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Año 8 363 – 18 de Mayo de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

No juzguéis


Hace quince días – o sea, en el día 3 de mayo – la ama de casa Fabiane Maria de Jesus, de 31 años, fue linchada en la ciudad de Guarujá, en el litoral paulista, después de ser confundida con una supuesta secuestradora de niños. Fabiane volvía de la casa de una amiga donde tenía ido coger la Biblia que ella le había prestado. El ejemplar de la Biblia, que contenía una foto de las hijas, fue rasgada por sus agresores. Después de la agresión, cometida por decenas de personas, la mujer fue dejada inconsciente, hasta que llegó la policía. Fabiane falleció por la mañana del día 5, después de dos días ingresada en la UVI de uno de los hospitales de la ciudad.  

El verbo linchar significa tomarse la justicia por la mano o ejecutar sumariamente una persona, culpable o no, sin cualquier especie de juzgamiento legal.

El origen de la palabra nos remite al capitán William Lynch, un ciudadano norteamericano que vivió en el periodo de 1742 hasta 1820, en el condado de Pittsylvania, Virginia.

Antes de la eclosión de la Guerra Civil norteamericana, el linchamiento era utilizado en los  Estados Unidos principalmente contra los defensores de los derechos civiles, ladrones de caballo y tramposos. Sin embargo, alrededor de 1880, su uso se expandió para grupos de status social supuestamente más bajo, teniendo por meta los negros, judíos e inmigrantes asiáticos.  

La práctica del linchamiento, no obstante, no empezó en América del Norte, porque, según algunos historiadores, el hecho fuera registrado en Europa por ocasión de la Edad Media.

En la Antigüedad son también innúmeros los relatos de linchamiento organizados en contra la ley. Entre los judíos la lapidación – el apedreamiento por la multitud – era una penalidad aplicada en diversos casos, tales como el adulterio femenino y la homosexualidad masculina, entre otros. El Nuevo Testamento narra dos casos de lapidación que se tornaron célebres – el de la mujer  adúltera, que Jesús acabó impidiendo, y lo de Esteban.

Normalmente, el linchamiento ocurre antes que la policía llegue al local donde se encuentra la víctima, aunque haya registros de casos donde el objetivo de la ira colectiva ya se encontraba detenido en una comisaría, sin que la fuerza policial fuese capaz de controlar el odio de los agresores. Son ellos también comunes en prisiones, principalmente contra presos acusados de la práctica de estupro.

El linchamiento constituye un fenómeno difícil de conceptuar, dada la diversidad de los aspectos en él envueltos, pero, sin duda, podemos afirmar que demuestra total incredulidad en la justicia humana, acrecida de falta de fe y mismo desprecio por las leyes de Dios, cuya síntesis todos podemos encontrar en las lecciones que Jesús trajo a la Tierra.  

En el caso de Guarujá (SP), como sabemos, agredieron y mataron una persona inocente y, así, destruyeron una familia. No obstante, aunque Fabiane Maria de Jesus fuese una persona buscada por la policía, a nadie cabría el derecho de tomarse la justicia por la mano, por cuanto prender, denunciar, acusar y juzgar son tareas que, en un Estado democrático de derecho, compiten a las autoridades legalmente designadas de ese poder. 

“No juzguéis, para que no seáis juzgados.”

La célebre advertencia hecha por Jesús, y apuntada en el cap. 7 del Evangelio según Mateos, aún retumba en nuestro mundo, pero, lamentablemente, existen personas que no tienen, como se ve, oídos capaces de oírla.  




 


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