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Entrevista Português Inglês    
Año 6 293 – 6 de Enero de 2013
MARCUS VINICIUS DE AZEVEDO BRAGA   
acervobraga@gmail.com         
Brasília, DF (Brasil)
 
Traducción:
Ricardo Morante - rmorante3@yahoo.com
  

 
Ivomar Schüler da Costa: 

“Si Dios nos dio inteligencia, es para que hagamos
uso de ella”

El estudioso espírita gaúcho nos habla sobre el tema de la gestión en las casas espíritas y dice que es necesario cambiar el modelo
de organización de nuestras instituciones.

 

Ivomar Costa (foto), radicado en la ciudad de Pelotas-RS, donde trabaja en el Centro Espírita Fe, Esperanza y Caridad, es administrador y consultor de empresas. Espírita desde los 12 años de edad, nos habla en la siguiente entrevista sobre el tema de la gestión de la casa espíritas, un tema directamente"  relacionado   con    su    vivencia

profesional.


Ivomar, háblenos de su relación con el movimiento espírita.

Conocí el Espiritismo a los doce años de edad. Participé en diversas actividades en el centro espírita, pero mi formación espírita fue prácticamente autodidáctica. Desde el momento en que conocí la Doctrina me dediqué a comprenderla. En los años 80 viví en Rio de Janeiro; después viví en Curitiba y en ambas ciudades tuve la oportunidad de frecuentar buenas instituciones. Al regresar a Pelotas, trabajé en el Centro Espírita Jesús y también contribuí con la LEP (Liga Espírita Pelotense), órgano coordinador del movimiento local. Actualmente trabajo en el Centro Espírita Fe, Esperanza y Caridad, donde participo en el Consejo Directivo.

La gestión de las casas espíritas es un tema al cual usted se inclina. ¿Cuál es su relación con el tema?

La administración es un área del conocimiento que siempre despertó mi interés. La aplicación de los conocimientos y técnicas de la administración a las instituciones espíritas surgió cuando trabajé en la LEP. En aquella oportunidad comencé a percibir que muchos de los problemas de los centros existían por desconocimiento de las técnicas básicas de gestión y debido a una visión equivocada, según  la cual para administrar bien un centro solo haría falta buena voluntad. Comencé a estudiar el tema, siempre con la preocupación de encontrar los puntos de contacto entre la ciencia de la Administración y el Espiritismo. Para difundir mejor mis estudios y experiencias al respecto, creé el blog “Espiritismo: Centros e Movimento”  -  http://centroemovimento.blogspot.com.br – donde intento discutir los temas específicos de esa área del conocimiento.

¿Qué beneficios y dificultades ve en la práctica de las instituciones espíritas en las que los dirigentes se perpetúan en los cargos?

En las instituciones espíritas, ya sean centros o sean federaciones, pienso que no es necesaria la permanencia prolongada en los cargos, ni la permanencia como vitalicios. Los mayores obstáculos causados por la perpetuación de determinadas personas en cargos en las instituciones espíritas es que con el tiempo la contribución de esas personas comienza a disminuir y porque tal práctica impide la formación de nuevos dirigentes. Con el tiempo nuestra creatividad tiende a disminuir. El ambiente cambia constantemente y los problemas cambian con él, pero tendemos a repetir y estandarizar soluciones, aun cuando sean ineficaces. De la misma manera que desarrollamos apego por las cosas, personas y cargos, nos apegamos a las ideas. Lo mejor es ocupar un cargo, dar nuestra contribución y luego retirarnos, por lo menos temporalmente, para que aprendamos con otras experiencias. La alternancia periódica de diferentes personas en los cargos es un proceso de entrenamiento en las actividades directivas. Cuanto más sea el número de trabajadores que hayan pasado por la experiencia, mayor será la cantidad de personas aptas para darle continuidad a la institución.

¿Completando la pregunta anterior, los encargos o los cargos en la casa espírita deben ser relevantes?

Los encargos deben ser destacados, las responsabilidades, los servicios que promuevan el bien. Los cargos se vuelven relevantes cuando su ocupante lo eleva por el fiel cumplimiento de sus atribuciones. El cargo no le pertenece al individuo que lo ocupa, sino a la comunidad que lo instituyó. El dirigente debe cumplir diligentemente las tareas que le fueran comisionadas y entregar el cargo cuando su mandato termine, para que otros también tengan el honor de servir a través de él.

¿Cómo describiría las prácticas de una gestión de una casa espírita afín a las ideas divulgadas por Allan Kardec?

Los ejemplos de Kardec, como administrador, fueron visionarios y revolucionarios. Aún tenemos mucho que aprender de él sobre gestión. La Doctrina Espírita es una rica veta que no debemos abandonar para buscar soluciones gerenciales externas. Es importante el alineamiento doctrinario de las instituciones a la doctrina. Por ejemplo: el autoritarismo es una práctica totalmente contraria a los preceptos morales del Espiritismo. Una institución que no establece procesos de discusión abierta y franca sobre los problemas que interesan a todos los asociados, que no permite la rotación de sus dirigentes, que no trabaja por la autonomía de sus trabajadores, está distanciada de la doctrina. Hace otra cosa, no lo que enseña el Espiritismo. La inconciencia sobre ese tema ha provocado desvíos en el movimiento.

¿La realización de elecciones para dirigentes de la casa espírita no reforzaría el tema de facciones y partidarismos, generando enemistad y división?

Lo que lleva a la creación de facciones en las organizaciones espíritas es el orgullo exacerbado, la falta de diálogo, de reglas claras de alternancia y gobierno. La enemistad es el fruto de la falta de entendimiento de la doctrina y falta de esfuerzo por vencer las propias imperfecciones. Las elecciones son ejercicios de democracia, son momentos en que la comunidad escoge personas, grupos o modelos de gestión que considera los más adecuados para la conducción de sus actividades. Si son bien conducidas, ellas serán momentos de aprendizaje. La existencia de grupos con visiones diferentes es altamente saludable, siempre que se mantengan en nivel de diálogo sincero y sean fieles a la Doctrina. Es una señal de que la organización está viva. El problema es cuando no existe diálogo, alternancia en el mando, discusión de las finalidades, de los objetivos, de las estrategias y que nadie quiera asumir los cargos de mayor responsabilidad. Esta situación configura una crisis y lo más probable será el debilitamiento de la organización.

Los Espíritus en sus manifestaciones en las reuniones mediúmnicas ¿deben emitir opiniones sobre los temas administrativos de las casas espíritas?

Kardec esclareció muy bien sobre este tema en El Libro de los Médiums y en Obras Póstumas. Los espíritus esclarecidos no se entrometen en la resoluciones de  los problemas administrativos de nuestras organizaciones. Esta responsabilidad es nuestra y no de ellos. Si fuese de ellos, entonces sería razonable pedir que vivenciasen nuestras experiencias reencarnatorias, ¡lo que sería absurdo! Lo que ellos hacen es que podamos intuir los caminos a seguir. Si el Espíritu decide presentar sus opiniones entonces no es esclarecido. Si el dirigente es el médium, él debe, evidentemente, abstenerse de dar comunicaciones sobre estos temas para evitar malentendidos.  

Sobre el papel de coordinación, ya sea de la presidencia de las casas espíritas, ya sea de las federaciones regionales, ¿piensa que el trabajo de coordinación debe enfocarse en el paradigma de integración/articulación o en una visión de estructura directiva, jerárquica?

Entiendo que cada uno de esos modelos tiene su espacio y son realmente necesarios. El Codificador, en su visión de futuro, ya había previsto estas situaciones. Leemos en la Revista Espírita de diciembre de 1861 que él defendía la autonomía de los centros. La autonomía implica una organización específica. En una casa espírita los lineamientos generales de actuación deben estar previstas en el estatuto y en el reglamento interno. Las asambleas deben ser momentos de discusión, de debates, donde se afirman las convicciones y se forman los consensos. Después de tomar democráticamente una decisión, los dirigentes deben conducir a su implementación. Son por lo tanto, dos momentos diferentes, uno de articulación y otro de ejecución. Por eso exigen competencias y estructuras diferentes, pero complementarias. En la articulación quien decide es el grupo, la decisión es colegiada. En la implementación, la autoridad es de los dirigentes que ocupan las funciones jerárquicas, las decisiones son singulares. En las federaciones el proceso debe ser el mismo, pero sin obligar a los centros a adoptar prácticas con las que no están de acuerdo o no estén preparados.

¿Qué se puede pensar de la idea de profesionalización de las actividades espíritas, mayormente las asistenciales, eliminando a los voluntarios, bajo el argumento de aumentar la eficiencia?

Me parece una idea fuera de lugar, pues va en contra de las finalidades  de las instituciones espíritas. En el caso que fuese integralmente implementada, sería la capitulación de los valores espíritas, espirituales, frente a los valores materialistas, inmediatistas. En la historia del pensamiento administrativo podemos identificar dos grandes vertientes de valores. Una coloca la eficiencia, que busca la productividad a veces a cualquier costo, como un ideal máximo. La otra, por el contrario, prioriza al ser humano. Es fácil ver cuál de ellas está más en consonancia con el Espiritismo. Gracias a Dios todo evoluciona, y hoy existen conceptos amplificados de eficiencia que toman en cuenta la satisfacción de las personas con su trabajo. Sólo bajo este nuevo entendimiento se podría hablar de eficiencia en las instituciones espíritas. Si nuestras instituciones son agencias educativas del Espíritu, entonces es por lo menos extraño terminar con el trabajo voluntario. La ley moral del trabajo es una de las más importantes. En el trabajo voluntario las personas pueden utilizar sus energías para el bien de los demás, liberándose, al menos temporalmente, de actividades alienantes. Terminar con él sería, por lo tanto, ir en contra de una práctica educativa por intentar asemejar nuestras instituciones a las empresas. En las instituciones asistenciales  deberá existir un núcleo técnico asalariado, ya sea por exigencia legal, ya sea por necesidad de competencias que los voluntarios no presentan. Ese núcleo, sin embargo, debe ser mantenido en un nivel estrictamente necesario.

¿Qué podemos pensar de la importancia irrestricta de las prácticas empresariales para la gestión de la casa espírita?

Pienso que es un error introducir de manera acrítica las prácticas empresariales en las instituciones espíritas. Me atrevo a afirmar que en varios casos se cometen serios desvíos doctrinarios. Las empresas trabajan con la lógica económica, que privilegia la reproducción del capital, del lucro y no de las personas. Aun cuando cambien los discursos y algunas prácticas, en la actualidad, para la empresa el ser humano aún continúa siendo un recurso de producción. Él tiene valor en cuanto produce. La empresa se interesa en su crecimiento al punto que pueda contribuir a la eficiencia, la productividad y por consiguiente, el lucro. Los centros espíritas son organizaciones que por principio deben preocuparse de los aspectos inmortales del hombre, ya que son agencias educativas del espíritu. Luego, este enfoque debería producir prácticas de gestión diferentes de aquellas utilizadas en las empresas. Los centros, sin duda, pueden aprender y hasta utilizar algunas teorías y técnicas aplicables a las empresas, pero nunca sin antes realizar una investigación profunda de las bases filosóficas y políticas de ellas, pues en el mundo empresarial no existen técnicas inocentes.

¿Qué medidas debe adoptar la casa espírita para garantizar la rectitud en el uso de los fondos recaudados por ella para el mantenimiento de sus actividades?

La rectitud comienza en el proyecto de recaudación de fondos. El centro tiene que dar prioridad total a las actividades que impliquen trabajo de sus asociados. No considero que pedirle dinero a las empresas o realizar colectas de alimentos en los supermercados, por ejemplo, sean actividades alineadas con los valores doctrinarios. Pero si eso fuese inevitable, lo que ocurre realmente en algunas situaciones, entonces es mejor verificar todas las leyes existentes y cumplirlas integralmente. Declarar y recoger todos los tributos que incidieran sobre las actividades. Después, registrar todos los valores recaudados, presentar los informes al consejo fiscal y emplear todos los recursos en las actividades para las cuales fueron destinados, y en las condiciones previstas.

¿Cuál es su opinión sobre  casas espíritas que reciben recursos públicos para el financiamiento de actividades asistenciales y educativas realizadas en sus dependencias?

He visto situaciones en que los dirigentes se han sentido obligados a realizar convenios con el Estado. Entre cerrar una institución o recibir dinero del Estado, es preferible la segunda opción. La situación llegó a este punto porque los líderes no planificaron adecuadamente las fuentes de recursos. Lo más importante es que la institución mantenga su independencia doctrinaria ante el gobierno. En el caso que la institución aún no exista, lo mejor es elaborar un buen plan para evitar recurrir a búsqueda de financiamiento público por óbolos. Los órganos de unificación pueden crear mecanismos de colaboración y sustentabilidad para las instituciones asociadas. En todo caso, pienso que también necesitamos superar algunos tabúes sobre el tema de las fuentes de sustento financiero de nuestras actividades. Un punto capital que no puedo dejar de mencionar es que la Doctrina Espírita asume una posición liberal ante el Estado. Ella no deja de reconocer su necesidad, pero también no recomienda la dependencia a él. Entiendo que el movimiento espírita debe mantenerse libre de compromisos e imposiciones del Estado, y luchar por la emancipación de sus organizaciones y, a través de sus ejemplos, por la emancipación de la sociedad.

¿En su opinión, que caminos debemos tomar para que en el futuro el tema de la gestión de las casas espíritas supere los desafíos propuestos?

Creo que uno de los caminos que debemos comenzar a transitar es el del cambio de los modelos organizacionales de nuestras instituciones. Una observación más atenta revelará que nuestro modelo actual no corresponde a aquél imaginado por el Codificador del Espiritismo. Por ello defiendo que hagamos una relectura para buscar sus fundamentos y contextualizarlos. No se trata de una tentativa para adaptar modelos anacrónicos, o un regreso nostálgico al pasado. Nuestro modelo organizacional actual, mas allá de estar distanciado del pensamiento estratégico de Kardec, también esta sobrepasado en diversos aspectos, ya que asimilamos el patrimonialismo de la sociedad en lugar de propagar los valores espíritas. Importamos valores para la sociedad más de lo que exportamos, de manera que en ese intercambio estamos perdiendo. Tenemos un modelo para el siglo XX, pero necesitamos uno para el siglo XXI. Antes teníamos que luchar contra los focos de resistencia para promover, en una sociedad predominantemente agraria y conservadora y con fuertes acentos católicos, la aceptación de la Doctrina Espírita. Las resistencias ya fueron diluidas. Por eso, pienso que ahora la prioridad es propagar los valores espíritas en la sociedad. Pienso que debemos trabajar por un nuevo pacto federativo en que reforcemos la democracia interna y la autonomía de las organizaciones, estimulando la colaboración inter-organizacional, como una estructura en red de sistemas espíritas locales. La formación de dirigentes y de multiplicadores con conocimientos de diversas áreas de conocimiento, entrenados en centros de estudio doctrinario avanzados. Finalmente, desarrollar sistemas de sustentabilidad económica teniendo en la mira el crecimiento y mantenimiento de nuestras organizaciones. Necesitamos pensar, pero pensar diferente. Aplicar los principios espíritas con creatividad, ya que como diría Kardec, si Dios nos dio inteligencia ¡es para que hagamos uso de ella!



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita