WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português   Inglês    
Año 6 286 – 11 de Noviembre de 2012
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

La Naturaleza, además de indomable, es imprevisible

 
En la semana pasada todos vimos por la Tele la devastación causada por el huracán Sandy en una extensa región situada en la costa este norteamericana. Antes de llegar al suelo norteamericano, el ciclón ya había afectado Cuba, Jamaica, Bahamas, Haití y República Dominicana. 

En la noche del 29 de octubre, el huracán tocó el suelo en el sur de Nueva Jersey y sus efectos pasaron a ser sentidos también en toda costa nordeste. En Nueva York, hubo inundaciones, incendios, interrupciones de energía para 650 mil personas y vientos de hasta 180 Km/h.

Además de eso, la humedad que vino con la tormenta y el aire frio causaron nevascas en Virginia Occidental, Carolina del Norte y Tennessee. Pasada la tormenta, el huracán dejó como resultado un gran número de muertes, destrucción de variadas especies y perjuicios incalculables.     

Hablando acerca del huracán Sandy, varios especialistas brasileños y norteamericanos acentuaron algo que el seso común siempre imaginó y los científicos ahora no tienen duda en admitir: la naturaleza es realmente imprevisible e indomable.

Curiosamente, días atrás, un tribunal italiano condenó siete especialistas – cuatro científicos, dos ingenieros y un funcionario público – a seis años de prisión por homicidio culpable, por el hecho de que no habían previsto el terremoto que destruyó L’Aquila, la pequeña comuna italiana situada en la región de los Abruzos, en la provincia de Aquila, Italia.

Obviamente, como se esperaba, la condenación provocó protestas en todo el mundo. Una carta de apoyo a los reos, firmada por 5 mil científicos, fue entregada a Giorgio Napolitano, presidente de Italia. En las manifestaciones, el punto central de la crítica hecha a la decisión de la Justicia es éste: “La Ciencia, hoy, no tiene medios para prever un terremoto. Luego, los científicos no pueden ser responsabilizados por algo que está mucho más allá de su capacidad”.

En carta dirigida al presidente italiano, Alan Leshner, de la American Association for the Advancemente of Science (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia), enumeró los principales argumentos en contra la criminalización de los científicos: 1) Las acusaciones son injustas e ingenuas, una vez que no hay método científico capaz de prever terremotos con precisión; 2) No es razonable esperar más de lo que los científicos pueden hacer con el conocimiento actualmente disponible; 3) Condenar científicos por supuestamente fallar en previsiones hoy imposibles, tendrá efectos peligrosos para el conjunto de la Ciencia, en la medida en que inhibirá el libre cambio de ideas y la circulación de conocimiento, fundamentales para el avance de las investigaciones científicas de gran interés público.

Están llenos de razón todos los que protestaron en contra la decisión del tribunal, porque, como se reconoció en el episodio causado por el huracán Sandy, la naturaleza es imprevisible y realmente indomable. No teniendo conocimiento científico suficiente para prever terremotos y los llamados flagelos naturales, no es justo responsabilizar científicos por no prever lo que no puede ser previsto.

En la principal obra espirita – El Libro de los Espíritus, publicado hace 155 años – el tema fue objeto de un largo diálogo entre Kardec y los inmortales, de donde transcribimos tres cuestiones que hoy, tanto tiempo después, permanecen actuales y merecen, por eso, toda nuestra atención y aprecio:

739. Las catástrofes destructoras, ¿reportan alguna utilidad desde el punto de vista físico, a pesar de los males que ocasionan?

“En efecto, modifican a veces el estado de una región. Pero frecuentemente el bien que de ellas dimana sólo es apreciado por las generaciones ulteriores.”

740. Las plagas o flagelos ¿no serían asimismo para el hombre pruebas morales que lo enfrentan con las más duras necesidades?

“Las plagas o flagelos son pruebas que ofrecen al ser humano ocasión de ejercitar su inteligencia y poner de relieve su paciencia y resignación a la voluntad de Dios, colocándolo en situación de manifestar sus sentimientos de abnegación, desinterés y de amor al prójimo, si no está él dominado por el egoísmo.” 

741. ¿Es dado al hombre conjurar los flagelos que le afligen?

“En cierto modo, sí, pero no como por regla general se entiende. Muchas calamidades son consecuencia de su propia imprevisión. A medida que va adquiriendo conocimientos y experiencia puede conjurarlas, eso es, prevenirlas, si sabe descubrir sus causas. Pero, entre los males que afligen a la humanidad los hay de un carácter general, que está en los designios de la Providencia, y cuyo efecto cada individuo sufre en mayor o menor grado. A ese tipo de calamidades el hombre sólo puede oponer su resignación a la voluntad de Dios, e incluso dichos males se ven a menudo agravados por su despreocupación.”  



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita