2.15

9        Xavier, Francisco Cândido. O Consolador, ditado pelo Espírito Emmanuel, Rio de Janeiro: Ed. FEB, 1984, pergunta 60. 



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita