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Año 8 370 6 de Julio de 2014
MARCUS DE MARIO     
marcusdemario@gmail.com      
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Marcus De Mario

Evangelio y Espiritismo, un himno al amor inmortal


El trabajo de Kardec en la elaboración de El Evangelio
según el Espiritismo y la transformación del
pensamiento religioso de la humanidad 

Parte 1

Después del lanzamiento de El Libro de los Espíritus (1857) y El Libro de los Médiums (1861), un nuevo desafío surgía en el horizonte, invitando a Allan Kardec para una tarea más de importancia: analizar, interpretar y dar vida a las enseñanzas de Jesús por medio de la visión espírita sobre el ser y la vida. Era, en verdad, un desafío, desentrañar el pensamiento vivo del modelo y guía de la humanidad de los textos evangélicos, sin caer en la tentación de hacer teología, o sea, un estudio formal, académico, de la religión.

Más aún, pues Kardec estaría defendiendo la cara religiosa del Espiritismo, desplegando las consecuencias morales de su filosofía, pero sin, con eso, crear una nueva religión, sólo destacando que la doctrina espírita también es religión, no en el sentido formal de dogmas, formalismos y rituales, sino en el amplio sentido de la religiosidad que presenta el parámetro de la fe razonada.

Estudioso igualmente de las cuestiones religiosas, habiendo escrito diversos artículos y análisis críticos a través de la Revista Espírita sobre las religiones católica y protestante, en textos que mostraban su amplio conocimiento, su argucia, y abastecido por amplios abordajes de los Espíritus Superiores, dio entonces inicio a la obra que tendría su edición definitiva en el año 1864, y que obtuvo por título El Evangelio según el Espiritismo.

La elaboración de la obra

Inicialmente tuvo que escoger la traducción francesa más fiel a los originales, la más aceptada por el clérigo católico, así como por los pastores protestantes. Escogió la traducción de Sacy, muy conocida y utilizada en la época. Pero ese fue sólo el inicio del proyecto. La vida y obra de Jesús es vasta. Muchos estudios ya habían sido publicados. Las interpretaciones variaban. Las discusiones teológicas eran interminables. ¿Por dónde comenzar? ¿Qué destacar? Siguiendo las orientaciones de los benefactores espirituales, eligió por contenido de la obra lo que es universal, inatacable y esencial para el progreso del hombre: las enseñanzas morales de Jesús.

Como informa en la presentación del libro, evitaba así entrar en el terreno de las polémicas, dedicándose exclusivamente a mostrar la visión espírita sobre las enseñanzas morales del Maestro y su aplicación a las diversas circunstancias de la vida. No iba a escribir un libro de discusión teórica, sino un manual práctico, un guión muy útil para que el hombre consiguiera, a través de la comprensión más profunda del Evangelio, encontrar respuestas para las causas de las aflicciones y el mejor camino para encontrar la paz y la felicidad, tanto en esta existencia como en la continuidad de la vida después de la muerte.

Advertido por los Espíritus, Allan Kardec sabía que cielos y tierras irían a temblar. Que su nombre sería excomulgado por los liderazgos católicos, que el libro sería colocado en el índice de libros prohibidos, que muchos espíritas no comprenderían la faceta religiosa de la doctrina, pero nada de eso importaba, pues sabía que El Evangelio según el Espiritismo era una obra impostergable, necesaria, un marco en la transformación de la cultura religiosa de la humanidad. Entonces, se puso en acción.

Leyó y releyó los Evangelios. Clasificó los pasajes por temas. Juntó las narraciones de los evangelistas. Los capítulos fueron surgiendo y los textos explicativos, siempre basados en los principios de la existencia de Dios, de la inmortalidad del alma, del intercambio entre desencarnados y encarnados y de la ley de evolución a través de la reencarnación, fueron siendo elaborados. A la vez, Kardec recibía de centenares de grupos espíritas esparcidos por Francia y demás países, mensajes de los Espíritus sobre los más diversos temas de las enseñanzas de Jesús. Tuvo entonces inicio una segunda etapa de la elaboración del libro: escoger de entre esos mensajes los que mejor encajaban en los temas de cada capítulo.

Fueron horas, días, semanas y meses consumidos en la elaboración del proyecto. Por lo menos dos años exhaustivos de trabajo regular, eso en medio de la correspondencias, ediciones mensuales de la Revista Espírita, viajes de propaganda del Espiritismo a través de charlas, reuniones semanales de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, en una gama variada de tareas que absorbían buena parte de su precioso tiempo, pero que él organizaba con método, extrayendo de cada hora el máximo posible en producción.

Así surgió el esquema del libro, seguido en cada capítulo: primero, a(s) pasaje(s) evangélica(s); segundo, los comentarios y explicaciones de Kardec; tercero, los mensajes de los amigos espirituales. Todo ordenado y concatenado con lógica y, a la vez, envuelto por el sentimiento sublime del amor, en una obra que hace vibrar las fibras más íntimas del alma.

Retiro espiritual

Informaciones publicadas en el libro Obras Póstumas, editada por los espíritas franceses en 1890, reuniendo textos y anotaciones inéditas de Allan Kardec, dan cuenta que el año de 1863, por solicitud de los Espíritus Superiores, el Codificador pasó dos temporadas fuera de París, donde residía, para colocarse en un ambiente más bucólico, apacible, donde pudiese concentrarse para la elaboración de la obra.

Así, estuvo primero en Ségur, en los alrededores de la capital francesa, donde poseía una pequeña propiedad que le ofrecía mayor tranquilidad para el trabajo. Fue en ese rincón que él tuvo un expresivo diálogo con un Espíritu amigo acerca del nuevo trabajo. Recordemos que nadie sabía en qué estaba trabajando él. El médium de nada sospechaba. Al preguntar sobre el trabajo que estaba realizando, recibió la siguiente respuesta:

Ese libro de doctrina tendrá considerable influencia, pues que explica cuestiones capitales, y no sólo el mundo religioso encontrará en el las máximas que le son necesarias, como también la vida práctica de las naciones sorberán de el instrucciones excelentes”.

En septiembre de 1863, Kardec se encontraba en Saint-Adresse, región litoral de Francia, en la región administrativa de la alta Normandia. Dirigió entonces carta a los compañeros de la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, en el sentido de que ellos evocaran a los benefactores espirituales para que los mismos le dieran a él una comunicación sobre un asunto cualquiera, o sea, sobre lo que los Espíritus desearan. La comunicación habla directamente sobre la elaboración del nuevo libro, que los compañeros de la Sociedad desconocían:

“Con esta obra, el edificio comienza a liberarse de los andamios y ya se le puede ver la cúpula a diseñarse en el horizonte. Continúa, pues, sin impaciencia y sin fatiga; el monumento estará listo en la hora determinada”.

Aún en esa comunicación tenemos la explicación del intercambio entre desencarnados y encarnados, revelando como los Espíritus nos auxilian:

“Quiero hablarte de París, aunque eso no me parezca de manifiesta utilidad, una vez que mis voces íntimas se hacen oír en torno a ti, que tu cerebro percibe nuestras inspiraciones, con una facilidad de que ni tú aún sospechas. Nuestra acción, principalmente la del Espíritu de Verdad, es constante a tu alrededor y tal que no puedes negar”.

Informaciones importantes

El lanzamiento de El Evangelio según el Espiritismo, conforme informaciones de orden espiritual, representaba el golpe de misericordia en las falsas ideas teológicas, que habían colocado a Jesús como un ser místico, inaccesible a la comprensión de la mayoría, envuelto en misterios divinos. El libro venía a esclarecer muchos pasajes de sus enseñanzas, que solamente con la llave de la inmortalidad del alma y de la reencarnación podían quedar comprensibles. Una obra de aliento, a la vez de fácil lectura, donde lo “amaos unos a los otros” y el “haced al prójimo solamente lo que queréis que el prójimo os haga” quedan al alcance de todas las inteligencias.

Entonces Kardec proclama la bandera de todo espírita: “fuera de la caridad no hay salvación”, y demuestra que el espírita debe siempre utilizar la fe razonada, finalmente, “fe incuestionable es solamente aquella que puede encarar la razón cara a cara en todas las épocas de la humanidad”. Nada queriendo para sí, reconociendo que sólo había hecho el trabajo por así decir material de organizar el libro, proclama Allan Kardec en la introducción de la obra:

“No será por la opinión de un hombre que se producirá la unión, sino por la unanimidad de la voz de los Espíritus. No será un hombre, y mucho menos nosotros que cualquier otro, que fundará la ortodoxia espírita. Ni será tampoco un Espíritu, viniendo a imponerse a quienquiera que sea. Es la universalidad de los Espíritus, comunicándose sobre toda la Tierra, por orden de Dios. Este es el carácter esencial de la doctrina espírita, en esto está su fuerza y su autoridad. Dios quiso que su ley fuera asentada sobre una base inquebrantable, y fue por eso que no la hizo reposar sobre la cabeza frágil de uno sólo”. (Continúa en la próxima edición de esta revista.)


Marcus De Mario es Educador, Escritor. Ponente. Colaborador de la Radio Rio de Janeiro. Director del Instituto Brasileño de Educación Moral.
Colaborador de la Asociación Espírita Hogar de Lola y del Centro Espírita Humildad y Amor, en la ciudad de Río de Janeiro, RJ.



 


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