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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 338 – 17 de Noviembre de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 


El Cielo y el Infierno

Allan Kardec

(Parte 7)

Continuamos el estudio metódico del libro “El Cielo y el Infierno, o la Justicia Divina según el Espiritismo”, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 1º de agosto de 1865. La obra integra el llamado Pentateuco Kardeciano. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿En qué se basan los principios espíritas sobre las penas futuras?

B. ¿El arrepentimiento, según la enseñanza espírita, es suficiente para la regeneración del hombre y su salvación?

C. El Código Penal de la Vida Futura, según la enseñanza espírita, puede ser sintetizado en tres principios. ¿Cuáles son estos?

D. ¿Quiénes son los ángeles según la doctrina de la Iglesia?

Texto para la lectura

62. Hoy está plenamente reconocido por los filósofos espiritualistas que los órganos cerebrales correspondientes a las diversas aptitudes deben su desarrollo a la actividad del Espíritu. Ese desarrollo es, pues, un efecto y no una causa. Un hombre no es músico porque tenga aptitud para la música, sino que la tiene porque su Espíritu tiene inclinación hacia la música. Si la actividad del Espíritu actúa sobre el cerebro, debe actuar también sobre las otras partes del organismo. (Primera Parte, cap. VII, párrafo segundo.)

63. El Espíritu es, pues, el artesano de su propio cuerpo, que él talla de acuerdo a sus necesidades e inclinaciones. En estas circunstancias, la perfección corporal de las razas adelantadas deja de ser producto de creaciones distintas para ser el resultado del trabajo espiritual, que perfecciona la envoltura material a medida que sus facultades aumentan. (Primera Parte, cap. VII, párrafos 3 y 4.)

64. Por una consecuencia natural de este principio, las disposiciones morales del Espíritu deben modificar las cualidades de la sangre, darles mayor o menor actividad, provocar una secreción más o menos abundante de bilis o de cualquier otro fluido. Es así que, por ejemplo, al glotón se le llena la boca de saliva ante un plato apetitoso. Con seguridad, la comida no puede excitar el órgano del gusto puesto que no ha tenido contacto con él; la sensibilidad está, pues, en el Espíritu y no en el cuerpo. (Primera Parte, cap. VII, párrafos 5 y 6.)

65. Un Espíritu indolente y débil dejará su organismo en un estado de atonía en relación con su carácter, mientras que si es activo y enérgico, dará a su sangre y sus nervios cualidades completamente opuestas. La acción del Espíritu sobre el físico es tan evidente que a menudo vemos graves desórdenes orgánicos generados por violentas conmociones morales. Podemos admitir, por consiguiente, al menos en parte, que el temperamento es determinado por la naturaleza del Espíritu, que es así su causa y no efecto. (Primera Parte, cap. VII, párrafos 7 a 9.)

66. El Código Penal de la Vida Futura no es un código de fantasía, pues está fundamentado en la observación y en la experiencia, y puede resumirse en 33 puntos, cuyo conocimiento es de capital importancia para todos nosotros. (Primera Parte, cap. VII, Código Penal de la Vida Futura.)

67. Todas las religiones han tenido ángeles con distintos nombres, es decir, seres superiores a la Humanidad, intermediarios entre Dios y los hombres. Al negar toda la existencia espiritual fuera de la vida orgánica, el materialismo naturalmente clasificó a los ángeles entre las ficciones y las alegorías. (Primera Parte, cap. VIII, ítem 1.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿En qué se basan los principios espíritas sobre las penas futuras?

La Doctrina Espírita, en lo que respecta a las penas futuras, no se basa en una teoría preconcebida; no es un sistema que sustituye a otro sistema: en todo, ella se apoya en las observaciones y son éstas las que le dan plena autoridad. Nadie imaginó jamás que las almas, después de la muerte, se encontrarían en tales o cuales condiciones. Son ellas, esas mismas almas que partieron de la Tierra, las que vienen hoy a iniciarnos en los misterios de la vida futura, al describirnos su situación feliz o desdichada, sus impresiones, su transformación tras la muerte del cuerpo, completando, en una palabra, las enseñanzas de Cristo sobre este punto. (El Cielo y el Infierno, Primera Parte, cap. VII, Principios de la Doctrina Espírita sobre las Penas Futuras.)

B. ¿El arrepentimiento, según la enseñanza espírita, es suficiente para la regeneración del hombre y su salvación?

No. Aunque sea el primer paso para la regeneración, el arrepentimiento no basta por sí solo; son necesarias la expiación y la reparación. El arrepentimiento, la expiación y la reparación constituyen por lo tanto, las tres condiciones necesarias para borrar las huellas de una falta y sus consecuencias. El arrepentimiento suaviza las amarguras de la expiación, al abrir mediante la esperanza el camino de la rehabilitación; pero sólo la reparación puede anular el efecto destruyendo la causa. (Obra citada, Primera Parte, cap. VII, Código Penal de la Vida Futura, ítems 16 y 17.)

C. El Código Penal de la Vida Futura, según la enseñanza espírita, puede ser sintetizado en tres principios. ¿Cuáles son estos?

Son tres los principios que resumen el Código Penal de la Vida Futura:

1º - El sufrimiento es inherente a la imperfección.

2º - Toda imperfección, así como toda falta que provenga de ella, trae consigo su propio castigo en las consecuencias naturales e inevitables: así como la enfermedad castiga los excesos y de la ociosidad nace el tedio, sin que sea necesaria una condena especial para cada falta o individuo.

3º - Pudiendo todo hombre liberarse de las imperfecciones por efecto de su voluntad, puede igualmente anular los males que son su consecuencia y asegurar su futura felicidad. A cada uno según sus obras, así en el Cielo como en la Tierra – tal es la ley de la Justicia Divina. (Obra citada, Primera Parte, cap. VII, ítem 33.)

D. ¿Quiénes son los ángeles según la doctrina de la Iglesia?

Según la doctrina de la Iglesia, los ángeles son seres puramente espirituales, anteriores y superiores a la Humanidad, criaturas privilegiadas y consagradas a la felicidad suprema y eterna desde su formación, dotadas por su propia naturaleza de todas las virtudes y conocimientos, no habiendo hecho nada para adquirirlos. Están, por así decirlo, en el primer plano de la Creación, contrastando con el último, donde la vida es puramente material.

Los padres de la Iglesia y los teólogos enseñan que los ángeles generalmente se dividen en tres grandes jerarquías o principados, y cada jerarquía en tres compañías o coros.

Los de la primera y más alta jerarquía son designados según las funciones que ejercen en el cielo: son los Serafines, Querubines y los Tronos.

Los ángeles de la segunda jerarquía reciben sus nombres en razón de las operaciones que se les atribuye en el gobierno general del Universo: son las Dominaciones, las Virtudes y las Potencias o Potestades.

Los de la tercera jerarquía tienen por misión la dirección de las sociedades y de las personas: son los Principados, los Arcángeles y los Ángeles de la Guarda. (Obra citada, Primera Parte, cap. VIII, ítem 2.)

 

 


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