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Año 7 343 22 de Diciembre de 2013
GERSON SIMÕES MONTEIRO
gerson@radioriodejaneiro.am.br  
Rio de Janeiro, RJ (Brasil) 
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

Gerson Simões Monteiro

Jesús desciende a la Tierra en Navidad

 
 
El día 25 de diciembre conmemoramos el nacimiento de Jesús, el Espíritu más puro y más perfecto que vivió en este mundo. Su mensaje comienza en el pesebre, ejemplificando la humildad, y termina en la cruz, perdonando a sus verdugos. Toda la existencia de Jesús fue dedicada al bien, donándose íntegramente a todos. Vivió solamente para servir y ayudar, sin exigir gratitud o recompensa. No hay un gesto en toda su vida que no haya sido para amparar a los necesitados y los vencidos de la Tierra.

La misión de María – Para el Espiritismo, Jesús es “el Camino, la Verdad y la Vida”, conduciendo a la humanidad para Dios. Es también la plantilla de perfección moral, cuyas enseñanzas vividas por Él y registradas en el Evangelio aseguran, a todos que los sigan, la conquista de la evolución espiritual. Sin embargo, Jesús, aún en la condición de Gobernador Espiritual de nuestro planeta, necesitó de un corazón materno para recibirlo como hijo. Fue justamente a María de Nazaret que Dios confió esa misión, por las cualidades del elevado Espíritu que era, sobre todo la humildad y el acrisolado amor al prójimo.

Dificultades de María y José – En razón del adelantado estado de embarazo de María, José buscó en Belén la posada de Abias, que de inmediato negó hostal para los dos, además de aún mirar maliciosamente para María y dirigir bromas irreverentes a José. La pareja, también pidiendo hospedaje a Joroao, usurero que alquilaba cuartos, de pronto recibió de él la negativa de acogerlos. Sin embargo, al examinar la belleza de María, llamó a parte a José y preguntó si ella era hija de esclavos, que pudiera comprar. Tras eso, la pareja buscó la pensión de Jacob, que también declaró ser imposible ceder el alojamiento para los viajeros. Pero, al fijarse en María, preguntó abiertamente como un viejo tenía el coraje de exhibir a una joven de aquella rareza por las calles.

La intervención de Gabriel – A pesar de todos esos acontecimientos lamentables, la verdad es que José y María eran acompañados espiritualmente por una legión de Espíritus sabios y magnánimos, a cuya frente se destacaba Gabriel, el mismo que anunció a María el nacimiento de su hijo – Jesús. Delante de esa difícil situación, el abnegado Gabriel, arrodillándose en las calles empedradas de Belén, rogó fervorosamente el amparo de Dios, recibiendo orientaciones de diversos Emisarios Celestiales de las más altas regiones de la espiritualidad, para que María pudiera conseguir hostal y tener su hijo en un lugar seguro. Fue cuando esos Emisarios deliberaron que la única seguridad para el nacimiento de Jesús se hallaba en el establo, y por eso mismo, inspiraron a José y María a continuar en dirección al abrigo de los carneros y de los bueyes.

Los animales en la mesa navideña – Tales hechos, narrados por el orientador espiritual Ebenezer Bem Aquim y anotados por el Espíritu Humberto de Campos, están publicados en la Antología Mediúmnica de la Navidad, obra psicografiada por el médium Chico Xavier. Al final de su comentario bien humorado, Chico recuerda que si no fueran los animales anfitriones del establo tal vez la Buena-Nueva traída por Jesús hubiera tenido su aparición retardada, y deja en el aire la pregunta: “¿No será eso motivo para que los animales en este mundo no sean matados para festejar la Navidad?”. Piense bien, y homenajee el aniversario del día 25 sin animales asados en la mesa navideña.

La grandeza espiritual de José – “José de Galilea fue un hombre tan profundamente espiritual que su personaje sublime escapa a los análisis limitados de quienes no puede prescindir del material humano para un servicio de definiciones.” El concepto es del benefactor espiritual Emmanuel, en un mensaje psicografiado por Chico Xavier. Fue exactamente por su grandeza espiritual que José mereció la confianza de las Fuerzas Divinas que presidieron la venida de Jesús la Tierra.

Es importante resaltar que fueron confiadas a José las vidas de María y Jesús, desde el establo, en Belén, donde María dio a la luz a su hijo con seguridad, y después en la fuga para Egipto, para salvar al pequeño Jesús de la muerte ordenada por Herodes, hasta el regreso de ellos a Nazaret. Ese hombre, aunque honrado dos veces por la solicitud de un ángel, nunca se vanaglorió de esa dádiva en su vida.

La primera solicitud hecha a José de Galilea fue cuando el embarazo de María. Antes de cohabitar, él resolvió alejarse de María secretamente, en la intención de evitar su difamación. Al pensar en eso, he ahí que un ángel del Señor le apareció en sueño, diciéndole: “José, hijo de David, no temas recibir a María, porque lo que en ella fue concebido es obra del Espíritu Santo. Ella dará a la luz un hijo, al cual pondrás el nombre de Jesús”. Ya la segunda ocurrió cuando José fue avisado otra vez en sueños, por un Emisario Celestial, para que huyera con su familia en dirección a Egipto. Si de José no tenemos muchas informaciones, es porque pasó en el mundo dentro del divino silencio de Dios, ejemplificando la humildad, la dedicación al trabajo y el amor a la familia.

El mejor homenaje – En la víspera o el día de Navidad, si usted pretende homenajear de hecho el aniversario inolvidable que es Jesús, ampare a los hermanos relegados a la miseria y al dolor. Ofrezca una sencilla flor al enfermo abandonado y olvidado en el lecho del sufrimiento. Alimente con el pan que le sobra de la mesa la viuda cercada de los hijos hambrientos. Extienda su mano a los hermanos presidiarios. Abrace a los viejitos recogidos en los asilos y casas de asistencia. Experimente conversar también con los hermanos que residen en las calzadas frías, y, si es posible, sirva una taza de leche, endulzada con su generosidad.

Visita de Jesús a la Tierra – Por descontado, tras la plena donación del amor, usted oirá dentro de su alma las inolvidables palabras del Maestro: “En verdad os digo, todas las veces que eso hicisteis a uno de estos más pequeñitos de mis hermanos, fue a mí mismo que hicisteis”. Y no se olvide de que entre las once de la noche y una de la madrugada del día de Navidad, Jesús viene a la Tierra para amparar a los sufridores y los olvidados en las calles, en los hogares, en los hospitales, en las prisiones, finalmente, en todas partes, según revelación del médium Chico Xavier.

En una de esas visitas a nuestro mundo el día de Navidad, Jesús acogió el alma de Mariazinha, niña que murió con hambre, cansada y enferma, tirada en una calzada de una ciudad brasileña.

Al asistir a ese hecho en la vida espiritual, la poetisa cearense Francisca Clotilde hizo su narración en versos por la mediumnidad de Chico Xavier, bajo el título “Cuento de Navidad”, publicado en el libro “Antología Mediúmnica de la Navidad”:

                                        La noche es casi helada...

Pero, Mariazinha

es la niña de otras noches

que tiembla, tose y camina...

Sonajeros lejos, sonajeros cerca...

Es Navidad de paz y amor.

Hay muchas voces cantando:

– “Loado sea el Señor!”.

La calle parece nueva

cual jardín que floreció.

Cada vitrina adornada

repite: “Jesús nació!”

Descalza, vestido roto,

Mariazinha allá va...

Sola, sin madre que la bese,

niña triste, sin padre.

Aquí y allí, pide un pan...

Está hambrienta y enferma.

– “¡Vaga, sana deprisa!”.

Es el grito de mucha gente.

– “¡Niña ladrona! – otros dicen”:

– “¡Huye de aquí, pata fea!”.

Todo niño perdido

debe dormir en la cadena”.

Mariazinha tiene hambre

y llora, sintiendo en torno

 el viento que trae el aroma

del pan calentado al horno.

Abatida, fatigada,

tras un recorrido enorme,

se estira en la calzada...

Intenta el sueño, pero no duerme.

En eso, un joven tranquilo y bello

surge y habla, dulce y blando:

– Mariazinha, ¿tú

estás durmiendo o pensando?

La pequeñita responde,

irguiendo los bracitos desnudos:

– Hoy es noche de Navidad,

estoy pensando en Jesús.

– ¿No recuerdas a alguien más?

Y ella, llorando, dijo: – Yo

pienso también, con nostalgia,

en mi madre que murió...

– Si Jesús apareciera,

¿Qué es lo que tú querrías?

– Querría que él me diese

un pastel de la panadería...

Tras comer, entonces

– Ella la pobre sonrió contenta –

quería un par de zapatos

y una blusa grande y caliente...

Después... Quería una casa,

así como todos tienen...

Tras todo... yo querría

una muñeca también.

– Pues sepa, Mariazinha,

¡Yo te digo que así sea!

Tú hoy tendrás todo

aquello que más desea.

– Pero, ¿el señor quien es?

Y él afirma, ojos en luz:

– ¡Soy yo, amigo de siempre,

mi hija, yo soy Jesús!...

Mariazinha, encantada,

tonta de inmensa alegría,

puso la cabeza cansada

en los brazos que él extendía...

Y durmió, viéndose otra,

en santo deslumbramiento,

acurrucada a Jesús

en la gloria del firmamento.

Al otro día, muy pronto,

cuando el tendero abre la puerta,

un cuerpo cayó, leve...

la niña estaba muerta.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita