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Año 7 351 – 23 de Febrero de 2014
ESTÊNIO NEGREIROS    
estenionegreiros@hotmail.com   
Fortaleza, CE (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Estênio Negreiros

Después de la frontera

Parte 1

 
 
El excelente libro La Comunicación con el Más Allá, publicado por la Editora Fase Ltda., con derechos exclusivos para la Lengua Portuguesa reservados a Otto Pierre Editores Ltda., junta varios casos de comunicaciones entre encarnados y desencarnados y de premonición, en una prueba irrefutable de la continuación de la vida más allá de la tumba.

Por tratarse de una obra fascinante del punto de vista de comprobación de que es factible establecer intercambio entre el mundo material y el mundo invisible, conforme enseña la Doctrina Espírita, decidimos relatar en un artículo uno de los episodios contados en la obra sobredicha, especialmente por el hecho de envolver a personas que no profesaban la Doctrina codificada por Allan Kardec.

Al investigar sobre los datos biográficos del Reverendo James A. Pike, perteneciente a la Iglesia Anglicana de la ciudad de San Francisco - California - EUA, y una de las personas envueltas en un de los casos narrados en el libro ya referido, ocurrido a partir del 4 de febrero de 1966, día de la muerte, por suicidio, del joven Jim, hijo de aquel Obispo, encontramos en internet una página del Centro Espírita Caminos de Luz (www.caminhosluz.com.br), materia de autoría de uno de los más apreciados, conocidos y admirables escritores espíritas, Hermínio Corrêa de Miranda que, coincidentemente, discurre sobre el mismo acontecimiento sobre el cual pretendíamos escribir. Nuestra intención era abordar el hecho sólo de manera superficial, reiterando una de las bases doctrinarias del Espiritismo de que la vida continúa aún tras la corrupción del cuerpo por la muerte.  Sin embargo, al leer el resumen de toda la historia, escrito magistralmente por Hermínio C. de Miranda, reconocemos nuestra incapacidad de escribir sobre algo ya tan brillantemente hecho por un literato de su estirpe al cual, ni de lejos, tendríamos la pretensión de igualarnos. Así, hallamos por las buenas, y para mejor juicio del lector que eventualmente se dé al trabajo de leer lo que escribimos, reproducir, a continuación, el artículo “El Obispo y los Espíritus”. El autor, brillantemente, resumió una larga historia, por lo tanto, no pudo relatar todos los acontecimientos que envolvieron a los personajes de las obras La Comunicación con el Más Allá y The Other Side ("El Otro Lado"). Hay mucho más al respecto.

Finalizamos, reproduciendo parte de una sentencia del pastor Benezech, de Montauban, opinando sobre el Espiritismo, contenida en una carta dirigida al escritor francés Léon Denis, en febrero de 1905, citada en el libro de este último, Cristianismo y Espiritismo: “(...) religión establecida sobre hechos de experiencia y plenamente en consonancia con la Ciencia y el racionalismo”.

EL OBISPO Y LOS ESPÍRITUS

– Papá, acabo de tomar una dosis de LSD. ¿Será que tú quieres sentarte conmigo y guiarme en mi "viaje"?

La pregunta era dirigida al famoso Obispo de California, James A. Pike, del ramo americano de la Iglesia Anglicana. No había otra cosa que hacer sino ayudar a Jim en su aventura alucinante bajo el efecto de la droga. No era ya secreto para el Obispo que su hijo de 19 años de edad hace algún tiempo venía tomando drogas. Todo había sido hecho para sacar al joven de aquella pesadilla. En el momento en que la pregunta le fue dirigida, se encontraban, padre e hijo, en Inglaterra, alejados del resto de la familia, que había quedado en los Estados Unidos. Era un intento más de romper el hábito maldito de huir a la realidad que el joven Pike hube adoptado. Su padre ya había hecho todos los exámenes de conciencia para buscar saber donde había fallado, hubo pasado por todas las aflicciones por ver así truncado el destino del hijo para el cual ciertamente había soñado con realizaciones incluso superiores a las suyas.

La narración, densa y dramática, de una sinceridad y franqueza conmovedoras, está en el libro intitulado The Other Side ("El Otro Lado"), publicado en 1968 en los Estados Unidos. El Obispo Pike murió trágicamente al año siguiente, cuando en un viaje por Tierra Santa. Su gran pasión era escribir sobre los orígenes del Cristianismo. Fue una figura eminente en su Iglesia. Dinámico, muy combativo y franco en el expresar sus opiniones, tuvo problemas con compañeros y superiores más ortodoxos que cierta vez llegaron a juzgarlo por herejía.

Tras una temporada en Londres, donde padre e hijo convivieron por algunos meses, haciendo intensos estudios universitarios, resolvieron regresar separadamente a Estados Unidos. El padre para participar de una convención de su Iglesia (después volvería a Inglaterra) y el hijo para matricularse en la Universidad de San Francisco.

Estaba el Obispo oficiando en su iglesia cuando recibió como una puñalada la noticia de que Jim se había suicidado en un cuarto de hotel en Nueva York.

La tragedia alcanzó de lleno a aquel hombre de sensibilidad y cultura, miembro destacado de una organización religiosa que, sin embargo, confiesa que no tenía condiciones de dar ningún bienestar a la familia "en base de una creencia en la vida después de la muerte.” No será la única vez en el libro que declara esa posición de incredulidad en base de la sobrevivencia del Espíritu, a despecho de ser líder religioso de una extensa comunidad cristiana. Ya hubo dicho páginas antes que "a la falta de otra evidencia..., tenía que admitir, con toda la honestidad, que no disponía de datos suficientes sobre los cuales pudiera basar una afirmación de vida después de la muerte.

LA DRAMÁTICA HISTORIA SÓLO COMENZÓ

Ciertamente toda la estructura del pensamiento religioso que constituía objeto de su vida y de su predicación, es basada en la creencia de que nosotros sobrevivimos a la muerte del cuerpo, pero creencia no es evidencia y, para un espíritu lúcido y habituado al trato de las ideas, no basta la creencia cuando el hombre confronta el problema de la muerte.

A esa altura, sin embargo, la dramática historia del Obispo Pike estaba sólo comenzando. De vuelta a Inglaterra para dar proseguimiento a sus estudios, llevó su capellán David Barr y la Sra. Maren Bergrud, de la Diócesis de California, y que ya una vez lo había ayudado a preparar uno de sus varios libros. Los tres fueron a ocupar el mismo apartamento donde por tiempo vivió Pike y el hijo.

Una noche, al entrar en casa, encontraron, sobre el suelo, dos tarjetas postales colocadas de modo a formar un ángulo de 140 grados. Más tarde se descubrió que la posición de las tarjetas indicaba – o por lo menos coincidía con – la posición de las agujas del reloj en el momento en que Jim se había suicidado. Naturalmente que Jim tenía manía por las postales y la primera cosa que hacía, al llegar a una ciudad en visita, era comprar algunas de ellas que, según el padre, jamás ponía en el correo. Era extraño encontrar aquellas tarjetas, y la mujer que hacía la limpieza del apartamento afirmó categóricamente que nada tenía que ver con ellas. Era de toda confianza, honesta y muy cuidadosa en todo cuánto hacía. El incidente aunque extraño, no tenía gran significación. O por lo menos así pensaron todos y Pike confiesa que "jamás nos ocurrió que él (Jim) podría, de alguna forma, estar relacionado con las tarjetas".

El martes, 22 de febrero, otro extraño acontecimiento: la Sra. Bergrud apareció de mañana para el café con parte de sus cabellos quemados. La sorpresa fue grande y general, inclusive de ella misma que aún no había dado por hecho. Una mecha en la altura de la cabeza fuera quemada en línea recta, quedando con las puntas negras, pero ninguna señal había de quemadura en la piel. Misterio.

A la mañana siguiente, nuevas porciones del cabello de la Sra. Bergrud aparecieron también quemados. Trás mucha especulación, ella parecía conformada y dijo:

– Bien, algunas personas no les gustaba mi cabello en mechones así; por eso tal vez sea mejor así como está.

La frase sacudió a Pike, pues él se acordó perfectamente de Jim comentando con él cierta vez que no le gustaba los mechones de Maren y había llegado aún a proponerle a ella que los cortara.

PIKE COMIENZA A HABLAR DE MODO EXTRAÑO

Días después, la Sra. Bergrud amaneció con heridas serias en las manos. Parecía que un instrumento penetrante había sido introducido bajo sus uñas. Una estaba quebrada y realmente se cayó más tarde; otra no se había quebrado, pero la carne bajo ella estaba herida.

En la discusión que siguió y en la preocupación con los curativos, ¡no observaron sino después que el resto de los mechones de la Sra. Bergrud había desaparecido!

Eran sólo los primeros fenómenos, las primeras manifestaciones evidentes de un Espíritu en desesperación y confusión, intentando transmitir, a las personas enteramente sin preparación para el problema, señales de su supervivencia.

– A mí sólo me gustaría – dice el Obispo a sus amigos – de comprender lo que está ocurriendo aquí.

En medio de la conversación que siguió, descubrieron que el propio Obispo – al que todo indica para nosotros espíritas – había servido de médium a una manifestación del Espíritu del hijo.

Para gran sorpresa suya y de sus amigos, no se acordaba absolutamente de nada de lo que hubo dicho en estado de trance, pero los pensamientos expresados fueron muy chocantes para los que oyeron las palabras pronunciadas, pues revelaban actitudes mentales enteramente diferentes de las habituales en el Obispo.

Según le contaron, Pike, tras acostarse a la noche, se había sentado en la cama y había comenzado a hablar de aquella manera extraña, como si estuviera monologando. No sería difícil reconocer en aquellas palabras la expresión del pensamiento de Jim y no del viejo Pike, razón por la cual la Sra. Bergrud quedó tan chocada al oírlas pronunciadas por su amigo, pues desconocía totalmente el origen y razón del fenómeno.

Pike comenzó entonces a admitir la posibilidad de que aquella serie de acontecimientos tuviera que ver algo con el hijo muerto. ¿Pero por dónde comenzar la investigación cuidadosa y consciente de los hechos? Ninguna idea, ninguna preparación, ninguna orientación. Era un Obispo protestante, había dedicado toda su vida a la Iglesia y a su teología y ciertamente siempre había tenido el hábito de poner de lado, sin examen, los fenómenos y las referencias que tuvieran cualquier relación con el mundo de los Espíritus. (Continúa en el próximo número de esta revista.)




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita