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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 331 – 29 de Septiembre de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 


El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

(Parte 37 y final)

 
Termina en esta edición el estudio 
metódico de  “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Respeta el Espiritismo las oraciones de otros cultos?

B. ¿Cómo consideran los Espíritus Superiores la Oración Dominical?

C. ¿Debemos orar en las reuniones espíritas?

D. ¿Qué orientación nos da Kardec en relación al tratamiento de los obsesos?

Texto para la lectura

388. Vimos en el ítem anterior cuál es la ley, ley inmutable y conforme a la bondad y a la justicia de Dios. El Espíritu culpable e infeliz puede, de esta manera, salvarse a sí mismo: la ley de Dios establece la condición en que es posible hacerlo. Pero lo que la mayoría de las veces le falta es voluntad, fuerza y valor. Si por medio de la oración los benefactores le inspiran esa voluntad, si lo sostienen y lo animan, si por sus consejos le dan las luces de las que carece, en lugar de pedir a Dios que derogue su ley, se vuelven instrumentos para la ejecución de otra ley – la ley de amor y de caridad. (Cap. XXVII, ítem 21.)

389. El primer deber de toda criatura humana, el primer acto que debe señalar su retorno a la vida activa de cada día, es la oración. Casi todos oramos, pero ¡cuán pocos son los que saben orar! (Cap. XXVII, ítem 22, Monod.)

390. La oración puede ser hecha en todos los instantes, independientemente de las oraciones regulares de la mañana y de la noche y de los días consagrados. (Cap. XXVII, ítem 22, Monod.)

391. La oración es el rocío divino que aplaca el calor excesivo de las pasiones. Hija primogénita de la fe, ella nos encamina hacia la senda que conduce a Dios. En el recogimiento y la soledad, estamos con Dios. (Cap. XXVII, ítem 23, San Agustín.)

392. Sin mezcla de los deseos carnales, son divinas todas las aspiraciones. Debemos orar como lo hizo Cristo al llevar su cruz al Gólgota. Carguemos nuestra cruz y sentiremos las dulces emociones que pasaban por su alma, aunque estuviese doblado bajo el peso de un madero infamante. Él iba a morir, pero para vivir la vida celestial en la morada de su Padre. (Cap. XXVII, ítem 23, San Agustín.)

393. Los Espíritus han dicho siempre: “La forma no es nada, el pensamiento lo es todo. Ore, pues, cada uno según sus convicciones y de la manera que más lo conmueva. Un buen pensamiento vale más que muchas palabras con las que el corazón nada siente.” (Cap. XXVIII, ítem 1.)

394. Los Espíritus jamás prescriben ninguna fórmula absoluta de oración. Cuando dan alguna, es sólo para fijar las ideas y, sobre todo, para llamar la atención sobre ciertos principios de la Doctrina Espírita. Lo hacen también con el fin de ayudar a los que tienen dificultad para exteriorizar sus ideas, pues hay algunos que no creerían haber orado realmente, si sus pensamientos no hubiesen sido formulados. (Cap. XXVIII, ítem 1.)

395. La compilación de oraciones que encierra el capítulo XXVIII, contiene una selección hecha entre muchas que los Espíritus han dictado en varias ocasiones. Ellos pueden haber dictado otras, en diversos términos, apropiadas a ciertas ideas o a casos especiales; pero la forma poco importa si el pensamiento es el mismo. El objetivo de la oración consiste en elevar nuestra alma a Dios. La diversidad de las fórmulas no debe establecer ninguna diferencia entre los que creen en Él, ni entre los adeptos del Espiritismo, porque Dios las acepta todas cuando son sinceras. (Cap. XXVIII, ítem 1.)

396. No se debe, pues, considerar esta colección como un formulario absoluto y único, sino como una variedad en el conjunto de las instrucciones que los Espíritus ofrecen. El Espiritismo reconoce como buenas las oraciones de todos los cultos, cuando son dichas de corazón y no sólo de labios para afuera. No impone ninguna, no censura ninguna. Dios es sumamente grande para rechazar la voz que le suplica o entona sus alabanzas, porque lo hace de un modo y no de otro. Aquél que lance un anatema contra las oraciones que no estén en su devocionario probará que desconoce la grandeza de Dios. (Cap. XXVIII, ítem 1.)

397. La cualidad principal de la oración es que sea clara, sencilla y concisa, sin fraseología inútil ni lujo de epítetos, que son meros adornos de lentejuelas. Cada palabra dicha debe tener su propio valor, despertar una idea, hacer vibrar una fibra del alma. En una palabra: debe hacer reflexionar. Sólo bajo esa condición la oración puede alcanzar su objetivo, pues, de lo contrario, no es otra cosa que ruido. (Cap. XXVIII, ítem 1.)

398. La compilación de oraciones que consta en el mencionado capítulo se divide en cinco categorías: a) Oraciones generales; b) Oraciones para sí mismo; c) Oraciones por los vivos; d) Oraciones por los muertos; e) Oraciones por los enfermos y por los obsesos. Con el propósito de llamar, de manera especial, la atención sobre el objeto de cada oración y de hacer más comprensible su alcance, todas son precedidas por una instrucción preliminar,  una especie de exposición de motivos, bajo el título de prefacio. (Cap. XXVIII, ítem 1.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Respeta el Espiritismo las oraciones de otros cultos?

Sí. El Espiritismo reconoce como buenas las oraciones de todos los cultos, cuando son dichas de corazón y no sólo de labios para afuera. No impone ninguna, no censura ninguna. (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXVIII, ítem 1.)

B. ¿Cómo consideran los Espíritus Superiores la Oración Dominical?

La Oración Dominical es la oración que abre la compilación. De todas las oraciones, es la que los Espíritus superiores colocan en primer lugar, ya sea porque procede del mismo Jesús o bien porque puede suplirlas a todas según los pensamientos que se unan a ella. Es el más perfecto modelo de concisión, una verdadera obra maestra de sublimidad dentro de su sencillez, y resume todos los deberes del hombre para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo. Encierra una profesión de fe, un acto de adoración y de sumisión, el pedido de las cosas necesarias para la vida y el principio de la caridad. (Obra citada, cap. XXVIII, ítem 2.)  

C. ¿Debemos orar en las reuniones espíritas?

Sí. La oración no debe faltar en las reuniones espíritas serias, aquellas en las que sinceramente se desea el concurso de los buenos Espíritus, debiendo ser dicha tanto al inicio como al final de la reunión. (Obra citada, cap. XXVIII, ítems 4 a 7.) 

D. ¿Qué orientación nos da Kardec en relación al tratamiento de los obsesos?

Recordando que en los casos de obsesión grave el obseso se encuentra como envuelto e impregnado de un fluido pernicioso que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los rechaza, Kardec dice que inicialmente es esencial liberarlo de ese fluido, por medio de una acción idéntica a la del médium curador en los casos de enfermedad, eliminando el fluido malo con la ayuda de un fluido mejor, que produzca, de cierta manera, el efecto de un reactivo. Como esa acción mecánica no basta, es necesario actuar también sobre el Ser inteligente que produce la obsesión, al cual es importante que se le pueda hablar con autoridad, teniendo en cuenta siempre que para garantizar la liberación, es necesario inducir al Espíritu perverso a renunciar a sus malos propósitos y hacer que en él despierten el arrepentimiento y el deseo del bien, por medio de instrucciones hábilmente administradas, con el objetivo de su educación moral. La tarea en tales casos se hace más fácil cuando el obseso, comprendiendo su situación, presta el concurso de su voluntad y su oración. Ésta es, según el Codificador, el más poderoso auxiliar de quien actúe contra el Espíritu obsesor.

Según Kardec, la curación de las obsesiones graves requiere mucha paciencia, perseverancia y abnegación, y exige también tacto y habilidad a fin de encaminar al bien a los Espíritus muchas veces perversos, endurecidos y astutos, porque los hay rebeldes en extremo.  Cualquiera que sea el carácter del Espíritu, nada se obtiene por la fuerza o la amenaza. Toda la influencia reside en el ascendiente moral. Otra verdad igualmente comprobada tanto  por la experiencia como por la lógica, es la completa ineficacia de los exorcismos, fórmulas, palabras sacramentales, amuletos, talismanes, prácticas exteriores o cualquier otro signo material.

Finalmente, Kardec enseña que la obsesión muy prolongada puede ocasionar desórdenes patológicos y, a veces, requiere el tratamiento simultáneo o consecutivo, ya sea magnético o médico, para restablecer la salud del organismo. Y, aunque sea destruida la causa, falta combatir los efectos. (Obra citada, cap. XXVIII, ítems 81 a 84.) 

(Fin)

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita