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Año 7 311 – 12 de Mayo de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Lo que es esencial en el tratamiento de la obsesión


Vez u otra el tema obsesión vuelve a discusión porque, como sabemos, muchos de los que nos leen son personas que están dando los primeros pasos en lo que se refiere al conocimiento de la doctrina espirita. Además de eso, la obsesión continua siendo uno de los motivos que más ha llevado espiritas y no espiritas a buscar ayuda en los centros e instituciones espiritas.

Una pregunta frecuente dice respecto a las obras donde el tema es tratado objetivamente por Allan Kardec. En el Editorial de la edición 289, publicado en diciembre del año pasado, ya nos referimos a eso.

He aquí el sitio que permite al lector pulsando el editorial: http://www.oconsolador.com.br/ano6/289/editorial.html

Kardec examinó el tema en varios textos de la Revista Espirita y en las obras La Génesis, El Libro de los Médium y Obras Póstumas, pero es en el cap. 28 d’ El Evangelio según el Espiritismo que el lector encontrará un guía práctico que esclarece como las obsesiones deben ser tratadas.

En el capítulo a que nos referimos, el Codificador del Espiritismo advierte inicialmente que la cura de las obsesiones graves requiere paciencia, perseverancia, y devoción y exige tacto y habilidades, por eso que es necesario, para que la tarea tenga suceso, que encaminemos para el bien Espíritus muchas veces perversos, endurecidos y astutos.   

Nos acuerda Kardec que, sea cual sea el carácter del Espíritu causador de la obsesión, nada se obtendrá por el constreñimiento o por la amenaza, pero tan solamente por la ascendencia moral de aquellos que se dediquen a la tarea. Es por eso que es completamente ineficaz la práctica de los exorcismos o el uso de fórmulas, amuletos, talismán o cualquier objeto a eso asemejado.  

Es necesario que se actúe sobre el ser inteligente que provoca la obsesión, a lo cual es importante que se hable con autoridad, que sólo existe donde hay superioridad moral. El objetivo es convencer o inducir el Espíritu perverso a renunciar a sus designios malos y hacer que en él despunten el arrepentimiento y el deseo del bien, por medio de instrucciones hábilmente ministradas, cuyo objetivo es su educación moral.

Otra observación importante hecha por Kardec es que la obsesión muy prolongada puede ocasionar desórdenes patológicos y, por eso, requiere generalmente tratamiento simultáneo o consecutivo, por medio del magnetismo y de la medicina tradicional, con el objetivo de restablecer la salud de la persona que sufre el asedio obsesivo. Y mismo cuando la causa esté apartada, resta aún combatir los efectos. 

En los casos de obsesión grave, el obsidiado se encuentra como que envuelto e impregnado de un fluido pernicioso, que neutraliza la acción de los fluidos saludables y los rechaza. Es necesario, pues, deshacerlos de ese fluido, motivo por lo cual recurrimos a los llamados pases magnéticos, cuya eficacia es bien conocida de los que estudian la doctrina espirita. 

La participación del individuo que sufre el proceso – el llamado obsidiado – es otro punto que Kardec destaca en la obra a la cual nos referimos. Es necesario al obsidiado fortificar su alma, trabajar por su perfeccionamiento moral, hacer la parte que le toca, sin esto será difícil obtener el resultado deseado.

A ese respecto, el Codificador afirma que la tarea de desobsesión se presenta más fácil cuando el obsidiado, comprendiendo su situación, presta el concurso de su voluntad y de sus oraciones, modificándose moralmente, adoptando nueva conducta y buscando perfeccionarse espiritualmente, cierto de que, en lo que se refiere a los procesos obsesivos, el mejor médico será siempre él mismo.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita