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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 335 – 27 de Octubre de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 


El Cielo y el Infierno

Allan Kardec

(Parte 4)

Continuamos el estudio metódico del libro “El Cielo y el Infierno, o la Justicia Divina según el Espiritismo”, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 1º de agosto de 1865. La obra integra el llamado Pentateuco Kardeciano. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cómo es descrito el infierno por la teología católica?

B. Los niños van al limbo. ¿Qué significa esa palabra?

C. Según la descripción de la teología católica, Dios produjo dos milagros para hacer más terribles aún los sufrimientos de los condenados al infierno. ¿Cuáles son esos milagros?

D. El infierno cristiano supera al infierno pagano. ¿Cuáles son sus diferencias?

Texto para la lectura 

35. En todas las épocas, el hombre ha creído, por intuición que la vida futura sería feliz o desdichada según el bien o el mal que haya practicado en este mundo. Pero la idea que se hace de esa vida está en relación al desarrollo de su sentido moral y los conceptos más o menos justos del bien y del mal. (Primera Parte, cap. IV, ítem 1.)

36. Al poder comprender sólo aquello que veía, el hombre primitivo moldeó su futuro a través del presente; para comprender otros tipos más allá de los que tenía ante su vista, le sería necesario tener un desarrollo intelectual que sólo el tiempo le daría. (Primera Parte, cap. IV, ítem 2.)

37. De esta manera, el cuadro ideado por él acerca de los castigos futuros es el reflejo de los males de la Humanidad, en una proporción más amplia, que reúne todas las torturas, suplicios y aflicciones que encontró en la Tierra. Es por esto que, salvo pequeñas diferencias de forma, los infiernos de todas las religiones se parecen. (Primera Parte, cap. IV, ítem 2.)

38. El infierno pagano, descrito y dramatizado por los poetas, fue el modelo más grandioso del género y se perpetuó en el seno de los cristianos. Comparándolos, se encuentran en ellos numerosas analogías; ambos tienen el fuego material como base de los tormentos, como símbolo de los sufrimientos más crueles. Pero, ¡cosa extraña!, los cristianos exageran en muchos puntos el infierno de los paganos. (Primera Parte, cap. IV, ítem 3.)

39. Al localizar el cielo y el infierno, las sectas cristianas fueron llevadas a admitir sólo dos situaciones extremas para las almas: la felicidad perfecta y el sufrimiento absoluto. El purgatorio es sólo una posición intermedia y momentánea, al salir de la cual las almas pasan sin transición a la morada de los bienaventurados. (Primera Parte, cap. IV, ítem 7.)

40. No podría ser otra la hipótesis, dada la creencia en la suerte definitiva del alma después de la muerte. Si no hay más que dos moradas, la de los elegidos y la de los condenados, no se puede admitir varios grados en cada una sin admitir la posibilidad del progreso. Ahora bien, si hay progreso, no hay suerte definitiva; si hay suerte definitiva, no hay progreso. Jesús resolvió la cuestión cuando dijo: “Hay muchas moradas en la casa de mi Padre”.  (Primera Parte, cap. IV, ítem 7.)

41. El conocimiento del infierno pagano nos es proporcionado casi exclusivamente por la descripción de los poetas Homero y Virgilio. Fénelon, en “Telémaco”, también lo describe, sin las exageraciones peculiares de la forma poética. (Primera Parte, cap. IV, ítem 9.)

42. Una pregunta que se impone es ésta: ¿cómo hay hombres que dicen haber visto el infierno en estado de éxtasis, si no existe? La explicación es simple: el éxtasis es la más insegura de todas las revelaciones. (1) (Primera Parte, cap. IV, ítem 15.) 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cómo es descrito el infierno por la teología católica?

El infierno cristiano tuvo como modelo al infierno pagano y presenta numerosas analogías con éste. Ambos tienen el fuego material como base de los tormentos, como símbolo de los sufrimientos más crueles. Pero, ¡cosa extraña!, los cristianos exageran en muchos puntos el infierno de los paganos. Un ejemplo de esto son las calderas hirvientes cuyas tapas levantan los ángeles para ver las contorsiones de los condenados, mientras Dios oye sin piedad sus gemidos durante toda la eternidad. Los cristianos tienen, como los paganos, su rey de los infiernos – Satán – pero con la diferencia de que Plutón se limitaba a gobernar el sombrío imperio que le tocó en herencia, sin ser malo; retenía en sus dominios a los que habían hecho el mal, porque esa era su misión, pero no inducía a los hombres al pecado para disfrutar, para divertirse con sus sufrimientos. Satán, sin embargo, recluta víctimas por todas partes y se regocija al atormentarlas con una legión de demonios armados de tridentes para revolverlas en el fuego. En cuanto a la ubicación del infierno, algunos doctores lo han ubicado en las entrañas mismas de nuestro globo; otros, no sabemos en qué planeta, sin que el problema se haya resuelto en ningún concilio. (El Cielo y el Infierno, Primera Parte, cap. IV, ítems 3 a 5, 11 y 12.)

B. Los niños van al limbo. ¿Qué significa esa palabra?

Los niños fallecidos en tierna edad, sin haber hecho ningún mal, no pueden ser condenados al fuego eterno. Pero como tampoco han hecho el bien, no tienen derecho a la felicidad suprema. Están en el limbo, nos dice la Iglesia, en esa situación jamás definida, en la cual si no sufren tampoco gozan de la bienaventuranza. La naturaleza del limbo, sin embargo, nunca fue definida. (2) (Obra citada, Primera Parte, cap. IV, ítems 7 y 8.)

C. Según la descripción de la teología católica, Dios produjo dos milagros para hacer más terribles aún los sufrimientos de los condenados al infierno. ¿Cuáles son esos milagros?

El primer milagro sería la resurrección de los cuerpos, algo inimaginable sobre todo cuando el cuerpo del individuo que murió se ha corrompido con el paso del tiempo. El segundo milagro es dar a esos cuerpos mortales la virtud de subsistir sin disolverse en un horno, donde se evaporarían los propios metales. (Obra citada, Primera Parte, cap. IV, ítem 13.)

D. El infierno cristiano supera al infierno pagano. ¿Cuáles son sus diferencias?

Además de las observaciones contenidas en la respuesta a la pregunta A, en el infierno pagano no se ve el refinamiento de las torturas que constituyen el fondo del infierno cristiano. Jueces inflexibles, pero justos, dictan sentencia siempre proporcional al delito, mientras que en el imperio de Satán todos son confundidos en las mismas torturas, con la materialidad como base, y desprovista de cualquier indicio de equidad. En el infierno cristiano, las sentencias no son proporcionales a la gravedad del pecado cometido, sino  iguales para todos los que en él se encuentran. (Obra citada, Primera Parte, cap. IV, ítems 9 a 15.)
 

Notas:

(1) Vea a ese respecto la enseñanza contenida en las preguntas 443 y 444 de El Libro de los Espíritus. Debemos considerar también que el individuo pueda haber visto escenas de la región llamada Umbral grueso, a la que se refiere el libro “Ciudad en el Más Allá” de Hiegorina Cunha, donde hay “llanto y crujir de dientes”, como dijo Jesús.

(2) Recientemente la Iglesia Católica dejó sin efecto todas las disposiciones que se referían al limbo, por entender que Dios tiene medios invisibles, no comunicados a los hombres, para salvar a todos los niños, aunque mueran sin el bautismo.

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita