WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 8 361 – 4 de Mayo de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El descubrimiento

 

Toninho, de nueve años, era un niño diferente y, por eso, causaba muchas preocupaciones a sus padres.

Frecuentaba la escuela, pero no le gustaba estudiar y presentaba dificultades en seguir la clase.

Aprensivos con su futuro, los padres intentaban de todas las maneras hacer que Toninho se interesara por alguna cosa. ¡Pero, cuál nada! A él le gustaba nada más que jugar.

A medida que el tiempo pasaba, los padres del niño quedaban cada vez más afligidos. Ya habían intentado de todo.

Buscaron despertarle interés por la música. Fue un desastre. Piano, Toninho no tenía paciencia para soportar los monótonos ejercicios. Violón, él quedaba irritado y ponía tanta fuerza en el manejo que en poco tiempo rompía las cuerdas. Violín, ni pensar. Batería, a él no le gustaba el ruido. Finalmente, para la música, no tenía vocación, ni ritmo y ni sensibilidad, dejando a los profesores desanimados.

— Ya que tú no tienes tendencia para la

música, mi hijo, ¿quién sabe otro arte? La pintura, por ejemplo. Ve el ejemplo de los grandes genios de la pintura. ¡Es fascinante!

— Está bien. Voy a intentar.

¡Pero, cuál! Toninho no conseguía lidiar con los pinceles ni con la mezcla de los colores. Se quedaba aburrido, e inmediatamente desistió.

— Si a ti no te gusta estudiar, ni la música o la pintura, ¿quién sabe si te interesas por algún deporte? ¡Podrías tal vez jugar al fútbol!  — consideró la madrecita dedicada.

— Ni pensar. Me gusta asistir a los juegos, pero no correr detrás de un balón.

— Bien, ¿tal vez entonces alguna modalidad de atletismo?

— Carrera, salto a distancia, lanzamiento de peso... nada de eso hace mi estilo.
 

— ¿Tenis?  

— Ni pensar.

— ¿Tal vez volei?

— No tengo altura suficiente.

— ¿Natación?

— Me gusta ir a la piscina, pero entro en el agua sólo para refrescar el cuerpo del calor del sol.

— ¿Baloncesto?

— No tengo puntería.

Finalmente, intentaron todas las modalidades de deporte. Nada.

Los padres, cada vez más preocupados. Toninho contaba ahora quince años. Había crecido, transformándose en un muchacho alto y flaco. Sin embargo aún no descubría nada que lo interesara.

Experimentaron la informática, pero él usaba el ordenador sólo para divertirse con los juegos.

La madre de Toninho estaba cada vez más afligida, pero el padre insistía en afirmar:

— Queda tranquila, querida. Todas las personas tienen habilidad o tendencia para alguna cosa. Nuestro hijo no es diferente. Él va a acabar descubriendo lo que le gusta.

— ¿Será? ¡He pedido tanto a Dios que ilumine a nuestro hijo! — decía la madrecita un tanto desanimada.

Cierto día, Toninho se encontraba paseando en un parque. Se sentó al borde del lago y se puso a pensar. Aquella situación tampoco era agradable para él. Tenía ganas de hacer alguna cosa, pero no sabía qué. En ese momento, se acordó de Dios y oró con fervor suplicando ayuda y protección. Se sentía inútil y sin objetivos en la vida. Bajó la cabeza y lloró sentidamente.

Se sintió más reconfortado. De repente, Toninho miró alrededor y vio un pedazo de madera allí cerca. Tuvo el impulso de cogerlo en las manos. Miró para todos los lados, observándolo. ¡Interesante! Le pareció ver la imagen de un pájaro con las alas cerradas en aquella madera. En el mismo instante, Toninho cogió una navaja que le gustaba que traía siempre en el bolsillo y comenzó a trabajar.

Con habilidad, esculpió la cabeza, colocó los ojos en el lugar, trabajó las alas. Después, modeló las patas y los pies, que se apoyaban en un pedazo de rama.

Toninho no vio el tiempo pasar. Cuando terminó, él quedó extasiado delante de la pequeña escultura, obra de sus manos.

Corrió para casa. Quería contar la novedad. Llegando, mostró la escultura.

— ¡Ve! Papá, tú tenías razón. Todos nosotros tenemos potencialidades ignoradas y habilidades insospechadas. Descubrí que mis manos sirven para  alguna  cosa.  También

puedo ser útil y creativo.  

— Pero, ¿cuándo fue que aprendiste a esculpir en madera? — indagó el padre, intrigado

— No sé. ¡Me parece que ya aprendí y que estoy sólo recordando!

Era inmensa la perplejidad y la alegría de los padres. ¡Finalmente, Toninho descubrió una razón para vivir!

De ese día en adelante, Toninho como que había tenido su vista ensanchada. Todo lo que veía, observaba con otros ojos, vislumbrando siempre lo que podría hacer, modificar, transformar, esculpir. Se hizo un grande artista. Sus trabajos eran muy buscados y sus exposiciones bastante concurridas. Fue conocido en Brasil y en el exterior, pero jamás dejó de ser la criatura simple que era.

Ahora, sin embargo, tenía un objetivo. Ayudar a niños, pasando sus conocimientos y enseñando a ellos que solamente nos sentiremos felices cuando trabajemos con amor, haciendo aquello que nos gusta.

Agradecía siempre a Dios, que lo ayudó cuando más lo necesitaba, indicándole el camino que debería trillar.

TIA CÉLIA



                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita