WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 7 310 – 5 de Mayo de 2013

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 


Cadu, la madre canguro

 

Cierta vez, en un país muy distante, había una canguro hembra llamada Cadu, que deseaba muy tener un hijo.

Tanto pidió Cadu que Dios le diera la bendición que ella tanto quería.
 

Algún tiempo después, ya estaba Cadu, muy feliz, cargando su hijo en la bolsa que las hembras canguros tienen delante del cuerpo, para que puedan andar saltando para todo lado y, a la vez, mantener el hijo junto de sí, en seguridad.

Caco, como todo hijo de canguro, nació muy pequeño y flaquito, necesitando continuar  desarrollándose en la bolsa de la mamá, donde él mamaba, dormía y

tenía la protección necesaria para crecer.  

Así, la mamá andaba saltando para todos lados, con sus grandes patas traseras, buscando vegetales y frutos para comer o simplemente para pasear con su hijo Caco.

Un día, la mamá estaba cogiendo frutos de un arbusto, cuando Caco, ya más crecido, colocó la cabecita para fuera y, mirando para bajo, vio un animalito que buscaba algo en medio del bosque. Curioso, Caco preguntó:

— Hey! ¿Quién eres tú?
 

El animalito miró para lo alto, buscando ver de donde venía aquella voz, hasta que vio quien estaba hablando: ¡era un animalito pegado a la madre!

— Yo soy un conejo y mi nombre es Nelinho. Y tú, ¿quien eres?

Caco miraba al conejito encontrado gracia:

— ¡Yo soy un canguro y me llamo Caco! Tú eres muy gracioso, Nelinho. Saltas con las cuatro patas, mientras mi mamá salta sólo con dos. ¡Pero eres tan pequeño! ¿Tú no quedas también en la bolsa de tu mamá?

— No, mi madre no tiene una bolsa como la tuya — respondió el conejito, y después preguntó — ¿Por qué tú estás sólo dentro de esa bolsa que tu madre tiene?

El pequeño canguro respondió:

— ¡Ah! Es que no puedo salir por ahí y pasear cómo tú. Mamá dijo que sólo saldré de aquí cuando tenga un año de edad. ¡Y yo quería tanto jugar contigo, Nelinho! ¡Nunca tuve un amigo antes!...

Oyendo eso, el pequeño conejo bajo la cabeza haciendo mover la nariz

— A mí también me gustaría jugar contigo, Caco. No tengo nadie. Mi madre y mis hermanos fueron cogidos en una trampa y quedé solo en el mundo. No tengo familia ni amigos.

Y el coelhinho se puso a llorar: — ¡Buá!... ¡buá!....¡buá!... ¡Snif... ¡snif...

Entonces, lleno de piedad por su primer y único amigo, con la patita Caco estiró el pelo de su madre, que interrumpió lo que estaba haciendo para ver lo que el hijo quería.

— ¿Qué pasa, Caco?

— ¡Mamá, mira quién encontré yo! ¡Un amigo conejo! Y él está solo en el mundo — y se puso a llorar también junto con el conejito.

La mamá canguro, incomodada con tanto lloro, ordenó:

— Paren con esa llorera y contadme lo que está ocurriendo. ¡Hablas tú, conejito!

Entonces, Nelinho contó a la mamá canguro su difícil situación, pues él no tenía madre ni hermanos que, después de caer en una trampa, fueron aprisionados dentro de un saco por un hombre malvado y llevados fuera. Y el conejito completó:

— ¡Por eso me siento muy solo! ¡Antes yo jugaba con mis hermanos, pero ahora no tengo con quién jugar!...

La mamá canguro, apenada con la situación del pobre conejito, tras pensar un poco, resolvió el problema:

— No te preocupes, Nelinho, ya sé lo que hacer. Mi bolsa es grande y cabéis vosotros dos. Así, tú estarás junto con mi hijo Caco. ¡A partir de hoy, nosotros seremos tu familia! ¡Vamos, salta para dentro!...

Lleno de alegría, sin poder creer en tamaña felicidad, el coelhinho dio un grande pulo y buceó dentro de la bolsa, sintiéndose hundir en un lugar calentado, confortable, blando y gustoso.

Abrazó a su amigo Caco, agradecido por la amistad que hubo demostrado, cuando apenas lo conocía, y agradeció también a su nueva mamá canguro, por haberlo aceptado como parte de la familia.

A partir de ese momento, Nelinho dormía y paseaba junto a Caco. A la hora de comer, él saltaba de la bolsa y salía a la búsqueda de comida. Como también se alimentaba de vegetales y de frutos, llevaba una parte para repartir con su amigo Caco.

Luego, el pequeño canguro ya podía dejar la bolsa y ellos corrían y jugaban como hermanos, llenos de alegría. Un día, ya crecido, Nelinho dijo a la mamá canguro:

— Mamá Cadu, ahora que ya soy grande quiero también constituir una familia. ¿Puedo ir a buscar una novia?

La madre canguro, con los ojos húmedos, respondió:

— Mi hijo, si tú quieres ir a buscar otros lugares, no voy a impedirlo. Pero recuerda: tú serás siempre mi hijo. ¡Ve, y que Dios te acompañe!         

Nelinho se fue en busca de su destino, sin embargo jamás dejó de ser agradecido a la generosidad de su mamá canguro, que lo había adoptado como hijo del corazón. 

                                                                  MEIMEI
 

(Recebida por Célia X. Camargo em Rolândia-PR, aos 8/04/2013.) 


               
 
                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita