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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 346 – 19 de Enero de 2014

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El barrendero de la calle

 

Caminando por la calle rumbo a la casa de su abuela Felícia, en aquella mañana, Carlinhos andaba aprovechando el día de sol, contento por estar de vacaciones.

Carlinhos tenía sólo ocho años, sin embargo la abuela vivía sólo a dos manzanas de la suya. Entonces, la madre lo dejaba ir solo. Ese día, llevaba para la abuela un pedazo de tarta que la madre había hecho.     

¡En el trayecto, él vio a una mujer trabajando cómo barrendera, y notó que ella barría la acera y la calle, con cuidado y dedicación, como si fuera el trabajo más importante del mundo!
 

Más adelante, en otro tramo de la calle, él vio a un muchacho que también realizaba el mismo trabajo de barrendero, sólo que de manera bien diferente. Pasando por él, Carlinhos oyó que él protestaba, irritado y áspero:

— ¡Porquería de trabajo! Tengo que barrer la calle. ¿Para qué? ¿Para que  otros ensucien todo de nuevo? ¡No aguanto más! Merezco otro trabajo en que gane más. ¡Porquería de vida! — y, mientras hablaba, barría de todas maneras, mostrando la rabia que estaba sintiendo.

El niño continuó su camino llegando a la casa de la abuela, que lo recibió con el mayor cariño. Ella le ofertó frutas, galletas y dulces, y ellos conversaron bastante. Luego, Carlinhos se despidió de la abuela, pues la madre le pidió que no tardara mucho.

Así, Carlinhos volvió por el mismo camino y vio al muchacho que ahora descansaba sentado en el bordillo, pero que continuaba renegando. Más adelante, vio a la mujer que aún barría la calle, pero con una sonrisa, mientras cantaba.
 

Viendo al niño que pasaba, parando para verla trabajar, ella paró lo que estaba haciendo, saludándolo, alegre:

— ¡Hola, chico! ¿Paseando rápido? ¡Es realmente un lindo día! ¡Nunca dejo de admirar el sol, que es una bendición en nuestra vida! ¿Cómo te llamas?

Carlinhos sonrió también, diciendo su nombre, y

admirando el buen humor de la mujer, que se llamaba Dora. Después, acordándose del otro barrendero preguntó:

— Dora, ¿usted trabaja siempre contenta así?

— ¡Claro, Carlinhos! Doy siempre gracias a Dios por el trabajo que tengo, y busco hacer lo mejor.

— Noté que usted barre con cuidado, buscando realmente dejar la calzada limpia, aunque el viento después pueda ensuciar todo de nuevo. No todos los barrenderos actúan así. ¿Por qué recoge tan bien la basura, dejando todo limpio? —preguntó él.   

Apoyando las manos en el palo de la escoba, ella lo miró firme y dijo:

— ¡Carlinhos, yo creo que, cuando recibimos la bendición de realizar cualquiera trabajo, es preciso hacer lo mejor! Si él tiene que ser hecho, que sea bien hecho. La tarea puede ser simple, como barrer una acera, una calle, pero debe ser hecha siempre con amor. Tengo que valorar la oportunidad de trabajar, pues soy pagada para eso. ¿A cuántas personas no les gustaría estar en mi lugar?

Carlinhos comprendió perfectamente. Su amiga Dora trabajaba con amor, y de esa forma el trabajo no pesaba para ella.

Llegando a casa, Carlinhos contó para su madre lo que él había visto, y prometió:

— Mamá, mi amiga Dora me mostró que todo lo que necesitamos hacer debe ser hecho con amor, con buena voluntad. Cuando las clases comiencen, voy a actuar completamente diferente de lo que siempre hago: voy a aprovechar las clases y hacer mis deberes con buena voluntad y amor. ¡Todo queda más fácil!
 

La madre abrazó al hijo con cariño:

— ¡Carlinhos, yo creo que tu te estás volviendo un muchachito adorablemente responsable!

— Y tienes más, mamá. ¡Voy a ayudarte en las tareas de casa también! Quiero ser útil para las personas, como mi amiga Dora.

— ¡Que cosa linda, mi hijo! Voy a quedar contenta por tenerte ayudándome en casa. Y tienes otra cosa: quiero que mañana tú me lleves

para conocer a tu amiga Dora.  

Ellos se abrazaron felices. Y la madre, íntimamente, agradeció a Jesús por la bendición de tener a un hijo como Carlinhos.
                  

MEIMEI
 

(Recebida por Célia X. de Camargo, em 06/01/2014.)

 


                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita