WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 341 8 de Diciembre de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

El mejor regalo es el amor
 

 

Alice estaba muy enfadada. Su hermano de cinco años, Pedrinho, había roto el aparato de sonido que ella había conseguido de los padres como regalo de aniversario.

Alice había soñado tanto en tener ese aparato, y ahora él estaba todo roto. Pedrinho lo había cogido sin permiso y, llevándolo para la terraza del apartamento, había dejado que él cayera, cayendo en el espacio y despedazándose en la calzada, allá abajo.  
 

Indignada, el corazón de Alice se hubo llenado de rabia y ella se puso a gritar:

— ¡Yo nunca te voy a perdonar, Pedrinho!

Y el chico, llorando, explicaba:

— ¡Yo no hice por querer, Alice! ¡Yo sólo quería oír música, como tú haces!

— ¿Pero por qué no lo pediste? ¡Yo te enseñaría a ti cómo hacerlo funcionar!

La madre, preocupada con la pelea, intentó calmar a la hija:

— Alice, querida, ten paciencia con tu hermano. ¡Él no lo hizo por querer!

— ¡No quiero saber, mamá! ¡Yo nunca más voy a hablar con ese enano!

Y salieron ambos llorando, cada cuál para su lado.

Sin embargo, la Navidad se aproximaba. Toda la ciudad se iluminaba con luces coloreadas, árboles decorados y tiendas con bellos escaparates. En los hogares, todo invitaba a la unión y al amor, recordando el nacimiento de Jesús. Pero Alice se mantenía irreductible. No perdonaría al hermano. La madre, preocupada con la hija, la abrazó cierto día, y le dijo:

— Querida, ahora tú ya eres casi una jovencita, estás creciendo bastante; eres responsable y estudiosa, cumplidora de tus deberes, y todo eso es muy bueno. ¡Sin embargo, necesitas desarrollar más paciencia y comprensión con aquellos que aún no son cómo tú!

— ¡Ah!... ¡Ya sé! Tú quieres que yo perdone a Pedrinho.

— No, hija. Eso sólo tú misma puedes hacerlo, porque dice respecto a tu corazoncito.

Pero acuérdate: la amargura es herrumbre que corroe nuestro interior. Entonces, te pido sólo que pienses; busca acordarte de cómo tú eras cuando tenías la edad de él. Luego llegará la Navidad, que es una fiesta de amor, y necesitamos estar unidos.

— Yo sé. Conmemoramos el aniversario de Jesús.

— Eso mismo. Pero Navidad también significa que abramos nuestro corazón a la tolerancia, a la comprensión, al perdón, finalmente, al amor al prójimo, como Jesús nos recomendó. ¿Y quién es nuestro prójimo más próximo?

La niña bajó la cabeza, manteniéndose callada.

Ella había entendido perfectamente lo que la madrecita había querido explicarle. Y pensó: “¡Oh, Jesús! Ayúdeme a resolver este problema con mi hermano”.

De repente, ella se puso a recordar todo lo que había hecho cuando era más pequeña, de las broncas que hubo tenido, de los castigos por hacer cosas mal. Hasta de hechos que ni recordaba más. Y ahora, pensando en el hermano, Alice sintió que su corazoncito se transformaba, como si una niebla oscura saliese, dejándola limpia por dentro, nuevamente bien consigo misma y con los otros.

Sintiéndose más aliviada, ella pensó: “¡Tengo que hacer las paces con Pedrinho! ¿Pero cómo?”

En ese momento, la madre, que venía de la cocina dijo:

— ¡Alice, necesitamos montar nuestro árbol de Navidad!

— Puedes dejarlo, mamá. Yo lo monto – respondió la niña.

Justo en aquel instante, el hermano entró en la sala: callado, triste, con la cabeza baja. Y sintiendo haber encontrado la respuesta para la conciliación, aprovechando la oportunidad, como si nada hubiera ocurrido entre ellos, Alice pidió:

— Pedrinho, ¿tú me ayudas a montar el árbol de Navidad?

La expresión del niño cambió. Abrió más los ojos, alegre por ver que la hermana, finalmente, había vuelto a hablar con él.

— ¡Claro que ayudo!...

Entonces, a partir de esa hora, trabajaron juntos para montar el árbol. Y, cada nuevo adorno de colocaban, más se deshacía la amargura de la hermana.
 

Cuando terminaron el trabajo, encendieron las luces. ¡El árbol estaba lindo!

La madre vino a ver el resultado, y quedó admirada:

— ¡Mis hijos, esta es el Árbol de Navidad más bello que ya tuvimos!

Y Alice, dando la mano al hermanito, concordó:

— Tienes razón, mamá. Es que el fue

hecho con mucho amor. ¿No es así, Pedrinho?

El chico abrazó a la hermana, agradecido.

— ¿Tú me perdonas, Alice? No rompí tu aparato de música por querer.

— Olvida eso, Pedrinho. El amor que nos une es mucho más importante.

En la noche de Navidad, sellada la paz en el hogar, reunieron la familia para conmemorar el aniversario de Jesús con una plegaria de agradecimiento por todo lo que habían recibido aquel año y por la presencia del Maestro en sus vidas, a través de sus lecciones.

Para sorpresa de Alice, la abuela Catarina le entregó un lindo paquete de regalo.
 

Al abrirlo, Alice tuvo una gran sorpresa: era un aparato de CDs mucho más moderno y más pequeño que el otro que se había roto.

Abrazó a la abuela y el abuelo, agradecida por la gentileza de ellos que, sabiendo del problema generado en la familia, decidieron regalarla de esa forma.

Sin embargo, mirando para el hermanito, lo abrazó feliz y dijo, delante de todos:

— ¡Gracias, abuela! ¡Pero yo descubrí que, en la vida, el mejor regalo es el amor, que damos y recibimos de retorno!


                                                     
MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo, em Rolândia (PR), em 3/12/2012.)  
 


                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita