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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 279 – 23 de Septiembre de 2012

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 29)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. ¿Cómo se comportan nuestros protectores espirituales ante las vicisitudes que debemos enfrentar?

B. ¿Pueden los Espíritus enseñarnos todo lo que deseamos?

C. ¿Cuál es el objetivo esencial y exclusivo del Espiritismo?

D. ¿Qué es lo que el Espiritismo tiene de más bello y consolador?

Texto para la lectura

268. La inteligencia está lejos de constituir una señal segura de superioridad, porque la inteligencia y la moral no siempre caminan juntas. Un Espíritu puede ser bueno, afable y tener conocimientos limitados, mientras que otro, inteligente e instruido, puede ser muy inferior en moralidad. Es una creencia común que, al interrogar al Espíritu de un hombre que fue sabio en la Tierra, se obtendrá con mayor seguridad la verdad. Esto es lógico, pero no siempre es lo que ocurre. Cuando se encuentran todavía bajo el imperio de los prejuicios de la vida terrenal, ellos no se despojan inmediatamente del espíritu de sistema, y pueden ver con menos claridad de lo que suponemos. De ahí podemos concluir que la ciencia humana que ellos poseen no constituye una prueba de su infalibilidad como Espíritus. (Ítem 265)

269. Después de la partida de aquí, los Espíritus, sobre todo los que alimentaron pasiones muy marcadas, permanecen envueltos en una especie de atmósfera que les hace preservar todas las cosas malas de las que se impregnaron. La ciencia no es, por lo tanto, una señal cierta de la elevación de un Espíritu. (Ítem 268, pregunta 2)

270. Cuando un Espíritu protector dice ser San Pablo, no es cierto que sea el Espíritu de ese apóstol. Pero ¿qué importa eso, si el Espíritu es tan elevado como San Pablo? Ellos dicen: “Como necesitáis de un nombre, ellos toman uno para que lo podáis llamar y reconocer, del mismo modo que vosotros usáis los nombres de pila para distinguiros de los demás miembros de vuestra familia”.  (Ítem 268, pregunta 5)

271. Cuando los Espíritus superiores son evocados, pueden venir en persona o, si no pudieran hacerlo, envían un representante a quien confían el encargo de sustituirlos. (Ítem 268, preguntas 7 y 8)

272. Los Espíritus que engañan a los hombres serán castigados, y su castigo será proporcional a la gravedad de su impostura. Si no fuésemos imperfectos, sólo tendríamos a nuestro alrededor a Espíritus buenos; si somos engañados, sólo debemos quejarnos de nosotros mismos. Dios permite que así suceda, para poner a prueba nuestra perseverancia y nuestro discernimiento, y para enseñarnos a distinguir la verdad del error. Si no lo hacemos, es que no estamos lo bastante elevados y necesitamos todavía de las lecciones de la experiencia. (Ítem 268, pregunta 9)

273. No siempre los Espíritus que nos inducen al error proceden con pleno conocimiento de lo que hacen. Hay Espíritus buenos, pero ignorantes, y que pueden engañarse de buena fe. Cuando tienen conciencia de su ignorancia, lo aceptan, y sólo dicen lo que saben. (Ítem 268, pregunta 12)

274. El hombre tiene siempre algunos puntos débiles que atraen a los Espíritus burlones. Se cree fuerte, y muchas veces no lo es. Debe, pues, desconfiar siempre de la debilidad que nace del orgullo y de los prejuicios. Nadie tiene suficientemente en cuenta estas dos causas de caída, de las que los Espíritus se aprovechan, halagando las manías, con la seguridad de tener éxito. (Ítem 268, pregunta 15)

275. Los Espíritus perversos y envidiosos pueden hacer lo que los hombres hacen en el terreno del mal. Por eso, deben estar en guardia. Un lenguaje que siembra la discordia y la desconfianza siempre es obra de un Espíritu malo, cualquiera que sea el nombre con que se adorne. De las comunicaciones de los Espíritus debemos conservar, según ellos, sólo lo que tenga de bello, de grande, de racional, y lo que nuestra conciencia apruebe. (Ítem 268, pregunta 17)

276. Hay personas por las cuales los Espíritus superiores se interesan más que otras y, cuando ellos lo consideran conveniente, las preservan de los ataques de la mentira. Contra esas personas, los Espíritus embusteros nada pueden. No hay en ello parcialidad, hay justicia. Los buenos Espíritus se interesan por los que usan con criterio la facultad de discernir y trabajan seriamente por mejorar. A ellos les dan sus preferencias y les secundan. (Ítem 268, preguntas 19 y 20)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cómo se comportan nuestros protectores espirituales ante las vicisitudes que debemos enfrentar?

Los protectores pueden ayudarnos a soportarlas con más resignación y hasta mitigarlas a veces; pero en el propio interés de nuestro futuro, no les es permitido librarnos de ellas. Es como un buen padre que no concede a su hijo todo lo que éste desea. Los protectores espirituales en muchas circunstancias pueden indicarnos el mejor camino, pero sin conducirnos de la mano; nos aconsejan mediante la inspiración y así nos dejan todo el mérito del bien, como toda la responsabilidad de la mala elección. Si hay puerilidad en interrogar a los Espíritus para las cosas fútiles,  no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan de lo que se puede llamar cosas domésticas; pueden ser buenos, pero con seguridad son todavía muy terrenales. (El Libro de los Médiums, ítem 291, párrafo 19.)

B. ¿Pueden los Espíritus enseñarnos todo lo que deseamos?

No; hay cosas sobre las cuales los interrogaríamos en vano, ya sea porque les es prohibido revelarlas, o bien porque ellos mismos las ignoran y sobre las cuales sólo nos pueden dar opiniones personales. (Obra citada, ítem 300.)

C. ¿Cuál es el objetivo esencial y exclusivo del Espiritismo?

El objetivo esencial, exclusivo, del Espiritismo es el mejoramiento de los hombres, y para alcanzarlo se permite a los Espíritus iniciarlos en la vida futura, ofreciéndoles ejemplos que podemos aprovechar. Cuanto más nos identificamos con el mundo espiritual que nos espera, menos tendremos pena de dejar aquél en el que estamos en el momento. En resumen, éste es el objetivo de la revelación espírita. (Obra citada, ítem 292, párrafo 22.)

D. ¿Qué es lo que el Espiritismo tiene de más bello y consolador?

Son, sin duda, las relaciones entre el mundo visible y el invisible, de los hombres con los Seres que les son queridos y que se pensaba estaban perdidos para siempre. Son estas relaciones las que identifican al hombre con su porvenir y lo desligan del mundo material. Suprimir ese intercambio equivale a sumergir otra vez al ser humano en la duda que constituye su tormento y alimenta su egoísmo. (Oba citada, ítem 301, párrafo 7.)

 

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita