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Editorial Português   Inglês    
Año 7 310 – 5 de Mayo de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

La emancipación del
alma post muerte

 
Toda vez que se comenta la dificultad del desprendimiento del alma de alguien que falleció, surge en la mente de las personas la siguiente cuestión: ¿Por qué el desprendimiento del alma, es facilitado en estado de sueño, hecho que ocurre todos los días, y no lo es en la transición pos muerte?

La emancipación del alma por ocasión del sueño corporal es, efectivamente, un hecho común, pero es necesario recordar que no pasa de un desprendimiento parcial, una vez que el alma continúa unida al cuerpo físico. Lo que ocurre entonces es apenas una expansión del lazo periespiritual que lo une al cuerpo material, permitiéndole, entonces, desplazarse a lugares distantes del lugar donde el cuerpo permanece en reposo.

En el caso de la muerte corpórea, mismo antes del desligamiento completo del alma – hecho que el Espiritismo llama de desencarnación – puede ocurrir la emancipación parcial semejante a la del sueño, lo que explica los hechos de comunicación espirita por ocasión de la muerte, estudiados por varios investigadores, como Ernesto Bozzano y Fredrich Myers.

El desprendimiento completo del alma, o sea, la desencarnación, es que requiere algún tiempo, una vez que en el proceso reencarnatorio el periespíritu se une al cuerpo molécula a molécula, lo que implica deducir que es necesario tiempo para que esa unión molecular, como consecuencia de la muerte corpórea, se deshaga. 

De acuerdo con lo que nos es dicho en la cuestión 155 d’ El Libro de los Espíritus, como regla general, la separación del alma o Espíritu no se da instantáneamente. Él se liberta gradualmente y no como un pájaro cautivo que, de repente, ganase la libertad.

En razón de eso, todo, a principio, es confuso en los momentos que se siguen a la muerte. El Espíritu al desencarnar necesita de algún tiempo para entrar en el conocimiento de sí mismo. Él se encuentra como que aturdido, en el estado de una persona que despertó de un sueño profundo y busca orientarse sobre su situación. La lucidez de las ideas y la memoria del pasado le vuelven poco a poco, a medida que se apaga la influencia de la materia que él acaba de dejar y se disipa la especie de niebla que le obscurece los pensamientos.

El proceso de desprendimiento espiritual puede ser más o menos demorado, de acuerdo con el temperamento, el carácter moral y las adquisiciones espirituales de cada persona. No existen, pues, dos desencarnaciones exactamente iguales. Cada persona despierta o tarda en la perturbación, de acuerdo con las características propias de su personalidad. 

Se puede, así, considerar la perturbación como el estado normal del Espíritu en los instantes que se siguen al trance de la muerte, variando tan solamente su duración, que puede ser de algunas horas o varios días y hasta semanas, de conformidad con el estado evolutivo de la persona. Breve en el caso de las almas elevadas, puede ser larga y penosa en el caso de las almas culpables. Para aquellos que ya en la existencia corpórea se identificaron con el estado que los aguardaba, menos larga ella es, porque comprenden inmediatamente la posición en que se encuentran.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita