WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 321 – 21 de Julio de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 



Un nuevo hermano

 

 
Cierto día Rafael, de cuatro años, vio movimiento en la casa y quedó inquieto.

El padre lo colocó en el pecho y le avisó:

— Mi hijo, yo voy a llevar a la mamá al médico, pero volveremos inmediatamente.

— ¡Quiero ir también! ¡Quiero ir también!

— No, Rafael. Quedas con la tía Edir, ¿está bien?

Rafael no quedó satisfecho, pensando: ¿Por qué él no podía ir con ellos? ¿Qué estaría ocurriendo con su madre?

Se sentó en el sofá de la sala y no salió de allá hasta que los padres volvieron para casa. No sirvió que la tía Edir lo invitara para pasear, comer un dulce, tomar un helado. Contra todas las probabilidades, él nada aceptó, continuando enterrado en el sofá.

Al oír la puerta de la calle abrirse, Rafael corrió al encuentro de los padres.

Los padres lo abrazaron y, especialmente la madre lo envolvió en sus brazos con amor, diciendo:

— ¡Mi hijo, tú no te quedarás más solo en casa!

— ¿No?

— No. Tú vas a tener un hermanito. ¡¿No es bueno?!...

El niño pensó, pensó, pensó. No le había gustado mucho la idea. Como Rafael continuaba callado, ella preguntó:

— Finalmente, ¿qué pensaste de la noticia de tener a un compañero para jugar contigo?

— Me gustó.

La madre no vio firmeza en la respuesta. Pero la verdad es que Rafael no estaba realmente convencido de que sería bueno tener un hermano. Tendría que dividir sus juguetes, sus ropas, sus libros de historias, la atención de los padres y todo lo demás...

Con el pasar de los meses, el estado de ánimo de Rafael fue empeorando cada día. La mamá lo llevaba para hacer compras... para el bebé. Salían para escoger una nueva cuna... para el bebé. Comprar un carrito... para el bebé. ¡Todo para el bebé!   

Rafael no aguantaba más. Siempre que la madre lo invitaba para salir, era pensando en el bebé que iba a nacer. ¡Uf! ¡Que sujetiño más pesado! Estaba confundiendo su vida aún incluso antes de nacer. Imagine después.
 

Cierto día, Rafael estaba sentado en la alfombra de la sala jugando con un cochecito, cuando la mamá dio un grito:

— ¡Ay!... ¡Rafael, tu hermanito se movió! ¡Coloca la manita aquí y tú lo vas a sentir! Vamos, no tengas miedo.

La madre insistió tanto que él se levantó y fue hasta cerca de ella. La madre cogió la manita de Rafael y la colocó en su barriga. El niño sintió el

calorcito gustoso que venía de ahí.  
   

— Mamá, él está golpeándome. Yo creo que él no quiere que yo ponga la mano en él.

Sin embargo, de repente, Rafael quedó quietecito, bien quietecito. Y sin entender cómo eso pasaba, comenzó a ver el bebé dentro de la barriga de la mamá. Él tenía los ojos cerrados y estaba con la mano en la boca. ¡Fue una experiencia increible!  
 

Sorprendido, el niño gritó:

— Mamá, no es un niño. ¡Es una niña!...

La madrecita sonrió y explicó: 

— Aún no es posible saber si es niño o niña, mi hijo.

— Pues yo tengo seguridad, mamá. ¡Es una niña!

Extrañamente, Rafael ya no tenía celos ni rabia del bebé que venía para tomar su espacio. Ahora él sabía que el bebé no haría nada de eso: no cogería sus cochecitos, sus ropas, sus libros. ¡Era una niña y las niñas juegan con cosas diferentes de los niños!

La madre se extrañó, pero no dijo nada. El hijo hablaba con tamaña convicción que ella no quiso contradecirlo. Quince días después, ella fue al médico y el examen lo confirmó: era una niña.

Llegando a la casa, la madre preguntó a Rafael:

— ¿Cómo supiste tú que era una niña, hijo?

— Ya lo conté, mamá. Yo vi una niña en tu barriga, ¿lo olvidaste?

— No, no lo olvidé, mi hijo. ¡Sólo no entiendo como pudiste saber que era una niña!

Rafael sonrió y explicó:

— ¡Ah! Es porque ella dijo que es una niña, y me dijo hasta su nombre: ¡Maria Clara!...

Emocionada, la madre abrazó al hijo que no podría haber imaginado esas cosas y pensó. Nunca se había preocupado mucho con la inmortalidad del alma, ni creía en la vida después de la muerte, pero ahora necesitaba comenzar a pensar en el asunto porque la verdad es que ella y el marido, escogiendo el nombre para el bebé, habían resuelto que, si fuera niño sería Álvaro, y se fuera niña, Maria Clara.

Sin embargo, Rafael no tenía conocimiento de esa decisión de los padres, lo que los dejó muy impresionados.

Algunos días después de ella haber conversado con el marido, fueron ambos a buscar a Saulo, un amigo de ellos que era espírita, y que podría darles todas las explicaciones necesarias.      

                                                MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo, em junho de 2013.)

       
               
 
                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita