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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 355 – 23 de Marzo de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El Limoncito


 

Cláudia era una niña siempre mal humorada que protestaba de todo. En la escuela, era llamada Limãozinho, sin que ella lo supiera. De lo contrario quedaría aún de peor humor.

Cierto día, en la escuela, sus amigas estaban sentadas a la sombra de un gran árbol, y una de ellas preguntó:

— ¿Nuestro “Limãozinho” aún no llegó?

— ¿Cláudia? ¡Aún no! Pero con certeza va a llegar protestando de algo — dijo otra.

Deise, una alumna nueva se extrañó, preguntando:

— ¿Y por qué la llamáis Limãozinho?

Las demás cayeron en la carcajada, y Márcia explicó:

— Es que nadie puede ser más áspera que Cláudia. ¡Nada está bien para ella!

Conversando, las compañeras no vieron a Cláudia aproximarse, y al oír que hablaban de ella, se escondió detrás del árbol para escuchar. Por suerte, tocó la señal y ellas corrieron para la clase, mientras ella lloraba.

Cláudia quedó allí, triste por saber lo que las amigas pensaban de ella. Una trabajadora la vio en el patio y quiso saber el motivo.

— Tenía dolor de cabeza, pero ya pasó. Voy ya para la clase —respondió ella.

Cláudia pidió permiso a la profesora y entró. Caminó hasta su bolsa sin mirar para los lados y se sentó. Al final de la clase, las amigas fueron a conversar con ella.

— ¿Tú estás enferma, Cláudia?

— No. Estoy bien. Tuve dolor de cabeza, pero ya pasó.

— ¡Ah! ¡Quedamos preocupadas contigo!

Seria, Cláudia lo agradeció y se despidió de ellas sin darles mucha atención, lo que las amigas notaron. ¡¿Qué habría ocurrido con Cláudia?!... — pensaron.

Al ver a la hija llegar, la madre le notó la tristeza y los ojos rojos. Preguntada, ella dijo que todo estaba bien. Almorzaron. Cláudia comió poco y fue para el cuarto. La madre la siguió y vio que estaba llorando. Se sentó en la cama al lado de la hija y, abrazándola con amor, pidió:

— Cuéntame por qué estás tan triste, hija.

— Mamá, ¿yo soy muy pesada? ¿Protesto de todo? ¿Estoy siempre áspera? — la niña preguntó.

La madre pensó un poco y respondió con otra pregunta:

— ¿Qué piensas tú, Cláudia? Busca recordar como has actuado, sobre los comentarios que haces y tus reacciones con otras personas. 

La madre dejó a la hija en el cuarto reflexionando y fue a arreglar la cocina. Luego Cláudia se levantó para hacer los deberes de la escuela. El hermano Breno comentó que el Sol estaba bueno, y que él iba a salir para jugar con los amigos.

— ¡Dios me libre! ¡No soporto tanta claridad! — respondió ella, áspera.

La madre intercambió una mirada con el hijo y Cláudia lo percibió. La señora comentó:

— Entonces no te preocupes, hija. El informativo avisó que va a llover mañana.   

— ¡Tampoco me gusta la lluvia, mamá! ¡Queda todo mojado y la gente no consigue ni salir de casa!  — exclamó, haciendo una mueca.

La madre oyó callada, después indagó:

— ¿Entonces que te gusta a ti, hija?

Cláudia quedó pensativa, y la madre insistió para saber qué le gustaba a ella.

— En verdad yo no sé, mamá. ¿Por qué me hiciste esta pregunta?

— ¿Notaste que estás siempre disgustada, incapaz de un comentario agradable? No te gusta el Sol, del calor, de la lluvia, del frío. Bien. Tal vez a ti te guste la primavera. ¡Luego tendremos las flores brotando y todo queda más bonito y alegre! — la madre comentó sonriendo.

— En la primavera existe mucho polen en el aire y tengo alergia, mamá. ¿Olvidaste? 

La madre sugirió el otoño, con sus frutas deliciosas, sin embargo ella recordó que en esa época había muchas moscas y abejas en búsqueda de las frutas. La madre respiró hondo, y dijo:

— Cláudia, el problema no está en las estaciones, en el calor o en el frío, en la lluvia o en el Sol, está en ti. No estás contenta contigo misma y por eso no te gusta nada. Necesitas mejorar tu autoestima.

— ¿Autoestima? ¡¿Qué es eso?!...

— Cuando la gente se ama, se valora, se dice que tiene elevada autoestima.

— Es que soy diferente de las otras niñas, madre.

— ¡Claro que eres! ¡Somos criaturas únicas en el Universo! ¡Dios no creó a nadie igual a ti, mi hija! ¿Ya pensaste en eso? ¡Tú eres única y llena de cualidades, además de ser linda!     

— ¿Piensas así, mamá? Siempre me encontré tan fea — dijo la niña, sorprendida, como si despertara de un sueño malo.

— Venga. ¡Mírate en el espejo, mi hija!

Cláudia miró y abrió una linda sonrisa. Abrazó a la madre con ojos brillantes:

— Tienes razón. ¡Yo voy a cambiar, mamá! Creo que no soy buena compañía para nadie.

Al día siguiente, Cláudia llegó sonriente y las amigas se extrañaron, sin entender. Márcia preguntó lo que había ocurrido, y Cláudia abrió nueva sonrisa; después miró para lo alto, animada, y dijo:

— Desperté y vi que el día está lindo, soleado. Todo está florido y los pajaritos cantan en los árboles. ¡Todo eso gracias a Dios, que nos creó!... ¡¿No es bueno?!... ¡¿Entonces por qué estáis tan serias y preocupadas?!... ¡Ánimo, mis amigas! 

                                                                  MEIMEI

(Recebida por Célia X. de Camargo, em 2 de setembro de 2013.)



                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita