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Año 7 329 – 15 de Septiembre de 2013
JOSÉ PASSINI     
passinijose@yahoo.com.br 
    
Juiz de Fora, MG
(Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 

José Passini

Derechos Lingüísticos

Parte 1


Siempre que una persona sea obligada al estudio de la lengua nacional de otro pueblo – a no ser con el objetivo de ampliar su cultura – estará sufriendo restricción en su derecho lingüístico, principalmente si fuera para usarla en la comunicación con alguien que la tenga como lengua materna.

En un diálogo, siempre lleva gran desventaja aquel que es obligado a expresarse en la lengua de su interlocutor, que la usa en la condición de nativo. La atención de quien busca comunicarse en la lengua del otro estará repartida entre el uso del idioma extranjero en que busca expresarse y el asunto que está siendo discutido.

Es muy fácil, para aquel que usa su propia lengua, parlamentaria, influenciar, convencer, vender, e incluso dominar, pues el parlante no nativo tiene su atención volcada no sólo al asunto en pauta, sino también al cuidado en el sentido de no expresarse de manera inadecuada o incluso ridícula.

El recelo de cometer fallos en la pronunciación o de expresarse en construcciones no usuales es causa de mucha inhibición, ya que, al hablar, la persona se acuerda de situaciones hilarantes, en relación al extranjero que quiebre su lengua, que son anchamente explotadas en el humorismo común.

Hay muchas situaciones en que el nativo entiende, pero como la construcción no es usada, causa, como mínimo, extrañeza: “¿Usted va en coche? No, voy bicicletando”, respondería el extranjero, por analogía con cabalgando, andando, nadando etc.

Por lo tanto, elegir, en un ámbito mundial, una lengua natural para el desempeño de la tarea de interlengua es herir un derecho legítimo de todos los pueblos que no tienen esa lengua como su idioma nacional, concediendo al pueblo que el habla como nativo una serie de prerrogativas contra las cuales se deben sublevar los demás pueblos, a mostrar el mismo derecho de no ser obligados a los gastos y a los esfuerzos necesarios al aprendizaje de una lengua extranjera.

La traducción no es, como parece, una actividad simple – Es bien verdad que cada lengua extranjera que se domine representa una ventana más abierta para el mundo. Ese caso es muy diferente del estudio compulsoriamente llevado a efecto para la comunicación internacional, en nivel académico o profesional. La lengua de otro pueblo, aprendida por necesidad, constituye una violación del derecho lingüístico del hombre.

¿Cuántos años son necesarios para un aprendizaje que posibilita, en la mayoría de las veces,  sólo un desempeño débil, deficitario?

¿Será justo que los usuarios de determinadas lenguas naturales tengan facilidades comunicativas, mientras pueblos de otras lenguas gasten tiempo y recursos preciosos para conseguir una comunicación deficitaria, imperfecta?

El aprendizaje de lenguas extranjeras llevado a efecto por aquellos que son obligados a usarlas como idioma internacional hiere un derecho natural de igualdad, por obligar a alguien al uso de un código lingüístico que presenta un nivel de facilidad/dificultad diferenciado entre los dos interlocutores.

Pero si todos quieren usar el derecho de hablar su propia lengua no habrá posibilidad comunicativa en el mundo, a menos que se recurra a los servicios de traducción. La traducción constituye un paso positivo en el campo del respeto a los derechos lingüísticos. Pero la presencia del traductor sobrecarga grandemente la comunicación, principalmente la oral, además de, en muchos casos, la desfigura completamente.

Sin llegar a la dureza del aforismo italiano: “traduttore, traditore”, es de reconocer que la figura intermediaria del intérprete minimiza – cuando no borra todo – muchos cambios importantes de un discurso. Además de eso, se debe reconocer que la traducción no es una actividad simple, como parece a primera vista.

Traducir es pasar de un universo a otro – Traducir no significa sustituir pura y simplemente las palabras de una lengua por sus correspondientes en la otra, como generalmente piensa el laico. Si así fuera, de hace mucho los ordenadores estarían operando en sustitución a los traductores humanos. Traducir significa decodificar un mensaje, interpretándolo completa y profundamente y, después, lo recodifica en otra lengua, que, no es raro, presenta características específicas en su estructura, en sus recursos expresivos, a veces muy diversos de aquella en que el mensaje fue elaborado originalmente.

Traducir es pasar de un universo a otro, pues cada comunidad de habla recorta la realidad, categorizándola de modo propio, construyendo, así, su universo lingüístico. Las lenguas naturales son simbólicas y reflejan el mundo de manera particularísima, circunscribiendo el propio razonamiento dentro de los límites lingüísticos de cada pueblo. Por eso, la traducción en buen nivel requiere del traductor, además de ancha dosis de conocimiento específico del área en que opera, amplio dominio de las dos lenguas, lo que incluye, necesariamente, el conocimiento profundo de la propia psicología de esas lenguas.

La traducción escrita es más simple. En el receso de su gabinete, el traductor tiene tiempo para investigar, analizar, comparar, meditar, para, finalmente, después hasta de haber consultado a un compañero, decidir por la forma más pertinente.

Pero, en la traducción oral, sea paralela o simultánea, existe la presión psicológica de las posibles comparaciones esperadas de oyentes que tienen acceso a las dos lenguas. Hay, aún, el factor tiempo. Hay que traducirse, de cualquier forma, aquella secuencia sonora, porque otra la sucederá inmediatamente y no podrá ser repetida. Por mayor que sea la cualificación del traductor, se pierde la elocuencia, los cambios de voz, la vivacidad, el magnetismo, el sentimiento del orador.

Un traductor es un ser humano, no una máquina – En el caso del traductor funcione como intérprete, en presencia de los interlocutores, hay otros aspectos a ser considerados: la presencia física, la expresión fisonómica, la mímica, el timbre de la voz, todo eso podrá impresionar favorable o desfavorablemente al traductor, cuyo estado emocional irá a influir, si no en el tono, por lo menos en la elección de la palabra o expresión que irá a usar. Un traductor es un ser humano, dotado de preferencias y de idiosincrasias. No es una máquina.

En muchos casos, por más que se esfuerce, no consigue transmitir el mensaje con el coloreado deseable o con el énfasis oído, simplemente porque él es un traductor, un intérprete lingüístico, y no un actor que asuma completamente la personalidad de quien está produciendo el mensaje.

A menos que el mensaje sea extremadamente simple, es muy improbable que no sufra la influencia del traductor, influencia esa que va desde la simple traducción maquinal, con el apagamiento del poder expresivo, hasta a cortes e añadidos inconscientes o conscientes.

Por eso, en una conversación entre parlantes de idiomas diferentes, la comunicación será más eficiente si es directa, porque así queda eliminada la personalidad intermediaria del traductor. Pero, por una cuestión de equidad, de respeto a los derechos lingüísticos de los pueblos, esa comunicación directa debe ser llevada a efecto a través de una lengua que no sea la lengua materna de ninguno de los interlocutores.

En el caso de adoptarse alguna lengua neutra, las influencias recibidas del exterior se originarían de fuentes diversas, porque son conducidas a través de una lengua igualmente accesible a todos los pueblos.

Una lengua internacional neutra no es una utopía – La adopción de una lengua internacional neutra permitiría a aquellos pueblos, cuyas lenguas no tienen penetración internacional, la divulgación de su posición política, de su pensamiento filosófico, de sus progresos sociales y científicos, directamente, al resto del mundo, sin tener que sujetarse al proceso selectivo de la corriente de información a que la traducción en una lengua natural conduciría.

Al traducirse una obra para un idioma natural, raramente se tiene en cuenta su divulgación mundial, a no ser en el caso de una obra técnica o científica. ¿Quién traduciría en Inglés o Francés obras de nuestra literatura, si no hubiera público en los países donde esas lenguas son habladas?

Ejemplificando: una obra escrita en portugués muy difícilmente llegará al conocimiento de daneses, finlandeses, húngaros, suecos y otros, si no pasa por la criba del interés de los usuarios del inglés y, en más pequeña escala, del francés.

Lo inverso es también verdadero: los lectores de lengua portuguesa dejan de tener conocimiento de incontables obras escritas originalmente en lenguas minoritarias, como las citadas, porque no fueron previamente traducidas en Inglés o Francés. Raramente tienen acceso a las obras de esos y de algunos otros pueblos, en virtud de ese proceso selectivo perverso.

La traducción en una lengua neutra, al contrario, se destinaría indistintamente a todos los pueblos y facilitaría sobremanera el acceso a una literatura mundial, mucho más vasta, a los pueblos en cuyas lenguas las traducciones no serían rentables.   tc " a divulgação da sua posição política, do seu pensamento filosófico, dos seus progressos sociais e científicos, diretamente, ao resto do mundo, sem ter de se sujeitar ao processo seletivo da corrente de informação a que a tradução em uma língua natural conduziria. Ao traduzir-se uma obra para um idioma natural, raramente tem-se em vista a sua divulgação mundial. As traduções  são quase sempre feitas em função dos interesses e do gostodo povo ou dos povos falantes nativos dessa língua,o que constitui um fator altamente seletivo e restritivo na divulgação de idéias em ambiente mundial, em desfavor dos usuários de línguas minoritárias. A tradução em uma língua neutra, ao contrário, destinar-se-ia indistintamente a todos os povos e facilitaria sobremaneira o acesso a uma literatura muito mais vasta aos povos em cujas línguas as traduções não seriam rentáveis."       

Una lengua internacional neutra no es una utopía, pues en Europa, durante casi un milenio, los pueblos se comunicaban a través de una lengua neutra, latín, que fue instrumento comunicativo diplomático, de divulgación científica y de discusión filosófica y política. El uso de esa lengua por el Catolicismo Romano llegó al siglo XX.

Esperanto, el nuevo Latín de la Iglesia y del Ecumenismo – Es de notar que el Latín usado como interlengua no era aquel hablado cotidianamente por el pueblo, el "Sermo Vulgaris". No era la lengua que, sujeta a la inestabilidad del proceso evolutivo natural, vendría a transformarse y diversificarse en las varias lenguas románicas. El idioma usado en las comunicaciones internacionales era el producto estable, altamente elaborado por los gramáticos y estilistas de la latinidad, que se podría llamar hoy como lengua planeada.

El hecho de no pertenecer a pueblo alguno daba al latín la condición primera para el desempeño del papel de interlengua: la neutralidad política. En el ámbito académico y diplomático, el latín fue perdiendo terreno para el Francés y, después, para el Inglés. Su uso continuó en el Catolicismo Romano, hasta el Concilio Vaticano II, pues en latín eran aún celebrados sus oficios religiosos. La única excepción era el Esperanto, por autorización expresa del Papa Pío XI. 

Hoy, las dificultades comunicativas en los cónclaves de la Iglesia están apareciendo con más evidencia, al punto de surgir un libro titulado “Esperanto, el nuevo Latín de la Iglesia y del Ecumenismo” (1), prefacio por el Dr. Gyorgy Jakubinyi, Arzobispo de Alba Iulia, Rumania.

El empeño en el sentido de ser mantenida la condición actual es grande, pero, en verdad, no hay una única lengua natural que garantice a su usuario libre tráfico en todo el mundo, para no decir ni aún en toda Europa. Las lenguas naturales encuentran siempre fuertes restricciones en su uso como lengua internacional, restricciones que varían, según las áreas donde se pretenda usarlas.

A pesar de eso, las naciones económica y políticamente poderosas concentran grandes esfuerzos y despenden enormes recursos financieros en el sentido de difundir y, hasta cierto punto, imponer sus idiomas para uso internacional, ya que es innegables los rendimientos en prestigio político y las ventajas económicas que vuelven como altos dividendos, en razón de inversiones bien aplicadas.

No se defiende, al ponerse en relieve la gravedad de ese problema, un nacionalismo absurdo, cerrado a las ideas renovadoras venidas del exterior.  Es de sentido común que ningún país puede progresar de forma apreciable, si es cerrado al enfrentamiento saludable con las ideas generadas en otras culturas. (Concluye en la próxima edición.)

 

Bibliografia: 

1. MATTHIAS, Ulrich. Esperanto o Novo Latim da Igreja e do Ecumenismo. Campinas: 2003

2. PIRON, Claude. La Bona Lingvo. Viena: IEM, 1997.

3. SAPIR, Edward. Linguística como Ciência. Rio de Janeiro: Livraria Acadêmica, 1969.

4. BURNEY, Pierre. Les Langues Internationeles. Paris: Presses Universitaires de France, 1962



 


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