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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 8 363 – 18 de Mayo de 2014

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 
 

La Génesis

Allan Kardec

(Parte 2)
 

Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868. El texto condensado de la obra, que ofrecemos para la lectura, y las respuestas a las preguntas propuestas se basan en la 36ª edición del libro, publicada por la Federación Espírita Brasileña, conforme la traducción hecha por Guillon Ribeiro. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del presente texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Qué es revelación en el sentido especial de la fe religiosa?

B. ¿Las revelaciones emanan directamente de Dios?

C. ¿Cuál es el carácter de la revelación espírita?

Texto condensado para la lectura

26. Las comunicaciones mediúmnicas nada tienen de extrañas para quienes conocen los fenómenos espíritas y la manera en que se establecen las relaciones entre los encarnados y los desencarnados. Las instrucciones pueden ser transmitidas por diversos medios: por medio de la simple inspiración, por la audición de la palabra, por la visibilidad de los Espíritus instructores en las visiones y apariciones, ya sea en sueños o en estado de vigilia, de los cuales hay muchos ejemplos en la Biblia, el Evangelio y los libros sagrados de todos los pueblos.

27. Es, pues, exacto decir que casi todos los reveladores son médium inspirados, auditivos o videntes. Sin embargo, de ello no se debe concluir que todos los médiums sean reveladores, ni menos aún intermediarios directos de la divinidad o de sus mensajeros.

28. Sólo los Espíritus puros reciben la palabra de Dios con la misión de transmitirla; pero hoy se sabe que no todos los Espíritus son perfectos y que existen muchos que se presentan bajo falsas apariencias, lo que llevó a San Juan a decir: “No creáis a todos los  Espíritu; probad antes si los Espíritus son de Dios”. (Epíst. 1ª, cap. IV, v. 4.)

29. Puede, pues, haber revelaciones serias y verdaderas, como las hay apócrifas y mentirosas. El carácter esencial de la revelación divina es el de la eterna verdad. Toda revelación manchada por errores o sujeta a modificaciones no puede emanar de Dios. Es por eso que la ley del Decálogo tiene todos los caracteres de su origen, mientras las otras leyes mosaicas, fundamentalmente transitorias, muchas veces en contradicción con la ley del Sinaí, son obra personal y política del legislador hebreo.

30. Al dulcificarse las costumbres del pueblo, esas leyes cayeron por sí mismas en desuso, mientras que el Decálogo quedó siempre en pie, como el faro de la Humanidad. Cristo hizo de él la base de su edificio, aboliendo las otras leyes.

31. Cristo y Moisés fueron los dos grandes reveladores que cambiaron la faz del mundo y allí está la prueba de su misión divina. Una obra puramente humana carecería de tal poder.

32. Una importante revelación se produce en la época actual y nos muestra la posibilidad de comunicarnos con los seres del mundo espiritual. Este conocimiento no es nuevo, sin duda, pero había permanecido hasta nuestros días, de cierto modo, como letra muerta, es decir, sin provecho para la Humanidad. La ignorancia de las leyes que rigen estas relaciones lo habían ahogado bajo el manto de la superstición y, por esto, el hombre fue incapaz de extraer de allí ninguna deducción saludable.

33. Estaba reservado a nuestra época liberarlo de los accesorios ridículos, comprender su alcance y hacer surgir la luz destinada a iluminar el camino del futuro.

34. El Espiritismo, al darnos a conocer el mundo invisible que nos rodea y en medio del cual vivimos sin sospecharlo, así como las leyes que lo rigen, sus relaciones con el mundo visible, la naturaleza y el estado de los Seres que lo habitan y, en consecuencia, el destino del hombre después de la muerte, es una auténtica revelación, en la acepción científica de la palabra.

35. Como medio de elaboración, el Espiritismo procede exactamente de la misma forma que las ciencias positivas, aplicando el método experimental. Se presentan hechos nuevos que no pueden ser explicados por las leyes conocidas; él los observa, compara, analiza y, remontando de los efectos a las causas, llega la ley que los rige; después deduce sus consecuencias y busca sus aplicaciones útiles. No establece ninguna teoría preconcebida; por ello, no presentó como hipótesis la existencia ni la intervención de los Espíritus, ni el periespíritu, ni la reencarnación, ni ninguno de los principios de la Doctrina; concluyó en la existencia de los Espíritus cuando esa existencia resultó evidente de la observación de los hechos, procediendo de igual manera en relación a los demás principios.

36. No fueron los hechos que vinieron a confirmar la teoría a posteriori: fue la teoría la que vino consecuentemente a explicar y resumir los hechos. Es, pues, rigurosamente exacto decir que el Espiritismo es una ciencia de observación y no un producto de la imaginación.

37. Las ciencias sólo hicieron progresos importantes después que sus estudios se basaron en el método experimental; hasta entonces, se creía que este método sólo era aplicable a la materia, mientras que lo es también a las cosas metafísicas. He aquí un ejemplo: Sucede en el mundo de los Espíritus un hecho muy singular, del que seguramente nadie habría sospechado: la existencia de Espíritus que no se consideran muertos. Pues bien, los Espíritus superiores, que conocen este hecho perfectamente, no vinieron a decirnos anticipadamente: “Hay Espíritus que creen que aún viven la vida terrestre, que conservan sus gustos, costumbres e instintos”. Ellos provocaron la manifestación de los Espíritus de esa categoría para que los observáramos.

38. Habiendo visto Espíritus inciertos en relación a su estado, o afirmando que aún estaban en este mundo, creyéndose dedicados a sus ocupaciones ordinarias, se dedujo la regla. La multiplicidad de hechos análogos demostró que el caso no era una excepción, sino que constituía una de las fases de la vida espírita. Se pudo entonces estudiar todas las variedades y las causas de tan singular ilusión y reconocer que tal situación es, sobre todo, propia de Espíritus poco adelantados moralmente y particular a ciertos tipos de muerte, pero temporaria, y puede incluso durar semanas, meses y años. Fue así como la teoría nació de la observación. Lo mismo sucedió con todos los demás principios de la Doctrina.

39. Así como la Ciencia propiamente dicha tiene por objeto el estudio de las leyes del principio material, el objeto especial del Espiritismo es el conocimiento de las leyes del principio espiritual. Ahora bien, como este último principio es una de las fuerzas de la Naturaleza y actúa sin cesar sobre el principio material y recíprocamente, resulta que el conocimiento de uno no puede estar completo sin el conocimiento del otro.

40. El Espiritismo y la Ciencia se completan recíprocamente; la Ciencia, sin el Espiritismo, se encuentra en la imposibilidad de explicar ciertos fenómenos sólo con las leyes de la materia; al Espiritismo sin la Ciencia, le faltaría apoyo y comprobación. El estudio de las leyes de la materia tenía que preceder al de la espiritualidad, porque la materia es la que afecta primero a los sentidos. Si el Espiritismo hubiese venido antes que los descubrimientos científicos, hubiera sido abortado, como todo lo que llega antes de tiempo.

41. Todas las ciencias se encadenan y se suceden en un orden racional; unas nacen de las otras, en la medida que encuentran un punto de apoyo en las ideas y los conocimientos anteriores. La Astronomía, una de las primeras ciencias cultivadas, conservó los errores de la infancia hasta el momento en que la Física reveló la ley de las fuerzas de los agentes naturales. La Química, al no poder nada sin la Física, tuvo que seguirla de cerca, para después marchar juntas, apoyándose una a la otra. La Anatomía, la Fisiología, la Zoología, la Botánica, la Mineralogía sólo se convirtieron ciencias serias con la ayuda de los conocimientos que les trajeron la Física y la Química. A la Geología, nacida ayer, sin la Astronomía, la Física, la Química y todas las demás, le hubiera faltado elementos de vitalidad; sólo podía venir después.

42. La Ciencia moderna abandonó a los cuatro elementos primitivos de los antiguos y, de observación en observación, llegó a la concepción de un solo elemento generador de todas las transformaciones de la materia; pero la materia por sí sola es inerte; careciendo de vida, de pensamiento, de sentimiento, necesita estar unida al principio espiritual.

43. El Espiritismo no descubrió ni inventó ese principio; pero fue el primero en demostrar su existencia mediante pruebas irrecusables; lo estudió, lo analizó y volvió evidente su acción. Al elemento material unió el elemento espiritual (1). Elemento material y elemento espiritual, son los dos principios, las dos fuerzas vivas de la Naturaleza. Por su unión indisoluble, se explica fácilmente una infinidad de hechos hasta entonces inexplicables.

44. El Espiritismo, al tener por objeto de estudio uno de los elementos que constituyen el Universo, hace contacto forzosamente con la mayoría de las ciencias; por lo tanto, sólo podía venir después de la elaboración de éstas; nació por la fuerza misma de las cosas, por la imposibilidad de explicarlo todo sólo con la ayuda de las leyes de la materia.

45. Lo acusan de estar emparentado con la magia y la hechicería; pero olvidan que la Astronomía tiene por hermana mayor a la Astrología judiciaria, no muy distante aún de nosotros; que la Química es hija de la Alquimia, de la cual ningún hombre sensato se atrevería a ocupar hoy. Nadie niega, sin embargo, que en la Astrología y en la Alquimia  estuviese el germen de las verdades de las que saldría las ciencias actuales.

46. Lo mismo sucede con el Espiritismo, en relación a la magia y a la hechicería, que se apoyaban también en la manifestación de los Espíritus, como la Astrología en el movimiento de los astros; pero, ignorando las leyes que rigen el mundo espiritual, mezclaban esas relaciones con prácticas y creencias ridículas, con las cuales el Espiritismo moderno, fruto de la experiencia y la observación, acabó. Sin duda, la distancia que separa el Espiritismo de la magia y la hechicería es mayor que la que existe entre la Astronomía y la Astrología, la Química y la Alquimia. Confundirlas es probar que no se sabe nada de ninguna.

47. El simple hecho de que el hombre pueda comunicarse con los seres del mundo espiritual trae consigo consecuencias incalculables de la mayor gravedad; es todo un mundo nuevo que se nos revela y que tiene mucho más importancia, porque a él volverán todos los hombres, sin excepción. El conocimiento de este hecho, al generalizarse, no puede dejar de traer una profunda modificación en las costumbres, el carácter, los hábitos, así como en las creencias.

48. Se trata, pues, de una revolución total a operarse en las ideas, revolución tanto mayor, tanto más poderosa, por cuanto no se circunscribe a un pueblo, ni a una casta, pues alcanza simultáneamente, por el corazón, a todas las clases, a todas las nacionalidades y a todos los cultos.

49. Razón hay, pues, para que el Espiritismo sea considerado como la tercera de las grandes revelaciones. Veamos en qué difieren esas revelaciones y cuál es el lazo que las une entre sí.

(1) La palabra elemento no es empleada aquí en el sentido de cuerpo simple, elemental, de moléculas primitivas, sino como parte constitutiva de un todo. En este sentido, se puede decir que el elemento espiritual tiene parte activa en la economía del Universo, como se dice que el elemento civil y el elemento militar forman parte del cálculo total de una población; que el elemento religioso entra en la educación; o que en Argelia existe el elemento árabe y el elemento europeo.

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Qué es revelación en el sentido especial de la fe religiosa?

En el sentido especial de la fe religiosa, la revelación se refiere más particularmente a las cosas espirituales que el hombre no puede descubrir por medio de su inteligencia, ni con la ayuda de sus sentidos y cuyo conocimiento le es dado por Dios o sus mensajeros, ya sea por medio de la palabra directa o por la inspiración. En este caso, la revelación es siempre hecha a hombres preparados, designados con el nombre de profetas o mesías, es decir, enviados o misioneros, encargados de transmitirla a los hombres. (La Génesis cap. I, ítems 7 y 8.)

B. ¿Las revelaciones emanan directamente de Dios?

Frente a la pregunta propuesta, Kardec dice que no osaría responderla, ni afirmativa ni negativamente, de manera absoluta. El hecho no es radicalmente imposible, pero nada nos da una prueba cierta al respecto. De lo que no hay duda es que los Espíritus más cercanos a Dios por su perfección, se compenetran de su pensamiento y pueden transmitirlo. En cuanto a los reveladores encarnados,  según el orden jerárquica a la que pertenezcan y el grado de sabiduría que han alcanzado, pueden extraer las instrucciones que brindan de sus propios conocimientos, o recibirlas de Espíritus más elevados, inclusive de los mensajeros directos de Dios, los cuales al hablar en nombre de Dios, a veces han sido tomados por Dios mismo. (La Génesis cap. I, ítems 9 y 10.)

C. ¿Cuál es el carácter de la revelación espírita?

La revelación espírita tiene doble carácter: es al mismo tiempo una revelación divina y una revelación científica. Participa de la primera, porque su aparición fue providencial y no el resultado de la iniciativa del hombre; porque los puntos fundamentales de la Doctrina provienen de la enseñanza brindada por los Espíritus encargados por Dios de esclarecer a los hombres sobre las cosas que éstos ignoraban, que no podían aprender por sí mismos y  era importante que conozcan. Participa de la segunda, porque esa enseñanza no es privilegio de uno sino que es impartida a todos de la misma manera; porque los que la transmiten y los que la reciben no son seres pasivos, liberados del trabajo de observación e investigación, y no renuncian al razonamiento y su  libre albedrío; porque no les está prohibido el examen sino, por el contrario, se les recomienda; en fin, porque la Doctrina no fue dictada completa, ni impuesta para su aceptación ciega; porque es deducida por el trabajo del hombre, de la observación de los hechos que los Espíritus le ponen ante sus ojos y de las instrucciones que le dan, instrucciones que él estudia, comenta y compara, a fin de sacar él mismo las conclusiones y aplicaciones. En una palabra, lo que caracteriza la revelación espírita es que su origen es divino, que la iniciativa es de los Espíritus, y su elaboración es fruto del trabajo del hombre. (La Génesis cap. I, ítems 12 y 13.)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita