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Año 8 375 10 de Agosto de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

Cien años después y el mundo aún no aprendió


Se registró en el pasado mes el primer centenario del inicio de la 1ª Guerra Mundial, un conflicto cuyo estopín inicial fue el asesinato del archiduque Francisco Ferdinando, heredero del trono del imperio austrohúngaro, ocurrido en el día 28 de Junio de 1914 en Sarajevo, hoy capital de Bosnia y Herzegovina.

Es obvio que Europa no fue a un conflicto de esa magnitud por causa de la muerte de Francisco Ferdinando. Factores innúmeros prenunciaban que algo así estaba por ocurrir, como varios analistas destacarían después como siendo las causas inmediatas del conflicto:

·         disputas coloniales;

·         concurrencia económica, especialmente entre el Reino Unido y Alemania;

·         movimientos nacionalistas como el paneslavismo y el pangermanismo;

·         revanchismo francés en razón de la derrota en la guerra franco prusiana en 1870.

El conflicto, que terminó en el día 11 de Noviembre de 1918 con la victoria de los Aliados, envolvió las mayores potencias del mundo, que se organizaron inicialmente en dos alianzas opuestas: de un lado los Aliados y del otro los Imperios Centrales, teniendo adelante Alemania y el imperio y austrohúngaro. Los Estados Unidos de América entraron más tarde en el conflicto, posicionándose al lado del Reino Unido y de Francia.

Después de 4 años de guerra, he aquí algunos de sus frutos que dejaron huellas:

·         cerca de 9 a 15 millones de muertos;

·         10 millones de heridos;

·         naciones devastadas;

·         fortalecimiento del nacionalismo agresivo;

·         inestabilidad económica en diversos países;

·         aumento del desempleo en Europa.

Esos resultados, unidos a otros factores de naturaleza económica y étnica, fueron las causas principales que – 21 años después – darían origen a la 2ª Guerra Mundial, iniciada en 1939, cuyos resultados fueron todavía más devastadores.

Nos acordamos de esos hechos apenas para registrar que el mundo, a pesar de tantas muertes y de la destrucción de sueños y de familias enteras, aún no aprendió que jamás la guerra será solución para los problemas humanos. Si fuese ella solución para alguna cosa, el planeta Tierra sería un verdadero paraíso, cosa que no es y está muy lejos de ser, es decir que los conflictos violentos que todos los días son notificados por la Tele y por la gran prensa, los cuales no son exclusivos de continente ninguno y cuyo final sólo Dios sabe cuando se dará.

Hace 157 años Allan Kardec preguntó a los instructores de la espiritualidad: “¿De la faz de la Tierra, algún día, la guerra desaparecerá?”.

Ellos contestaron: “Sí, cuando los hombres hayan comprendido la justicia y hayan practicado la ley de Dios. En esa época, todos los pueblos serán hermanos.” (El Libro de los Espíritus, 743.)

Hayan comprendido la justicia…

Hayan practicado la ley de Dios…

Es decir… Ese día está muy lejos.

Tendremos de desencarnar y reencarnar innúmeras veces para poder apreciarlo, lo que es, infelizmente, una lástima. 



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita