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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 7 328 – 8 de Septiembre de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 


El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 34)
 

Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál fue el motivo de la prohibición de evocar a los muertos, decretada por Moisés?

B. ¿Cómo podemos definir la oración y cuál es su finalidad?

C. ¿Qué cualidades debe tener la oración?

D. ¿Es la oración realmente eficaz?

Texto para la lectura

355. Los Espíritus ligeros, mentirosos, bromistas y toda la multitud de Espíritus inferiores, muy poco escrupulosos, siempre acuden, listos para responder a lo que se les pregunte, sin preocuparse por la verdad. Quien desee, pues, comunicaciones serias debe, en primer lugar, pedirlas seriamente y luego, informarse de la naturaleza de las simpatías del médium con los seres del mundo espiritual. Ahora bien, la primera condición para ganarse la benevolencia de los buenos Espíritus es la humildad, la consagración, la abnegación, y el más absoluto desinterés moral y material. (Cap. XXVI, ítem 8.)

356. La mediumnidad seria no puede ser y no será nunca una profesión, no sólo porque sería desacreditada moralmente, y sería identificada después con los que leen la buenaventura, sino también porque un obstáculo se opone a ello. Se trata de una facultad esencialmente inestable, fugitiva y cambiante, con cuya perennidad nadie puede contar, lo que constituye para quien la explote una fuente de ingresos absolutamente incierta, que podría faltarle en el momento exacto en que más la necesite. (Cap. XXVI, ítem 9.)

357. La mediumnidad no es un arte, ni un talento, por lo que no se puede convertir en una profesión. Ella no existe sin el concurso de los Espíritus. Si éstos faltan, ya no hay mediumnidad; puede existir la aptitud mediúmnica, pero su ejercicio queda anulado. Por ello no existe en el mundo un solo médium capaz de garantizar la obtención de cualquier fenómeno espírita en un momento determinado. (Cap. XXVI, ítem 9.)

358. Explotar la mediumnidad es, por consiguiente, disponer de algo de lo cual no se es realmente dueño. Afirmar lo contrario es engañar a quien la paga. Hay más aún: el explotador no dispone de sí mismo; es al concurso de los Espíritus, a las almas de los muertos, a lo que él le pone precio, idea que causa repugnancia instintiva. (Cap. XXVI, ítem 9.)

359. Fue precisamente ese tráfico, degenerado en abuso y explotado por el charlatanismo,  la ignorancia, la credulidad y la superstición, que motivó la prohibición de Moisés. El Espiritismo moderno, comprendiendo el lado serio de la cuestión, por el descrédito que lanzó sobre esa explotación, ha elevado la mediumnidad a la categoría de misión. (Cap. XXVI, ítem 9.)

360. La mediumnidad es una cosa santa, que debe ser practicada santamente, religiosamente. Y si hay un género de mediumnidad que requiera esta condición de manera aún más absoluta, ésa es la mediumnidad curativa. El médico da el fruto de sus estudios, hechos muchas veces a costa de sacrificios penosos. El magnetizador da su propio fluido, a veces hasta su salud. Pueden ellos, pues, poner un precio. El médium que cura transmite el fluido saludable de los buenos Espíritus; no tiene derecho a venderlo. Jesús y sus apóstoles, aunque eran pobres, no cobraban nada por las curaciones que realizaban. (Cap. XXVI,  ítem 10.)

361. Aquél que carezca de sustento para vivir, debe buscar los recursos en cualquier parte, menos en la mediumnidad, y consagrarle si fuera preciso sólo el tiempo del que pueda disponer materialmente. Los Espíritus le tomarán en cuenta su consagración y los sacrificios, mientras que se alejan de los que esperan hacer de ellos una escalera para elevarse. (Cap. XXVI, ítem 10.)  

362. “Cuando quisierais orar, entrad a vuestro aposento y, cerrada la puerta, orad a vuestro Padre en secreto; y vuestro Padre que ve lo que pasa en secreto, os dará la recompensa. No cuidéis de pedir mucho en vuestras oraciones, como hacen los gentiles, que piensan que por la abundancia de sus palabras serán atendidos. No os hagáis semejantes a ellos, porque vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad, antes que le pidáis.” (Cap. XXVII, ítem 1.)

363. “Cuando os aprestéis a orar, si tuvierais algo contra alguno, perdonadle, a fin de que vuestro Padre que está en los cielos, también os perdone vuestros pecados. Si no perdonareis, vuestro Padre que está en los cielos, tampoco os perdonará vuestros pecados.” (Cap. XXVII, ítem 2.)

364. “El fariseo, manteniéndose de pie, oraba consigo mismo así: Dios mío, gracias os doy porque no soy como los otros hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, ni aun como ese publicano. Ayuno dos veces a la semana; doy el diezmo de todo lo que poseo. El publicano, por el contrario, manteniéndose alejado, no se atrevía ni siquiera a alzar los ojos al cielo; pero se golpeaba el pecho, diciendo: Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador. Os digo que éste volvió a su casa justificado, y el otro no; porque aquél que se enaltece será humillado y aquél que se humilla será enaltecido.” (Cap. XXVII, ítem 3.)

365. Jesús definió claramente las cualidades de la oración. Cuando oréis, dijo, no os pongáis en evidencia; antes, orad en secreto. No demostréis orar mucho, pues no es por la abundancia de las palabras que seréis escuchados, sino por la sinceridad de ellas. Antes de orar, si tuvierais algo contra alguno, perdonadle, porque la oración no puede ser agradable a Dios si no parte de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad. Orad, en fin, con humildad, como el publicano, y no con orgullo, como el fariseo. Examinad vuestros defectos, no vuestras cualidades y, si os comparáis con los demás, buscad lo que hay de malo en vosotros. (Cap. XXVII, ítem 4.)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál fue el motivo de la prohibición de evocar a los muertos, decretada por Moisés?

Fue el tráfico, que degeneró en abuso, explotado por el charlatanismo, la ignorancia, la credulidad y la superstición, lo que motivó la prohibición de Moisés. El Espiritismo moderno, comprendiendo el lado serio de esta cuestión, por el descrédito que lanzó sobre esa explotación, ha elevado la mediumnidad a la categoría de misión. La mediumnidad es cosa santa, que debe ser practicada santamente, religiosamente. No se puede jugar con algo tan serio, ni hacer de la mediumnidad un medio de vida. (El Evangelio según el Espiritismo, cap. XXVI, ítem 9.)

B. ¿Cómo podemos definir la oración y cuál es su finalidad?

La oración es una invocación, mediante la cual el hombre entra, a través del pensamiento, en comunicación con el ser a quien se dirige. Puede tener por finalidad un pedido, un agradecimiento o una alabanza. Podemos orar por nosotros mismos o por otros, por los vivos o por los muertos. Las oraciones dirigidas a Dios son escuchadas por los Espíritus encargados de la ejecución de su voluntad; las que se dirigen a los Espíritus buenos son informadas a Dios, porque nada sucede sin la voluntad de Dios. (Obra citada, cap. XXVII, ítem 9.)     

C. ¿Qué cualidades debe tener la oración?

Las cualidades de la oración fueron definidas por Jesús. Cuando oréis, dijo, no os pongáis en evidencia; antes, orad en secreto. No demostréis orar mucho, pues no es por la abundancia de las palabras que seréis escuchados, sino por la sinceridad de ellas. Antes de orar, si tuvierais algo contra alguno, perdonadle, porque la oración no puede ser agradable a Dios, si no  parte de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad. Orad, en fin, con humildad como el publicano, y no con orgullo como el fariseo. Examinad vuestros defectos, no vuestras cualidades y, si os comparáis con los demás, buscad lo que hay de malo en vosotros. (Obra citada, cap. XXVII, ítems 1 a 4.)

D. ¿Es la oración realmente eficaz?

Sí, y la prueba de ello está en las palabas de Jesús: “Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que lo obtendréis y os será concedido” (Marcos, cap. XI, v. 24).  Está claro que no basta pedir; es necesario saber pedir, seguros de que Dios nos concederá siempre, si se lo pedimos con confianza, el valor, la paciencia y la resignación, tanto como los medios para que superemos las dificultades, por medio de las ideas que hará que nos sugieran los buenos Espíritus, dejándonos de esta manera el mérito de la acción. (Obra citada, cap. XXVII, ítems 5 a 7.)   

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita