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Año 7 342 15 de Diciembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


El legado de Nelson Mandela


Se realiza en este domingo, como fue ampliamente anunciado, el entierro del cuerpo utilizado por una personalidad extraordinaria que dejó la esfera donde vivimos, en rumbo a la patria espiritual, en el día 5 del corriente mes de Diciembre. Nos referimos a Nelson Mandela, que desencarnó a los 95 años de edad.  

Nacido en 1918, Mandela contaba 44 años cuando fue preso y, algún tiempo después, condenado a la cadena perpetua. En el presidio permaneció por 27 años, para de él salir y – contrariando ciertamente la expectativa general – promover una verdadera revolución, sin armas y sin derramamiento de sangre, en el país del Apartheid.

La mejor definición del legado de Mandela nos fue dada por el escritor nigeriano Chinedu Okafor, autor de Los Escorpiones Rojos, novela que enfoca la historia reciente de África:

“El legado de Nelson Mandela debería ser visto más como un legado de amor y de perdón  que de nacionalismo. Nelson Mandela es un hombre que escogió amar, mismo cuando tenía todos los motivos para odiar.

Veo Nelson Mandela más como una encarnación del perdón, de que como el combatiente por la libertad por lo cual muchos lo reconocen.

Podemos comprobar eso con el hecho de que hubo muchos combatientes por la libertad en África, antes y después de Mandela, que persiguieron aquellos vistos como enemigos tras llegasen al poder, pero, como presidente de África del Sur, él organizó la famosa Comisión de la Verdad y Reconciliación, donde la verdad sobre los eventos del régimen del Apartheid fue revelada, y el perdón necesario fue aplicado.” (Gaceta del Pueblo, Especial Mandela de 6/12/2013,p.5).

Así que la noticia del fallecimiento de Mandela fue divulgada, se averiguó en el mundo todo una ola de manifestaciones de reverencia y de gratitud al gran líder sudafricano por el papel que ejerció en la transición pacífica de un régimen que todos deploraban – el Apartheid – para el de libertad, en lo cual blancos y negros podrían, entonces, convivir y disfrutar de los mismos derechos.

Como se sabe, desde que el continente africano se tornó independiente, solamente dos líderes que llegaron a la presidencia de sus países no fueron acusados o incriminados por corrupción. Uno de ellos es Julius Kambarage Nyerere (Butiama, 13 de Abril de 1922 – Londres, 14 de Octubre de 1999), de Tanzania. El otro es Nelson Mandela.

Además de eso, ambos renunciaron al poder voluntariamente, recusando los esfuerzos que hicieron para que se mantuviesen en el poder, sin plazo definido, un hecho común en África, bien como en Asia, donde dictaduras se instalaron y se perpetuaron, teniendo como consecuencia crisis, conflictos y, muchas veces, la desorganización de la economía, con todo su cortejo de dificultades y miseria.   

Libertad, igualdad y honestidad, a que podemos agregar la práctica del perdón y de la reconciliación, he aquí los ideales que se pueden asociar a Nelson Mandela, que logró probar que es posible, sí, adoptar en el mundo donde vivimos los mismos principios que Jesús nos legó hace dos mil años, por más difícil que sea la misión a ser realizada. 

Dar la otra faz, reconciliarse con el adversario, perdonar no apenas siete pero setenta veces, he aquí lo que se vio en África del Sur bajo el comando de Mandela. 

Un pensamiento, con toda certeza, debe tener venido en la mente de todos nosotros cuando noticiado el fallecimiento del gran líder: - ¡Si la vida de un hombre se resumiera a los pocos años que pasamos por aquí, que desperdicio sería la muerte de personas como Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela, todos legítimos campeones de la lucha por la paz y por la libertad!

Ocurre que la vida de nadie no se resume a una única existencia, y, por lo tanto, todos ellos, como Espíritus libres que son, pueden asociarse – y ciertamente es lo que ocurre – a los esfuerzos de Jesús, el Gobernador espiritual de nuestro orbe, para que el planeta donde vivimos sea un día un mundo fraterno donde la paz, la libertad y la igualdad reinen soberanas en todos los lugares.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita