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Editorial Português   Inglês    
Año 7 347 – 26 de Enero de 2014
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


¿Vencer las malas inclinaciones será mismo difícil?


No sólo en las telenovelas de la TV, pero en el medio social donde vivimos, es común ver médicos y otros profesionales del área de la salud fumando y bebiendo mucho.

Algunos trabajan hasta en hospitales especializados en tratamiento de cáncer y tienen, entre sus pacientes, personas que fueron acometidas por esa enfermedad exactamente por el hábito de fumar.

Como nadie – especialmente los profesionales del área – ignora los maleficios del tabaco y del alcohol, se pregunta, y con razón: ¿Por qué tales personas aún beben y continúan apegadas al cigarrillo?

La indagación puede ser extendida a innúmeros otros aspectos de la vida en sociedad. La gula, la lujuria, la envidia, la ira, la soberbia, los melindres, el disgusto – he aquí vicios, sentimientos o defectos cuyas consecuencias dañosas para el ser humano son, aunque parcialmente, por demás conocidas.  

Refiriéndose específicamente a los vicios, Manoel Philomeno de Miranda, en su obra Temas de la Vida y de la Muerte, psicografada por el médium Divaldo Franco, afirma que ellos – los vicios – establecen necesidades poderosas después de la muerte, exigiendo que sus aficionados busquen el proseguimiento de su demencia en la vinculación a compañeros terrenos, igualmente descuidados, lo que genera obsesiones de gran porte. Caso no se compruebe esa unión parasitaria, sólo el tiempo, largo o corto, logrará desagregar las partículas mórbidas que penetran el periespíritu y en él se instalan produciendo el prolongamiento de la desdicha. Y, evidentemente, esas necesidades pueden extenderse a la existencia corporal siguiente.   

En el cap. XVII, ítem 4, d’ El Evangelio según el Espiritismo, al referirse a los buenos espíritas, Kardec ha producido una frase que es, en nuestro medio, bastante conocida: “Se reconoce el verdadero espírita por su transformación moral y por los esfuerzos que emplea para domar sus inclinaciones malas”.

Siendo la Tierra un planeta de pruebas y expiaciones, no reencarnan aquí individuos perfectos. Todos nosotros, por lo tanto, traemos inclinaciones diversas, oriundas de hábitos y vicios cultivados en las precedentes existencias, inclinaciones ésas que nosotros debemos domarlas, si es que deseamos efectivamente transformarnos.

La tarea parece difícil. Que lo digan los oncólogos que no consiguen dejar el cigarrillo.

Pero… ¿Será ella realmente difícil?

Los Bienhechores espirituales no entienden de esa manera, como podemos ver por la respuesta dada a la cuestión 909 d’ El Libro de los Espíritus:

-¿Podría siempre  el hombre, por sus esfuerzos, vencer sus malas inclinaciones? “Sí, y, frecuentemente, haciendo esfuerzos muy insignificantes. Lo que le falta es la voluntad. Ah! Cuán pocos entre vosotros hacen esfuerzos!”

Delante de tal respuesta, ¿Cuál será nuestro comportamiento?

¿Tendrá el pasado más fuerza que nuestra voluntad?

¿Deseamos repetir en esta existencia las tonterías cometidas en existencias pretéritas?



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita