WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
   
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 296 – 27 de Enero de 2013

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
 
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec 

 (Parte 2)
 

Continuamos el estudio metódico de “El Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, la tercera de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en abril de 1864. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al  final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Cuál debe ser nuestra posición ante las instrucciones de los Espíritus sobre puntos de la Doctrina aún no dilucidados?

B. ¿Cuál es la única garantía segura de la enseñanza de los Espíritus?

C. ¿Qué es lo que constituye la fuerza del Espiritismo?

D. ¿Quiénes eran los Escribas y los Fariseos?

E. ¿Por qué los judíos y los Samaritanos eran enemigos?

Texto para la lectura

16. Prueba la experiencia que, cuando un principio nuevo debe ser enunciado, se da espontáneamente en diferentes puntos a la vez y de manera idéntica, si no bien en cuanto a la forma, por lo menos en relación al fondo. (Introducción, ítem II)

17. En la posición en la que nos encontramos, al  recibir comunicaciones de cerca de mil centros espíritas serios diseminados por los más diversos puntos de la Tierra, nos encontramos en condiciones de observar sobre qué principio se establece la concordancia. Esa observación es la que nos ha guiado hasta hoy y es la que nos guiará en los nuevos campos que el Espiritismo habrá de explorar. (Introducción, ítem II)

18. Esa verificación universal constituye una garantía para la unidad futura del Espiritismo y anulará todas las teorías contradictorias. En el futuro, es allí donde se encontrará el criterio de la verdad. Lo que dio lugar al éxito de la doctrina expuesta en “El Libro de los Espíritus” y en “El Libro de los Médiums” fue que, en todas partes, todos recibieron directamente de los Espíritus la confirmación de lo que esos libros contienen. (Introducción, ítem II)

19. El principio de la concordancia es también una garantía contra las alteraciones que podrían sujetar al Espiritismo a las sectas que se propusiesen apoderarse de él en provecho propio y acomodarlo a su gusto. (Introducción, ítem II)

20. Resulta de todo esto que las instrucciones dadas por los Espíritus sobre los puntos de la Doctrina que todavía no se han dilucidado, no constituirán ley mientras esas instrucciones permanezcan aisladas y que, por consiguiente, ellas sólo pueden ser aceptadas con todas las reservas y a título de explicación. (Introducción, ítem II)

21. Los Espíritus superiores proceden con extrema sabiduría en sus revelaciones. Abordan gradualmente las grandes cuestiones de la Doctrina, a medida que la inteligencia se muestra apta para comprender las verdades de orden más elevado y cuando las circunstancias se revelan propicias para la emisión de una idea nueva. (Introducción, ítem II)

22. No será a la opinión de un hombre que se unirán los demás, sino a la voz unánime de los Espíritus; no será un hombre, ni nosotros, ni cualquier otro, el que funde la ortodoxia espírita; tampoco será un Espíritu que venga a imponerse a cualquiera que sea: será la universalidad de los Espíritus que se comunican en toda la Tierra, por orden de Dios. Éste es el carácter esencial de la Doctrina Espírita; ésta es su fuerza, y su autoridad. (Introducción, ítem II)

23. Los esenios o eseos pertenecían a una secta judía fundada alrededor del año 150 a.C., en el tiempo de los Macabeos, y sus miembros, que vivían en una suerte de monasterio, formaban entre ellos una especie de asociación moral y religiosa. Con costumbres dulces y austeras, enseñaban el amor a Dios y al prójimo, la inmortalidad del alma y la resurrección. Los esenios vivían en celibato, condenaban la esclavitud y la guerra, ponían sus bienes en uso comunitario y se dedicaban a la agricultura.  (Introducción, ítem III)

24. Opuestos a los saduceos sensuales, que negaban la inmortalidad, y a los fariseos apegados a rígidas prácticas exteriores, los esenios por el tipo de vida que llevaban, se parecían mucho a los primeros cristianos. Dicen que Jesús perteneció a esa comunidad, pero si bien es cierto que Él pudo haberla conocido, nada prueba que se hubiese afiliado a ella. (Introducción, ítem III)

25. Nazareno era el nombre dado, en la antigua ley, a los judíos que hacían voto de conservar una perfecta pureza. Los nazarenos se comprometían a observar la castidad, a abstenerse de las bebidas alcohólicas y a conservar su cabellera. Sansón, Samuel y Juan Bautista eran nazarenos. Los judíos dieron ese nombre a los primeros cristianos, en alusión a Jesús de Nazaret. (Introducción, ítem III)

26. Peajeros eran cobradores de baja categoría, encargados principalmente de la cobranza de los derechos de entrada a las ciudades. Sus funciones correspondían más o menos a la de los empleados de aduanas. (Introducción, ítem III)

27. Los publicanos eran, en la antigua Roma, los caballeros recaudadores de las tasas públicas, encargados del cobro de los impuestos y rentas de todo tipo, tanto en Roma como en otras ciudades del Imperio Romano. El nombre de publicano se extendió más tarde a todos los que manejaban las rentas públicas y a los agentes subalternos. Los judíos los despreciaban porque odiaban el pago de impuestos a Roma. (N.R. Levi, también conocido como Mateo, el evangelista, era publicano.)  (Introducción, ítem III)

28. Las sinagogas eran edificios donde los judíos se reunían los sábados para hacer las plegarias públicas, bajo la dirección de los ancianos, los escribas o doctores de la Ley. En ellas se realizaba también la lectura de los libros sagrados, seguidas de explicaciones y comentarios, actividades en las que cualquier persona podía participar. Por eso Jesús, sin ser sacerdote, enseñaba los sábados en las sinagogas. El único templo que había en Judea era el templo de Salomón, levantado en Jerusalén, donde se celebraban las grandes ceremonias del culto y las fiestas principales como las de la Pascua, de la Dedicación y de los Tabernáculos.  (Introducción, ítem III)

29. Los Terapeutas eran judíos sectarios contemporáneos de Jesús, establecidos principalmente en Alejandría, Egipto. Tenían relación con los esenios, cuyos principios adoptaban, dedicándose como estos últimos a la práctica de todas las virtudes. Eran de extrema frugalidad en su alimentación, célibes y entregados a la contemplación y a la vida solitaria. San Jerónimo y otros Padres de la Iglesia pensaban que eran cristianos. En verdad, los Terapeutas representaban el lazo de unión entre el Judaísmo y el Cristianismo.  (Introducción, ítem III)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál debe ser nuestra posición ante las instrucciones de los Espíritus sobre puntos de la Doctrina aún no dilucidados?

Las instrucciones dadas por los Espíritus sobre los puntos aún no dilucidados de la Doctrina sólo deben ser aceptadas con todas las reservas y a título de explicación. Es necesario tener la mayor prudencia en darles publicidad y, en caso se crea conveniente publicarlas, es importante presentarlas como opiniones individuales más o menos probables, pero que carecen de confirmación. Tal confirmación es la que se necesita esperar antes de presentar un principio como una verdad absoluta, si no se quiere ser acusado de ligereza o de credulidad irreflexiva. (El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, ítem II.)

B. ¿Cuál es la única garantía segura de la enseñanza de los Espíritus?

La garantía seria con respecto a la enseñanza dada por los Espíritus, es la concordancia de existe entre las revelaciones que ellos hacen espontáneamente, valiéndose de un gran número de médiums extraños entre sí y en diferentes lugares. Nos referimos aquí no a las comunicaciones pertinentes a intereses secundarios, sino a las que hablan respecto a los principios de la Doctrina. Prueba la experiencia que, cuando un principio nuevo debe ser enunciado, esto se da espontáneamente en diferentes puntos a la vez y de manera idéntica, si bien no en cuanto a la forma, sí en cuanto al contenido. (Obra citada, Introducción, ítem II)

C. ¿Qué es lo que constituye la fuerza del Espiritismo?

Es la universalidad de la enseñanza de los Espíritus. Es ahí donde reside la fuerza del Espiritismo, y también la causa de su rápida propagación. Mientras la palabra de un solo hombre, aun con la ayuda de la imprenta, necesitaría siglos para llegar al conocimiento de todos, millares de voces se hacen escuchar simultáneamente en todos los rincones del planeta, proclamando los mismos principios y transmitiéndolos tanto a los más ignorantes como a los más sabios, a fin de que no haya desheredados. (Obra citada, Introducción, ítem II)

D. ¿Quiénes eran los Escribas y los Fariseos?

Escribas era el nombre dado, en un inicio, a los secretarios de los reyes de Judá y a algunos intendentes de los ejércitos judíos. Más tarde, fue aplicado especialmente a los doctores que enseñaban la ley de Moisés y la interpretaban para el pueblo. Hacían causa común con los Fariseos,  cuyos principios compartían, así como su antipatía hacia los innovadores.

Los fariseos eran los partidarios de una secta influyente que tenía por jefe a Hillel, doctor judío nacido en Babilonia, fundador de una escuela célebre donde se enseñaba que sólo se debía depositar la fe en las Escrituras. Su origen se remonta a los años 180 ó 200 antes de Jesús. Los fariseos fueron perseguidos en diversas épocas, especialmente bajo el gobierno de Hircano – soberano pontífice y rey de los judíos -, Aristóbulo y Alejandro, rey de Siria. Sin embargo, este último les dio honores y les restituyó sus bienes, de manera que recuperaron su antiguo poder y lo conservaron hasta la ruina de Jerusalén, en el año 70 de la era cristiana, época en que su nombre  desapareció a consecuencia de la dispersión de los judíos. Serviles cumplidores de las prácticas exteriores del culto y de las ceremonias, llenos de un celo ardiente de proselitismo, enemigos de los innovadores, fingían gran severidad de principios, pero bajo las apariencias de una meticulosa devoción, ocultaban costumbres disolutas, mucho orgullo y, sobre todo, una excesiva ambición de poder. La religión era más un medio para lograr sus fines que el objeto de una fe sincera. Nada tenían de virtud, más allá de lo exterior y la ostentación; no obstante, por una u otra razón, ejercían una gran influencia sobre el pueblo a cuyos ojos pasaban por santas criaturas. Creían, o por lo menos fingían creer, en la Providencia, en la inmortalidad del alma, en la eternidad de las penas y en la resurrección de los muertos. (Obra citada, Introducción, ítem III)

E. ¿Por qué los judíos y los Samaritanos eran enemigos?

Después del cisma de las diez tribus, Samaria se constituyó en la capital del reino disidente de Israel. Destruida y reconstruida varias veces, se convirtió bajo el dominio de los romanos en la capital de la Samaria, una de las cuatro divisiones de Palestina. Herodes, llamado el Grande, la embelleció con suntuosos monumentos, y para halagar a Augusto, le dio el nombre de Augusta, en griego Sebaste. Los samaritanos estuvieron casi siempre en guerra con los reyes de Judá. Una aversión profunda, que databa de la época de la separación, se perpetuó entre los dos pueblos, que evitaban todas las relaciones recíprocas. Los samaritanos para hacer mayor la escisión y no tener que ir a Jerusalén para la celebración de las fiestas religiosas, se construyeron un templo particular y adoptaron algunas reformas. Sólo admitían el pentateuco, que contenía la ley de Moisés, y rechazaban todos los otros libros que posteriormente fueron anexados a él. Para los judíos ortodoxos, ellos eran herejes, y por lo tanto, despreciados, anatematizados y perseguidos. El antagonismo de las dos naciones tenía, pues, por fundamento único la divergencia de opiniones religiosas, aunque las creencias de una y otra tuviesen el mismo el origen. Eran los protestantes de aquél tiempo.  (Obra citada, Introducción, ítem III)

 

 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita