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Año 7 331 – 29 de Septiembre de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


La oración en las
reuniones espiritas


En el principio del Espiritismo no era común orar en la apertura de las reuniones espiritas. No sabemos con seguridad cuando la práctica de la oración pasó a hacer parte de las sesiones prácticas, pero no es posible ignorar que el Espíritu de San Agustín fue uno de los primeros Espíritus, sino el primer, a sugerirla.

En el cap. XXXI d’El Libro de los Médium, en el subcapítulo titulado “Sobre las Sociedades Espiritas”,  Kardec trató del asunto, al insertar allí importante mensaje firmado por San Agustín.

He aquí el contenido del mensaje:

“¿Por qué no empezáis vuestras sesiones por una invocación general, una como oración, que disponga al recogimiento? Porque, quedáis sabiendo, sin el recogimiento, sólo tendréis comunicaciones livianas; los buenos Espíritus sólo van adonde los llaman con fervor y sinceridad. Es lo que aún los hombres no comprenden bastante. Cabeos, pues, dar el ejemplo, vosotros que, si lo quisierais, podréis tomaros una de las columnas del nuevo edificio.     

Observamos con placer vuestros trabajos y os ayudamos, sin embargo, bajo la condición de que también, de vuestro lado, nos secundéis y os mostréis a la altura de la misión que fuisteis llamados a desempeñar.                         

Formad, por lo tanto, un haz y seréis fuertes y los Espíritus malos no prevalecerán contra vosotros. Dios ama los simple de espíritu, lo que no quiere decir los tontos, pero los que se renuncian a sí mismos y que, sin orgullo, para Él se encaminan.  

Podéis tornaros un foco de luz para la humanidad. Sabed, luego, distinguir la cizaña del trigo; sembrad únicamente el buen grano y preservad de esparcir la cizaña, por eso que éste impedirá que aquél germine y seréis responsables por todo el mal que de ahí resulte; de igual manera, seréis responsables por las doctrinas malas que por ventura propaguéis.

Acordad de que un día podréis venir donde el mundo tenga puesto sobre vosotros los ojos. Haced, consiguientemente, que nada empañe el brillo de las buenas cosas que salgáis de vuestro seno. Por eso es que os recomendamos pedir a Dios que os asista.”

Según Kardec, solicitado a dictar una fórmula de invocación general, San Agustín respondió:

“Sabéis que no hay fórmula absoluta. Dios es infinitamente grande para dar más importancia a las palabras que al pensamiento. Luego, no creáis baste pronunciéis algunas palabras, para que los malos espíritus se aparten. Huid, sobre todo, de vosotros servís de una de esas fórmulas banales que se recitan para no tener cargo de conciencia. Su eficacia reside en la sinceridad del sentimiento que la dicta; está, sobre todo, en la unanimidad de la intención, sin embargo aquél que no se asocie de corazón no podrá beneficiarse de ella, ni hacer con que los otros se beneficien. Redactadla, pues, vosotros mismos y sométamela, si quisierais. Yo os ayudaré.”      

Hoy, pasados 152 años desde la publicación d’ El Libro de los Médium, no es difícil comprender el motivo de la recomendación arriba transcrita, visto que el valor de la oración y del pensamiento elevado es algo bien conocido en el medio espirita.

Efectivamente, nos dice André Luiz (“Misionarios de la Luz”, cap.5): “La oración, la meditación elevada, el pensamiento edificante refunden la atmosfera, purificándola”. “El pensamiento elevado santifica la atmosfera alrededor y posee propiedades eléctricas que el hombre común está lejos de imaginar”.

Corroborando ese entendimiento, Emmanuel informa (“Pensamiento y Vida”, cap. 2 y 26): “La oración impulsa las recónditas energías del corazón, libertándolas con las imágenes de nuestro deseo, por intermedio de la fuerza viva y plastificante del pensamiento, imágenes ésas que, ascendiendo a las Esferas Superiores, tocan las inteligencias visibles o invisibles que nos rodean, por las cuales comúnmente recibimos las respuestas del Plan Divino”. 

No fue, pues, sin razón que Kardec estableció que la oración no debe faltar en las reuniones espiritas serias, aquéllas en que sinceramente se desea el concurso de los buenos Espíritus, debiendo ser dicha tanto en el inicio cuanto en el término de la reunión, orientación que él consignó en El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXVIII, ítem 4 y 7. 




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita