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Editorial Português   Inglês    
Año 7 340 – 1º  de Diciembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


Mediumnidad es compromiso para toda la vida


Una preocupación muy común entre los nuevos adeptos del Espiritismo dice respecto a la utilización de las facultades mediúmnicas, de que, como sabemos, podemos perfectamente ser dotados. Al final y al cabo, acuerda Kardec en El Libro de los Médium, cap. 14, ítem 159, que raras son las personas que no poseen de la facultad mediúmnica algunos rudimentos.

En razón de eso, existen personas que, sabiéndose portadoras de esa facultad, son tomadas de gran perplejidad y, en primer momento, no saben cómo actuar – se abrazan la tarea o de ella se apartan. Y hay, aún, un tercer grupo formado por los que se dedican a la práctica de la mediumnidad y de ella después se apartan.

Varios son los motivos de ese alejamiento. Hay personas que cambian de domicilio y no encuentran oportunidad de proseguir en la tarea en la ciudad donde pasan a vivir. Otros son impedidos por razones de trabajo, o de estudio, sobre todo cuando existe incompatibilidad de horarios. Y hay, por fin, los que simplemente desisten, aunque no existan motivos reales para que eso se pase. ¿Qué ocurre con el médium que así actúa?

Es evidente que él no será, como se tiene la costumbre de decir, castigado por eso. Constituyendo un recurso valioso que nos posibilita el intercambio entre los dos mundos, la facultad mediúmnica, cuando bien utilizada, proporciona al individuo el sentimiento del deber cumplido y la felicidad de ser útil según las herramientas de que dispone. Si la persona desiste de semejante tarea, ella está tan solamente renunciando a una posibilidad a más de crecimiento, pero no está cometiendo delito alguno.

Es obvio que, poseyendo una sensibilidad aflorada que la afecta más que a los otros, el alejamiento de la tarea puede traerle desequilibrio y desaliento emocional, pero no se trata de castigo. Tal hecho es simple consecuencia que adviene no del alejamiento en sí, pero sí del motivo por lo cual se apartó y principalmente de las actitudes que haya tomado en la vida.    

Si la persona se aparta por motivos validos – necesidad de trabajar, dificultades de horario, cursos importantes que es necesario hacer, etcétera – y, a pesar de eso, busca mantener el buen humor, la afabilidad y el trato gentil para con las personas y para consigo mismo, ella mantiene encendida su fuerza de comulgar la vida y eso será de cierta manera una forma de asegurar su equilibrio. 

Cuando, no obstante, se aparta por otros motivos que le vengan a traer disturbios emocionales en razón de actitudes inconexas y que la alejen de Dios y da práctica del bien, entonces es natural que advengan consecuencias de eso, no por el hecho de no estar ejerciendo las facultades mediúmnicas, pero sí por las actitudes que haya tomado. Como mantiene la sensibilidad aflorada por la predisposición orgánica a la mediumnidad, la facilidad de desequilibrarse será aún mayor. 

Divaldo Franco en el libro Directrices de Seguridad (Editora Frater, 3ª edición, cuestión 26) explica muy bien lo que en esos casos ocurre. Según él, la mediumnidad se presenta en las personas como siendo una aptitud. Caso esa aptitud no sea convenientemente educada y canalizada para la finalidad a la cual se destina, los resultados no serán los deseados y el médium que abandonó la tarea enfrentará los efectos consecuentes del desprecio a que su facultad se quedó relegada. Evidentemente, la facultad mediúmnica no desaparece y la persona continúa médium, pero, no dirigiéndola para la finalidad noble, pasa a ser conducida por entidades no vigilantes, en el rumbo del desequilibrio. En cuanto se mantiene en el ejercicio correcto de sus funciones, se encontrará bajo el amparo de entidades responsables. En el momento en que inclinar la mente y el comportamiento para otras actividades, se transferirá de sintonía, y aquellos con los cuales va a mantener contacto psíquico podrán, en razón de su contenido vibratorio inferior, producirle daños. “La mediuminidad – observa Divaldo – es un compromiso para toda la vida y no apenas para un determinado periodo de tiempo.”



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita